domingo, 10 de noviembre de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 11 - DE NOVIEMBRE – LUNES – 32ª – SEMANA DEL T.O. – B – SAN MARTIN DE TOUR

 

 

 


11 - DE NOVIEMBRE – LUNES –

 32ª – SEMANA DEL T.O. – B –

SAN  MARTIN  DE  TOUR

 

        Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a Tito (1,1-9):

      Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, para promover la fe de los elegidos de Dios, y el conocimiento de la verdad, según la piedad apoyada en la esperanza de la vida eterna.  

        Dios, que no miente, había prometido esa vida desde tiempos inmemoriales; al llegar el momento, la ha manifestado abiertamente con la predicación que se me ha confiado, según lo dispuso Dios, nuestro salvador.  

         Querido Tito, verdadero hijo mío en la fe que compartimos; te deseo la gracia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, salvador nuestro. Mi intención al dejarte en Creta era que pusieras en regla lo que faltaba y establecieses presbíteros en cada ciudad, siguiendo las instrucciones que te di.

        El candidato, que sea un hombre sin tacha, fiel a su única mujer, con hijos creyentes, que no sean indóciles ni acusados de mala conducta. Porque el obispo, siendo administrador de Dios, tiene que ser intachable, no arrogante ni colérico, no dado al vino ni pendenciero, ni tampoco ávido de ganancias. Al contrario, ha de ser hospitalario, amigo de lo bueno, prudente, justo, fiel, dueño de sí. Debe mostrar adhesión a la doctrina cierta, para ser capaz de predicar una enseñanza sana y de rebatir a los adversarios.

Palabra de Dios

 

       Salmo: 23,1-2.3-4ab.5-6

       Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor. R/. 

     Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. 
R/.

       ¿Quién puede subir al monte del Señor?
       ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
       El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. 
R/.

     Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
        Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. 
R/.

 

        Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,1-6):

 

      En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

        «Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca!

        Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar.

        Tened cuidado.

       Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Lo siento", lo perdonarás.»

       Los apóstoles le pidieron al Señor:

       «Auméntanos la fe.»

       El Señor contestó:

       «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería.»

 

Palabra del Señor

 

   1.-  Durante los tres primeros días de esta semana vamos a leer parte de la Carta de San Pablo a su discípulo Tito. Este, fue convertido a la fe por Pablo. Es una carta breve, en cuyo primer capítulo, además del saludo inicial, se dan una serie de recomendaciones prácticas en torno a la fe y el conocimiento de la verdad. Todas esas realidades fundamentadas en la esperanza, que, junto con la caridad, forman el entramado clave de la vida cristiana con vistas a la vida eterna. Una vida eterna que comienza ya en esta vida, porque las actitudes de ahora se prolongan en la vida futura que esperamos.

        Tito es el continuador de la predicación de Pablo. Toma el relevo para que ponga en orden la vida de la pequeña comunidad cretense y le dio el encargo de nombrar presbíteros, pero no a cualquiera, ni, de cualquier forma, sino que supiese elegir los más idóneos con una serie de características: irreprochable en su conducta, casado una sola vez, con hijos creyentes.

Igualmente le da normas claras para la elección de los obispos, elegidos de entre los presbíteros: que sean buenos administradores de la casa de Dios, que no sean arrogantes, ni coléricos, sino hospitalarios, justos, prudentes, amigos del bien. Ello los ha de llevar a animar a la comunidad, sabiendo refutar cuando fuere necesario. Fieles a la doctrina recibida.

 

       2.-  De este texto se deduce un marcado sentido práctico y organizativo, tal y como Pablo ha venido haciendo en su predicación y en sus cartas., No se sube a altas teologías, que a nada conducirían en ese momento para la pequeña comunidad de Creta. Quiere que su discípulo Tito sea quien ponga orden, preserve a la comunidad de cualquier desvío que pudiera darse. Ello es indicativo del afecto de Pablo a Tito, a pesar de su juventud; lo cual nos indica que era un muchacho sensato y bueno, en quien se podía confiar.

        Esta actitud de Pablo, a través de Tito, nos da la pista clara de cómo deben ser nuestras comunidades y la predicación de la verdad que en ellas se desarrolle, para así mantener la fe y la esperanza a la que hemos sido llamados. Nosotros somos los continuadores de aquella comunidad de Creta y de muchas otras posteriores.

       Sí, es claro que vamos reduciéndonos. Ello no debe ser motivo de desaliento, sino de poner más empeño y cuidado en la fe recibida, en la esperanza presente y futura, en la vivencia de la fraternidad siempre frágil. La predicación animosa es una parte, pero no lo es todo, son las actitudes concretas las que nos definirán como creyentes en Cristo Jesús.

 

        3.-  El poeta alemán Henrich Heine decía: “Todo delito que no se convierte en escándalo, no existe para la sociedad.”  Lo comprobamos a cada instante en nuestra sociedad. Si no se produce escándalo, la sociedad, cada uno de nosotros, tiende a no considerarlo delito. Craso error.  

       Terminamos diciendo: “Bueno, total, qué más da…”. Y, así, se va creando una cultura de permisividad, del relativismo moral, del “todo está permitido”, del “todo vale”, del “mientras a mí no me toque…”, sobre todo el bolsillo. Y miramos hacia otra parte. Eso destruye, más a la corta que a la larga, sociedades, comunidades, familias, personas, porque la integridad y honradez brillan por su ausencia.

       Jesús, llevado también del sentido común y práctico, advierte a sus discípulos que el escándalo es inevitable. Lo sabemos bien. Tantos siglos de vida eclesial nos dan a conocer los escándalos producidos, pero ellos no han de ser motivo para abandonar la vida de la Iglesia, la casa común. “Tened cuidado”, advierte Jesús.  Por eso, el perdón es fundamental, aunque cueste. Y todos sabemos bien cuánto cuesta perdonar y actuar como si nada hubiera pasado.

       La tan traída y llevada frase: “Perdono, pero no olvido”, en cristiano, no tiene cabida alguna; pero también sabemos bien lo difícil que es olvidar las ofensas, las actitudes negativas. Uno es capaz de comprenderlo y aceptarlo cuando le han perdonado deudas, ofensas, dislates, malos entendidos. Y ha de tener suma delicadeza en no “avivar la memoria de la ofensa” para que el olvido, en la medida de lo posible, crezca en nuestro interior.

       Tenemos como ayuda la vida compartida, la vida de una comunidad de creyentes, la acción salvífica y restauradora, perdonadora, de la Eucaristía, de las acciones sacramentales, portadoras de la gracia y signo de reconciliación. Por eso, cada Acción de Gracias comienza con el reconocimiento sincero de nuestra vida deficiente. Y decimos: “Yo confieso…” y “Señor, ten piedad” y en la consagración Jesús nos dice: “Esta es mi sangre, derramada por vuestros pecados…” Si así lo creemos, y nos adherimos con sinceridad de corazón, estamos no solo perdonados, sino salvados.

        4.-  Hoy la iglesia celebra a S. Martín de Tours, soldado romano, quien, una vez convertido a la fe de Jesucristo, fue monje y obispo. Es todo un símbolo del “compartir”. Es lo que él practicó a las puertas de Amiens compartiendo su manto con un pobre, durante la noche; ese fue solo un detalle de los muchos que vendrían después. Hizo reales las palabras de Jesús: “Estuve desnudo y me vestisteis…”. Hijo de un tribuno romano, renunció a la carrera militar para seguir a las órdenes de Jesucristo. A él se debe en gran parte la evangelización de Francia.

        Teniendo en cuenta estas lecturas planteémonos cómo vivimos el perdón.

Nuestra presencia en la comunidad cristiana ¿es de responsabilidad o vivimos pasivamente?

 

SAN  MARTIN  DE  TOUR

 


 

 Nació en Panonia, hacia el año 316, de padres paganos. Habiendo recibido el bautismo y renunciado a la milicia, fundó un monasterio en Ligugé (Francia), donde practicó la vida monástica bajo la dirección de san Hilario.

Más tarde, fue ordenado sacerdote y elegido obispo de Tours. Fue un modelo de buen pastor y fundó otros monasterios, trabajó en la formación del clero y evangelizó a los pobres.

Murió en el año 397.

 

  San Martín nació en Panonia, Hungría, el 316. Sus padres eran paganos. Estudia en Pavía, donde conoce el Cristianismo. Su padre, que era tribuno militar, para desviarle del cristianismo, le obliga a ingresar en el ejército. Martín concilia sus deberes militares con sus aspiraciones cristianas. Vida ejemplar de monje y soldado: valentía y vida santa y caritativa.

  Siendo militar sucedió el hecho tan tratado en la iconografía. Era invierno, y al entrar en Amiens, encuentra un mendigo casi helado, sin ropa. Divide su clámide en dos partes y entrega una al pobre. Cristo se le aparece vestido con la media capa: "Martín, catecúmeno, me ha cubierto con este vestido".

  Pronto recibe el bautismo. Deja la milicia para seguir a Cristo. San Hilario de Poitiers quiere ordenarle de diácono. Él se queda de exorcista. Vuelve a su patria, convierte a su madre. De nuevo en Poitiers, funda Ligugé, auténtico monasterio misional. Allí pasa once años, feliz en su ambiente. Preguntado más adelante por qué profesiones había ejercido respondía: "fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma". Por eso hay quien resume la vida de Martín así: "soldado por fuera, obispo a la fuerza, monje por gusto".

  Sulpicio Severo escribió Cartas y Diálogos y sobre todo la Vida de San Martin. Pocos libros habrán sido más leídos que éste, que ha servido de fuente para llevar por todas partes a través de cantares y poemas, representaciones teatrales, la pintura y la escultura la imagen de este Santo "el más popular y conocido de toda Europa".

  Un historiador ha contado en Francia 3.667 parroquias dedicadas a él y 487 pueblos que llevan su nombre. Un buen número hay también en Alemania, Italia y España. Es simpático el párrafo en que Don Quijote enseña a Sancho la imagen de San Martín y le explica el caso de la capa.

  Martín vivía feliz en Ligugé. Pero Tours se había quedado sin obispo. Un día del año 371, fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar. Establece cerca, para su humilde residencia, el monasterio de Marmoutiers, centro misionero de donde saldrán San Patricio y San Paulino de Nola. Desde allí parte para sus agotadoras correrías apostólicas, durante 35 años, por toda la Galia. Nada le retiene. Acusa a emperadores, reprime a los herejes, defiende a los débiles y a los condenados a muerte, realiza innumerables milagros, y entre ellos se le atribuye la resurrección de varios muertos. Su fama es indescriptible. Es llamado "el apóstol de las Galias" nadie hizo tanto como él por Francia católica y San Gregorio de Tours le invoca como "Patrón especial del mundo entero".

  Tan intensos viajes apostólicos, tanta obra de caridad, hasta vaciarse totalmente, agotaron sus fuerzas físicas. Se veía morir. Sus discípulos le piden que no les deje huérfanos. Martín contestó: "Señor, si aún soy necesario, no rehúso el trabajo. Sólo quiero tu voluntad". La liturgia comenta: "¡Oh feliz varón, que ni temió morir, ni recusó la vida”!

  Los discípulos querían colocarle más cómodo. "Dejadme así, les dijo, mirando al cielo, para dirigir mi alma en dirección hacia Dios". El demonio no dejaba de importunarle. "¿Qué haces ahí, gritó Martín, bestia sanguinaria? No hay nada en mí que te pertenezca, maldito. El seno de Abrahán me espera". Y entregó su alma a Dios. Era el 8 de noviembre del año 397.

  Martín fue un asceta, un apóstol, un hombre de oración, muy influyente en toda la espiritualidad medieval. Su faceta principal, la caridad. El gesto de Amiens, dar media capa, fue superado, cuando siendo obispo, entregó su túnica entera a un mendigo gesto menos conocido. Sus mismos milagros, como los de Cristo, fueron milagros de caridad. Pasó haciendo el bien.

 

 

 

 

 


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