13 - DE
NOVIEMBRE – MIERCOLES
– 32ª – SEMANA DEL T.O. – B –
San Leandro de Sevilla
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a Tito 3, 1-7
Querido hermano:
Recuérdales que se sometan a los gobernantes y a las autoridades; que
obedezcan, estén dispuestos a hacer el bien, no hablen mal de nadie ni busquen
riñas; que sean condescendientes y amables con todo el mundo.
Porque antes también nosotros, con
nuestra insensatez y obstinación, andábamos por el camino equivocado; éramos
esclavos de deseos y placeres de todo tipo, nos pasábamos la vida haciendo el
mal y comidos de envidia, éramos insoportables y nos odiábamos unos a otros.
Mas cuando se manifestó la bondad
de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre, no por las obras de justicia que
hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el
baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó
copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que,
justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna.
Palabra de Dios
Salmo 22, 1b-3a. 3b-4. 5. 6:
El
Señor es mi pastor, nada me falta. R/.
El Señor es mí pastor, nada me falta: en verdes praderas me
hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada
temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mi,
enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos
los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.
Cuando iba a
entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo
lejos y a gritos le decían:
«Jesús,
maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos,
les dijo:
«ld a
presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras
iban de camino, quedaron limpios.
Uno de ellos,
viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó
por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la
palabra y dijo:
«¿No han
quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que
este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo:
«Levántate,
vete; tu fe te ha salvado.»
Palabra del Señor
1.-
San Pablo a través del consejo que da fraternalmente a Tito y a su
Comunidad, también nos está insinuando a nosotros que caminemos en el bien, es
decir, mirando hacia a Dios, porque si buscas la voluntad del Señor en tu vida,
te alejas de hablar mal de tu vecino, de tu compañero de trabajo, hasta de tu
propia familia; lo tomas como una pérdida de tiempo y además, siendo consciente
de que es un obstáculo, para tu crecimiento espiritual y como persona. Tampoco
te impulsa a buscar riñas ni discusiones, todo lo contrario, estás dispuesto a
ser condescendiente y amable aun en medio de la contrariedad, asimismo, te hace
ser sembrador de paz y fraternidad con todos, pero, sobre todo, con aquellos
que no nos son tan agradables.
2.-
Cuando no nos dejamos hacer por la acción santificadora del Espíritu
Santo, surgen todo tipo de desviaciones y errores, que te hacen caminar por el
mal, esclavizándote de tal manera, que llegamos a odiarnos los unos a los
otros. No obstante, Dios nos sigue amando aun por encima de nuestras miserias y
pecados, dándonos su gracia, que nos hace caer en la cuenta que estamos
equivocados y nos hace rectificar esta actitud encaminándonos a la renovación
en el Espíritu que nos justifica con su gracia y nos ayuda en esperanza a
ser herederos de la Vida eterna. Por eso decimos con el salmista:
“El Señor es mi Pastor, nada me falta, me guía por el sendero justo.., prepara una
mesa ante mí..,
Tu bondad y misericordia me acompañan
todos los días de nuestra vida.”
El perdón y la misericordia que han
sido derramados sobre nosotros, hemos de ofrecerlos a los demás en nuestro modo
de proceder.
3.-
Todo el camino de Jesús por la vida es, un encuentro con la miseria
humana y un triunfo de su misericordia. En este evangelio tenemos un
ejemplo muy claro de ello. Cualquiera de nosotros nos podemos identificar con
uno de esos leprosos que acuden a Jesús. El primer paso siempre será reconocer
nuestra miseria, debilidad, pecado; después tenemos que decidir a quién acudir,
en nuestro caso de cristianos, tiene que ser a Jesús.
Cuando nos sentimos enfermos,
necesitados de alguna gracia o don especial, que realmente nos interesa, nos
acordamos del Señor inmediatamente, pidiéndoselo con insistencia y
perseverancia. La fe es la que salva. La fe llena de gozosa alegría a quien es
consciente del regalo que Dios le ha hecho. Lo curioso es, que cuando nos lo
concede, parece que se nos olvida rápido que es Él el que nos lo ha otorgado y
ni tan siquiera nos sale un “gracias” por haberlo recibido. ¡Qué pena que en
muchas ocasiones estemos despistados y no sepamos agradecerle al Señor sus
beneficios, porque todo lo que Él nos da o permite es bueno, ya que procede de
Él que es la eterna Bondad y misericordia! Cuando las circunstancias y las
cosas no salen como las hemos planeado, pensado y pedido, enseguida decimos:
“Dios no me escucha…” Él, es el que ve más allá, tenemos que agradecerle
siempre, porque Él lo conoce todo.
San Leandro de Sevilla
Leandro, arzobispo de Sevilla, hermano de
los santos Fulgencio, Florentina e Isidoro, presidió el III Concilio de Toledo
(año 589), en el que se logró la conversión del rey visigodo Recaredo y la
unidad católica de la nación.
Murió hacia el año 600, y su cuerpo fue trasladado a la catedral
hispalense.
BREVE BIOGRAFIA
Nació en Cartagena, hacia el año 540.
Pertenecía a una familia de santos: sus hermanos Isidoro (que le sucedería como
Obispo de Sevilla), Fulgencio (Obispo de Écija) y Florentina, le acompañan en
el santoral.
Elegido Obispo de
Sevilla, creó una escuela, en la que se enseñaban no sólo las ciencias
sagradas, sino también todas las artes conocidas en aquel tiempo. Entre los
alumnos, se encontraban Hermenegildo y Recaredo, hijos del rey visigodo
Leovigildo. Allí comenzó el proceso de conversión de Hermenegildo, que lo
llevaría a abandonar el arrianismo y a abrazar la fe católica. Y, también, el
enfrentamiento con su padre, que desembocaría en una guerra. A consecuencia de
esta guerra, a Leandro le tocó ir al destierro.
Cuando mejoró la
situación, pudo volver a Sevilla. Hermenegildo había sido ajusticiado por orden
de su padre. Pero este, en los últimos años de su vida, influenciado, sin duda,
por el testimonio del hijo mártir, aconsejó bien a su otro hijo, Recaredo, que
le sucedería en el trono. El nuevo rey, aconsejado por Leandro, convocó el
Concilio III de Toledo, en el que rechazó la herejía arriana y abrazó la fe
católica.
A Leandro le
debemos no sólo la conversión del rey, sino también el haber contribuido al
resurgir de la vida cristiana por todos los rincones de la Península: se
fundaron monasterios, se establecieron parroquias por pueblos y ciudades,
nuevos Concilios de Toledo dieron sabias legislaciones en materias religiosas y
civiles...
Se ha dicho que
Leandro fue un verdadero estadista y un gran santo. Y es verdad. Porque, al
mismo tiempo que desarrollaba esa vasta labor como hombre de Estado, nunca
olvidaba que, como obispo, su ministerio le exigía una profunda vida religiosa
y una dedicación pastoral intensa a su pueblo. Predicaba sermones, escribía
tratados teológicos, dedicaba largos ratos a la oración, a la penitencia y al
ayuno...
Murió el Obispo
Leandro, en Sevilla, hacia el año 601. Su fiesta se celebra el 13 de noviembre.
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