miércoles, 27 de noviembre de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 29 - DE NOVIEMBRE – VIERNES – 34ª – SEMANA DEL T.O. – B – San Saturnino de Tolosa

 

 


 

29 - DE NOVIEMBRE – VIERNES –

 34ª – SEMANA DEL T.O. – B –

San Saturnino de Tolosa

 

Lectura del libro del Apocalipsis (20,1-4.11-15):

 

Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una cadena grande en la mano. Sujetó al dragón, la antigua serpiente, o sea, el Diablo o Satanás, y lo encadenó por mil años; lo arrojó al abismo, echó la llave y puso un sello encima, para que no extravíe a las naciones antes que se cumplan los mil años. Después tiene que ser desatado por un poco de tiempo.  

Vi unos tronos y se sentaron sobre ellos, y se les dio el poder de juzgar; vi también las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido su marca en la frente ni en la mano. Estos volvieron a la vida y reinaron con Cristo mil años.

     Vi un trono blanco y grande, y al que estaba sentado en él. De su presencia huyeron cielo y tierra, y no dejaron rastro. Vi a los muertos, pequeños y grandes, de pie ante el trono. Se abrieron los libros y se abrió otro libro, el de la vida. Los muertos fueron juzgados según sus obras, escritas en los libros. El mar devolvió a sus muertos, Muerte y Abismo devolvieron a sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras. Después, Muerte y Abismo fueron arrojados al lago de fuego —el lago de fuego es la muerte segunda—. Y si alguien no estaba escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.

       Y vi un cielo y una tierra nuevos, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.

 

Palabra de Dios

 

Salmo 83

R/. He aquí la morada de Dios entre los hombres.

 

V/. Mi alma se consume y anhela

los atrios del Señor,

mi corazón y mi carne

retozan por el Dios vivo. R/.

 

V/. Hasta el gorrión ha encontrado una casa;

la golondrina, un nido

donde colocar sus polluelos:

tus altares, Señor del universo,

Rey mío y Dios mío. R/.

 

V/. Dichosos los que viven en tu casa,

alabándote siempre.

Dichoso el que encuentra en ti su fuerza.

Caminan de baluarte en baluarte. R/.

 

Evangelio según san Lucas 21, 29-33

    En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos:

"Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca.

Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios.

Os aseguro que antes que pase esta generación todo esto se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán".

 

Palabra del Señor

 

 1.- Cuando todo parece estar perdido, es como si nos encerraran en una habitación sin nada de claridad y nos parece que mejor no movernos por si nos caemos, por si tropezamos y creemos que lo mejor es sentarnos donde pisamos firmes y gritar lo más fuerte posible a ver si alguien nos escucha y nos puede ayudar.

   Puede que esta imagen sea conocida porque en algún momento pasamos por esta situación de desesperación, en la que no vemos salida, en la que estamos tan perdidos que preferimos quedarnos inmóviles por miedo a lo que nos pueda suceder, pero, si no somos capaces de concentrar nuestras fuerzas en buscar una solución a esta situación, nos quedaremos sin fuerzas con las que poder luchar, le daremos el poder al miedo y dejaremos que gaste todas nuestras energías.

 

  2.- Si, en cambio, damos el tiempo a dejar que el miedo gaste sus energías y aprovechamos esa situación para convertirla en oportunidad de dejar atrás todo aquello que nos paraliza y buscamos una posible vía o cambiamos de estrategia si esta no nos funciona, o volvemos a parar, dejar tiempo para pensar, mirar a nuestro alrededor, que siempre hay alguna rendija por la que se cuela la luz, y fijamos en ella nuestra vista para encontrar la salida, entonces veremos que hemos sido capaces de mantener la esperanza, frente a toda desesperanza, y esto es lo que nos ha dado el impulso para seguir adelante, sabiendo que siempre podemos caer, pero que tendremos nuevas oportunidades de volver a levantarnos.

   ¿Qué haces para encontrar la luz? ¿Te rindes con facilidad? ¿Te das tiempo para pensar?

 

    3.- Cuando compramos cualquier dispositivo, o nos lo regalan, tenemos tantas ganas de ponerlo a funcionar que la paciencia no nos da para leer el libro de instrucciones y preferimos utilizar el método de ensayo-error, aunque, probablemente, tardemos más en manejarlo por completo, pero seguro que aprenderemos más que si nos leemos unas instrucciones, que básicamente sólo las entiende quien las ha escrito.

     Cuando nos cuentan cómo va a ser la meteorología en los próximos días, si miramos el cielo y vemos que no van bien en las indicaciones, puede que por lo menos esté bien que demos un voto de confianza a lo que nos dicen, porque ya hemos comprobado que todo puede cambiar en un momento y perdamos el control de la situación.

    Llegamos al final del año litúrgico, nos aproximamos al final del año, hacemos balance y probablemente seamos conscientes de lo que nos ha hecho frenar, lo que nos ha ayudado a avanzar, lo que nos ha hecho caer y las manos que estuvieron para acogernos y ayudarnos a levantar. No podemos quedarnos únicamente con lo que nos ha hecho daño, porque nos estancaríamos y no seríamos capaces de disfrutar de todo lo que nos rodea; tampoco con todo lo positivo, ya que nos nubla la capacidad de estar alerta ante las posibles dificultades que se nos presentan. Hay que saber prestar atención a lo que vivimos, aprender de los errores y de los aciertos, mejorar la que no nos ha salido bien y lo que nos ha dado seguridad, dando gracias por todo lo que hemos aprendido durante el camino.

   ¿Tienes los ojos bien abiertos? ¿Mantienes viva la esperanza? ¿Miramos al cielo buscando respuestas?

 

San Saturnino de Tolosa

 



   En Toulouse, de la Galia Narbonense, conmemoración de san Saturnino de Tolosa (Sanserenín), obispo y mártir que, según la tradición, en tiempo del mismo Decio fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta ciudad y arrastrando por las escaleras desde lo alto del edificio, hasta que, destrozados la cabeza y el cuerpo, entregó su alma a Cristo hacia el año 250.

  Saturnino, obispo de Tolosa, es uno de los santos más populares en Francia y en España. La Passio Saturnini es ante todo un documento muy importante para el conocimiento de la antigua Iglesia de la Galia. Según el autor de la Pasión, escrita entre el 430 y el 450, Saturnino fijó su residencia en Tolosa en el 250, bajo el consulado de Decio y Grato. En ese tiempo, refiere el autor, en Galia había pocas comunidades cristianas, con escaso número de fieles, mientras los templos paganos se llenaban de fieles que sacrificaban a los ídolos.

  Saturnino, que había llegado desde hacía poco a Tolosa, probablemente de Africa (el nombre es efectivamente africano) o de Oriente, como se lee en el Missale Gothicum, había ya reunido los primeros frutos de su predicación, atrayendo a la fe en Cristo a un buen número de ciudadanos. El santo obispo, para llegar a un pequeño oratorio de su propiedad, pasaba todas las mañanas frente al Capitolio, es decir, el principal templo pagano, dedicado a Júpiter Capitolino, en donde los sacerdotes paganos ofrecían en sacrificio al dios pagano un toro para obtener las gracias que pedían los fieles.

  Parece que la presencia de Saturnino volvía mudos a los dioses y de esto los sacerdotes paganos acusaron al obispo cristiano, cuya irreverencia habría irritado la susceptibilidad de las divinidades paganas. Un día la multitud rodeó amenazadora a Saturnino y le impuso que sacrificara un toro sobre el altar de Júpiter. Ante el rechazo del obispo de sacrificar el animal, que poco después se convertiría en el instrumento inconsciente de su martirio, y sobre todo por lo que consideraban los paganos un ultraje a la divinidad, pues Saturnino dijo que no les tenía miedo a los rayos de Júpiter, ya que era impotente porque no existía, lo agarraron enfurecidos y lo ataron al cuello del toro, al que picaron para que corriera escaleras abajo del Capitolio arrastrando al obispo.

Saturnino, con el cuerpo despedazado, murió poco después y su cuerpo quedó abandonado en la calle, de donde lo recogieron dos piadosas mujeres y le dieron sepultura «en una fosa muy profunda». Sobre esta tumba, un siglo después, San Hilario construyó una capilla de madera que pronto fue destruida y se perdió por algún tiempo su recuerdo, hasta cuando en el siglo VI el duque Leunebaldo, volviendo a encontrar las reliquias del mártir, hizo edificar en ese lugar la iglesia dedicada a San Saturnino, en francés Saint-Sernin-du-Taur, que en el Trescientos tomó el actual nombre de Notre-Dame du Taur.

 

Fuente: Spider Martirologio + Aciprensa

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario