lunes, 4 de noviembre de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 6 - DE NOVIEMBRE – MIERCOLES – 31ª – SEMANA DEL T.O. – B – San Pedro Poveda Castroverde

 

 


 

6 - DE NOVIEMBRE – MIERCOLES

 31ª – SEMANA DEL T.O. – B –

San Pedro Poveda Castroverde

 

       Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 12-18

 

      Queridos hermanos, ya que siempre habéis obedecido, no solo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, trabajad por vuestra salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y el obrar para realizar su designio de amor.
       Cualquier cosa que hagáis sea sin protestas ni discusiones, así seréis irreprochables y sencillos, hijos de Dios sin tacha, en medio de una generación perversa y depravada, entre la cual brilláis como lumbreras del mundo, manteniendo firme la palabra de la vida. Así, en el Día de Cristo, esa será mi gloria, porque mis trabajos no fueron inútiles ni mis fatigas tampoco. Y si mi sangre se ha de derramar, rociando el sacrificio litúrgico que es vuestra fe, yo estoy alegre y me asocio a vuestra alegría; por vuestra parte estad alegres y alegraos conmigo.

 

Palabra de Dios

 

       Salmo 26, 1. 4. 13-14

       El Señor es mi luz y mi Salvación. R/.  

 

       El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
      El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
R/.

 

      Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. R/.

 

       Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
       Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.
R/.

 

       Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33):

 

  En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:

   «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

   Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.

   Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.

    ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

   Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»

 

Palabra del Señor

 

       1.-  Este fragmento de la carta a los Filipenses nos invita a trabajar en la obra de la Salvación. Esto, tal como suena, hace pensar que esa salvación depende de nuestro esfuerzo y empeño, pero no, nada más lejos de eso, el mismo San Pablo nos dice “que es Dios quien, por su benevolencia, realiza en nosotros el querer y el poder hacerlo.”

        La exhortación de San Pablo junto con las palabras del salmista, nos dan la clave de cómo trabajar en la obra de la salvación, pues El Señor es nuestra luz y nuestra salvación, por eso, cuando los demás quieren extorsionarnos o derribarnos con sus conductas depravadas, nuestra respuesta es la de sencillos hijos de Dios que todo lo hacen sin murmuraciones ni discusiones, sin tacha y con una vida resplandeciente, dando testimonio de la fe que profesamos.

       2.-  Por otra parte el texto me hace pensar la satisfacción y el sano orgullo de los evangelizadores y evangelizadoras, de nuestros pastores, misioneros y misioneras, nuestros catequistas, al comprobar que nuestra vida es según Dios, que hemos acogido el mensaje y lo hemos hecho vida, esto hace que ellos se sientan fecundos y buenos administradores de la múltiple gracia de Dios en favor nuestro. Esto tiene que estimularnos al bien y a no frustrar el Plan Salvífico de Dios.     

        3.-  El que no lleve su cruz en pos de mí, no puede ser discípulo mío

        El seguimiento y el discipulado exige renuncia y cruz porque seguimos a un Maestro que se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo…se sometió incluso a la muerte y una muerte de cruz (Flp 2,6-11). El mismo Jesús nos hace reflexionar si somos capaces de vivir según las exigencias de su Evangelio con esos dos ejemplos que nos pone: el que quiere edificar una torre y se sienta a calcular sus posibilidades económicas para acabarla, y el rey que delibera si con su ejército puede enfrentarse al enemigo.

        4.-  No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria (Sal 115,1)  No podemos pensar que es con nuestro esfuerzo y voluntarismo como vamos a ser capaces de renunciar a todo para seguirle. La clave está en ese acto de humildad de enviar una embajada para pedir condiciones de paz. Necesitamos reconocer, humildemente, que no podemos vivir esas exigencias, esas renuncias, y no podemos cargar con la cruz sin Él, sin su ayuda. Él es nuestro “embajador”, nuestro mediador ante el Padre, el que nos alcanza gracia y misericordia que nos auxilian para poder llevar a cabo ese morir a uno mismo, cargar la cruz y ser discípulo.

Oración

Señor, quiero seguirte, quiero ser tu discípulo y que nada sea más fuerte en mi vida que tú. Pero siento mi debilidad, me asusta la cruz y me aferro a las personas, a las cosas y hasta a mi propio pecado, por eso, “dame lo que me pides y pídeme lo que quieras”.

 

San Pedro Poveda Castroverde

 

 


  San Pedro Poveda nació en Linares (Jaén) el 3 de diciembre de 1874. Ordenado sacerdote, creó las Escuelas del Sagrado Corazón para evangelizar a los pobres del barrio de las cuevas de Guadix y confió a mujeres su proyecto educativo, fundando la Institución Teresiana.

    Murió mártir el 28 de julio de 1936.

    Fecha de canonización: 4 de mayo de 2003 por S.S. Juan Pablo II

 

Breve Biografía

 

     Nacido en Linares (Jaén) en 1874 en el seno de una familia muy cristiana, Pedro José Luis Francisco Javier Poveda Castroverde era el mayor de seis hermanos. De temprana vocación sacerdotal, ingresa joven en el Seminario de Jaén, aunque por motivos económicos se traslada con una beca al Seminario de Guadix (Granada). Compagina los estudios eclesiásticos con los civiles. Fue ordenado sacerdote en 1897 y, al tiempo que continúa sus estudios, da clases, atiende catequesis, predica misiones populares, dirige a seminaristas… Su preocupación por los niños que vivían en las Cuevas de Guadix le lleva a fundar las Escuelas del Sagrado Corazón, donde ofrece enseñanza gratuita, alimento y vestido a los más necesitados de esta zona suburbial de la ciudad.

 

     En 1906 es nombrado canónigo de la Basílica de Covadonga (Asturias), donde permanece hasta 1913. Allí, estudia la situación educativa de la España de principios de siglo, pensando qué respuesta puede dar desde el humanismo cristiano para la educación de los niños y la formación de los educadores en el momento histórico que le toca vivir. Así, en 1911 funda en Oviedo la primera Academia de la Institución Teresiana. En 1913 regresa a Jaén, donde conocerá a Josefa Segovia, quien será su fiel colaboradora y cofundadora de la Institución. En 1921 las Academias, Centros de formación de educadores, cuyo campo principal de actuación será la escuela pública, estaban en doce poblaciones de importancia. En 1917 la Institución Teresiana obtiene la aprobación eclesiástica y civil en Jaén, y en 1924 la aprobación pontificia como Pía Unión.

 

     El Padre Poveda se traslada a Madrid en 1921, al ser nombrado Capellán de la Casa Real. Sigue trabajando en la consolidación y expansión de la Institución Teresiana, participa en la fundación de la FAE (Federación de Amigos de la Enseñanza), y colabora con proyectos e instituciones a favor del profesorado católico. El 27 de julio de 1936 es detenido en su casa de Madrid. Muere mártir, como sacerdote de Jesucristo, el 28 de julio de 1936.

 

¿Cuáles son los rasgos personales del Padre Poveda?

 

     Convencido de que la fuerza del Evangelio puede transformar la realidad, se preocupa por la formación de la persona humana y promueve la educación como medio de transformación social. Su contacto con realidades de pobreza, hambre, enfermedad, paro, e injusticia, en su infancia, le lleva a luchar contra ello y a trabajar por la dignidad humana mediante la formación de las clases populares; confía en la capacidad de la juventud para transformar el mundo; reclama y promueve la presencia de la mujer en el campo de la educación, de la ciencia, de la investigación. Le preocupa la actualización pedagógica del profesorado, la asociación profesional de los maestros y su promoción social, así como su compromiso con la realidad desde su ser creyente. Humanista y pedagogo, educador de educadores, impulsor del laicado, maestro de oración, hombre de paz, audaz y solidario con los más desfavorecidos, creyó que la renovación de la educación, de la cultura y de las relaciones entre los hombres eran posibles desde la fe.

 

     Sacrificado y paciente, manso y humilde, sencillo, afable y respetuoso, de fino sentido del humor y gran fortaleza interior. Con una entrega entusiasta a Dios, gran devoción a la Virgen, y filial amor a la Iglesia. Austero para sí y tolerante con todo excepto con el pecado. El trabajo, la oración, el estudio, el amor entregado a los demás, el hacer la voluntad de Dios, fueron constantes en su vida. Poveda es ante todo sacerdote y apóstol de Jesucristo. Y la Eucaristía, el centro de su existir. Testigo fiel, acaba dando la vida en testimonio de su fe. Su grandeza se basa en la coherencia de su vida con el Evangelio, en la intuición de los signos de su tiempo y en la radicalidad de su entrega a Dios, a los hombres y al mundo que le tocó vivir.

   Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 10 de octubre de 1993 y canonizado el 4 de mayo de 2003.

 

 

 

 

 

 

 

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