29 - DE SEPTIEMBRE
– DOMINGO
– 26ª – SEMANA DEL T.O. – B –
Santos Arcángeles Miguel,
Gabriel y Rafael
Lectura del libro de los Números (11,25-29):
El Señor bajó en
la nube y habló a Moisés; tomó parte del espíritu que había en él y se lo pasó
a los setenta ancianos. Cuando el espíritu de Moisés se posó sobre ellos,
comenzaron a profetizar, pero esto no volvió a repetirse. Dos de ellos se
habían quedado en el campamento, uno se llamaba Eldad y otro Medad. Aunque
estaban entre los elegidos, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu
vino también sobre ellos y se pusieron a profetizar en el campamento.
Un muchacho
corrió a decir a Moisés:
«Eldad y Medad
están profetizando en el campamento.»
Josué, hijo de
Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino diciendo:
«¡Señor mío,
Moisés, ¡prohíbeselo!»
Moisés replicó:
«¿Tienes celos
por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su
espíritu!»
Palabra de Dios
Salmo: 18
R/. Los mandatos del Señor son rectos y
alegran el corazón
La ley del Señor
es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al
ignorante. R/.
La voluntad del
Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente
justos. R/.
Aunque tu siervo
vigila para guardarlos con cuidado, ¿quién conoce sus faltas?
Absuélveme
de lo que se me oculta. R/.
Preserva a tu
siervo de la arrogancia, para que no me domine: así quedaré libre e inocente del gran pecado.
Lectura de la carta de Santiago (5,1-6):
Vosotros los
ricos, gemid y llorad ante las desgracias que se os avecinan. Vuestra riqueza
está podrida y vuestros vestidos son pasto de la polilla. Vuestro oro y vuestra
plata están oxidados y este óxido será un testimonio contra vosotros y corroerá
vuestras carnes como fuego.
¿Para qué amontonar riquezas si estamos en
los últimos días?
Mirad, el jornal de los obreros que segaron
vuestros campos y ha sido retenido por vosotros está clamando y los gritos de
los segadores están llegando a oídos del Señor todopoderoso.
En la tierra habéis vivido lujosamente y os
habéis entregado al placer; con ello habéis engordado para el día de la
matanza. Habéis condenado, habéis asesinado al inocente, y ya no os ofrece
resistencia.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san
Marcos (9,38-43.45.47-48):
En aquel tiempo,
Juan dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba
demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.»
Jesús replicó:
«No se lo prohibáis, porque nadie que haga un
milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra
nosotros está a favor nuestro.
Os aseguro que el que os dé a beber un vaso
de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de
pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le
colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar.
Y si tu mano es ocasión de pecado para ti,
córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al
fuego eterno que no se extingue.
Y si tu pie es ocasión de pecado para ti,
córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos
pies al fuego eterno.
Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti,
sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con
los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se
extingue.»
Palabra del Señor
De amigos y enemigos.
Jesús enseñaba a menudo a base de frases breves,
que se pueden memorizar fácilmente; por ejemplo, “El Hijo del Hombre no ha
venido a llamar a los justos sino a los pecadores”. Los evangelistas reunieron
más tarde esas frases, agrupándolas por el contenido o por alguna palabra clave
que se repetía. En el evangelio de hoy podemos distinguir las siguientes:
1. “Quien no está contra nosotros está a favor nuestro”.
Juan le dijo:
Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene
con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.
Pero Jesús dijo:
No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi
nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra
nosotros, está por nosotros.
Juan
se presenta muy engreído ante Jesús para contarle lo que han hecho con uno que
echaba demonios en su nombre. Jesús, en vez de elogiar esa conducta, les hace
caer en la cuenta de que han actuado de forma poco lógica: quien hace un
milagro en nombre de Jesús no hablará mal de él. Luego añade una enseñanza
general. Frente a la postura de ver enemigos por todas partes, enseña a ver
amigos: «Quien no está contra nosotros, está a nuestro
favor.»
¿Por
qué han actuado los discípulos de ese modo?
Si relacionamos
el evangelio con la primera lectura de hoy, el motivo serían los celos. El
libro de los Números cuenta que Josué, cuando se entera de que Eldad y Medad
están profetizando en el campamento, lo interpreta como un ataque a la dignidad
de Moisés y le pide a este que se lo prohíba. La escena recuerda bastante a la
del evangelio, con el agravante de que Josué le dice a Moisés que se lo
prohíba, mientras que los discípulos se atribuyen el poder de prohibir, sin
contar primero con Jesús. El fallo de los discípulos radicaría en ese celo
injustificado y algo mezquino.
Sin
embargo, conviene tener en cuenta otra posible interpretación. Dos veces
justifican los discípulos su conducta aduciendo que ese individuo «no va con
nosotros». Según ellos, hay que excluir a todo el que no los acompañe.
Debemos
recordar que Jesús era un predicador itinerante, acompañado de los doce, de un
grupo de mujeres y de otros discípulos más. Este grupo, muy radical, había
renunciado al domicilio estable, a la familia y a las posesiones. En el
contexto de esta vida tan dura, de tanta renuncia para seguir a Jesús, se
entiende la insistencia de Juan y los discípulos en que ese «no va con
nosotros». No ha renunciado al domicilio estable, a la familia, a las
posesiones, pero se permite echar demonios en nombre de Jesús.
El
relato pudo tener mucha importancia para la iglesia primitiva, ya que en ella
se fueron imponiendo las comunidades urbanas, en las que no se renunciaba al
domicilio estable, ni a la familia y las posesiones. La tentación de los
cristianos itinerantes, con su vida tan dura, era excluir a los otros, a los
que «no van con nosotros». Este pasaje les enseña a comportarse con moderación
y a tolerar otras formas de vida. Lo esencial no es «ir con nosotros» sino
«estar a favor nuestro».
2. “Quien os dé a beber un vaso de agua en atención a que sois del Mesías os
aseguro que no perderá su paga”.
El
episodio anterior terminaba con la enseñanza: “Quién no está contra
nosotros está a nuestro favor”. Esta frase da un paso
adelante. Habla del que toma una postura positiva ante los seguidores del
Mesías, simbolizada en el gesto de dar un vaso de agua.
3. Dos trampas (dos escándalos) en el camino
En
griego, el sentido básico de “escándalo” es el de «trampa», la tendida en el
suelo, que hace caer a una persona o a un animal. Si recordamos que la vida
cristiana es un seguimiento de Jesús, un caminar detrás de él, se comprenden
los dos peligros de los que habla el evangelio:
a)
Poner trampas a los pequeños
Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le
pongan al cuello una de estas piedras de molino que mueven los asnos y que le
echen al mar.
Que alguien le ponga una trampa a uno de los
pequeños que creen, lo haga caer y se quede descolgado del grupo que sigue a
Jesús. Estas palabras resultan enigmáticas, porque no queda claro a quién se
dirigen.
-
¿Quién puede escandalizar?
- ¿Un
cristiano o una persona ajena a la comunidad (escriba, fariseo, saduceo,
pagano)?
-
¿Quiénes son los pequeños que creen: un grupo dentro de la comunidad o todos
los cristianos?
La
historia de la iglesia y la vida corriente demuestran que todos los casos son
posibles. El tropiezo puede ponerlo una persona no cristiana, con sus críticas
y ataques a Jesús y su mensaje. Pero también cualquier actitud nuestra,
cualquier palabra, que aparta a otros del seguimiento de Jesús, de la forma de
vida que él propone, cae bajo su condena.
El
gran peligro del escándalo no es sólo las revistas pornográfica, las películas
violentas, la droga, sino tantas cosas que se aceptan con naturalidad dentro de
la Iglesia (lujo, vanidad, ambición, prestigio), incluso a los más altos
niveles. Los casos de pederastia, que tanto angustian ahora a la iglesia, son un
ejemplo actual de ese escándalo de los pequeños que, por ese motivo, como ha
recordado recientemente el Papa Francisco, han dejado de creer en Jesús.
Jesús
deja muy clara la gravedad del pecado al hablar de la condena que merece: ser
arrojado al mar con una enorme piedra atada al cuello. Se refiere a la piedra
superior del molino grecorromano, que giraba tirada por un asno, un caballo o
un esclavo. Tirar al mar o al río era un castigo especialmente cruel, ya que el
cadáver quedaba insepulto, algo terrible en la mentalidad judía y griega.
Estas
palabras tan duras plantean un serio problema:
-
¿carece de perdón el escándalo?
- ¿No
basta el arrepentimiento y la penitencia, ni siquiera de por vida?
Negar
la posibilidad de perdón iría en contra del evangelio. Pablo, que fue motivo de
escándalo para tantos cristianos, no se tiró al mar con una piedra al cuello.
Entregó su vida a propagar la fe en Jesús.
b)
Ponerme trampas a mí mismo
Y si tu mano derecha te escandaliza (te es ocasión de pecado), córtatela.
Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna,
al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te escandaliza (te es ocasión de pecado), córtatelo. Más vale
que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna.
Y si tu ojo te escandaliza (te es ocasión de pecado), sácatelo. Más vale
que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser
arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.
Las
diversas posibilidades las enumera Mc hablando de la mano, el pie y el
ojo. Jesús ha dicho en otra ocasión que el peligro viene del interior del
hombre. Ahora, esas tendencias negativas se ponen en marcha a través de lo que
hacemos (la mano), del sitio al que nos dirigimos (pie), de lo que miramos
(ojo). Sugerencias para hacer un examen de conciencia.
Para
dejar clara la gravedad de lo que puede ocurrir, Jesús exhorta a cortar la mano
o el pie, o sacarse el ojo. Estas palabras no hay que interpretarlas al pie de
la letra, porque después de habernos cortado una mano y un pie, y habernos
sacado un ojo, surgirían nuevas tentaciones y necesitaríamos seguir con la otra
mano, el otro pie y el otro ojo. Y no entraríamos en la vida mancos, cojos y
tuertos, sino ciegos y sin ningún miembro.
En el
caso anterior, el castigo era sumergir en el mar; aquí, ir a parar a la gehena,
«al fuego inextinguible», «donde el gusano no muere y el fuego no se apaga». La
gehena como lugar de castigo se basa en la tradición apocalíptica judía; el
gusano y el fuego, en unas palabras del libro de Isaías. A los pintores y a los
predicadores les han dado materia abundante de inspiración, a menudo desbocada.
Reflexión
final
En
pocas palabras nos da Marcos abundante materia de reflexión y de examen sobre
nuestra actitud ante los demás y ante nosotros mismos:
-
¿excluimos a quienes nos van con nosotros, a quienes consideramos que no viven
un cristianismo tan exigente como el nuestro?
- ¿Valoramos
el gesto pequeño de dar un vaso de agua, o nos escudamos en la necesidad de
grandes gestos para terminar no haciendo nada?
-
¿Pongo obstáculos a la fe de la gente sencilla o de los menos importantes
dentro de la iglesia?
- ¿Me
voy tendiendo trampas yo mismo que me impiden caminar junto a Jesús?
Santos Arcángeles Miguel,
Gabriel y Rafael
Miguel, fuerte
protector de la Iglesia contra las asechanzas del Maligno. Su nombre indica su
fidelidad ilimitada y su celo por la gloria de Dios en el combate librado
contra los ángeles rebeldes a Dios.
Gabriel, mensajero de Dios, anunció a María
y al mundo la inauguración de los tiempos mesiánicos.
Rafael, medicina de Dios, compañero de
ruta de la Iglesia, que peregrina todavía por este mundo. Su nombre evoca su
misión de médico y compañero de viaje del joven Tobías.
Los 3 Arcángeles, los únicos cuyos nombres
constan en la Biblia
Martirologio Romano: Fiesta de los
santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la
basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de
Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada
Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y
contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.
Breve Semblanza
Son los nombres con que se presentan en la
Sagrada Escritura estos tres príncipes de la corte celestial.
Miguel aparece en defensa de los intereses
divinos ante la rebelión de los ángeles malos; Gabriel, enviado por el Señor a
diferentes misiones, anunció a la Virgen Maria el misterio de la Encarnación
del Hijo de Dios y su maternidad divina; Rafael acompañó al joven Tobías cuando
cumplia un difícil encargo y se ocupó de solucionar difíciles asuntos de su
esposa.
Actualmente, se habla mucho de los ángeles:
se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden
"angelitos" de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al
cuello y comentan su importancia y sus nombres.
Hay que tener cuidado, pues se puede caer en
dar a los ángeles atribuciones que no les corresponden y elevarlos a un lugar
de semidioses, convertirlos en "amuletos" que hacen caer en la
idolatría, o crear confusiones entre lo que son las inspiraciones del Espíritu
Santo y los consejos de los ángeles.
Es verdad que los ángeles son muy importantes
en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo
que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses.
A pesar de que están de moda, por otro
lado, es muy fácil que nos olvidemos de su existencia, por el ajetreo de la
vida y principalmente, porque no los vemos.
Este olvido puede hacernos desaprovechar
muchas gracias que Dios ha destinado para nosotros a través de los ángeles.
Por esta razón, la Iglesia ha fijado dos
festividades para que, al menos dos días del año, nos acordemos de los ángeles
y los arcángeles, nos alegremos y agradezcamos a Dios el que nos haya asignado
un ángel custodio y aprovechemos estos días para pedir su ayuda.
Misión de los ángeles
Los ángeles son seres espirituales creados
por Dios por una libre decisión de su Voluntad divina. Son seres inmortales,
dotados de inteligencia y voluntad. Debido a su
naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados por los
sentidos.
En algunas ocasiones muy especiales, con la
intervención de Dios, se han visto y oído materialmente. La reacción de las
personas al verlos u oírlos ha sido de asombro y de respeto. Por ejemplo, los
profetas Daniel y Zacarías.
En el siglo IV, el arte religioso representó
a los ángeles con forma de figura humana. En el siglo V, se le añadieron las
alas, como símbolo de su prontitud en realizar la Voluntad divina y en
trasladarse de un lugar a otro sin la menor dificultad.
En la Biblia encontramos algunos motivos para
que los ángeles sean representados como seres brillantes, de aspecto humano y
alados. Por ejemplo, el profeta Daniel escribe que un "ser que parecía
varón" -se refería al arcángel Gabriel- volando rápidamente, vino a él
(Daniel 8, 15-16; 9,21). Y, en el libro del Apocalipsis, son frecuente las
apariciones de ángeles que claman, tocan las trompetas, llevan mensajes o son
portadores de copas e incensarios; otros que suben, bajan o vuelan; otros que
están de pie en cada uno de los cuatro puntos cardinales de la tierra o junto
al trono del Cordero, Cristo.
La misión de los ángeles es amar, servir y
dar gloria a Dios, ser mensajeros y cuidar y ayudar a los hombres. Ellos están
constantemente en la presencia de Dios, atentos a sus órdenes, orando,
adorando, vigilando, cantando y alabando a Dios y pregonando sus perfecciones.
Se puede decir que son mediadores, custodios, guardianes, protectores y
ministros de la justicia divina.
La presencia y la acción de los ángeles
aparece a lo largo del Antiguo Testamento, en muchos de sus libros sagrados.
Aparece frecuentemente, también, en la vida y enseñanzas de Nuestro Señor,
Jesucristo, en la Carta de san Pablo, en los Hechos de los Apóstoles y,
principalmente, en el Apocalipsis.
Con la lectura de estos textos, podemos
descubrir algo más acerca de los ángeles: nos protegen, nos defienden
físicamente y nos fortalecen al combatir las fuerzas del mal. luchan con todo
su poder por y con nosotros.
Como ejemplo, está la milagrosa liberación de
San Pedro que pudo huir de la prisión ayudado por un ángel (Hechos 12, 7 y
siguientes). También, aparece un ángel deteniendo el brazo de Abraham, para que
no sacrificara a su hijo, Isaac.
Los ángeles nos comunican mensajes
importantes del Señor en determinadas circunstancias de la vida. En momentos de
dificultad, se les puede pedir luz para tomar una decisión, para solucionar un
problema, actuar acertadamente y para descubrir la verdad.
Por ejemplo, tenemos las apariciones a la
Virgen María, a San José y a Zacarías. Todos ellos recibieron mensajes de los
ángeles.
Los ángeles cumplen, también, las sentencias
de castigo del Señor, como el castigo a Herodes Agripa (Hechos de los
Apóstoles) y la muerte de los primogénitos egipcios (Exódo 12, 29).
Los ángeles presentan nuestras oraciones al
Señor y nos conducen a Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos
conducirán, con toda bondad, después de nuestra muerte, hasta el trono de Dios
para nuestro encuentro definitivo con Él. Este será el último servicio que nos
presten pero el más importante. El arcángel Rafael dice a Tobías: "Cuando
ustedes oraban, yo presentaba sus oraciones al Señor", (Tob 12, 12 - 16).
Ellos nos animan a ser buenos pues ven
continuamente el rostro de Dios y también ven el nuestro. Debemos tener
presentes las inspiraciones de los ángeles para saber obrar correctamente en
todas las circunstancias de la vida. "Los ángeles se regocijan cuando un
pecador se arrepiente", (Lucas 15, 10).
Jerarquía de los ángeles
Se suelen enumerar nueve coros u órdenes
angélicos. Esta jerarquía se basa en los distintos nombres que se encuentran en
la Biblia para referirse a ellos. Dentro de esta jerarquía, los superiores
hacen participar a los inferiores de sus conocimientos.
Cada tres coros de ángeles constituyen una
jerarquía y todos ellos forman la corte celestial.
Jerarquía Suprema:
serafines
querubines
tronos
Jerarquía Media:
ominaciones
virtudes
potestades
Jerarquía Inferior:
Serafines: Son los "alabadores" de
Dios. Serafín significa "amor ardiente". Los serafines alaban
constantemente al Señor y proclaman su santidad.
(Isaías 6, 17)
Querubines: Son los "guardianes" de las
cosas de Dios. Aparecen como encargados de guardar el arca de la alianza y el
camino que lleva al árbol de la vida. Entre dos querubines comunica Yahvé sus
revelaciones. "Se sienta sobre querubines".
(Génesis, Éxodo, en la visión de Ezequiel, 1, 4 y Carta a los Hebreos,
9,5).
Potestades, Virtudes, Tronos, Principados y
Dominaciones:
En la Biblia encontramos estos diversos
nombres cuando se habla del mundo angélico. Hay quien interpreta los nombres de
los ángeles como correspondientes a su grado de perfección. Para San Gregorio,
los nombres de los ángeles se refieren a su ministerio:
los principados son los
encargados de la repartición de los bienes espirituales
las virtudes son los encargados de hacer los
milagros las potestades son los que luchan contra las fuerzas adversas las dominaciones son los que
participarán en el gobierno de las sociedades los tronos son los que están
atentos a las razones del obrar divino.
Existe, también,
una jerarquía basada en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia
para referirse a ellos. A los arcángeles les podríamos llamar los
"asistentes de Dios". Son ángeles que están al servicio directo del
Señor para cumplir misiones especiales.
Arcángel San Miguel: es el que arrojó del Cielo a Lucifer
y a los ángeles que le seguían y quien mantiene la batalla contra Satanás y
demás demonios para destruir su poder y ayudar a la Iglesia militante a obtener
la victoria final. El nombre de Miguel significa "quien como Dios".
Su conducta y fidelidad nos debe invitar a reconocer siempre el señoría e Jesús
y buscar en todo momento la gloria de Dios.
Arcángel San Gabriel: en hebreo
significa "Dios es fuerte", "Fortaleza de Dios". Aparece
siempre como el mensajero de Yahvé para cumplir misiones especiales y como
portador de buenas noticias. Anunció a Zacarías el nacimiento de Juan, el
Bautista y a la Virgen María, la Encarnación del Hijo de Dios.
Arcángel San Rafael: su nombre quiere
decir "medicina de Dios". Tiene un papel muy importante en la vida
del profeta Tobías, al mostrarle el camino a seguir y lo que tenía que hacer.
Tobías obedeció en todo al arcángel San Rafael, sin saber que era un mensajero
de Dios. Él se encargó de presentar sus oraciones y obras buenas a Dios,
dejándole como mensaje bendecir y alabar al Señor, hacer siempre el bien y no
dejar de orar. Se le considera patrono de los viajeros por haber guiado a
Tobías en sus viajes. Es patrono, también, de los médicos (de cuerpo y alma)
por las curaciones que realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.
Los ángeles custodios
Dios ha asignado a cada hombre un ángel para
protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo.
Afirma sobre este tema San Jerónimo: "Grande es la dignidad de las almas,
cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado
para su custodia".
En el Antiguo Testamento se puede observar
como Dios se sirve de sus mensajeros para proteger a los hombres de la acción
del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando a Elías
lo alimentó un ángel, (1 Reyes, 19, 5).
En el Nuevo Testamento también se pueden
observar muchos sucesos y ejemplos en los que aparecen estos seres: el mensaje
a San José para que huyera a Egipto y los ángeles que sirvieron a Jesús,
después de las Tentaciones en el desierto, entre otros ejemplos.
Se puede decir que los ángeles custodios son
compañeros de viaje, que siempre estarán al lado de cada uno de nosotros, en
las buenas y en las malas, sin separarse ni un solo momento. Está a nuestro
lado mientras trabajamos, descansamos, cuando nos divertimos y cuando rezamos,
cuando le pedimos ayuda y cuando le olvidamos. Y, lo más importante, es que no
se aparta de nosotros ni siquiera cuando perdemos la gracia de Dios por el
pecado. Nos presta auxilio para enfrentar de mejor ánimo las dificultades y tentaciones
de la vida diaria.
Muchas veces se piensa en el ángel de la
guarda como si fuera algo infantil. Pero, si pensamos que al crecer la persona
se enfrentará a una vida con mayores tentaciones y dificultades, el ángel
custodio será de gran ayuda.
Para que la relación de la persona con el
ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el
amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro.
Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda
y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está muy cerca
de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos.
Recordemos que los ángeles no pueden conocer
nuestros pensamientos ni deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de
alguna manera, ya que sólo Dios sabe lo que hay dentro de nuestro corazón.
Ellos, en cambio, sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras
obras, palabras, gestos, etc.
También podemos pedirle favores especiales a
los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de
determinados peligros o las guíen en situaciones difíciles.
¿Qué nos enseñan los ángeles?
Nos enseñan a:
glorificar al Señor, proclamar su santidad y
rendirle sus homenajes de adoración, de amor y de ininterrumpida alabanza.
cumplir con exactitud y prontamente
todas las órdenes que recibimos del señor y a cumplir su Voluntad sin discutir
sus mandatos ni aplazando el cumplimiento de éstas.
servir al prójimo, pues ellos están preocupados por
nosotros y quieren ayudarnos en las diversas circunstancias que se nos
presentan en la vida. Esto nos anima a compartir con nuestros hermanos penas y
alegrías.
¿Quiénes son los ángeles caídos?
Dios creó a los ángeles como espíritus puros,
todos se encontraban en estado de gracia. Pero algunos, encabezados por Luzbel,
el más bello de los ángeles, por su malicia y soberbia se negaron a adorar a
Jesucristo, Dios hecho hombre, por sentirse seres superiores. Así, rechazaron
eternamente a Dios con un acto inteligente y libre de su parte.
A Luzbel -también denominado Lucifer,
Diablo o Satán- junto con los ángeles rebeldes que le siguieron -convertidos en
demonios- fueron arrojados del Cielo al infierno. Quedaron confinados a un
estado eterno de tormento en donde nunca más podrán ver a Dios.
No cambiaron su
naturaleza, siguen siendo seres espirituales y reales.
Lucifer es el enemigo de Dios. Jesús le llama
“el engañador”, “el padre de la mentira”. Su constante actividad en el mundo
busca apartar a los hombres de Dios mediante engaños e invitaciones al mal. Quiere
evitar que lo conozcan, que lo amen y que alcancen la felicidad eterna. Es un
enemigo con el que se tiene que luchar para poder llegar al Cielo.
Los demonios se encuentran organizados en
jerarquías, tal y como fueron creados en un principio, subordinados los
inferiores a los superiores.
Satanás y sus demonios comenzaron sus
maléficas acciones con Adán y Eva y no se dan por vencidos en su labor.
Aprovechan la inclinación del hombre hacia el mal por su naturaleza que quedó
dañada después del pecado original. Son muy astutos, disfrazan el mal de bien.
Su acción ordinaria en el hombre es la tentación. Por ello rezamos en el
Padrenuestro: “...no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.”
¿Por qué creer en los ángeles?
Toda la Sagrada Escritura está llena de
versículos y capítulos completos que hablan de los ángeles. Si creemos en la
Sagrada Escritura, no podemos negar la existencia y la acción de los ángeles.
Además del testimonio de la Revelación,
tenemos el de los Santos Padres de la Iglesia quienes nos dejaron bellas y
sugestivas descripciones de los ángeles que fueron retomadas por Santo Tomás no
sólo en el aspecto teológico sino en un dinamismo cristiano. La Iglesia ha
definido dogma de fe la existencia de los ángeles.
Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net
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