20 - DE
NOVIEMBRE – MIERCOLES
– 33ª – SEMANA DEL T.O. – B –
San Edmundo rey
Lectura
del libro del Apocalipsis (4,1-11):
Yo, Juan, miré y vi una puerta abierta en
el cielo; y aquella primera voz, como de trompeta, que oí hablando conmigo,
decía:
«Sube aquí y te
mostraré lo que tiene que suceder después de esto».
Enseguida fui
arrebatado en espíritu. Vi un trono puesto en el cielo, y sobre el trono uno
sentado. El que estaba sentado en el trono era de aspecto semejante a una
piedra de diamante y cornalina, y había un arco iris alrededor del trono de
aspecto semejante a una esmeralda.
Y alrededor del trono
había otros veinticuatro tronos, y sobre los tronos veinticuatro ancianos
sentados, vestidos con vestiduras blancas y con coronas de oro sobre sus
cabezas. Y del trono salen relámpagos, voces y truenos; y siete lámparas de
fuego están ardiendo delante del trono, que son los siete espíritus de Dios, y
delante del trono como un mar transparente, semejante al cristal.
Y en medio del trono y
a su alrededor, había cuatro vivientes, llenos de ojos por delante y por
detrás. El primer viviente era semejante a un león, el segundo a un toro, el
tercero tenía cara como de hombre, y el cuarto viviente era semejante a un
águila en vuelo. Los cuatro vivientes, cada uno con seis alas, estaban llenos
de ojos por fuera y por dentro. Día y noche cantan sin pausa:
«Santo, Santo, Santo es el Señor Dios,
el todopoderoso; el que era y es y ha de venir».
Cada vez que los
vivientes dan gloria y honor y acción de gracias al que está sentado en el
trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se
postran ante el que está sentado en el trono, adoran al que vive por los siglos
de los siglos y arrojan sus coronas ante el trono diciendo:
«Eres digno, Señor,
Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado
el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado».
Palabra de Dios
Salmo: 150,1-2.3-4.5
Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el
todopoderoso. R/.
Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte
firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. R/.
Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y
cítaras; alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas. R/.
Alabadlo con platillos
sonoros, alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(19,11-28):
EN aquel tiempo, Jesús dijo una
parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios
iba a manifestarse enseguida.
Dijo, pues:
«Un hombre noble se marchó a un país lejano
para conseguirse el título de rey, y volver después.
Llamó a diez siervos suyos y les repartió
diez onzas de oro, diciéndoles:
“Negociad mientras vuelvo”.
Pero sus conciudadanos lo aborrecían y
enviaron tras de él una embajada diciendo:
“No queremos que este llegue a reinar sobre
nosotros”.
Cuando regresó de conseguir el título real,
mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para
enterarse de lo que había ganado cada uno.
El primero se presentó y dijo:
“Señor, tu onza ha producido diez”.
Él le dijo:
“Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel
en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades”.
El segundo llegó y dijo:
“Tu onza, señor, ha rendido cinco”.
A ese le dijo también:
“Pues toma tú el mando de cinco ciudades”.
El otro llegó y dijo:
“Señor, aquí está tu onza; la he tenido
guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que
retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”.
Él le dijo:
“Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque
sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no
he sembrado? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo
habría cobrado con los intereses”.
Entonces dijo a los presentes:
“Quitadle a este la onza y dádsela al que
tiene diez onzas”.
Le dijeron:
“Señor, ya tiene diez onzas”.
Os digo:
“Al que tiene se le dará, pero al que
no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos,
que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en
mi presencia”».
Dicho esto, caminaba delante de ellos,
subiendo hacia Jerusalén.
Palabra del Señor
1.- “Vi en el cielo una puerta abierta”, la
imagen majestuosa que presenta el texto para describir el entorno, es propia
del género literario que utiliza el autor. Tampoco debemos olvidar que en la
época en la que se escribió el Apocalipsis, la invasión romana causaba estragos
entre los cristianos Lo que se intenta transmitir es la confianza en Dios que
siempre tiene la última palabra, les anima a estar firmes en la fe frente a la
persecución, esa puerta abierta en el cielo es el corazón de Dios que acoge, escucha
y consuela a quienes tocan en la puerta de su misericordia, porque Dios penetra
los corazones y manifiesta siempre su cercanía.
Dentro de esas imágenes
llenas de luz y de símbolos, que dejan entrever una realidad que nos
transciende, y que va más allá de lo que podemos percibir, hay una seguridad
que nadie nos podrá arrebatar, ni siquiera la muerte, que es la entrada solemne
por la puerta de ese corazón de Dios y la certeza de que estaremos siempre con
El.
Entrar por la puerta del
corazón de Dios es entrar en la vida, entrar en el hábitat desde el cual fuimos
creados, entrar en la esencia del amor que siempre es entrega. “Nadie tiene amor más grande que el que da la
vida por sus amigos”. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere”, son los
eslóganes que presiden la entrada de esta puerta.
2.- Hay que puntualizar dos aspectos
fundamentales de este evangelio, primero la libertad, con la cual el ser humano
adquiere dignidad y segundo la libertad para enriquecer o malgastar esa
dignidad. El relato dice que les entregó “diez minas de oro” a cada uno. Todos
obtuvieron resultados positivos excepto el que la guardó. Una mina de oro es el
símbolo de la grandeza que constituye el ser humano, porque este ser humano que
somos todos nosotros, es ´único e irrepetible y por lo tanto es en sí
mismo un tesoro para la humanidad, lo triste es como malgastamos la mina
de nuestra propia vida. El valor está en como la utilizo, el que la utilice
para hacer el bien engendrará bien. Aquí está en juego nuestra libertad y la
capacidad de hacer de nuestra vida una buena noticia.
3.- Ser libres nos hace responsables del bien
personal y de los demás porque la libertad no es algo arbitrario, sino la
cualidad esencial que nos cualifica y nos dignifica como seres humanos, cuando
la libertad no conlleva el bien, no se puede calificar como tal, más bien, es
una caricatura, una deformación de la misma, nos convierte en aquellos que como
en el Evangelio mandan a decir a Jesús que no quieren que él sea su rey. Jesús
nos invita a ser libres desde el riesgo de la entrega, desde la mirada del alma
limpia para descubrir en el ser humano que cada uno de nosotros somos lo más
parecido a la belleza de Dios. Nos invita a arriesgar la vida sin buscar
la eficacia, sino la generosidad. Al que guardó la moneda le paralizó el miedo
de no ser eficaz, es nuestra gran trampa, buscar la eficacia. En la lógica de
Dios, la eficacia se llama pobreza de Belén, soledad de Getsemaní,
“inapariencia” y despojo de la Cruz.
Esos son los mejores bancos
para invertir la moneda de nuestra vida, los intereses los recibiremos a través
de la puerta del corazón de Dios.
Comenzó a gobernar
sobre los anglos del Este cuando sólo tenía quince años, en el 855. Habiéndolo
tomado prisionero los daneses, propusiéronle que abandonase su religión a lo
que se negó resueltamente. En consecuencia, fue azotado y muerto a flechazos,
el año 870.
Vida de San Edmundo
rey
Offa es rey de Estanglia.
Un buen día decide pasar el último tramo de su vida haciendo penitencia y
dedicándose a la oración en Roma. Renuncia a su corona a favor de Edmundo que a
sus catorce años es coronado rey, siguiendo la costumbre de la época, por Huberto,
obispo de Elman, el día de la Navidad del año 855.
Pronto da muestras de una
sensatez que no procede sólo de la edad. Es modelo de los buenos príncipes. No
es amigo de lisonjas; prefiere el conocimiento directo de los asuntos a las
proposiciones de los consejeros; ama y busca la paz para su pueblo; se muestra
imparcial y recto en la administración de la justicia; tiene en cuenta los
valores religiosos de su pueblo y destaca por el apoyo que da a las viudas,
huérfanos y necesitados.
Reina así hasta que llegan
dificultades especiales con el desembarco de los piratas daneses capitaneados
por los hermanos Hingaro y Hubba que siembran pánico y destrucción a su paso.
Además, tienen los invasores una aversión diabólica a todo nombre cristiano;
con rabia y crueldad saquean, destruyen y entran al pillaje en monasterios,
templos o iglesias que encuentran pasando a cuchillo a monjes, sacerdotes y
religiosas. Una muestra es el saqueo del monasterio de Coldinghan, donde la
abadesa santa Ebba fue degollada con todas sus monjas.
Edmundo reúne cómo puede un
pequeño ejército para hacer frente a tanta destrucción, pero no quiere pérdidas
de vidas inútiles de sus súbditos ni desea provocar la condenación de sus
enemigos muertos en la batalla. Prefiere esconderse hasta que, descubierto,
rechaza las condiciones de rendición por atentar contra la religión y contra el
bien de su gente. No acepta las estipulaciones porque nunca compraría su reino
a costa de ofender a Dios. Entonces es azotado, asaeteado como otro san
Sebastián, hasta que su cuerpo parece un erizo y, por último, le cortan la
cabeza que arrojan entre las matas del bosque.
Sus súbditos buscaron la
cabeza para enterrarla con su cuerpo, pero no la encuentran hasta que escuchan
una voz que dice: "Here", es decir, "aquí".
Este piadosísimo relato
tardío colmado de adornos literarios en torno a la figura del que fue el último
rey de Estanglia exaltan, realzan y elevan la figura de Edmundo hasta
considerarlo mártir que, por otra parte, llegó a ser muy popular en la
Inglaterra medieval. Sus reliquias se conservaron en Bury Saint Edmunds, en
West Sufflok, donde en el año 1020 se fundó una gran abadía.
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