miércoles, 29 de enero de 2025

Párate un momento: El Evangelio del dia 31 - DE ENERO – VIERNES – 3ª- SEMANA DE T.O. – C SAN JUAN BOSCO

 

 


 

31 - DE ENERO – VIERNES –

 3ª- SEMANA DE T.O. – C

SAN JUAN BOSCO

 

    Lectura de la carta a los Hebreos (10,32-39):

 

  HERMANOS:

  Recordad aquellos días primeros, en los que, recién iluminados, soportasteis múltiples combates y sufrimientos: unos, expuestos públicamente a oprobios y malos tratos; otros, solidarios de los que eran tratados así.

  Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes.

  No renunciéis, pues, a vuestra valentía, que tendrá una gran recompensa. Os hace falta paciencia para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa.

   «Un poquito de tiempo todavía y el que viene llegará sin retraso; mi justo vivirá por la fe, pero si se arredra le retiraré mi favor».

  Pero nosotros no somos gente que se arredra para su perdición, sino hombres de fe para salvar el alma.

 

Palabra de Dios

 

  Salmo: 36,3-4.5-6.23-24.39-40

 

  R/. El Señor es quien salva a los justos

 

  V/. Confía en el Señor y haz el bien: habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad; sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. R/.

 

  V/. Encomienda tu camino al Señor, confía en él, y él actuará: hará tu justicia como el amanecer, tu derecho como el mediodía. R/.

 

  V/. El Señor asegura los pasos del hombre, se complace en sus caminos; si tropieza, no caerá, porque el Señor lo tiene de la mano. R/.

 

  V/. El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro; el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva porque se acogen a él. R/.

 

  Lectura del santo evangelio según san Marcos 4,26-34

 

  En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:

  «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.

   La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano.

  Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».

  Dijo también:

  «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios?

  ¿Qué parábola usaremos?

  Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».

  Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender.

  Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

 

Palabra del Señor.

 

         1.- La primera lectura nos habla de las consecuencias de algunos cristianos después del encuentro iluminador con Jesús. Han sufrido “múltiples combates y sufrimientos”, entre otros los de los encarcelados y la confiscación de los propios bienes, pero “sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes”.

       El autor de la carta les invita a no renunciar a su valentía y a su constancia porque de esa manera tendrán “una gran recompensa”, alcanzarán “la promesa”.

         Pasando a nosotros, los cristianos del siglo XXI, de alguna manera, nos vemos reflejados en la situación de estos primitivos cristianos. Tenemos alegrías y dolores. También la cruz, en sus diversas manifestaciones nos visita. Cada uno podemos decir de qué manera. Pero Jesús no nos deja solos, siempre está con nosotros. “Yo estaré siempre con vosotros hasta la consumación”. Desde nuestra fortaleza y debilidad, apoyándonos siempre en la ayuda del Señor, lograremos  vivir nuestra vocación de seguidores de Jesús. “Somos hombres de fe para salvar el alma”.

 

       2.- Hay que repetirlo cuantas veces sea necesario. Lo nuestro, en principio, de entrada, es cosa de dos. Es trabajar en equipo con Jesús. Bien claro nos lo dice el mismo Jesús: “Sin mí no podéis hacer nada” y “trabajad mientras vuelvo”.

       Nuestra experiencia nos lo confirma. Nosotros solos con nuestras propias fuerzas no podemos hacer nada. Las parábolas del evangelio de hoy insisten en el papel de Dios. Él sigue siendo el que mueve nuestra vida y nuestra actuación, después de que nosotros hayamos sembrado la semilla en la tierra.

         Hay momentos en que los cristianos tenemos que parar en nuestra actividad evangelizadora, dormir de noche, sabiendo que “la semilla va creciendo sin que el sembrador sepa cómo”. Hagamos lo que nos toca a nosotros: sembrar, abonar, cuidar la tierra… sabiendo bien que Jesús hará lo que le toca.

 

SAN JUAN BOSCO



(Becchi, 1815 - Turín, 1888) 

Santo y sacerdote italiano, también llamado Don Bosco. Su niñez fue dura, pues después de perder a su padre, tuvo que trabajar sin descanso para sacar adelante la hacienda familiar. Se cuenta que aprendió a leer en cuatro semanas; quería estudiar para ser sacerdote, por lo que tenía que hacer todos los días a pie unos diez kilómetros (a veces descalzo, por no gastar zapatos) para ir a estudiar en el liceo de Chieri. Con el fin de pagar sus estudios trabajó en toda clase de oficios.

 

San Juan Bosco

  Ordenado en 1841 y preocupado por la suerte de los niños pobres, particularmente por su imposibilidad de acceso a la educación, a partir de 1842 fundó el Oratorio de San Francisco de Sales. Estableció luego las bases de la Congregación de los sacerdotes de San Francisco de Sales, o salesianos (1851), aprobada en 1860, y de su rama femenina, el Instituto de Hijas de María Auxiliadora. Tales instituciones, dedicadas a la enseñanza de los niños pobres (a los que se formaba en diversos oficios y en la vida cristiana), se desarrollaron con rapidez gracias al impulso de uno de los grandes pedagogos del siglo XIX.

  La orden salesiana alcanza hoy en día 17.000 centros en 105 países, con 1.300 colegios y 300 parroquias, mientras que el instituto femenino de María Auxiliadora (las Hermanas Salesianas) posee 16.000 centros en 75 países, dedicados a la educación de la juventud pobre. Ya en vida de Don Bosco las instituciones por él fundadas llegaron a reunir más de cien mil niños pobres bajo su protección.

  Además de su labor educadora y fundadora, San Juan Bosco publicó más de una cuarentena de libros teológicos y pedagógicos, entre los cuales cabe destacar El joven instruido, del que se llegaron a publicar más de cincuenta ediciones y un millón de ejemplares sólo en el siglo XIX. El propio santo se encargó también de compilar y editar los llamados Sueños de Don Bosco, un total de 159 sueños en ocasiones premonitorios que tuvo a lo largo de su vida, el primero de ellos a los nueve años.

  San Juan Bosco murió la madrugada del 31 de enero de 1888 en Turín. Durante tres días, la ciudad piamontesa desfiló ante su capilla ardiente, a cuyo entierro acudieron más de trescientos mil fieles. Fue beatificado en 1929 y canonizado en 1934; para su canonización se presentaron seiscientos cincuenta milagros obrados por él. Su festividad se conmemora el día de su fallecimiento, el 31 de enero.

 

 

 

 

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