19 - DE
NOVIEMBRE – MARTES –
33ª – SEMANA DEL T.O. – B –
Santo Profeta Abdías
Lectura del libro del Apocalipsis (3,1-6.14-22):
Yo, Juan, escuché al Señor que me decía:
«Escribe al ángel de la Iglesia en Sardes:
“Esto dice el que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas.
Conozco tus obras, tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto.
Sé vigilante y reanima lo que te queda y que estaba a punto de morir, pues
no he encontrado tus obras perfectas delante de mi Dios. Acuérdate de cómo has
recibido y escuchado mi palabra, y guárdala y conviértete. Si no vigilas,
vendré como ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes en
Sardes unas cuantas personas que no han manchado sus vestiduras, y pasearán
conmigo en blancas vestiduras, porque son dignos.
El vencedor será vestido de blancas vestiduras, no borraré su nombre del
libro de la vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus
ángeles. El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Escribe al ángel de la Iglesia en Laodicea:
“Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de
Dios. Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o
caliente! Pero porque eres tibio, ni frío ni caliente, estoy a punto de
vomitarte de mi boca. Porque dices:
‘Yo soy rico, me he enriquecido, y no tengo necesidad de nada’; y no sabes
que tú eres desgraciado, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo
que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas; y vestiduras
blancas para que te vistas y no aparezca la vergüenza de tu desnudez; y colirio
para untarte los ojos a fin de que veas.
Yo, a cuantos amo, reprendo y corrijo; ten, pues, celo y conviértete. Mira,
estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo he vencido y
me he sentado con mi Padre en su trono.
El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».
Palabra de Dios
Salmo: 14,2-3ab.3cd-4ab.5
R/. Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono.
El que procede honradamente
y practica la
justicia,
el que tiene
intenciones leales
y no calumnia
con su lengua. R/.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al
vecino.
El que
considera despreciable al impío
y honra a los
que temen al Señor. R/.
El que no presta dinero a usura
ni acepta
soborno contra el inocente.
El que así
obra nunca fallará. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e
iba atravesando la ciudad. En esto, un
hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era
Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura.
Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que
pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu
casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he
defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de
Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba
perdido».
Palabra del Señor
1.- Terminadas las cartas de San Juan, ayer
comenzábamos a leer y reflexionar sobre el libro del Apocalipsis. Libro muy
desconocido, en general, por todos los creyentes. Difícil de interpretar, pero
que tiene muchos temas interesantes para los creyentes: Cristo. Dios Padre. El
Espíritu y la Iglesia.
En el pasaje de hoy se nos
recuerda cómo es el Espíritu, el que impregna todo el libro, dirigido a dos
Iglesias. En el libro aparecen siete cartas dirigidas a distintas iglesias. El
autor, que se define como hermano y compañero en la tribulación y como buen
pastor preocupado por sus Iglesias que sufren la misma persecución. Persecución
que produce crisis en todos los miembros de estas. En todas ellas destacamos
una invitación a la esperanza.
2.- Comienza, recordando la situación por la que
están pasando, y les dice que conoce sus obras, su conducta, advirtiéndoles de
cómo actúan, y con palabras fuertes “tenéis nombre cómo que vivís, pero estáis
muertos”. “No sois ni fríos ni calientes”. A continuación, les invita a que
recuerden la palabra escuchada y recibida, y los invita a la conversión.
Después les recuerda cómo en esas mismas comunidades existen personas que
siguen siendo fieles a esa palabra y les manda que se fijen en ellas. Eso
motivará el vivir con esperanza de triunfo.
Mi invitación es a leer
despacio el texto y, al contextualizarlo, darnos cuenta que en este tiempo de
la sinodalidad, estamos llamados a escuchar al Espíritu y descubrir cómo su
fuerza nos invita a leer nuestra situación a nivel personal, eclesial, social y
mundial. Escuchándole descubramos nuestra necesidad de renovación para ser
fieles al Evangelio de Jesús. Así como siguen existiendo creyentes, que, en
medio de dificultades, siguen fieles en el seguimiento de Jesús.
3.- Este pasaje del Evangelio San Lucas lo sitúa
en un lugar próximo a Jerusalén, donde Jesús se dirige a completar su misión.
Es muy conocido por muchas personas creyentes, y ha sido muy utilizado en
retiros espirituales, pues es un pasaje muy rico en contenido y muy pedagógico.
Comienza describiendo las
cualidades del personaje que tiene curiosidad por ver a Jesús: rico y jefe de
publicanos. A continuación, señala los obstáculos que tiene que superar para
poder cumplir con su curiosidad: bajo de estatura física y moral, muy conocido
en la ciudad, por tanto, alguien muy importante. ¿No parece sorprendente verle
subir a un árbol?
A continuación, narra las
sorpresas. No es Zaqueo el que ve a Jesús, sino Jesús, el que ve a Zaqueo. No
es Zaqueo el que le invita a su casa, sino es Jesús, el que se auto invita a su
casa. Para ello tiene que bajar para que le vean. No describe la conversación de
Jesús y Zaqueo, sólo resalta la respuesta de Zaqueo, un cambio radical, una
conversión total.
El pasaje está cargado de
enseñanzas. La conversión no se da sabiendo muchas cosas sobre Jesús, sino en
el encuentro con Él. Es la persona la que nos hace cambiar, no la curiosidad,
ni el conocimiento. En el encuentro con la persona es como la conocemos, la
tratamos. Le hablamos y descubrimos su personalidad, su misión, y nos animamos
a centrar nuestra vida en su proyecto.
Para esa conversión tenemos
que bajar de los árboles en los que estamos situados que nos impiden poder
cambiar de vida, cambiar de valores, para poder seguir a Jesús en su camino a
Jerusalén.
Santo Profeta Abdías
Abdías, cuyo nombre significa "siervo de Dios" aparece mencionado
el cuarto de los doce llamados “profetas menores” del Antiguo Testamento. Vivió
acerca del año 500 antes de Cristo, reinando Ozías.
Su obra, de la que solo conservamos un capítulo, pero que probablemente fue
más extensa versa sobre Edom (símbolo de los que se alejan de Dios y su
promesa) y el anuncio del castigo que habría de caer sobre los edomitas, por
volverse "contra su hermano Jacob". El caso es que Edom en primer
lugar se había aliado con Israel frente a Babilonia, pero cuando vio que este
imperio asolaba Jerusalén con éxito, traicionó y se pasó al bando vencedor. Y
no solo eso, sino que entró a la ciudad santa saqueando como los babilonios. Es
la eterna pugna entre los hijos de Jacob y los de Esaú, entre los hijos de Dios
que le permanecen fieles al Señor y los que le traicionan. Finalmente, Israel
resplandecerá y Edom será destruido.
En ocasiones a San Abdías se le representa con un pan y una jarra de agua,
pero esto es porque se le confunde con Abdías, mariscal de Acab que aparece en
1 Reyes 18, y que alimentó a los profetas perseguidos por Jezabel. Es este
error muy antiguo, pues incluso San Jerónimo (30 de septiembre y 9 de mayo,
traslación de las reliquias) cae en él. El mismo Doctor habla de su sepultura
junto a la de San Eliseo (14 de junio) en Sebaste, que él mismo veneró, y donde
Dios realizaba estupendos milagros. En el siglo IV, Juliano el Apóstata profanó
el sepulcro y quemó las reliquias, pero unos monjes lograron salvar unos pocos
huesos y se fueron con ellos a Alejandría, desde donde pasó la supuesta cabeza
de Eliseo y algunas reliquias de Abdías a la basílica de San Apolinar, en
Rávena.
Fuentes:
http://ecatolico.com/biblia/38_biblia_libro_abdias.htm -Biblia de Jerusalén.
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