25- DE NOVIEMBRE
– LUNES –
34ª – SEMANA DEL T.O. – B –
Santa Catalina de Alejandría,
virgen y mártir
Lectura del libro del Apocalipsis
(14,1-3.4b-5):
YO, Juan, miré y he aquí que el Cordero estaba de pie sobre el monte Sion, y
con él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban grabados en la frente su
nombre y el nombre de su Padre. Oí también como una voz del cielo, como voz de
muchas aguas y como voz de un trueno poderoso; y la voz que escuché era como de
citaristas que tañían sus citaras.
Estos siguen al Cordero
adondequiera que vaya. Estos fueron rescatados como primicias de los hombres
para Dios y el Cordero. En su boca no se halló mentira: son intachables.
Palabra de Dios
Salmo: 23,1-2.3-4ab.5-6
Esta es la generación que busca tu
rostro, Señor. R.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y
todos sus habitantes: Él la fundó sobre los mares, Él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro
corazón, que no confía en los ídolos. R/.
Ese recibirá la bendición del Señor, le hará
justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al
Señor, que busca tu rostro, Dios de
Jacob. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Lucas (21,1-4):
EN aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban
donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos
monedillas, y dijo:
«En verdad os digo que esa viuda
pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los
donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo
lo que tenía para vivir».
Palabra del Señor
1. El
motivo por el que Jesús elogia a esta pobre viuda no necesita muchas
explicaciones. La fe de esta mujer, manifestada en su desprendimiento, es
ejemplar. Porque cuando la fe llega a tocar el bolsillo, y lo
toca hasta tal extremo que el creyente se quita de la boca lo que da, entonces
no cabe la menor duda de que la fe de esa persona es tan enorme, que está por
encima incluso de la propia subsistencia.
2. Pero
en este breve relato hay algo que hace pensar, y pensar mucho.
Cuando se
trata de los donativos a la religión (representada en el templo), lo que interesa no es la cantidad que se da, sino la generosidad con que se
da. Porque la religión (el templo, la Iglesia...) no es una empresa,
cuyo éxito se mide por las ganancias y la acumulación de capital, sino que es
un sacramento, es decir, un símbolo que debe centrar nuestra atención y
nuestras aspiraciones, no en el interés, sino en el desinterés, o sea, en la
generosidad y el desprendimiento.
3. Los
donativos religiosos de los ricos tienen un peligro, a saber: que mediante
tales donativos pueden tranquilizar sus conciencias. Es decir, pueden pretender
que la caridad con Dios (que no necesita ninguna caridad) borre o tape las negras
manchas de la injusticia con el prójimo (que sí necesita que se le haga
justicia).
La viuda es un símbolo magnífico
de tantas personas de hoy día que no tienen relación con Jesús, pero que se
preocupan por la gente necesitada e intentan ayudarlas, sin considerarse ni ser
cristianos. Pero es importante advertir que la preocupación de la viuda no es
de boquilla, entrega todo lo que tiene.
Jesús,
que no llama a la viuda para dialogar con ella ni pedirle que pase a formar
parte del grupo de sus discípulos, nos puede servir de ejemplo para la actitud
que debemos adoptar ante esas personas. No hay que intentar convertirlas a toda
costa.
virgen y mártir
Santa Catalina de Alejandría - (siglo IV)
Natural de
Alejandría, fue una mujer de noble cuna que estudió filosofía. Se convirtió al
cristianismo inspirada por el sueño de un ermitaño. Después, convirtió a la
esposa del emperador Magencio, a un oficial y a doscientos soldados. En
venganza, el emperador reunió a cincuenta eruditos paganos y la retó a un
debate religioso.
Después de una larga y acalorada discusión, las palabras de Catalina
indujeron a los cincuenta eruditos a convertirse. Magencio ordenó que la ataran
a un potro, que la despedazó enseguida. Después fue decapitada.
Es patrona de la elocuencia, los filósofos, los predicadores, las solteras,
las hilanderas y los estudiantes.
BIOGRAFIA
Alejandría fue fundada por Alejandro
Magno, que no quería pasar sólo a la historia como guerrero, sino también como
mecenas de los sabios. Alejandría será conocida en el mundo de las letras por
su famosa universidad, por su célebre escuela y por su biblioteca de unos
700.000 volúmenes. Una de las siete maravillas del mundo estaba también aquí,
el faro de Alejandría. Hubo otros faros luminosos, como Plotino, Filón,
Porfirio, Orígenes, Tertuliano, Atanasio, Cirilo.
Alejandría era una algarabía de pueblos y razas, de
sectas y sistemas filosóficos. «Griegos y judíos, dice la condesa de Pardo
Bazán, andaban a la greña continuamente. Con el advenimiento de los cristianos
se complicó el asunto. La confusión de sectas y teologías se hizo formidable».
La colonia judía era muy importante. Sus
Libros Sagrados eran muy apreciados. Fue aquí en Alejandría donde Tolomeo II
mandó que setenta intérpretes tradujeran del hebreo al griego el Antiguo
Testamento.
La religión cristiana también empezó a
tener mucha influencia. Según una antigua tradición, la Iglesia de Alejandría
fue fundada por el evangelista San Marcos. Tuvo luego la mejor escuela
catequética de su tiempo, el Didascaleo, donde enseñaron grandes maestros:
Tertuliano, Orígenes, Lactancio, San Clemente Alejandrino y San Dionisio de
Alejandría.
Aquí nació nuestra Santa, faro más
luminoso que el faro de Alejandría y que todos los sabios. La leyenda áurea la
presenta con grandes elogios. El nombre de Catalina -la pura, la blanca-
respondería a una linda princesa, hija del rey siciliano Costo, nacida en
Alejandría a fines del siglo III.
Posee Catalina una personalidad radiante
y popular por cuádruple motivo: como hermosa, como sabia, como virgen y como
mártir. «Catalina, escribe la Pardo Bazán, no fue sólo una filósofa. Su alma es
una historia de amor. Grandes artistas, como Van Dyck, Memling, Leonardo y el
Veronés, plasmaron en sus lienzos los Desposorios de la virgen alejandrina con
Jesucristo».
Catalina tenía pasión por la verdad. A
los dieciocho años descuella por sus conocimientos filosóficos. Es docta y
elocuente, bella y con muchos pretendientes, apasionada y enamorada de la
belleza.
Había recorrido todas las escuelas. Su
favorito era Platón. Discute, analiza, rechaza. La cautiva sobre todo la
enseñanza del obispo Pedro el Patriarca. Aquella moral tan pura, aquel Maestro
tan sublime, el Sermón de la montaña, aquella Virgen Madre, de tan divina
grandeza. Así, por la belleza tangible llegó Catalina a la Belleza increada:
Dios.
Un providencial encuentro con el ermitaño
Trifón allanó las dificultades. Catalina creyó y se bautizó. Y se dice que
Cristo aquella misma noche celebró con ella los místicos Desposorios. Ya es
filósofa cristiana.
La intrépida virgen Catalina se presenta
audazmente ante el sanguinario Maximino Daia para recriminarle su conducta con
los cristianos. Maximino se siente deslumbrado por su elocuencia. Concierta una
disputa pública. Se enfrenta Catalina a cincuenta renombrados doctores. Con
versos de Homero, con citas de Platón, con textos de los profetas, unidos a su
gracia y elocuencia, no sólo deshace los argumentos de sus adversarios, sino
que les convierte a casi todos, y sellan su fe con el martirio.
A Catalina le aplican la rueda con
cuchillos. Pero se rompe en vez de lastimarla. Finalmente le llega la muerte
por la espada. La desposada se iba al cielo a celebrar las bodas con su
celestial Esposo. El martirologio romano dice que los ángeles trasladaron los
virginales restos al Sinaí.
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