domingo, 22 de septiembre de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 24 - DE SEPTIEMBRE – MARTES – 25ª – SE MANA DEL T.O. – B – Nuestra Señora de la Merced

 


 

24 - DE SEPTIEMBRE – MARTES – 25ª – SEMANA DEL T.O. – B –

Nuestra Señora de la Merced

 

  Lectura del libro de los Proverbios (21,1-6.10-13):

  El corazón del rey es una acequia en manos de Dios, la dirige adonde quiere. Al hombre le parece siempre recto su camino, pero es Dios quien pesa los corazones. Practicar el derecho y la justicia Dios lo prefiere a los sacrificios. Ojos altivos, mente ambiciosa, el pecado es el distintivo de los malvados. Los planes del diligente traen ganancia, los del atolondrado traen indigencia. Tesoros ganados por boca embustera son humo que se disipa y lazos mortales. Afán del malvado es buscar el mal, no mira con piedad a su prójimo.

Cuando el cínico la paga, aprende el inexperto, pero el sensato aprende con la experiencia. El honrado observa cómo la casa del malvado precipita al malvado en la ruina. Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será escuchado cuando grite.

Palabra de Dios

 

  Salmo: 118

  R/. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

  Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor. R/.

  Instrúyeme en el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas. R/.

  Escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos. R/.

  Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. R/.

  Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo. R/.

  Cumpliré sin cesar tu voluntad, por siempre jamás. R/.

 

  Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,19-21):

  En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron:

  «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.»

  Él les contestó:

  «Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.»

Palabra del Señor

 

  1.  Es evidente que Jesús, cuando dejó su pueblo y se fue a ser bautizado por Juan y luego a predicar la venida del Reino de Dios, abandonó su familia, su casa, su trabajo y todo lo que podía darle cierta seguridad y estabilidad en la vida.  Esto tuvo, entre otras, una consecuencia fuerte: para Jesús fue entonces más determinante la relación comunitaria que la relación de parentesco. Porque la relación comunitaria es elegida libremente, mientras relación de familia nos es dada sin pedirnos permiso.

 

  2.  Como es lógico, desde el momento en que Jesús se alejó de su casa, de su familia, y después reunió en torno a sí un grupo de discípulos que le acompañaron y compartieron su forma de vivir, sus criterios sobre la familia tuvieron que evolucionar. 

  El grupo familiar tuvo que pasar a un segundo plano y el grupo comunitario pasó a ocupar el centro de su proyecto y de sus pretensiones. Pero nadie puede demostrar que Jesús fundó o estableció un grupo de familia para siempre. Se sabe, con seguridad, que, durante el primer milenio, los cristianos se adaptaron a las leyes, usos y costumbres de la mayoría de la sociedad del Imperio.

 

  3.  La familia es necesaria para la socialización de los individuos que vienen a este mundo.   El ser humano, cuando nace, no está acabado.  La formación de su cuerpo y de su psíquico crece y se configura en el aprendizaje y en la integración de la vida afectiva, emocional, cultural, valorativa que le enseñan sus padres y educadores.  Así el individuo se integra en la sociedad, y en la cultura.

  Pero ocurre que, a través de la estructura familiar, se perpetua el modelo de sociedad, con sus valores y sus contravalores. Así las cosas, las creencias cristianas pueden y deben aportar que no es perpetuar el de sociedad (y de familia) establecido, sino humanizar la convivencia de forma que no se impongan los valores basados en el poder, el dinero y en la desigualdad, sino en el respeto, la tolerancia, la solidaridad y, sobre todo en el amor.

 

Nuestra Señora de la Merced

 




            La Santísima Virgen es venerada con el título «de la Merced» en España, sobre todo en Aragón y Cataluña, y en Hispanoamérica. El formulario –teniendo en cuenta la finalidad para la que san Pedro Nolasco instituyó la Orden mercedaria en el año 1218, la redención de los cautivos cristianos– invoca a Cristo, «Redentor de los hombres», que «nos mereció con su sacrificio» «la verdadera libertad de hijos» (Oración colecta). 

   Alfonso el Sabio, en plena Edad Media, ya empleaba el término merced relacionándolo con la redención de los cautivos: «sacar a los omes de captivo es cosa que place mucho a Dios, porque es obra de merced». Así empleaba el término para expresar misericordia, gracia, caridad o limosna. Indudablemente, para él, los cautivos son «aquellos que caen en prisión de omes de otra religión».

   Santa María de la Merced fue el nombre mediterráneo de la Virgen en el siglo XIII. Siglos de lucha y de fe. Son aguas infectadas de turcos y sarracenos que abordan barcos en el mar; cuando pisan las costas dejan a su paso ruina y destrucción. El viejo abuso de la sociedad que se llama esclavitud era el pan de cada día. Fruto de luchas religiosas. Pedro Nolasco no podía sufrir este mal social. Pedía a la Virgen el remedio corporal y espiritual para los pobres desgraciados cautivos. Más, vendió sus bienes y, como mercader, se propuso tratar la compra y rescate de los cautivos.

   La fundación de la Merced es uno de los acontecimientos religiosos más notables acaecidos durante el reinado de Jaime I rey de Aragón, protagonista de la incorporación a sus dominios de Mallorca y del reino de Valencia. La fecha de fundación fue objeto de largas controversias; pero hay que situarla alrededor de 1212. Según la tradición, en la noche del 2 de agosto de 1218, la Virgen se apareció a Pedro Nolasco, nativo del sur de Francia, a Ramón (Raimundo) de Penyafort y al rey Jaime I para manifestarle su voluntad consistente en fundar una orden religiosa que tuviera como fin la imitación de Jesús con la redención de los cristianos cautivos de los infieles, dándose si fuera necesario a cambio. Fue el 10 de agosto de 1218, en Barcelona, en la catedral y en el altar de santa Eulalia, cuando el obispo Berenguer vistió el hábito blanco, con las armas reales bajo la cruz en el pecho, a Pedro Nolasco y a otros jóvenes fundándose la orden de la Merced. El rey la protegió largamente, ha sido venerado siempre como patrono y fundador, le concedió privilegios y en los últimos años de su vida se los confirmó.

   Su organización era muy parecida a la de las órdenes militares y, hasta 1312, sus maestros generales eran caballeros laicos. En 1235, el Papa Gregorio IX, a instancias de Ramón de Penyafort, les autorizó a constituirse en orden religiosa. Adoptaron la regla de san Agustín. Pronto se le une una caterva de jóvenes llenos de fe dispuestos a secundarle.

   Rápidamente se fundaron conventos en Barcelona, Mallorca, Santa María del Puig, Valencia, etc. La orden tuvo amplia difusión en la Cristiandad por su función religiosa, humanitaria y social.

   En torno a la redención de los cautivos, hay en el mercedario primacía de lo espiritual y una intensa predicación de Cristo entre los infieles.

   Es preciso recabar fondos para conseguir la libertad. Y eso se hace con una intensa predicación de la caridad en nombre de la Virgen de la Merced. Se habla a nobles y sencillos; hay un pulular de mercedarios por los templos, los castillos, las calles y los campos pidiendo limosna para ayudar a otros. Es preciso motivar a la gente con el fin de que, por Dios, piensen en los demás. Lo que hace creíble a la Iglesia de todos los tiempos es la caridad.

   Luego viene la oferta y la demanda en tierra de moros para liberar cautivos. Fez, Argel, Tetuán y otros puntos son el terreno propio de la transacción. Se busca a los cautivos principalmente en las cárceles y desde allí se tocan las almas de los que se tienen a sí mismos como perdidos para la fe, otros están flacos, en muchos casos se previene la apostasía y se combate el error del Corán, manteniendo una presencia de la Iglesia allí donde hay tanto sufrimiento.

   Y, si llega el triste momento de que peligrara la fe, el mercedario sustituye al cautivo como lo atestigua el número de los mártires mercedarios. Y entre tanto, la Virgen, la oración, la esperanza, el consuelo y la ilusión hasta que se rompan los grilletes de la esclavitud.

   La vuelta, el regreso a los puertos españoles, franceses e italianos es triunfal y rayana en lo apoteósico. Esperan las novias o esposas, las madres y los hijos de los cautivos. Se escuchan cantos de libertad con estandarte de redención. No puede faltar la acción de gracias al Señor que lo ha hecho posible y la Procesión con la Virgen de la Merced.

   Después, hace falta prestar atención médica, alimentos, descanso y disponer las cosas para que los centenares de cautivos puedan reintegrarse a su hogar. Así va corriendo de boca en boca el nombre de la Virgen de la Merced por los caminos y posadas, y se le nombra en los puertos y ciudades y se celebra su mediación en las iglesias y en las casas. Lo cantan los poetas. Gratitud y alabanza.

   Venerada públicamente la Virgen de la Merced ya desde el 1230.

   La Cofradía de la Merced colabora con los misioneros mercedarios.

   Y las primeras mercedarias aparecen en 1265 con María de Cervellón.

   Conocer, amar y servir a Santa María está en la médula de vivir mercedario. ¡Qué bien nos vendría hoy una actividad apostólica mercedaria intensa que ayudara a librar tanto cautivo de las nuevas esclavitudes!

 

Archimadrid.org

 

 

 


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