lunes, 23 de mayo de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 25 - DE MAYO – MIERCOLES – 6 – SEMANA DE PASCUA – C – Santa María Magdalena de Pazzi, Maestra de Novicias

 

 


25 - DE MAYO – MIERCOLES –

6 – SEMANA DE PASCUA – C –

Santa María Magdalena de Pazzi,

Maestra de Novicias

 

    Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (17,15.22–18,1):

EN aquellos días, los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y se volvieron con el encargo de que Silas y Timoteo se reuniesen con él cuánto antes.

Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo:

«Atenienses, veo que sois en todo extremadamente religiosos. Porque, paseando y contemplando vuestros monumentos sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción:

“Al Dios desconocido”.

Pues eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo. “El Dios que hizo el mundo y todo lo que contiene”, siendo como es Señor de cielo y tierra, no habita en templos construidos por manos humanas, ni lo sirven manos humanas, como si necesitara de alguien, él que a todos da la vida y el aliento, y todo.

De uno solo creó el género humano para que habitara la tierra entera, determinando fijamente los tiempos y las fronteras de los lugares que habían de habitar, con el fin de que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban; aunque no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos; así lo han dicho incluso algunos de vuestros poetas: “Somos estirpe suya”.

Por tanto, si somos estirpe de Dios, no debemos pensar que la divinidad se parezca a imágenes de oro o de plata o de piedra, esculpidas por la destreza y la fantasía de un hombre. Así pues, pasando por alto aquellos tiempos de ignorancia, Dios anuncia ahora en todas partes a todos los humanos que se conviertan. Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia, por medio del hombre a quien él ha designado; y ha dado a todos la garantía de esto, resucitándolo de entre los muertos».

Al oír «resurrección de entre los muertos», unos lo tomaban a broma, otros dijeron:

«De esto te oiremos hablar en otra ocasión».

Así salió Pablo de en medio de ellos. Algunos se le juntaron y creyeron, entre ellos Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos más con ellos.

Después de esto, dejó Atenas y se fue a Corinto.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 148,1-2.11-12.13.14

 

R/. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria

 

Alabad al Señor en el cielo,

alabad al Señor en lo alto.

Alabadlo todos sus ángeles;

alabadlo todos sus ejércitos. R/.

Reyes del orbe y todos los pueblos,

príncipes y jueces del mundo,

los jóvenes y también las doncellas,

los ancianos junto con los niños. R/.

 

Alaben el nombre del Señor,

el único nombre sublime.

Su majestad sobre el cielo y la tierra. R/.

 

Él acrece el vigor de su pueblo.

Alabanza de todos sus fieles,

de Israel, su pueblo escogido. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Juan (16,12-15):

 

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.

Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.

Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

 

Palabra del Señor

 

1.  Según estas palabras de Jesús, la presencia y la actividad del Espíritu se prolonga y se extiende sin límites. El Espíritu de la Verdad nos conduce a todos hasta la verdad plena. Por tanto, no se puede demostrar, en modo alguno, lo que antiguamente enseñaban los teólogos que explicaban el tratado sobre la revelación. 

Según aquellos teólogos, la revelación divina quedó clausurada con la muerte del último apóstol. Semejante afirmación no es demostrable ante lo que dice aquí Jesús sobre la incesante actividad reveladora del Espíritu.

 

2.  Como bien ha escrito Andrés Torres Queiruga, entendiendo la revelación en su más hondo realismo, es decir, reconociendo que la presencia viva de Dios es también acogida, aunque sea sin nombre, allí donde la cultura prolonga los auténticos dinamismos de la creación, sobre todo en el amor y el servicio a la justicia -"porque tuve hambre y me disteis de comer"- también con ella se puede y se debe establecer un diálogo fraterno de ofrecimiento y recepción: de anuncio del valor humano del Evangelio y de acogida de los valores evangélicos de la "profecía externa".

Es decir, de la profecía que no viene, ni de la Biblia, ni de la Iglesia, ni de la fe, sino de todo ser humano que habla con buena voluntad, con rectitud y como expresión de lo mejor que llevamos dentro de nosotros mismos.

 

3.  El problema está en comprender que Dios es inabarcable. Y de Dios siempre tenemos que aprender. Y estar a la escucha de lo que nos quiere decir en los acontecimientos de la vida y de la historia.

Esta actitud de acogida es, en el fondo, la actitud del que siempre está a la escucha de lo que le revela el Espíritu de Dios. Solo así, al hacer este mundo "más humano", por eso mismo lo hacemos "más divino". Es una pena, un dolor que no se calma, ver que la teología cristiana no acaba de enterarse de esto. Y de sacarle todas sus consecuencias.

 

Santa María Magdalena de Pazzi,

Maestra de Novicias


 

Nació en Florencia en 1566; educada en la piedad y admitida en la Orden carmelitana, llevó una vida oculta de oración y de abnegación, pidiendo constantemente por la reforma de la Iglesia. Además, dirigió por el camino de la perfección a muchas de sus hermanas de religión. Dios la enriqueció con múltiples dones y murió en el año 1607.

      Martirologio Romano: Santa María Magdalena de Pazzi, virgen de la Orden de Carmelitas que, en la ciudad de Florencia, en la Toscana, llevó una vida de oración abnegadamente escondida en Cristo, rezando con empeño por la reforma de la Iglesia. Distinguida por Dios con muchos dones, dirigió de un modo excelente a sus hermanas hacia la perfección. (1607)

 

        Fecha de canonización: 28 de abril de 1669 por el Papa Clemente IX

      La familia de Pazzi, a cuyo nombre está unida la famosa conjuración contra el gran duque de Médici, en tiempos de nuestra santa, era todavía de las más importantes de Florencia. Catalina de Pazzi (María Magdalena es el nombre que asumió la santa carmelita el día de su profesión religiosa) nació en 1566, en un siglo rico de acontecimientos en la historia civil y religiosa de Italia y caracterizado por el florecimiento excepcional de grandes santos.

     También María Magdalena de Pazzi participó en la situación histórica y social de su tiempo escribiendo cartas muy valientes al Papa, a los cardenales, a los obispos y a los príncipes, señalando las causas de los males que afligían a la Iglesia, que ella atribuía a las deficiencias espirituales de los cristianos y de sus pastores. Este es uno de los lados maravillosos de la santa, asociada a la pasión de Cristo con los estigmas y otros fenómenos místicos como las visiones, los éxtasis, los arrobamientos, durante los cuales trataba de difíciles cuestiones teológicas.

     Tres hermanas, encargadas por el director espiritual, transcribían las revelaciones de Sor María Magdalena. El libro, titulado Contemplaciones y redactado de ese modo tan excepcional es considerado como un importante tratado de teología mística, y al mismo tiempo nos revela el itinerario espiritual de la santa, que a los 18 años había entrado al más austero convento florentino, el de las carmelitas.

     Desde muy niña, Catalina de Pazzi se mostró más inclinada a la devoción que a la vida cómoda de su tiempo. Efectivamente, tuvo el privilegio, en ese tiempo muy raro, de hacer la primera Comunión a la edad de diez años.

    Después de darle el adiós al mundo y de haber cambiado nombre, Sor María Magdalena fue dócil instrumento de la gracia divina, atravesando todos los estadios de la experiencia mística, desde las audacias de la contemplación hasta las torturantes pruebas de la noche de los sentidos, en la oscuridad abismal de la aridez espiritual, que duró cinco años, durante los cuales fue probada en la fe, en la esperanza y en la caridad. Y, finalmente, en Pentecostés de 1590, su espíritu quedó nuevamente sumergido por la brillante luz del éxtasis, fortaleciéndose para la nueva prueba sucesiva, la del dolor físico.

    Martirizada en el cuerpo por llagas dolorosísimas, cuando el dolor se hacía insoportable, Sor María Magdalena, que había sido nombrada maestra de novicias, hallaba la fuerza para repetir las palabras que se convirtieron en el lema de su vida: Pati, non mori, sufrir y no morir. Murió el 25 de mayo de 1607, en el convento de Santa María de los Ángeles, en Florencia.

    Fue canonizada el 28 de abril de 1669 por el Papa Clemente IX. 

 

 Fuente: Catholic.net

 

 

 

 

   

 

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