domingo, 8 de septiembre de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 10 - DE SEPTIEMBRE – MARTES – 23ª – SEMANA DEL T.O. – B – San Nicolás de Tolentino

 


 

10 - DE SEPTIEMBRE – MARTES –

 23ª – SEMANA DEL T.O. – B –

San Nicolás de Tolentino 

 

    Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (6,1-11):

       
Cuando uno de vosotros está en pleito con otro, ¿cómo tiene el descaro de llevarlo a un tribunal pagano y no ante los santos? ¿Habéis olvidado que los santos juzgarán el universo? Pues si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no estaréis a la altura de juzgar minucias?

Recordad que juzgaremos a ángeles: cuánto más asuntos de la vida ordinaria. De manera que para juzgar los asuntos ordinarios dais jurisdicción a ésos que en la Iglesia no pintan nada.

   ¿No os da vergüenza? ¿Es que no hay entre vosotros ningún entendido que sea capaz de arbitrar entre dos hermanos?

  No señor, un hermano tiene que estar en pleito con otro, y además entre no creyentes. Desde cualquier punto de vista ya es un fallo que haya pleitos entre vosotros. ¿No estaría mejor sufrir la injusticia? ¿No estaría mejor dejarse robar? En cambio, sois vosotros los injustos y los ladrones, y eso con hermanos vuestros.

Sabéis muy bien que la gente injusta no heredará el reino de Dios. No os llaméis a engaño: los inmorales, idólatras, adúlteros, afeminados, invertidos, ladrones, codiciosos, borrachos, difamadores o estafadores no heredarán el reino de Dios.

     Así erais algunos antes. Pero os lavaron, os consagraron, os perdonaron en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y por Espíritu de nuestro Dios.
                                 

Palabra de Dios

 

       Salmo: 149,1-2.3-4.5-6a.9b
   

       R/. El Señor ama a su pueblo

       Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. R/.

     Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. 
R/.


 Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles. R/.

 

        Lectura del santo evangelio según San Lucas (6, 12-19):

 

   Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles.

  A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados.

Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.

 

Palabra del Señor

 

  1.  Lo primero que se debe destacar es el hecho de que Jesús, ante una próxima decisión importante, se retira a una montaña lejana y allí pasa la noche entera en oración.

   Jesús no era un asceta, que vivía convencido de que a Dios se le encuentra alejándose de la convivencia con la gente. No hay datos para suponer que esa era la intención de Jesús.

  Se comprende que, como hacemos todos cuando vamos a tomar una decisión importante, buscamos estar aislados, poder pensar, etc. Pero hay una cosa llamativa: Jesús jamás se fue al Templo a orar. No quiso eso. Prefirió irse al campo o al monte. A la naturaleza.

  En todo caso, hay que pensar en la concentración total de Jesús en lo único que él veía como decisivo; hacer las cosas como Dios quiere que se hagan, no según otras conveniencias o intereses (F. Bovon).

 

  2.   Lo que Jesús hace, a la mañana siguiente, es elegir a los Doce, cuya lista de nombres se indica.

  Del conjunto del N. T. se deduce claramente que no puede haber comunidades cristianas sin responsables (¿dirigentes?). Pero estos no se sitúan ni "sobre" la comunidad, ni -menos aún- "frente a" la comunidad.   

   La designación de los responsables, en el caso de Jesús, tuvo que ser él mismo quien los designó.  Pero no confundamos el momento original fundante con lo que ha sucedido después.  Los Doce que designó Jesús no tuvieron una pervivencia institucional para siempre. Sabemos que Judas lscariote se suicidó y fue sustituido por Matías (Hech 1, 15-26).

  A partir de Pentecostés, se fueron muriendo, pero no fueron sustituidos.  La llamada "sucesión apostólica" tiene sus orígenes, por un proceso lento, desde finales del s. II. Y en cuanto a la forma de designación, durante diez siglos, se hizo por elección democrática en la que participaba la comunidad.  Fue en el s. XI (Gregorio VII) cuando el papado se apropió el derecho de designar a los obispos. 

  Por lo demás, tanto en Mateo como en Lucas, la enseñanza de Jesús se presenta precedida de un sumario de curaciones de enfermos y alivio de sufrimientos y dolencias.

                          

3.   Mientras que el evangelio de Mateo sitúa el sermón programático de Jesús en un "monte" (Mt 5, 1), Lucas lo pone en un "llano" (Lc 6, 17). Es discutible esta distinta ubicación, pero no es indiferente. Mientras que el monte, en la Biblia, indica el lugar del encuentro con Dios, Lucas habla de un llano, lugar del trabajo y de la convivencia.

Por lo demás, tanto en Mateo como en Lucas, la enseñanza de Jesús se presenta precedida de un sumario de curaciones de enfermos y alivio de sufrimientos y dolencias.

El Evangelio "ilumina la mente", pero antes que eso "remedia el dolor" humano. Ambas cosas tendrían que ir siempre unidas en la actividad apostólica y pastoral de la Iglesia.

 

San Nicolás de Tolentino 

 


Año 1305

 

Obra santa y piadosa es orar por los difuntos, para que descansen de sus penas (2 Macab.)

El nombre Nicolás significa: "Victorioso con el pueblo" (Nico = victorioso. Laos = pueblo).

El sobrenombre Tolentino le vino de la ciudad italiana donde trabajó y murió.

Sus papás después de muchos años de matrimonio no tenían hijos, y para conseguir del cielo la gracia de que les llegara algún heredero, hicieron una peregrinación al santuario de San Nicolás de Bari. Al año siguiente nació este niño y en agradecimiento al santo que les había conseguido el regalo del cielo, le pusieron por nombre Nicolás.

Ya desde muy pequeño le gustaba alejarse del pueblo e irse a una cueva a orar. Cuando ya era joven, un día entró a un templo y allí estaba predicado un famoso fraile agustino, el Padre Reginaldo, el cual repetía aquellas palabras de San Juan: "No amen demasiado el mundo ni las cosas del mundo. Todo lo que es del mundo pasará". Estas palabras lo conmovieron y se propuso hacerse religioso. Pidió ser admitido como agustino, y bajo la dirección del Padre Reginaldo hizo su noviciado en esa comunidad.

Ya religioso lo enviaron a hacer sus estudios de teología y en el seminario lo encargaron de repartir limosna a los pobres en la puerta del convento. Y era tan exagerado en repartir que fue acusado ante sus superiores. Pero antes de que le llegara la orden de destitución de ese oficio, sucedió que impuso sus manos sobre la cabeza de un niño que estaba gravemente enfermo diciéndole: "Dios te sanará", y el niño quedó instantáneamente curado. Desde entonces los superiores empezaron a pesar de que sería de este joven religioso en el futuro.

Ordenado de sacerdote en el año 1270, se hizo famoso porque colocó sus manos sobre la cabeza de una mujer ciega y le dijo las mismas palabras que había dicho al niño, y la mujer recobró la vista inmediatamente.

Fue a visitar un convento de su comunidad y le pareció muy hermoso y muy confortable y dispuso pedir que lo dejaran allí, pero al llegar a la capilla oyó una voz que le decía: "A Tolentino, a Tolentino, allí perseverarás". Comunicó esta noticia a sus superiores, y a esa ciudad lo mandaron.

Al llegar a Tolentino se dio cuenta de que la ciudad estaba arruinada moralmente por una especie de guerra civil entre dos partidos políticos, lo güelfos y los gibelinos, que se odiaban a muerte. Y se propuso dedicarse a predicar como recomienda San Pablo. Oportuna e inoportunamente". Y a los que no iban al templo, les predicaba en las calles.

A Nicolás no le interesaba nada aparecer como sabio ni como gran orador, ni atraerse los aplausos de los oyentes. Lo que le interesaba era entusiasmarlos por Dios y obtener que cesara las rivalidades y que reinara la paz. El Arzobispo San Antonino, al oírlo exclamó: "Este sacerdote habla como quien trae mensajes del cielo. Predica con dulzura y amabilidad, pero los oyentes estallan en lágrimas al oírle. Sus palabras penetran en el corazón y parecen quedar escritas en el cerebro del que escucha. Sus oyentes suspiran emocionados y se arrepienten de su mala ida pasada".

Los que no deseaban dejar su antigua vida de pecado hacían todo lo posible por no escuchar a este predicador que les traía remordimientos de conciencia.

Uno de esos señores se propuso irse a la puerta del templo con un grupo de sus amigos a boicotearle con sus gritos y desórdenes un sermón al Padre Nicolás. Este siguió predicando como si nada especial estuviera sucediendo. Y de un momento a otro el jefe del desorden hizo una señal a sus seguidores y entró con ellos al templo y empezó a rezar llorando, de rodillas, muy arrepentido. Dios le había cambiado el corazón. La conversión de este antiguo escandaloso produjo una gran impresión en la ciudad, y pronto ya San Nicolás empezó a tener que pasar horas y horas en el confesionario, absolviendo a los que se arrepentían al escuchar sus sermones.

Nuestro santo recorría los barrios más pobres de la ciudad consolando a los afligidos, llevando los sacramentos a los moribundos, tratando de convertir a los pecadores, y llevando la paz a los hogares desunidos.

En las indagatorias para su beatificación, una mujer declaró bajo juramento que su esposo la golpeaba brutalmente, pero que desde que empezó a oír al Padre Nicolás, cambió totalmente y nunca la volvió a tratar mal. Y otros testigos confirmaron tres milagros obrados por el santo, el cual cuando conseguía una curación maravillosa les decía: "No digan nada a nadie". "Den gracias a Dios, y no a mí. Yo no soy más que un poco de tierra. Un pobre pecador".

Murió el 10 de septiembre de 1305, y cuarenta años después de su muerte fue encontrado su cuerpo incorrupto. En esa ocasión le quitaron los brazos y de la herida salió bastante sangre. De esos brazos, conservados en relicarios, ha salido periódicamente mucha sangre. Esto ha hecho más popular a nuestro santo.

San Nicolás de Tolentino vio en un sueño que un gran número de almas del purgatorio le suplicaban que ofreciera oraciones y misas por ellas. Desde entonces se dedicó a ofrecer muchas santas misas por el descanso de las benditas almas. Quizás a nosotros nos quieran pedir también ese mismo favor las almas de los difuntos.

 

 

 

 

 

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