9 - DE SEPTIEMBRE
– LUNES –
23ª – SEMANA DEL T.O. – B
San Pedro Claver
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5,1-8):
Se sabe de buena tinta
que hay un caso de unión ilegítima en vuestra comunidad, y tan grave que ni los
gentiles la toleran: me refiero a ése que vive con la mujer de su padre. ¿Y
todavía tenéis humos? Estaría mejor ponerse de luto y pidiendo que el que ha
hecho eso desaparezca de vuestro grupo. Lo que es yo, ausente en el cuerpo,
pero presente en espíritu, ya he tomado una decisión como si estuviera
presente: reunidos vosotros en nombre de nuestro Señor Jesús, y yo presente en
espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, entregar al que ha hecho eso en
manos del diablo; humanamente quedará destrozado, pero así la persona se
salvará en el día del Señor.
Ese orgullo vuestro no tiene razón de ser. ¿No sabéis que un poco de
levadura fermenta toda la masa? Barred la levadura vieja para ser una masa
nueva, ya que sois panes ázimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima
pascual: Cristo. Así pues, celebramos la Pascua, no con levadura vieja
(levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ázimos de la
sinceridad y la verdad.
Palabra de Dios
Salmo: 5
R/. Señor, guíame con tu justicia
Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu
huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R/.
Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario
y traicionero lo aborrece el Señor. R/.
Que se alegren los que se acogen a ti, con júbilo eterno; protégelos, para que
se llenen de gozo los que aman tu nombre. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (6,6-11):
Un sábado, entró Jesús
en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo
derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en
sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo
al hombre del brazo paralítico:
«Levántate y ponte ahí en medio.»
Él se levantó y se quedó en pie.
Jesús les dijo:
«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está
permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?»
Y, echando en torno una mirada a todos,
le dijo al hombre:
«Extiende el brazo.»
Él lo hizo, y su brazo quedó
restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con
Jesús.
Palabra del Señor
1.- Hay estudiosos de los evangelios que consideran
"razonable que los fariseos se opusieran a esta acción (la curación)
cuando la vida no estaba en peligro" (Geza Vermes).
En cualquier caso, parece razonable decir que las agresiones del sábado,
que se cuentan en los evangelios, no son importes (R. Pesch).
Este caso del manco es muy claro en ese
sentido.
2.- Pero es que el problema
serio, que se plantea en estos relatos, no está en saber si Jesús transgredió o
no la Ley de Moisés y sus interpretaciones oficiales. El problema está en saber
qué era importante para Jesús y qué cosas no tenían importancia para él.
Es importante tener esto en
cuenta. Por más que las historias, que se relaten, sean cosas de poca
importancia. En la vida diaria, lo que hace felices o desgraciados,
son muchas veces cosas (aparentemente) de poca importancia.
3.- Planteado así el
problema, lo que está claro es que para Jesús era más importante la felicidad
de los seres humanos que la observancia de los rituales religiosos. Como
también está claro que para los observantes fariseos era más importante el fiel
cumplimiento de las normas religiosas que la salud y el bienestar de las
personas. Por eso Jesús desplazó el centro de la religión.
Jesús descolocó a la gente religiosa.
Porque hizo que el centro de la acción religiosa pasara del ritual (fielmente
observado) a la conducta (honradamente vivida).
San Pedro Claver
San Pedro Claver, presbítero de la
Compañía de Jesús, que, en Nueva Cartagena, ciudad de Colombia, durante más de
cuarenta años consumió su vida con admirable abnegación y eximia caridad para
con los esclavos negros, bautizando con su propia mano a casi trescientos mil
de ellos.
Vida de San Pedro
Claver
Pedro Claver y Juana Corberó, campesinos
catalanes, tuvieron seis hijos, pero solo sobrevivieron Juan, el mayor, y los
dos más pequeños, Pedro e Isabel. El padre apenas podía firmar su nombre, pero
era un hombre trabajador y buen cristiano. La infancia de Pedro quedó oculta
para la historia como la de tantos santos, incluso la de Nuestro Señor.
Trabajaba en el campo con su familia.
Pedro se graduó de la Universidad de
Barcelona. A los 19 años decide ser Jesuita e ingresa en Tarragona. Mientras
estudiaba filosofía en Mallorca en 1605 se encuentra con San Alonso Rodríguez,
portero del colegio. Fue providencial. San Alonso recibió por inspiración de
Dios conocimiento de la futura misión del joven Pedro y desde entonces no paró
de animarlo a ir a evangelizar lo territorios españoles en América.
Pedro creyó en esta inspiración y con
gran fe y el beneplácito de sus superiores se embarcó hacia la Nueva Granada en
1610. Debía estudiar su teología en Santa Fe de Bogotá. Allí estuvo dos años,
uno en Tunja y luego es enviado a Cartagena, en lo que hoy es la costa de
Colombia. En Cartagena es ordenado sacerdote el 20 de Marzo de 1616.
Al llegar a América, Pedro encontró la terrible injusticia de la esclavitud
institucionalizada que había comenzado ya desde el segundo viaje de Colón el 12
de Enero de 1510, cuando el rey mandó a emplear negros como esclavos. Se trata
de una tragedia que envolvió a unos 14 millones de infelices seres humanos. Un
millón de ellos pasaron por Cartagena. Los esclavos venían en su mayoría de
Guinea, del Congo y de Angola. Los jefes de algunas tribus de esas tierras
vendían a sus súbditos y sus prisioneros. En América los usaban en todo tipo de
trabajo forzado: agricultura, minas, construcción.
Cartagena por ser lugar estratégico en la
ruta de las flotas españolas se convirtió en el principal centro del comercio
de esclavos en el Nuevo Mundo. Mil esclavos desembarcaban cada mes. Aunque se
murieran la mitad en la trayectoria marítima, el negocio dejaba grandes
ganancias. Por eso, las repetidas censuras del papa no lograron parar este
vergonzoso mercado humano.
Pedro no podía cambiar el sistema. Pero
si había mucho que se podía hacer con la gracia de Dios. Pero hacía falta tener
mucha fe y mucho amor. Pedro supo dar la talla. En la escuela del gran
misionero, el padre Alfonso Sandoval, Pedro escribió: "Ego Petrus Claver,
etiopum semper servus" (yo Pedro Claver, de los negros esclavo para
siempre". Así fue. San Pedro no se limitó a quejarse de las injusticias o
a lamentarse de los tiempos en que vivía. Supo ser santo en aquella situación y
dejarse usar por Jesucristo plenamente para su obra de misericordia. En
Cartagena durante cuarenta años de intensa labor misionera se convirtió en
apóstol de los esclavos negros. Entre tantos cristianos acomodados a los
tiempos, él supo ser luz y sal, supo hacer constar para la historia lo que es
posible para Dios en un alma que tiene fe.
A pesar de su timidez la cual tuvo
que vencer, se convirtió en un organizador ingenioso y valiente. Cada mes
cuando se anunciaba la llegada del barco esclavista, el padre Claver salía a
visitarlos llevándoles comida. Los negros se encontraban abarrotados en la
parte inferior del barco en condiciones inhumanas. Llegaban en muy malas
condiciones, víctimas de la brutalidad del trato, la mala alimentación, del
sufrimiento y del miedo. Claver atendía a cada uno y los cuidaba con exquisita
amabilidad. Así les hacía ver que él era su defensor y padre. Enseña a los
esclavos
Los esclavos hablaban diferentes
dialectos y era difícil comunicarse con ellos. Para hacer frente a esta
dificultad, el padre Claver organizó un grupo de intérpretes de varias
nacionalidades, los instruyó haciéndolos catequistas.
Mientras los esclavos estaban retenidos
en Cartagena en espera de ser comprados y llevados a diversos lugares, el padre
Claver los instruía y los bautizaba. Los reunía, se preocupaba por sus
necesidades y los defendía de sus opresores. Esta labor de amor le causó
grandes pruebas. Los esclavistas no eran sus únicos enemigos. El santo fue
acusado de ser indiscreto por su celo por los esclavos y de haber profanado los
Sacramentos al dárselos a criaturas que apenas tienen alma. Las mujeres de
sociedad de Cartagena rehusaban entrar en las iglesias donde el padre Claver
reunía a sus negros. Sus superiores con frecuencia se dejaron llevar por las
presiones que exigían se corrigiesen los excesos del padre Claver. Este sin
embargo pudo continuar su obra entre muchas humillaciones y obstáculos. Hacia
además penitencias rigurosas. Carecía de la comprensión y el apoyo de los
hombres pero tenia una fuerza dada por Dios.
Muchos, aun entre los que se sentían
molestos con la caridad del padre Claver, sabían que hacia la obra de Dios
siendo un gran profeta del amor evangélico que no tiene fronteras ni color. Era
conocido en toda Nueva Granada por sus milagros. Llegó a catequizar y bautizar
a mas de 300,000 negros.
En la mañana del 9 de Septiembre de 1654,
después de haber contemplado a Jesús y a la Santísima Virgen, con gran paz se
fue al cielo.
Beatificado el 16 de Julio de 1850 por
Pío IX.
Canonizado el 15 de Enero de 1888 por
León XIII junto con Alfonso Rodríguez.
El 7 de Julio de 1896 fue proclamado
patrón especial de todas las misiones católicas entre los negros.
El papa Juan Pablo II rezó ante los
restos mortales de San Pedro Claver en la Iglesia de los Jesuitas en Cartagena
el 6 de Julio de 1986.
Su fiesta se celebra el 9 de Septiembre.
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