30 - DE
ENERO – JUEVES –
3ª-
SEMANA DE T.O. – C
Santa Martina
de Roma
Lectura de la carta a los Hebreos 10,19-25:
Hermanos, teniendo entrada libre al
santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo
que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne,
y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con
corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y
con el cuerpo lavado en agua pura.
Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel
quien hizo la promesa; fijémonos los unos en los otros, para estimularnos a la
caridad y a las buenas obras.
No desertéis de las asambleas, como algunos tienen por costumbre, sino
animaos tanto más cuanto más cercano veis el Día.
Palabra de
Dios
Salmo 23,1-2.3-4ab.5-6:
R/. Este es el grupo que viene a
tu presencia, Señor.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto
sacro?
El hombre de manos inocentes y
puro corazón, que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al
Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Marcos (4,21-25):
En aquel tiempo, dijo
Jesús a la muchedumbre:
«¿Se trae el candil para meterlo debajo
del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero?
Si se esconde algo, es para que se
descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz.
El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Les dijo también:
«Atención a lo que estáis oyendo: la
medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se
le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene.»
Palabra del Señor
1.- La
liturgia de la Palabra nos exhorta a mantenernos firmes en la esperanza que
profesamos porque quien hizo la promesa no conoce la infidelidad, ni defrauda
ni decepciona, ni tampoco abandona a quienes en Él confían.
Este año 2025 está marcado por el Jubileo
Ordinario de la Iglesia. Bajo el lema “Peregrinos de Esperanza”, el Papa
Francisco nos recuerda e insiste en que la esperanza cristiana no defrauda. Sin
embargo, no podemos quedarnos sencillamente ahí, es necesario ponernos en
actitud peregrina, en movimiento. Un movimiento que no es necesariamente
geográfico, pero que ciertamente debe existir en nuestro corazón y en nuestro
vivir cotidiano. Es el peregrinaje de quien sabe en Quien ha confiado, de quien
lo arriesga todo por seguir a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios.
2.- El autor de la carta a los hebreos nos
invita a aproximarnos a Dios con un corazón sincero y lleno de fe porque por
Jesucristo fuimos salvados. Claro está que lo primero que tenemos que percibir
en nuestro interior es qué significa eso de que “he sido salvado”, si es una
expresión a la que no le encuentro significado o si ya tiene un sentido que
cala hondo en el propio ser.
La cuestión
es que, teniendo la respuesta al tema de la salvación, nos encontramos con dos
movimientos: el personal y el comunitario. Es imposible hacer el camino
comunitario si no hay un proceso personal de crecimiento en la fe y de
sinceramiento. Es encontrarse con la verdad de uno mismo en todas las
dimensiones, también en el de la fe. Se trata de asumir en la propia vida la
autenticidad del Evangelio que voy viviendo. Y este camino de crecimiento en el
discipulado me compromete en la participación de los encuentros comunitarios,
parroquiales, pastorales. El autor de la Carta insiste en no dejar de
participar de estos encuentros porque necesitamos fortalecernos y estimularnos
en la caridad y en las buenas obras. Vivir desde la fe es asumir un camino muy
diferente al que se promueve en los días de hoy y necesitamos apoyarnos y
sostenernos unos a otros en Cristo Jesús.
3.- Todos sabemos de la importancia de la
luz en un contexto de oscuridad. ¿Qué sería de nosotros si hoy, de forma
colectiva, al llegar la noche nos encontrásemos sin energía eléctrica?
Probablemente lo que el exceso de luz artificial esconde, se revelaría en su
fuerza y esplendor: las estrellas del cielo, la luz de la luna...
El Evangelio de hoy resalta la fuerza de
la luz, su sentido y misión. La importancia de que lo oculto salga a la luz, se
revele y se descubra toda la belleza que pueda estar escondida.
La vida en la fe tiene mucha luz, por eso
la tenemos que ofrecer para que ilumine lo cotidiano en la complejidad de
tantas realidades que vivimos. Y así, lo que está oculto, puede salir y mostrar
la autenticidad que lo caracteriza.
Eso sí, sin olvidar que la vida cristiana
tiene su propia fecundidad y la medida que usemos, también la usarán con
nosotros, y será con creces.
Santa Martina de Roma
Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Martina, a quien el papa Dono dedicó una
basílica a su nombre en el foro romano (677).
Etimología:
Martina = femenino de Martín = martillo, es de
origen latino.
Breve Biografía
La historia de
esta joven santa comienza por su tumba, 1400 años después de su martirio; es
decir, cuando en 1634 el activísimo Urbano VIII, empeñado en lo espiritual en
la contrareforma católica, y en lo material en la restauración de famosas
iglesias romanas, descubrió las reliquias de la mártir, les propuso a los
romanos la devoción a Santa Martina y fijó la celebración para el 30 de enero.
El mismo compuso el elogio con el himno: “Martinae celebri plaudite nomini,
Cives Romulei, plandite gloriae”, que era una invitación a honrar a la santa en
la vida inmaculada, en la caridad ejemplar y en el valiente testimonio que
demostró a Cristo con su martirio.
Son pocas las
noticias históricas. La más antigua es del siglo VI, cuando el Papa Onorio le
dedicó una iglesia en Roma. Quinientos años después, al hacer excavaciones en
esta iglesia, se encontraron efectivamente las tumbas de tres mártires. En el
siglo VIII ya se celebraba la fiesta de la santa. No se sabe nada más, y por
eso es necesario buscar noticias en una Passio legendaria. Según esta
narración, Santa Martina era una diaconisa, hija de un noble romano. Debido a
su abierta profesión de fe, la arrestaron y la llevaron al tribunal del
emperador Alejandro Severo (222-235). Este príncipe semioriental, abierto a
todas las curiosidades, hasta el punto de incluir a Cristo entre los dioses
venerados en la familia imperial, fue muy tolerante con los cristianos y su
gobierno marcó un fructuoso paréntesis de calma respecto de la Iglesia, que en
ese tiempo logró una gran expansión misionera.
El autor de la
Passio ignora todo esto, y hace más bien una lista de las atroces tortures con
que el emperador martirizó a la santa. Cuenta que cuando Martina fue llevada
ante la estatua de Apolo, la convirtió en pedazos y ocasionó un terremoto que
destruyó el temple y mató a los sacerdotes del dios.
El prodigio se
repitió con la estatua y el templo de Artemidas. Todo esto hubiera debido hacer
pensar a sus perseguidores; pero no, se obstinaron más y sometieron a la jovencita
a crueles tormentos, de los que salió siempre ilesa. Entonces resolvieron
cortarle la cabeza con una espada, y su sangre corrió a fertilizar el terreno
de la Iglesia romana.
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