domingo, 17 de noviembre de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 18 - DE NOVIEMBRE – LUNES – 33ª – SEMANA DEL T.O. – B – DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

 


 

18 - DE NOVIEMBRE – LUNES –

 33ª – SEMANA DEL T.O. – B –

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE

SAN PEDRO Y SAN PABLO

 

  Comienzo del libro del Apocalipsis (1,1-4;2,1-5a):

  Revelación de Jesucristo, que Dios le encargó mostrar a sus siervos acerca de lo que tiene que suceder pronto. La dio a conocer enviando su ángel a su siervo Juan, el cual fue testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo de todo cuanto vio.

  Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca.

  Juan a las siete iglesias de Asia:

  «Gracia y paz a vosotros de parte del que es, el que era y ha de venir; de parte de los siete Espíritus que están ante su Trono».

  Escuché al Señor que me decía:

  Escribe al ángel de la Iglesia en Éfeso:

  «Esto dice el que tiene las siete estrellas en su derecha, el que camina en medio de los siete candelabros de oro. Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no lo son, y has descubierto que son mentirosos. Tienes perseverancia y has sufrido por mi nombre y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero. Acuérdate, pues, de dónde has caído, conviértete y haz las obras primeras».

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 1,1-2.3.4.6

    Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida. R/.

  Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R/.

   Será como un árbol, plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

   No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.

        Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

 

   Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,35-43):

  Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:

  «Pasa Jesús el Nazareno».

  Entonces empezó a gritar:

  «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».

  Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:

  «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».

  Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.

       Cuando estuvo cerca, le preguntó:

«¿Qué quieres que haga por ti?».

Él dijo:

«Señor, que recobre la vista».

 Jesús le dijo:

 «Recobra la vista, tu fe te ha salvado».

 Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

 

Palabra del Señor

 

  1.  Jesús se acerca ya a Jerusalén. Y antes de llegar, en Jericó, le devuelve la vista a un ciego. Esta curación se relata también en los otros sinópticos (Mc 10, 46-52; Mt 9, 27-31 y 20, 29-34). Estamos ante un hecho que interesó vivamente a la Iglesia primitiva. Sin duda porque indica que Jesús hizo todo su camino, hacia el conflicto y la muerte, aliviando sufrimientos, dando luz y vida a quienes van por la vida sin posibilidad de ver la realidad que les rodea.

 

  2.  Además el relato termina diciendo que el mendigo que recobró la vista y "todo el pueblo", al ver lo que Jesús había hecho, glorificaba y alababa a Dios.

  Como es bien sabido, la glorificación y la alabanza a Dios son dos experiencias y dos manifestaciones fundamentales de la religiosidad en casi todas las tradiciones religiosas de la humanidad.  Pero lo notable, en este caso, es que la gloria y la alabanza no se expresan en el culto sagrado del templo, sino cuando la gente ve la alegría de quien se siente liberado de sus limitaciones y sufrimientos.

 

   3.  ¿No tendríamos que pensar la religión de otra manera y practicarla de forma distinta?

 Cada día que pasa, la gente es más insensible al culto sagrado y a las ceremonias rituales de los templos. Y esto ocurre de forma que, a medida que decrece el interés por lo sagrado, en esa misma medida se acentúa y aumenta el interés por lo humano.

Pues bien, si algo nos dejó claro Jesús, es que él vio que la gente (la de entonces y la de ahora) alaba a Dios en experiencias que representan el desplazamiento de lo sagrado a lo humano.

 

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE

SAN PEDRO Y SAN PABLO

 




   Ya en el siglo XII se celebraba en la basílica vaticana de San Pedro y en la basílica de San Pablo, en la vía Ostiense, el aniversario de las respectivas dedicaciones, hechas por los santos papas Silvestre y Siricio en el siglo IV.

Esta conmemoración se extendió posteriormente a todo el rito romano. Del mismo modo que en el aniversario de la basílica de Santa María la Mayor (el día 5 de agosto) se celebra la maternidad de la Santísima Virgen, así hoy son honorados los dos principales apóstoles de Cristo.

La actual Basílica de San Pedro en Roma fue consagrada por el Papa Urbano Octavo el 18 de noviembre de 1626, aniversario de la consagración de la Basílica antigua.

La construcción de este grandioso templo duró 170 años, bajo la dirección de 20 Sumos Pontífices. Está construida en la colina llamada Vaticano, sobre la tumba de San Pedro.

Allí en el Vaticano fue martirizado San Pedro (crucificándolo cabeza abajo) y ahí mismo fue sepultado. Sobre su sepulcro hizo construir el emperador Constantino una Basílica, en el año 323, y esa magnífica iglesia permaneció sin cambios durante dos siglos. Junto a ella en la colina llamada Vaticano fueron construyéndose varios edificios que pertenecían a los Sumos Pontífices. Durante siglos fueron hermoseando cada vez más la Basílica.

Cuando los Sumos Pontífices volvieron del destierro de Avignon el Papa empezó a vivir en el Vaticano, junto a la Basílica de San Pedro (hasta entonces los Pontífices habían vivido en el Palacio, junto a la Basílica de Letrán) y desde entonces la Basílica de San Pedro ha sido siempre el templo más famoso del mundo.

La Basílica de San Pedro mide 212 metros de largo, 140 de ancho, y 133 metros de altura en su cúpula. Ocupa 15,000 metros cuadrados. No hay otro templo en el mundo que le iguale en extensión.

Su construcción la empezó el Papa Nicolás V en 1454, y la terminó y consagró el Papa Urbano VIII en 1626 (170 años construyéndola). Trabajaron en ella los más famosos artistas como Bramante, Rafael, Miguel Ángel y Bernini. Su hermosura es impresionante.

Hoy recordamos también la consagración de la Basílica de San Pablo, que está al otro lado de Roma, a 11 kilómetros de San Pedro, en un sitio llamado "Las tres fontanas", porque la tradición cuenta que allí le fue cortada la cabeza a San Pablo y que al cortársela cayó al suelo y dio tres golpes y en cada golpe salió una fuente de agua (y allí están las tales tres fontantas).

La antigua Basílica de San Pablo la habían construido el Papa San León Magno y el emperador Teodosio, pero en 1823 fue destruida por un incendio, y entonces, con limosnas que los católicos enviaron desde todos los países del mundo se construyó la nueva, sobre el modelo de la antigua, pero más grande y más hermosa, la cual fue consagrada por el Papa Pío Nono en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro sumamente antiguo (de antes del siglo IV) con esta inscripción: "A San Pablo, Apóstol y Mártir".

Estas Basílicas nos recuerdan lo generosos que han sido los católicos de todos los tiempos para que nuestros templos sean lo más hermoso posible, y cómo nosotros debemos contribuir generosamente para mantener bello y elegante el templo de nuestro barrio o de nuestra parroquia.

 

 

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