19 - DE
MAYO – JUEVES –
5 –
SEMANA DE PASCUA – C –
SAN CELESTINO – V
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (15,7-21):
EN aquellos
días, después de una larga discusión, se levantó Pedro y dijo a los apóstoles y
a los presbíteros:
«Hermanos, vosotros sabéis que, desde
los primeros días, Dios me escogió entre vosotros para que los gentiles oyeran
de mi boca la palabra del Evangelio, y creyeran. Y Dios, que penetra los
corazones, ha dado testimonio a favor de ellos dándoles el Espíritu Santo igual
que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado
sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues, ahora intentáis tentar a Dios,
queriendo poner sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni
nuestros padres hemos podido soportar? No; creemos que lo mismo ellos que
nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús».
Toda la asamblea hizo silencio para
escuchar a Bernabé y Pablo, que les contaron los signos y prodigios que Dios
había hecho por medio de ellos entre los gentiles. Cuando terminaron de hablar,
Santiago tomó la palabra y dijo:
«Escuchadme, hermanos: Simón ha contado
cómo Dios por primera vez se ha dignado escoger para su nombre un pueblo de
entre los gentiles. Con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está
escrito:
“Después de esto volveré y levantaré de nuevo la choza caída de David;
levantaré sus ruinas y la pondré en pie, para que los demás hombres busquen al
Señor, y todos los gentiles sobre los que ha sido invocado mi nombre: lo dice
el Señor, el que hace que esto sea conocido desde antiguo”.
Por eso, a mi parecer, no hay que
molestar a los gentiles que se convierten a Dios; basta escribirles que se
abstengan de la contaminación de los ídolos, de las uniones ilegítimas, de
animales estrangulados y de la sangre. Porque desde tiempos antiguos Moisés
tiene en cada ciudad quienes lo predican, ya que es leído cada sábado en las sinagogas».
Palabra de
Dios
Salmo: 95,1-2a.2b-3.10
R/. Contad las maravillas del
Señor
a todas las naciones
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.
Proclamad día
tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.
Decid a los
pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente». R/.
Lectura del santo evangelio según san
Juan (15,9-11):
EN aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he
amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis
en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y
permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi
alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».
Palabra del
Señor
1. Dios (el Padre del cielo) se relaciona con los seres humanos como se relaciona con Jesús. Se trata de un tipo de relación que no se define por el poder que exige sumisión, sino por el amor que pide estabilidad, fidelidad, permanencia.
La imagen del "padre", tal como se suele vivir entre humanos, es con frecuencia ambigua. Porque tendría que ser siempre una relación de bondad y cariño, pero a menudo es una relación de imposición, amenaza y castigo.
Por no hablar de tantos casos en los que no hay relación alguna, por causa del mutuo desinterés, incluso el rechazo, entre padre e hijo.
2. El Padre del que habla Jesús es siempre bondad y amor, acogida y tolerancia, respeto y ayuda incondicional. En esta serie de actitudes del Padre hacia el Hijo consisten los "mandamientos" (entolás), que no son órdenes (y menos aún imposiciones), sino los deseos que brotan del cariño. Cuando hay cariño entre personas, los deseos son órdenes. Pero no pasan de ser deseos, que el amor las traduce en hacer lo que agrada al otro.
3. Cuando se vive así y de
esa manera, la vida es fuente incesante de la mayor alegría. No es la alegría
que proviene del tener, sino la dicha del que siempre ofrece respeto y bondad
y, en respuesta, recibe lo mismo que da.
Así tendría que ser siempre nuestra
relación con los demás, sean quienes sean. Y sean como sean.
SAN CELESTINO
– V
Santo monje, eremítico. Llamado a ser papa medio de crisis eclesial.
Papa #192.
Nacido en Isernia, Italia (1221)
Pontificado: Elegido, 5 Julio 1294, ordenado obispo de Roma, 29 agosto,
Renuncia el 13 Diciembre, 1294.
Muere en Ferentino, 19 Mayo 1296.
Único Papa que ha abdicado. Ultimo Papa que lleva ese nombre.
Pedro de Murrone nació en Molina, Nápoles, en 1215, en una familia de
labradores. Su madre era muy piadosa y de ella aprendió las oraciones y el
buscar siempre la voluntad de Dios. Muy joven profesa como benedictino, y
buscando el ideal del eremitismo, se retira a unas cuevas en Murrone y en
Majella. Allí vive con algunos discípulos largos años, hasta que la necesidad
jurídica, le hace fundar una orden nueva en 1264, con la aprobación del Papa
Urbano IV: los "ermitaños de San Damián", llamados
"celestinos". Seguían la regla benedictina con gran severidad. En
1274, se dirigió al concilio de Lyon, muy severo con las nuevas órdenes
monásticas, a defender su obra y logró que el Beato Gregorio X (10 de enero) le
confirmara su orden.
La orden se extendió lo suficiente para que a su muerte contara con más de
600 monjes y más de 30 monasterios, ya sea fundando nuevos, o reformando
algunos poco fervientes. Con los años fue languideciendo y finalmente fue
absorbida por la orden benedictina. También fundó una congregación piadosa para
los seglares, en la que se comprometían a rezar un Padrenuestro a visitar a un
pobre o enfermo todos los días. Era muy austero y penitente, en una ocasión
vivió en su celda durante trece meses seguidos sin salir. Todos los miércoles y
viernes los dedicaba enteros a ayunar y orar. Pero no le dejaban en paz, era
visitado por clérigos o fieles en busca de apoyo y consejos.
En 1284, cansado, abandonó el gobierno de la Orden, para volver a la
soledad, pero poco le duró la cosa. En 1294, luego de la muerte de Nicolás IV,
la iglesia quedó sin Pastor más de dos años, por causas políticas, peleas e
intereses económicos. Negociaciones e influencias del rey de Nápoles, Carlos
II, sobrino de San Luis de Francia (25 de agosto), hicieron que se eligiera a
aquel monje santo, alejado de Roma y la corrupción, y que vivía en una cueva:
Pedro de Murrone. Ya le conocía el rey, pues le había visitado en Sulmona y
concedido privilegios para la orden. Hay que decir que el mismo Pedro Murrone
se metió, como se suele decir "en camisa de once varas", pues había
escrito una carta a los cardenales, amenazándoles de un castigo terrible de
parte de Dios si en cuatro meses, el Colegio no había elegido al Papa. Así las
cosas y con el visto bueno de Carlos II, se le eligió papa. No porque pensaran
que no sería manipulable, sino porque sabían que era pacífico y lo podrían
manipular ellos, los cardenales y el rey: sería un papa de trancisión hasta que
se pudiera elegir uno con temple y condujera a la iglesia con corrección y
firmeza. Además, se quitaban de enmedio a los Orsini y los Colonna, familias
que tenían a los cardenales divididos, para elegir a un papa de propia
conveniencia.
Le llevaron casi a la fuerza a Nápoles, donde dice la tradición que entró
sobre un borrico, como Jesús, cuyas riendas sostenían Carlos II y su hijo. Allí
fue coronado, el 29 de agosto de 1294 y estableció su corte papal. Siguió
alejado de todo lujo y boato, ahora del pontificio, y su habitación fue una
celda que mandó a construir. No se quitó su hábito pobre y penitente, que usaba
debajo de todos sus ricos ornamentos.Pero poco duró la cosa, pues fue un
desastre. Hombre bueno, pero inútil para gobernar la Iglesia: No sabía
retórica, ni tenía conocimientos jurídicos, ni experiencia diplomática o
política. Legisló por buenismo, sin tener idea de lo que hacía. Se buscó
problemas de todo tipo, con romanos y franceses, con el rey de Nápoles y con el
de Francia. Intentó reformar la iglesia, haciendo que numerosos monasterios
adoptaran su regla, y vendiendo propiedades eclesiásticas.
En fin, que el papado le quedaba grande,así que pensó en la abdicación, cosa
que vieron los cardenales con los ojos al cielo. El cardenal Gaetani le
proporcionó los argumentos por los que un papa podía abdicar del solio
pontificio. Así, el 13 de diciembre de 1294, a los cinco meses, reunió a la
corte pontificia y anunció su abdicación. A los 9 días, fue elegido ¡el
cardenal Gaetani!, el mismo que le había allanado la abdicación, que tomó el
nombre de Bonifacio VIII. El nuevo papa suprimió lo poco que había hecho
Celestino que, entre otras cosas de dudosa transparencia, había nombrado
arzobispo de Lyon al hijo del rey de Nápoles, el conocido San Luis de Tolosa
(19 de agosto), que tenía solo 21 años y ni siquiera era sacerdote. Bonifacio
VIII lo dejó en la dignidad arzobispal, sin sede, con la condición de que se
ordenase presbítero.
Sabía Bonifacio que Celestino tenía admiradores, discípulos y que su orden
era poderosa. Así que, por miedo a otro cisma y otro papa rodando por ahí,
mandó apresarlo y llevarlo a Roma. Celestino se se escondió en los Abruzzos e
intentó huir a Grecia, pero su nave zozobró, fue capturado y encerrado en
Fumone. Nueve meses después falleció, a los 81 años, el 19 de mayo de 1296. La
leyenda dirá que fue envenenado por Bonifacio VIII, pero solo es eso, leyenda.
Clemente V lo canonizó en 1313. Su cuerpo incorrupto reposa en la iglesia que
los benedictinos "celestinos" tienen en Ferentino, L´Aquila, y que
pueden verse en este vídeo.
Fuente:-"Vidas de los Santos". Tomo V. Alban Butler. REV.
S. BARING-GOULD.
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