11 - DE ENERO
–SÁBADO –
FERIA DE NAVIDAD – C
Santo Tomás de Cori Placidi
Lectura de la primera carta del
apóstol san Juan (5,5-13):
¿Quién es el que vence al
mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con
agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y
el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque
tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de
acuerdo.
Si aceptamos el testimonio humano, más fuerza
tiene el testimonio de Dios. Éste es el testimonio de Dios, un testimonio
acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene dentro el testimonio.
Quien no cree a Dios le hace mentiroso, porque no ha creído en el testimonio
que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y éste es el testimonio: Dios nos ha dado
vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida,
quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Os he escrito estas cosas a los
que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis
vida eterna.
Palabra de Dios
Salmo: 147,12-13.14-15.19-20
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén
Glorifica al Señor,
Jerusalén; alaba
a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a
tus hijos dentro de ti. R/.
Ha puesto paz en tus
fronteras, te
sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre
veloz. R/.
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a
Israel; con
ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R/.
Lectura del santo evangelio según san
Lucas (5,12-16):
Una vez, estando Jesús en
un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a
tierra y le suplicó:
«Señor, si quieres puedes limpiarme.»
Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo:
«Quiero, queda limpio.»
Y en seguida le dejó la lepra.
Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie,
y añadió:
«Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por
tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste.»
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha
gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a
despoblado para orar.
Palabra del Señor
1.- Nos encontramos ante una lectura cuya palabra
“vida” resuena de fondo. ¿Qué es la vida? Aquello por lo que existimos, el
espíritu de Dios en nosotros que nos hace seres vivos, seres humanos. Pero el
apóstol san Juan va mucho más allá y él no se queda en esta vida terrena, él da
el salto, nos hace mirar a una vida futura que no tiene fin. Él mismo lo dice
“para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna”. Hermanos, ¡cuántas veces
nos hemos sentido sin vida aun pudiendo respirar! ¡Cuántas cosas nos quitan el
aliento y el pálpito del corazón! Las preocupaciones, los problemas, los
sufrimientos, las mentiras, las traiciones, las tristezas y angustias…la gran
incertidumbre de no saber qué será del futuro, dónde estaremos, con quien, y
cómo. Cuántas personas andan como “muertos vivientes” porque no hallan fuera lo
que en realidad ya tienen dentro de sí: vida eterna.
2.- No fuimos creados para esta vida caduca:
decía san Juan XXIII que “estamos hechos de pedacitos de cielo”, esto es, que
una parte de cada uno de nosotros tiende hacia lo alto, hay un latir en el
fondo de nuestra alma que nos impulsa a buscar la verdad, la plenitud, la
felicidad. Muchas veces nos equivocamos porque vamos a fuentes que sacian por
momentos pero que dejan un vacío aún mayor y oscuro que el anterior. San Juan
nos revela dónde está la fuerza del cristiano para resurgir de esa muerte
interna: la fe en el Hijo de Dios, que nos ha salvado con agua y con sangre. El
agua del Bautismo que nos limpia los pecados y nos regenera a una vida nueva, y
la sangre que mana de su costado, sangre que no es como las demás, que no
mancha, al contrario, limpia y sana todo lo que está destruido.
Podemos glorificar a Dios con el
salmista, porque verdaderamente, el Señor “ha reforzado los cerrojos de
nuestras puertas, ha puesto paz en nuestras fronteras”. Cuando aceptamos la
Verdad, el Camino y la Vida que es Jesucristo, y dejamos que transforme nuestra
vida, entonces sí que experimentamos ese nuevo nacimiento, ese impulso para
decir “sí” a los planes de Dios, y vivir alegres en medio de las dificultades,
sean las que sean, porque Cristo está a nuestro lado y ha dado su vida por
darnos a nosotros la vida eterna.
3.- Este Evangelio nos enseña a
pedir al Señor lo que necesitamos, con humildad, sin esconder lo que más nos da
vergüenza, nos invita a mostrar lo que somos sin miedo, para que Cristo pueda
limpiarnos de todo aquello que nos impide ser verdaderos cristianos. Es una
palabra que nos interpela, ¿de qué tienes necesidad hoy? ¿qué le pedirías a
Jesús? Quizás necesitas que cure tu orgullo, que limpie tu sed de venganza, que
mire con amor el pecado de avaricia que anida en tu corazón, que te conceda la
gracia de perdonar a tu hermano, que Él te de su paz para poder vivir con
serenidad los conflictos familiares… ¿qué necesitas del Señor hoy? Está bien
pedirle al Señor por todas las necesidades, pero hoy Jesús pasa a tu lado y
quiere que le muestres tu deseo más profundo.
Vemos que Jesús manda al enfermo de
lepra a presentarse ante el sacerdote, primero para que pueda dar testimonio de
que ha sido sanado, y también para que sea reinsertado en la sociedad, en la
comunidad. Hermanos, la fe se vive en comunidad, en la Iglesia. Esto nos remite
al Sacramento de la Penitencia, donde somos perdonados, y podemos volver a
unirnos a nuestros hermanos con alegría, dispuestos a caminar juntos hacia la
santidad. Si has perdido la comunión con algún hermano, si llevas tiempo
alejado de Dios, ¡ánimo! El Señor te espera, está deseando que le muestres tus
heridas, tus necesidades, que le dejes limpiarte y sanarte, Él te quiere
devolver la vida que has perdido y darte a beber de una fuente que salta hasta
la vida eterna. Con estas lecturas de hoy, podemos estar contentos porque el
Señor no hace sino mostrarnos un camino de amor para llegar a Él. Ojalá puedas
tener el corazón abierto y dispuesto para mostrar al Señor lo que hay en tu
corazón, y experimentes la alegría del perdón y la reconciliación, en
definitiva, la comunión con Dios Padre y con su Iglesia.
Santo Tomás de Cori Placidi
En el lugar de Bellegra, del Lacio (hoy
Italia), santo Tomás de Cori (Francisco Antonio) Placidi, presbítero de la
Orden de los Hermanos Menores, preclaro por la austeridad de vida y por la
predicación, iniciador de los retiros.
Nacido en Cori (Latina) el
4 de junio de 1655, Tomás tuvo una infancia marcada por la pérdida prematura de
su madre primero y de su padre después, quedando sólo, a los catorce años, al
cuidado de la hermana más pequeña. Hará de pastor, aprendiendo la sabiduría de
las cosas simples. Casadas las hermanas, queda libre para seguir la inspiración
que desde algún año guardaba en el silencio del corazón: pertenecer
completamente a Dios en la vida religiosa franciscana. Había conocido a los
Frailes Menores en su misma ciudad en el Convento de S. Francisco. Casadas las
dos hermanas y libre de toda preocupación, fue acogido en la Orden y enviado a
Orvieto para hacer el año de noviciado. Profesada la Regla de S. Francisco y
finalizados los estudios de teología, se ordena sacerdote en 1683. Fue nombrado
inmediatamente vice maestro de novicios en el convento de la SS. Trinidad de
Orvieto; sus superiores reconocieron desde muy pronto sus dotes.
Poco tiempo después fray
Tomás oyó hablar de los Retiros que comenzaban a florecer en la Orden y de la
intención de los Superiores de la Provincia Romana de instaurar uno en el
Convento de Civitella (hoy Bellegra). Su petición fue acogida y el joven fraile
llamó así a la puerta del pobre Convento en 1684, diciendo: "Soy fray
Tomás de Cori y vengo para hacerme santo". Con un lenguaje quizás lejano
al nuestro, expresaba él su ansia de vivir radicalmente el Evangelio según el
espíritu de S. Francisco.
Desde entonces, fray Tomás
permanecerá en Bellegra hasta la muerte, excepto seis años (1703-1709) en los
que será Guardián en el Convento de Palombara, donde instauró el Retiro, en
base al de Bellegra. Escribió Reglas para uno y para otro, que él el primero
observó cuidadosamente, consolidando con la palabra y con el ejemplo la nueva
institución de los dos Retiros.
Los largos años
transcurridos en S. Francisco de Bellegra se pueden resumir en tres puntos:
Oración
Santo Tomás de Cori fue
seguramente, como se ha dicho de S. Francisco, no tanto un hombre que oraba,
como un hombre hecho oración. Esta dimensión animó toda la vida del Fundador
del Retiro. El aspecto más evidente de su vida espiritual fue sin duda la centralidad
de la Eucaristía, testimoniada por Tomás en la celebración eucarística, intensa
y participada, y en la oración silenciosa de adoración en las largas noches de
Retiro después del oficio divino celebrado a medianoche. Su vida de oración
estuvo marcada por una aridez persistente de espíritu. La ausencia total de una
consolación sensible en la oración y en su vida de unión con Dios, se
prolongaría durante más de cuarenta años, encontrándole siempre sereno y
radical en la vivencia del primado de Dios. Verdaderamente su oración se
configuró como " memoria Dei " realizando concretamente la unidad de
vida no obstante las múltiples actividades.
Evangelización
Santo Tomás no se cerró en
el Retiro, olvidando el bien de sus hermanos y el corazón de la vocación
franciscana, que es apostólico. Fue llamado con razón el apóstol del "
Sublacense ", habiendo recorrido comarcas y ciudades en el anuncio incansable
del Evangelio, en la administración de los sacramentos y en el surgir de
milagros a su paso, signo de la presencia y cercanía del Reino. Su predicación
era clara y simple, persuasiva y fuerte. No subió a los púlpitos más ilustres
del tiempo: su personalidad pudo entregar lo mejor de sí en
el ámbito restringido de la región del Lazio, viviendo su vocación
franciscana en minoridad y a la opción concreta por los más pobres.
Exquisita caridad
Santo Tomás de Cori fue
para sus hermanos padre amabilísimo. Ante las resistencias de algunos hermanos
en su deseo de reforma y de radicalidad en vivir el ideal franciscano, el Santo
supo responder con paciencia y humildad, encontrándose incluso sólo para
atender el convento. Había comprendido muy bien que toda auténtica reforma
inicia por sí mismo.
El notable epistolario que
nos ha llegado demuestra la atención de Tomás a las más pequeñas expectativas y
necesidades de sus hermanos y de tantos amigos, penitentes y frailes que se
dirigían a él para recibir un consejo. En el convento demostró su espíritu de
caridad en la disponibilidad a cualquier necesidad, incluso la más humilde.
Rico de méritos, se durmió
en el Señor el 11 de enero de 1729. Santo Tomás de Cori resplandece entre
nosotros y en Roma, del que es copatrón, sobre todo en su ansia de ideal
cristiano y franciscano puro y vivido en lo esencial. Una provocación para
todos nosotros, a no tomar a la ligera el Evangelio y sus exigencias radicales.
Reproducido con autorización de
Vatican.va
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