28- DE NOVIEMBRE
– JUEVES –
34ª – SEMANA DEL T.O. – B –
San Santiago de la Marca,
Presbítero Franciscano
Lectura del libro del Apocalipsis
(18,1-2.21-23;19,1-3. 9a):
YO, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo con gran autoridad, y la tierra se
deslumbró con su resplandor. Y gritó con fuerte voz:
«Cayó, cayó la gran Babilonia. Y se
ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo, en
guarida de todo pájaro inmundo y abominable.
Un ángel vigoroso levantó una
piedra grande como una rueda de molino y la precipitó al mar diciendo:
«Así, con este ímpetu será
precipitada Babilonia, la gran ciudad, y no quedará rastro de ella. No se
escuchará más en ti la voz de citaristas ni músicos, de flautas y trompetas. No
habrá más en ti artífices de ningún arte; y ya no se escuchará en ti el ruido
del molino; ni brillará más en ti luz de lámpara; ni se escuchará más en ti la
voz del novio y de la novia, porque tus mercaderes eran los magnates de la
tierra y con tus brujerías embaucaste a todas las naciones».
Después de esto oí en el cielo
como el vocerío de una gran muchedumbre, que decía:
«Aleluya La salvación, la gloria y
el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha
condenado a la gran prostituta que corrompía la tierra con sus fornicaciones, y
ha vengado en ella la sangre de sus siervos».
Y por segunda vez dijeron:
«¡Aleluya!».
Y el humo de su incendio sube por
los siglos de los siglos.
Y me dijo:
«Escribe: “Bienaventurados los
invitados al banquete de bodas del Cordero”».
Palabra de Dios
Salmo: 99,2.3.4.5
R/. Bienaventurados los invitados
al banquete de bodas del Cordero.
Aclama al Señor, tierra entera, servid al
Señor con alegría, entrad en su presencia con
vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios: que él nos
hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
Entrad por sus puertas con acción de
gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.
El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Lucas (21,20-28):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando veáis a Jerusalén sitiada
por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción.
Entonces los que estén en Judea,
que huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se alejen; los
que estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son “días de
venganza” para que se cumpla todo lo que está escrito.
¡Ay de las que estén encintas o
criando en aquellos días!
Porque habrá una gran calamidad en
esta tierra y un castigo para este pueblo.
“Caerán a filo de espada”, los
llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por gentiles”,
hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.
Habrá signos en el sol y la luna y
las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el
estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la
ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo
serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre
venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto,
levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».
Palabra del Señor
1.- En los capítulos finales
del libro del Apocalipsis, se nos relata cómo, a pesar de las persecuciones y
desgracias que se han cernido sobre Jesús y su Iglesia, finalmente la victoria
de Cristo sobre el mundo se materializa haciendo desaparecer, según la visión
del autor, a la que acumulaba todas las cosas malas que habitan en el mundo, la
Gran Babilona; que se había caracterizado por su codicia, su falta de
moralidad, su persecución a los cristianos, su cúmulo de todas las malas
acciones que pudieran implicarse. Todo en lo que ella confiaba no le sirve
absolutamente para nada, pues es precipitada a las profundidades del abismo,
como reino del mal.
El autor identifica a Roma
y a sus emperadores con la Gran Babilonia, causante de todas las desgracias del
mundo, y, con su caída, dejará de oírse en ella música, actividades artísticas,
el murmullo del agua o del molino, etc., pues a todos los que embaucó o se
unieron con ella, emperadores, poderosos, ricos comerciantes, marineros…
llorarán y lamentarán su caída, pues ésta será fulminante
Aparecerán grandes voces
que pregonarán que se ha erigido la victoria de Dios, pues sus sentencias son
rectas y justas, y ha condenado a la gran ciudad que corrompía toda la tierra,
y su caída durará para siempre.
2.- Se trata de un relato
simbólico que quiere hacer patente que, a pesar de las múltiples dificultades a
las que se enfrenta, acaba dominando el triunfo de Cristo y de su Iglesia,
amparada por la presencia de Dios, Padre misericordioso, que cuida de todos los
que han asumido en su corazón la Palabra de vida que Jesús nos ha transmitido y
así anuncia: “Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero”, tal
como repetimos en el salmo 99 que es un canto de alabanza a nuestro Dios.
3.- ¡Ay de las que estén en
cinta o criando en aquellos días!
Lucas nos refiere en este
capítulo el discurso escatológico de Jesús, anunciando cómo será el fin de los
tiempos, precedido por la destrucción de Jerusalén por los gentiles, y de estos
últimos también.
Este evangelio se escribió
después de que Jerusalén fuera arrasada y el Templo destruido en el año 70,
entonces los anuncios que Lucas pone en boca de Jesús, ya se habían producido,
por el rechazo hacia Jesús y su anuncio del Reino, por parte de las autoridades
religiosas de Judea.
4.- Enumera una serie de
desastres naturales, o signos, que concuerdan más con el lenguaje apocalíptico
adoptando una visión de futuro más o menos lejano.
Se relatan situaciones de
venganza, donde la estructura del mundo se viene abajo, presentando como
ejemplo la desgracia que se cierne sobre las que estén en cinta o criando, los
que se hallen fuera que no vuelvan a la ciudad, etc. Pero, sin embargo, aquellos
que han creído y esperan la llegada del Hijo de Dios con gran poder y gloria,
serán salvados, por eso les anuncia que, cuando todo esto ocurra: “Levantaos,
alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”.
Ante este relato, nosotros
sabemos que Dios es tremendamente misericordioso, y no toma represalias contra
nadie, pero lo que sí debemos hacer es escuchar la Buena Noticia de Jesús como
encarnación del Amor de Dios, y confiar totalmente en su divina bondad, seguir
su ejemplo y establecer como signo definitorio de nuestra vida el Evangelio del
Amor a Dios y a los hermanos.
Presbítero Franciscano
Predicador incansable
De este santo,
cuyo nombre está unido al de San Bernardino de Siena y al de San Juan de
Capistrano, que lo acompañó en sus peregrinaciones apostólicas por Europa,
tenemos muchas noticias: unas nos la refiere él mismo y otras el humilde fraile
laico, Venancio de Fabriano, que lo acompañó constantemente desde 1463.
Santiago de la
Marca, cuyo nombre de pila era Domingo Gangali, nació en Monteprandone (Ascoli
Piceno) en 1394. Quedó huérfano de padre siendo todavía muy niño, y a los siete
años fue enviado a apacentar las ovejas; asustado por la continua presencia de
un lobo misterioso, que más tarde él llamará ángel de Dios y no lobo como
parecía abandonó el rebaño y huyó a Offida acogido por un sacerdote
familiar suyo.
Siguió los
estudios de derecho civil en Perusia; llegó a ser notario. Después se
estableció en Florencia, en donde fue elegido alcalde. Regresó a las Marcas por
asuntos familiares, se detuvo en Asís y aquí, después de un coloquio con el
prior de Santa María de los Ángeles, resolvió entrar a formar parte de la
familia franciscana.
Hizo su profesión
religiosa el 1 de agosto de 1416 y seis años después, ya sacerdote, fue
encargado de la predicación, ocupación que abarcaría toda su vida hasta la
muerte, el 28 de noviembre de 1476 en Nápoles.
Durante más de
medio siglo recorrió Europa oriental y centro septentrional no sólo para
predicar el nombre de Jesús (tema constante de sus homilías, siguiendo el
ejemplo de su maestro San Bernardino), sino también para cumplir delicadas
misiones encomendadas por los Papas Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III.
Este gran
caminador parecía que sólo se detenía el tiempo necesario para fundar un nuevo
convento o para restablecer la observancia de la genuina regla franciscana en
los ya existentes. Los últimos 18 años de su vida los pasó casi todos
predicando en las varias regiones de Italia. Se encontraba en Aquila cuando
murió San Bernardino de Siena, en 1444, y a los seis años pudo presenciar en
Roma su solemne canonización. Lo seguía devotamente fray Venancio, quien nos
cuenta que durante una misión predicada en Lombardía le propusieron a fray
Santiago la elección para obispo de Milán; pero el humilde fraile no aceptó.
Fray Venancio, después de la muerte del maestro, escribió una Vida en la que
narra los muchísimos milagros que hizo en vida y después de la muerte.
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