5 - DE NOVIEMBRE
– MARTES –
31ª – SEMANA DEL T.O. – B –
Santa Ángela de la Cruz
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Filipenses 2, 5-11
Hermanos:
Tened entre vosotros los
sentimientos propios de Cristo Jesús.
El cual, siendo de condición
divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de
sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres.
Y así, reconocido como hombre por
su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una
muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todo
y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda
rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua
proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios
Salmo 21, 26b-27. 28-30a. 31-32
El Señor es mi alabanza en la gran
asamblea. R/.
Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta
saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan.
¡Viva su corazón por siempre! R/.
Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del
orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. R/.
Porque del Señor es
el reino,
Él gobierna a los pueblos.
Ante él se postrarán los que
duermen en la tierra. R/.
Mi descendencia le
servirá;
hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que
ha de nacer: «Todo lo que hizo el Señor». R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (14,15-24):
En aquel
tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús:
«¡Bienaventurado el que coma en el
reino de Dios!».
Jesús le contestó:
«Un hombre daba un gran banquete y
convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó a su criado a avisar a los
convidados:
“Venid, que ya está preparado”.
Pero todos a una empezaron a
excusarse.
El primero le dijo:
«He comprado un campo y necesito
ir a verlo. Dispénsame, por favor”.
Otro dijo:
«He comprado cinco yuntas de bueyes
y voy a probarlas. Dispénsame,
por favor”.
Otro dijo:
“Me acabo de casar y, por ello, no
puedo ir”.
El criado volvió a contárselo a su
señor. Entonces el dueño de casa, indignado, dijo a su criado:
“Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, a
los lisiados, a los ciegos y a los cojos”.
El criado dijo:
“Señor, se ha hecho lo que
mandaste, y todavía queda sitio”.
Entonces el señor dijo al criado:
“Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se llene mi
casa. Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete”».
Palabra del Señor
1.- San
Pablo urge a los cristianos que actúen con ánimo humilde y fraterno en sus
relaciones comunitarias, y les pone delante el mejor modelo: "tened
entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús".
Y nos transmite un himno
cristológico, que la comunidad conocía y cantaba. Es un himno que en pocas
líneas expresa el misterio pascual de Cristo, su muerte y su resurrección, su
humillación y su glorificación por Dios: “se despojó de su rango... se
rebajó incluso hasta la muerte... por eso Dios lo levantó sobre todo... como
Señor de cielo y tierra”.
Pablo nos trae aquí este
himno para que aprendamos una lección de humildad y entrega por los demás.
Igual que Jesús no “hizo alarde de su categoría de Dios”, se hizo
igual a nosotros y se rebajó hasta una muerte de cruz, nosotros también debemos
estar abiertos a los demás, sin creernos superiores a nadie ni pretender
grandezas. Al contrario, abajándonos como los últimos “como el que sirve”.
Invitados y queridos: si oís la voz del Señor, no endurezcáis vuestro
corazón.
2.- Con esta parábola Jesús
nos enseña cómo son las relaciones de Dios con nosotros. Siempre a base de
invitaciones. Y la invitación nos puede llegar a través de: un acontecimiento,
de una lectura del Evangelio… de muchas maneras. La invitación de Dios siempre
respeta la libertad.
Y si hay libertad, hay
responsabilidad. Porque podemos decidir que nuestros proyectos son mejores que
los de Dios. Y entonces, nosotros mismos nos excluimos del banquete de, de la
gracia que Dios nos tenía preparada. Aún así, Dios no cambia de sistema. Lo
suyo es invitar, desea tener a sus hijos en torno a la mesa de su reino.
3.- Pero, los que entran a la sala del banquete
son los pobres, aquellos a quienes no se les pasa por la cabeza que lo que
ellos tienen pueda ser mejor que lo que Dios les ofrece. Dios seguirá enviando
invitaciones, incluso a los que no habían respondido a la primera vez. Pero el
sentarse a la mesa de Dios sigue dependiendo de nosotros.
Pidamos al Señor apreciar,
sobre todo lo que Él nos ofrece, los bienes de su Reino.
Santa Ángela de la Cruz
Santa Ángela de la
Cruz Guerrero González
María de los Ángeles Guerrero González nació en Sevilla el 30 de enero de
1846 y murió también allí el 2 de marzo de 1932. Humilde religiosa española,
fundó la congregación religiosa llamada Compañía de las Hermanas de la Cruz
dedicada a ayudar a los pobres y a los enfermos.
Fue canonizada en Madrid por san Juan
Pablo II el 4 de mayo de 2003.
Ángela
Guerrero González, Sor Ángela de la Cruz, Madre de los pobres, nació el 30 de
enero de 1846 en Sevilla en el seno de una familia sencilla. Sus padres,
Francisco Guerrero y Josefa González, tuvieron catorce hijos, pero sólo seis
llegaron a mayores de edad a causa de la terrible mortalidad infantil, aún
persistente durante todo el s. XIX.
Sus padres eran—hasta la
exclaustración de los religiosos en 1836—los cocineros del Convento de los
Padres Teatinos de Sevilla. Su padre murió pronto. Sin embargo, la madre
llegara a ver la obra de su hija, y las Hermanitas de la Cruz la llamaran con
el dulce nombre de "la abuelita" y quedaran admiradas de las muchas
virtudes que florecían en el jardín de su alma. Ella supo trasplantarlas al
jardín del alma de su hija Ángela. Se dice que un día, siendo aún muy pequeña,
desapareció y todos la buscaron. Todos menos su madre que enseguida adivinó
donde estaba: en la iglesia. Allí la encontraron rezando y recorriendo los
altares. Ya mayor dirá: "Yo, todo el tiempo que podía, lo pasaba en la
iglesia, echándome bendiciones de altar como hacen las chiquillas".
Por carecer de recursos,
apenas puede aprender a leer y escribir. Ángela, que crecía en un piadoso
ambiente familiar, pronto daría cumplidas pruebas de bondad natural. Ya de
joven, nadie osaba hablar mal o pronunciar blasfemias en su presencia. Si
hablaban algo menos puro, al verla llegar, decían, cambiando de conversación:
"Callad, que viene Angelita".
Ángela necesita trabajar
desde los doce años para ayudar a su familia, cuando apenas ha tenido ocasión
de asistir a la escuela: en el taller de calzado de doña Antonia Maldonado, en
la calle del Huevo, trabajó durante algún tiempo como zapatera. Dña. Antonia
estaba encantada de ella y exhortaba a las demás a que la imitaran. Hacia rezar
el rosario y rendían más que antes.
El
Padre Torres Padilla era muy amigo de la familia donde trabajaba como zapatera.
Le habían hablado de la maravilla de aquella joven.
De
1862 a 1865, Ángela, que asombra por sus virtudes a cuantos la conocen, reparte
su jornada entre su casa, el taller, las iglesias donde reza y los hogares
pobres que visita. En 1865 se cierne una oleada de cólera sobre Sevilla que
azota a las familias pobres hacinadas en los "corrales de vecindad".
Ángela se multiplica para poder ayudar a estos hombres, mujeres y niños
castigados tan duramente por la miseria. Y en ese mismo año pone en
conocimiento de su confesor, el padre Torres, su voluntad de "meterse a
monja". Cuenta ahora con diecinueve años.
Quiso
entrar en las Carmelitas Descalzas del barrio de Santa Cruz de Sevilla, aunque
no la admitieron por temor a que no pudiera soportar los duros menesteres del
convento en su cuerpo menudo y débil.
Después
ingresó en las Hermanas de la Caridad. Llegó a vestir el hábito, pero hubo de
salir del convento al enfermar. Viendo que no podía ser monja en el convento,
se dijo a sí misma: "Seré monja en el mundo" e hizo los Votos
religiosos. Un billete de 1º de noviembre de 1871 nos revela que "María de
los Ángeles Guerrero, a los pies de Cristo Crucificado" promete vivir
conforme a los consejos evangélicos: ya que le ha fallado ser monja en el
convento, será monja fuera. Dos años más tarde, Ángela pone en manos del doctor
Torres Padilla unas reflexiones personales en las que se propone, no vivir
siguiendo a Jesús con la cruz de su vida, sino vivir permanentemente clavada en
ella junto a Jesús. De ahora en adelante se llamará Ángela de la Cruz.
Ángela
comienza a afirmarse en una idea que le ha venido con fuerza: "hay que
hacerse pobre con los pobres".
En
invierno de 1873 Ángela formula votos perpetuos fuera del claustro, y por el
voto de obediencia queda unida al padre Torres. Pero su mente y su corazón
inquietos comienzan a "reinar" en una idea que continuamente le
asalta: formar la "Compañía de la Cruz". Obstinada en su empeño el 17
de enero de 1875 comienza a trazar su proyecto, que, como toda obra noble, se
verá colmado por el éxito, más ante los ojos de Dios que ante los ojos de los
hombres.
Ángela
ha encontrado tres compañeras: Josefa de la Peña, una terciaria franciscano
"pudiente", que ha decidido dar el paso que su contacto con los
pobres le está pidiendo; Juana María Castro y Juana Magadán, dos jóvenes
pobres, sencillas y buenas. Con el dinero de Josefa Peña alquilan su
"convento": un cuartito con derecho a cocina en la casa número 13 de
la calle San Luis, y desde allí organizan su servicio de asistencia a los
necesitados a lo largo del día y de la noche. Poco después se trasladan al
número 8 de la calle Hombre de Piedra, y comienzan a adquirir notable
consistencia en el clima religioso de Sevilla. Estrenan hábito y sus compañeras
comienzan a llamarle "Madre", cuando aún no se ha borrado de su
rostro la primavera de la niñez. Entre duras penitencias y mortificaciones,
fieles a la causa de los pobres, consiguen obtener en 1876 la admisión y
bendición del Cardenal Spinola.
Todo
el resto de su vida estaría marcado por el signo doliente de la Cruz, pero
también por la felicidad de quien se siente "luz en el mundo mostrando una
razón para vivir". La Compañía va a crecer, y con ella el agradecimiento
del pueblo sevillano y de todos los rincones de Andalucía a donde llega el
espíritu de Sor Ángela. Como afirma José María Javierre en su preciosa obra
Madre de los pobres: 'Que yo sepa, es el único caso en el mundo. Existe una
ciudad donde pronunciáis el nombre de una persona y todos los habitantes,
todos, sonríen: -Era buena, era una santa."
La
siguen bastantes jóvenes y mayores que quieren imitar a Sor Ángela y seguir su
mismo género de vida. Todos caben en sus casas. La austeridad será nota
distintiva de sus casas. Roma da aprobación a su Obra.
Fallecimiento
Falleció
el 2 de marzo de 1932 como consecuencia de un accidente cerebrovascular,
personas de todas las clases sociales rindieron homenaje a la hoy Santa que,
por privilegio del Gobierno de la Segunda República Española, fue sepultada en
la cripta de la Casa Madre en Sevilla.
Dos
días después el Ayuntamiento republicano de la ciudad de Sevilla, presidido por
el alcalde don José González Fernández de Labandera, decidió por unanimidad que
constase en acta el sentimiento de la Corporación por la muerte de la religiosa
y decidió se rotulase con su nombre la entonces llamada calle Alcázares, donde
estaba y continúa el convento. Esta decisión tiene gran importancia, si tenemos
en cuenta las ideas anticlericales imperantes en la época.
Canonización
El
Papa Juan Pablo II la beatificó el 5 de noviembre de 1982. El 20 de diciembre
de 2002, la Iglesia reconoció oficialmente su santidad, al aprobar el milagro
que le había sido atribuido, la curación, científicamente inexplicada, de un
niño que sufría una obstrucción de la arteria central de la retina del ojo
derecho y recuperó repentinamente la visión. Fue canonizada por Juan Pablo II
el 4 de mayo de 2003 en la madrileña Plaza de Colón, con el nombre de Santa
Ángela de la Cruz.
El
7 de mayo de 2003, el cuerpo incorrupto de la Santa es trasladado desde la Casa
Madre hasta la Catedral de Sevilla, donde presidió los actos en su honor, por
la Canonización. Una gran multitud se concentró a su paso, adornándose los
templos y calles del recorrido para la ocasión.
En
2012, la Compañía de la Cruz tiene más de cincuenta conventos, 700 hermanas y
unas 50 novicias que realizan el noviciado en Sevilla. Los países donde se
encuentra son España, Argentina e Italia. En España en las comunidades
autónomas de Andalucía, Extremadura, Canarias, Madrid, Comunidad Valenciana,
Castilla y León, Castilla La Mancha y Galicia.
Así también, inspira en
nosotros el deseo de seguir su ejemplo, abrazando cada día nuestra propia cruz,
en unión con Cristo crucificado y sirviendo a nuestros hermanos con amor.
Te lo pedimos por el mismo
Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.
Amén.
(Fuente:
hermandades-de-sevilla.org y wikipedia)
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