4 - DE NOVIEMBRE
– LUNES –
31ª – SEMANA DEL T.O. – B –
SAN CARLOS
BORROMEO
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Filipenses (2,1-4):
Si queréis
darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo
Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes
y concordes con un mismo amor y un mismo sentir.
No obréis por rivalidad ni por
ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los
demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de
los demás.
Palabra de Dios
Salmo: 130,1.2.3
R/. Guarda
mi alma en la paz junto a ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis
ojos altaneros;
no pretendo grandezas que superan mi capacidad. R/.
Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su
madre. R/.
Espera Israel en el Señor
ahora y por siempre. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (14,12-14):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites
a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos;
porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres,
lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán
cuando resuciten los justos.»
Palabra del Señor
1.-
La primera lectura recoge un deseo entrañable de san Pablo: que tengan
los sentimientos de Cristo. El sentimiento es el del amor. Se manifiesta feliz,
porque ha sentido el amor que le profesan los cristianos de Filipos; que es el
mismo que sienten entre ellos. Les pide que se mantengan en esa actitud; que no
se dejen llevar por envidias, deseos de superioridad, que no se encierren en
los intereses exclusivos de cada uno. Que el interés desborde el propio yo y se
extienda a los demás. Todo ello permitirá vivir en la paz del Señor, como se
proclama en el salmo responsorial.
2.- En el texto del Evangelio de hoy
Jesús no habla a sus discípulos ni a los que viene a escucharle, sino a “uno de
los principales fariseos, que le había invitado”. El texto en una primera
lectura no tiene mucho sentido: ¿cómo no se va a invitar a familiares, a
amigos…? El sentido del texto se encuentra en la referencia a la búsqueda
de correspondencia en aquellos a los que invita. Jesús quiere que cuando se sea
generoso, es decir: se haga el bien a alguien, o se diga bien de alguien, no se
busque que los demás sean lo mismo de generosos con uno.
La generosidad es una de
las actitudes más nobles, más “humanas”: pertenece al gens humano,
como algo esencial y noble. Tiene valor en sí misma, engrandece nuestra
condición, la constituye: sin generosidad no somos “humanos”. La paga de la
generosidad es ennoblecer nuestro ser. Lo que se reconocerá cuando el juicio
sea el de Dios.
3.- ¿Nos hemos examinado del nivel de nuestra
generosidad? Si abundan en nosotros los sentimientos de la primera lectura, la
generosidad brotará de modo espontáneo. La verdad de lo que somos son nuestros
sentimientos. De los más nobles brota ser generoso.
Nació en Arona
(Lombardía) en el año 1538; después de haberse graduado en ambos derechos, fue
agregado al colegio cardenalicio por su tío Pío IV y nombrado obispo de Milán.
Fue un verdadero pastor de su grey; visitó varias veces toda su diócesis,
convocó sínodos, decretó muchas disposiciones orientadas a la salvación de las
almas y fomentó en gran manera las costumbres cristianas.
Murió el día 3 de noviembre del año 1584.
San Carlos Borromeo, un
santo que tomó muy en serio las palabras de Jesús; "Quien ahorra su vida,
la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la ganará".
Era de familia muy rica. Su
hermano mayor, a quien correspondía la mayor parte de la herencia, murió
repentinamente al caer de un caballo. El consideró la muerte de su hermano como
un aviso enviado por el cielo, para estar preparado porque el día menos pensado
llega Dios por medio de la muerte a pedirnos cuentas. Renunció a sus riquezas y
fue ordenado sacerdote y más tarde arzobispo de Milán. Aunque no faltan las
acusaciones de que su elección fue por nepotismo (era sobrino del Papa), sus
enormes frutos de santidad demuestran que fue una elección del Espíritu Santo.
Como obispo, su diócesis
que reunía a los pueblos de Lombardía, Venecia, Suiza, Piamonte y Liguria. Los
atendía a todos. Su escudo llevaba una sola palabra: "Humilitas",
humildad. El, siendo noble y riquísimo, vivía cerca del pueblo, privándose
de lujos. Fue llamado con razón "padre de los pobres"
San Carlos Borromeo Decía
que un obispo demasiado cuidadoso de su salud no consigue llegar a ser santo y
que a todo sacerdote y a todo apóstol deben sobrarle trabajos para hacer, en
vez de tener tiempo de sobra para perder.
Para
con los necesitados era supremamente comprensivo. Para con sus colaboradores
era muy amigable y atento, pero exigente. Y para consigo mismo era exigentísimo
y severo.
Fue el primer secretario de
Estado del Vaticano (en el sentido moderno).
Fue blanco de un vil
atentado, mientras rezaba en su capilla, pero salió ileso, perdonando
generosamente al agresor.
Fundó
seminarios para formar sacerdotes bien preparados, y redactó para esos
institutos unos reglamentos tan sabios, que muchos obispos los copiaron para
organizar según ellos sus propios seminarios.
Fue amigo de San Pío V, San
Francisco de Borja, San Felipe Neri, San Félix de Cantalicio y San Andrés
Avelino y de varios santos más.
Murió joven y pobre,
habiendo enriquecido enormemente a muchos con la gracia. ……murió diciendo:
"Ya voy, Señor, ya voy". En Milán casi nadie durmió esa noche, ante
la tremenda noticia de que su queridísimo Cardenal arzobispo, estaba
agonizando.
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