viernes, 10 de enero de 2025

Párate un momento: El Evangelio del dia 12 - DE ENERO –DOMINGO – EL BAUTISMO DE JESÚS – C - San Benito Biscop

 

 

12 - DE ENERO –DOMINGO –

EL BAUTISMO DE JESÚS – C

San Benito Biscop


       Lectura del libro del profeta Isaías (42,1-4.6-7):

 

 Esto dice el Señor:

 Mirad a mi Siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco.

      He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones.

        No gritará, no clamará, no voceará por las calles.

         La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará.

        Manifestará la justicia con verdad.

        No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país.

       En su ley esperan las islas.

       «Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».

 

Palabra de Dios

 

   Salmo: 28

 

        R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz

 

   Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R/.

 

    La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas torrenciales.

        La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica. R/.

    El Dios de la gloria ha tronado.

          En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»

          El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio, el Señor se sienta como rey eterno. R/.

 

          Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (10,34-38):

 

   En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:

    «Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.

   Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».

 

Palabra de Dios

 

    Lectura del santo evangelio según san Lucas (3,15-16.21-22):

 

   En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:

   «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

   Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo:

   «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».

 

Palabra del Señor

 

 

Bautismo de Jesús.

 

Perugino, Bautismo de Cristo (ca. 1482)

 

        Hace seis días celebrábamos la visita de los Magos de Oriente, cuando Jesús tenía unos dos años de edad, según Mateo. Hoy celebramos su bautismo, cuando tenía unos treinta años, según Lucas. Si exceptuamos la visita al templo de Jerusalén con doce años, de la infancia, adolescencia y vida adulta, hasta el bautismo, no sabemos nada.

          El bautismo de Jesús (Lucas 3,15-16.21-22)

             Es uno de los momentos en que más duro se hace el silencio. ¿Por qué Jesús decide ir al Jordán? ¿Cómo se enteró de lo que hacía y decía Juan Bautista? ¿Por qué le interesa tanto? Ningún evangelista lo dice. La versión de Lucas es la siguiente:

   En aquel tiempo, como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:

«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajo el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma, y vino una voz del cielo:

«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco». 

              Lucas sigue muy de cerca al relato de Marcos, pero añade dos detalles de interés:

           1) Jesús se bautiza, “en un bautismo general”; con ello sugiere la estrecha relación de Jesús con las demás personas.   

           2) La venida del Espíritu tiene lugar “mientras oraba”, porque Lucas tiene especial interés en presentar a Jesús rezando en los momentos fundamentales de su vida, para que nos sirva de ejemplo a los cristianos.

            Por lo demás, Lucas se atiene a los dos elementos esenciales: el Espíritu y la voz del cielo.

            La venida del Espíritu tiene especial importancia, porque entre algunos rabinos existía la idea de que el Espíritu había dejado de comunicarse después de Esdras (siglo V a.C.). Ahora, al venir sobre Jesús, se inaugura una etapa nueva en la historia de las relaciones de Dios con la humanidad. Porque ese Espíritu que viene sobre Jesús es el mismo con el que él nos bautizará, según las palabras de Juan Bautista.

            La voz del cielo. A un oyente judío, las palabras «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» le recuerdan dos textos con sentido muy distinto. El Sal 2,7: «Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy», e Isaías 42,1: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero». El primer texto habla del rey, que en el momento de su entronización recibía el título de hijo de Dios por su especial relación con él. El segundo se refiere a un personaje que salva al pueblo a través del sufrimiento y con enorme paciencia. Lucas quiere evocarnos las dos ideas: dignidad de Jesús y salvación a través del sufrimiento.

            El lector del evangelio podrá sentirse en algún momento escandalizado por las cosas que hace y dice Jesús, que terminarán costándole la muerte, pero debe recordar que no es un blasfemo ni un hereje, sino el hijo de Dios guiado por el Espíritu.

 

          El programa futuro de Jesús (Isaías 42,1-4.6-7)

            Pero las palabras del cielo no sólo hablan de la dignidad de Jesús, le trazan también un programa. Es lo que indica la primera lectura.

        Así dice el Señor: Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará.

Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.

 

            El programa indica, ante todo, lo que no hará: gritar, clamar, vocear, que equivale a amenazar y condenar; quebrar la caña cascada y apagar el pabilo vacilante, símbolos de seres peligrosos o débiles, que es preferible eliminar (basta pensar en Leví, el recaudador de impuestos, la mujer sorprendida en adulterio, la prostituta…).

            Dice luego lo que hará: promover e implantar el derecho, o, dicho de otra forma, abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión; estas imágenes se refieren probablemente a la actividad del rey persa Ciro, del que espera el profeta la liberación de los pueblos sometidos por Babilonia; aplicadas a Jesús tienen un sentido distinto, más global y profundo, que incluye la liberación espiritual y personal.

            El programa incluye también cómo se comportará: «no vacilará ni se quebrará». Su misión no será sencilla ni bien acogida por todos. Abundarán las críticas y las condenas, sobre todo por parte de las autoridades religiosas judías (escribas, fariseos, sumos sacerdotes). Pero en todo momento se mantendrá firme, hasta la muerte.

 

         Misión cumplida: pasó haciendo el bien (Hechos 10,34-38)

 

            La segunda lectura, de los Hechos de los Apóstoles, Pedro, dirigiéndose al centurión Cornelio y a su familia, resumen en estas pocas palabras la actividad de Jesús.

 

Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»

            “Pasó haciendo el bien”. Un buen ejemplo para vivir nuestro bautismo.

 

San Benito Biscop 

 




En el monasterio de Wearmouth, en
Northumbria (hoy Inglaterra), san Benito Biscop, abad, que peregrinó cinco veces a Roma, de donde trajo muchos maestros y libros para que los monjes reunidos en la clausura del monasterio bajo la Regla de san Benito progresaran en la ciencia del amor de Cristo, en bien de la Iglesia (c. 690).

 

    VIDA

 

   Tal vez las palabras más apropiadas para alabar a San Benito Biscop son las que se encuentran en la Vita quinque sanctorum abbatum del venerable san Beda:

   “Fue confiado por sus padres a los siete años para que lo educara, y se convirtió así en mi más ilustre discípulo y en una de mis mayores glorias”.

   A los 25 años, Benito renunció a los favores del rey Oswiu para ponerse al servicio del verdadero Rey, Jesucristo, para recibir no un corruptible don terrenal, sino un reino eterno en la ciudad celestial; abandonó su casa, sus familiares y la patria por Cristo y por el Evangelio, para recibir el céntuplo y poseer la vida eterna. En el año 653, después de haber hecho su elección, Benito hizo el primero de sus seis viajes a Roma para manifestar su devoción a los Santos Pedro y Pablo y al Papa, como también para buscar modelos de vida y de instituciones monásticas, tanto en Roma como en los varios lugares por donde pasaba.

   Con razón pudo decir en su lecho de muerte:

   “Hijitos míos, no crean que me inventé la constitución que les he dado. Después de haber visitado diecisiete monasterios, de los que traté de conocer perfectamente las leyes y las costumbres, reuní las reglas que me parecieron mejores y esta selección es la que les he dado”.

   En Lerino, por ejemplo, durante el segundo viaje a Roma, en el 665, permaneció casi dos años. No sólo se contentaba con buscar modelos de vida, sino también numerosos libros, documentales iconográficos, reliquias de santos, ornamentos sagrados y otros objetos que sirvieran para el culto en perfecta sinfonía con la Iglesia de Roma.

   Incluso, una vez le pidió al Papa Agatón que le enviara al cantor de la Basílica de San Pedro, el abad Juan, para que les enseñara el canto romano a sus monjes de los monasterios de Wearmouth y de Yarrow, dedicados naturalmente uno a San Pedro y el otro a San Pablo. Cuando regresó del sexto viaje a Roma, tuvo la desagradable sorpresa de encontrar casi destruidas sus instituciones a causa de una epidemia. San Benito Biscop murió el 12 de enero del año 690 a la edad de 62 años.

 

Fuente: Catholic.net

 

 

 

 

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