lunes, 18 de noviembre de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 - DE NOVIEMBRE – MIERCOLES – 33ª – SEMANA DEL T.O. – B – San Edmundo rey

 

 


 

20 - DE NOVIEMBRE – MIERCOLES

 33ª – SEMANA DEL T.O. – B –

San Edmundo rey

 

    Lectura del libro del Apocalipsis (4,1-11):

  Yo, Juan, miré y vi una puerta abierta en el cielo; y aquella primera voz, como de trompeta, que oí hablando conmigo, decía:

«Sube aquí y te mostraré lo que tiene que suceder después de esto».

Enseguida fui arrebatado en espíritu. Vi un trono puesto en el cielo, y sobre el trono uno sentado. El que estaba sentado en el trono era de aspecto semejante a una piedra de diamante y cornalina, y había un arco iris alrededor del trono de aspecto semejante a una esmeralda.

Y alrededor del trono había otros veinticuatro tronos, y sobre los tronos veinticuatro ancianos sentados, vestidos con vestiduras blancas y con coronas de oro sobre sus cabezas. Y del trono salen relámpagos, voces y truenos; y siete lámparas de fuego están ardiendo delante del trono, que son los siete espíritus de Dios, y delante del trono como un mar transparente, semejante al cristal.

Y en medio del trono y a su alrededor, había cuatro vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. El primer viviente era semejante a un león, el segundo a un toro, el tercero tenía cara como de hombre, y el cuarto viviente era semejante a un águila en vuelo. Los cuatro vivientes, cada uno con seis alas, estaban llenos de ojos por fuera y por dentro. Día y noche cantan sin pausa:

«Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el todopoderoso; el que era y es y ha de venir».

Cada vez que los vivientes dan gloria y honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran ante el que está sentado en el trono, adoran al que vive por los siglos de los siglos y arrojan sus coronas ante el trono diciendo:

«Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado».

 

Palabra de Dios

 

  Salmo: 150,1-2.3-4.5

  Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el todopoderoso. R/.

  Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento.

       Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. R/.

  Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras; alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas. R/.

Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes.

       Todo ser que alienta alabe al Señor. R/.

 

  Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,11-28):

  EN aquel tiempo, Jesús dijo una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida.

  Dijo, pues:

  «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.

  Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles:

  “Negociad mientras vuelvo”.

  Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo:

  “No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”.

  Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.

  El primero se presentó y dijo:

  “Señor, tu onza ha producido diez”.

  Él le dijo:

  “Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades”.

  El segundo llegó y dijo:

  “Tu onza, señor, ha rendido cinco”.

  A ese le dijo también:

  “Pues toma tú el mando de cinco ciudades”.

  El otro llegó y dijo:

  “Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”.

  Él le dijo:

  “Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”.

  Entonces dijo a los presentes:

  “Quitadle a este la onza y dádsela al que tiene diez onzas”.

  Le dijeron:

  “Señor, ya tiene diez onzas”.

  Os digo:

   “Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”».

  Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

 

Palabra del Señor

 

      1.-  “Vi en el cielo una puerta abierta”, la imagen majestuosa que presenta el texto para describir el entorno, es propia del género literario que utiliza el autor. Tampoco debemos olvidar que en la época en la que se escribió el Apocalipsis, la invasión romana causaba estragos entre los cristianos Lo que se intenta transmitir es la confianza en Dios que siempre tiene la última palabra, les anima a estar firmes en la fe frente a la persecución, esa puerta abierta en el cielo es el corazón de Dios que acoge, escucha y consuela a quienes tocan en la puerta de su misericordia, porque Dios penetra los corazones y manifiesta siempre su cercanía.

       Dentro de esas imágenes llenas de luz y de símbolos, que dejan entrever una realidad que nos transciende, y que va más allá de lo que podemos percibir, hay una seguridad que nadie nos podrá arrebatar, ni siquiera la muerte, que es la entrada solemne por la puerta de ese corazón de Dios y la certeza de que estaremos siempre con El.

        Entrar por la puerta del corazón de Dios es entrar en la vida, entrar en el hábitat desde el cual fuimos creados, entrar en la esencia del amor que siempre es entrega.   “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere”, son los eslóganes que presiden la entrada de esta puerta.

 

      2.-  Hay que puntualizar dos aspectos fundamentales de este evangelio, primero la libertad, con la cual el ser humano adquiere dignidad y segundo la libertad para enriquecer o malgastar esa dignidad. El relato dice que les entregó “diez minas de oro” a cada uno. Todos obtuvieron resultados positivos excepto el que la guardó. Una mina de oro es el símbolo de la grandeza que constituye el ser humano, porque este ser humano que somos todos nosotros, es ´único e irrepetible y por lo tanto es en sí mismo un tesoro para la humanidad, lo triste es como malgastamos la mina de nuestra propia vida. El valor está en como la utilizo, el que la utilice para hacer el bien engendrará bien. Aquí está en juego nuestra libertad y la capacidad de hacer de nuestra vida una buena noticia.

 

      3.-  Ser libres nos hace responsables del bien personal y de los demás porque la libertad no es algo arbitrario, sino la cualidad esencial que nos cualifica y nos dignifica como seres humanos, cuando la libertad no conlleva el bien, no se puede calificar como tal, más bien, es una caricatura, una deformación de la misma, nos convierte en aquellos que como en el Evangelio mandan a decir a Jesús que no quieren que él sea su rey. Jesús nos invita a ser libres desde el riesgo de la entrega, desde la mirada del alma limpia para descubrir en el ser humano que cada uno de nosotros somos lo más parecido a la belleza de Dios.  Nos invita a arriesgar la vida sin buscar la eficacia, sino la generosidad. Al que guardó la moneda le paralizó el miedo de no ser eficaz, es nuestra gran trampa, buscar la eficacia. En la lógica de Dios, la eficacia se llama pobreza de Belén, soledad de Getsemaní, “inapariencia” y despojo de la Cruz.

       Esos son los mejores bancos para invertir la moneda de nuestra vida, los intereses los recibiremos a través de la puerta del corazón de Dios.

 

San Edmundo rey

 




Comenzó a gobernar sobre los anglos del Este cuando sólo tenía quince años, en el 855. Habiéndolo tomado prisionero los daneses, propusiéronle que abandonase su religión a lo que se negó resueltamente. En consecuencia, fue azotado y muerto a flechazos, el año 870.

 

Vida de San Edmundo rey

 

  Offa es rey de Estanglia. Un buen día decide pasar el último tramo de su vida haciendo penitencia y dedicándose a la oración en Roma. Renuncia a su corona a favor de Edmundo que a sus catorce años es coronado rey, siguiendo la costumbre de la época, por Huberto, obispo de Elman, el día de la Navidad del año 855.

  Pronto da muestras de una sensatez que no procede sólo de la edad. Es modelo de los buenos príncipes. No es amigo de lisonjas; prefiere el conocimiento directo de los asuntos a las proposiciones de los consejeros; ama y busca la paz para su pueblo; se muestra imparcial y recto en la administración de la justicia; tiene en cuenta los valores religiosos de su pueblo y destaca por el apoyo que da a las viudas, huérfanos y necesitados.

  Reina así hasta que llegan dificultades especiales con el desembarco de los piratas daneses capitaneados por los hermanos Hingaro y Hubba que siembran pánico y destrucción a su paso. Además, tienen los invasores una aversión diabólica a todo nombre cristiano; con rabia y crueldad saquean, destruyen y entran al pillaje en monasterios, templos o iglesias que encuentran pasando a cuchillo a monjes, sacerdotes y religiosas. Una muestra es el saqueo del monasterio de Coldinghan, donde la abadesa santa Ebba fue degollada con todas sus monjas.

  Edmundo reúne cómo puede un pequeño ejército para hacer frente a tanta destrucción, pero no quiere pérdidas de vidas inútiles de sus súbditos ni desea provocar la condenación de sus enemigos muertos en la batalla. Prefiere esconderse hasta que, descubierto, rechaza las condiciones de rendición por atentar contra la religión y contra el bien de su gente. No acepta las estipulaciones porque nunca compraría su reino a costa de ofender a Dios. Entonces es azotado, asaeteado como otro san Sebastián, hasta que su cuerpo parece un erizo y, por último, le cortan la cabeza que arrojan entre las matas del bosque.

  Sus súbditos buscaron la cabeza para enterrarla con su cuerpo, pero no la encuentran hasta que escuchan una voz que dice: "Here", es decir, "aquí".

  Este piadosísimo relato tardío colmado de adornos literarios en torno a la figura del que fue el último rey de Estanglia exaltan, realzan y elevan la figura de Edmundo hasta considerarlo mártir que, por otra parte, llegó a ser muy popular en la Inglaterra medieval. Sus reliquias se conservaron en Bury Saint Edmunds, en West Sufflok, donde en el año 1020 se fundó una gran abadía.

 

 

 

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