28 - DE
ENERO – MARTES –
3ª-
SEMANA DE T.O. – C
Santo Tomás de Aquino
Lectura de la carta a los Hebreos (10,1-10):
HERMANOS:
La ley, que
presenta solo una sombra de los bienes futuros y no la realidad misma de las
cosas, no puede nunca hacer perfectos a los que se acercan, pues lo hacen año
tras año y ofrecen siempre los mismos sacrificios.
Si no fuera así, ¿no habrían dejado de
ofrecerse, porque los ministros del culto, purificados de una vez para siempre,
no tendrían ya ningún pecado sobre su conciencia?
Pero, en realidad, con estos sacrificios se
recuerdan, año tras año, los pecados. Porque es imposible que la sangre de los
toros y de los machos cabríos quite los pecados.
Por eso, al entrar él en el mundo dice:
«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero
me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos
ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije:
He aquí que vengo —pues así está escrito en
el comienzo del libro acerca de mí— para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad».
Primero dice:
«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, ni
holocaustos, ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley.
Después añade:
«He aquí que vengo para hacer tu voluntad».
Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos
santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para
siempre.
Palabra de Dios
Salmo: 39,2.4ab.7-8a.10.11
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu
voluntad
Yo esperaba
con ansia al Señor; Él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a
nuestro Dios. R/.
Tú no quieres
sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios, entonces yo digo: «Aquí
estoy». R/.
He proclamado tu justicia ante la gran asamblea; no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R/.
No me he
guardado en el pecho tu justicia, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he
negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Marcos (3,31-35):
EN aquel
tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron
llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus
hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados
alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que
haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Palabra del Señor
1.- Aunque los textos sean de la lectura continua. No podemos pasar
por alto que hoy celebramos a Santo Tomás de Aquino.
Santo Tomás es una de los santos más
relevantes en la historia de la Iglesia. Es referencia, lo fue de manera
especial en el Concilio de Trento, para ahondar en la palabra revelada. Pero no
solo eso, más allá del gran intelectual, que ofreció el compendio más utilizado
de Teología, tuvo su dimensión mística, que le llevó a experimentar el misterio
de Dios, no solo con la mente, sino con el corazón.
2.- La primera lectura nos conduce a la
verdad del culto; y de manera especial a cómo vivir al margen del pecado. El
autor de la carta, indica que no es factor de perdón la simple acción cultual;
es necesario, imprescindible, una actitud interior, que nos lleve, a pesar de
nuestros fallos, a desear cumplir la voluntad de Dios. Es advertencia
necesaria, ante cierta mecanización que podemos hacer de nuestro culto y en
concreto de los sacramentos, como si tuvieran eficacia al margen de la actitud
interior. Esa actitud interior la manifestamos en el rezo del padrenuestro: que
se haga la voluntad de Dios. Solo desde buscar y acatar esa voluntad vale
nuestro culto y se supera el pecado. Es lo que se repite en el salmo
responsorial: “estamos aquí para cumplir la voluntad de Dios”.
3.- El que haga la voluntad de Dios, ése es
mi hermano y mi hermana y mi madre
En la línea de lo indicado a propósito de la
primera lectura vemos que María es madre, no solo por dar a luz a Jesús, sino
antes y sobre todo porque acogió la palabra, y “cumplió la voluntad de Dios”.
San Agustín ya lo indicó: más que la razón biológica, fue esa actitud ante los
planes -la voluntad- de Dios sobre ella lo que la convierte en madre.
Declaración manifiesta de que lo que nos constituye en la verdad de lo que
somos es nuestra interioridad. El Vaticano II en el documento Gaudium et spes
lo señaló con contundencia: "No se equivoca el hombre cuando se reconoce
superior a las cosas corporales y no se considera sólo una partícula de la
Naturaleza o un elemento anónimo de la sociedad humana. Pues, en su
interioridad, el hombre es superior al universo entero; retorna a esta profunda
interioridad cuando vuelve a su corazón, donde Dios, que escucha los corazones,
le aguarda y donde él mismo, bajo los ojos de Dios, decide sobre su propio
destino"
“Cuídate” nos dicen allegados y amigos al
despedirse. En efecto hay que cuidarse. Sobre todo, cuidar nuestro interior,
que es lo que indica la verdad de lo que somos. ¿Nos cuidamos?
Santo Tomás de Aquino
Nació alrededor del año 1225, de la familia de los condes de Aquino. Estudió
primero en el monasterio de Montecasino, luego en Nápoles; más tarde ingresó en
la Orden de Predicadores, y completó sus estudios en París y en Colonia, donde
tuvo por maestro a san Alberto Magno.
Escribió muchas obras llenas de
erudición y ejerció también el magisterio, contribuyendo en gran manera al
incremento de la filosofía y de la teología.
Murió cerca de Terracina el día 7
de marzo de 1274. Su memoria se celebra el día 28 de enero por razón de que en
esa fecha tuvo lugar, en el año 1369, el traslado de su cuerpo a Tolosa del
Languedoc.
Es patrono de los teólogos y de las universidades.
Vida
de Santo Tomás de Aquino
Se conocen los acontecimientos principales de
su vida, pero los biógrafos difieren en cuanto a algunos detalles y fechas.
Henry Denfile falleció antes de poder cumplir su proyecto de escribir una vida
crítica del santo. El amigo y alumno de Denfile, Dominic Prümmer, O. P.,
profesor de teología en la Universidad de Friburgo, Suiza, se encargó de la
obra y publicó el "Fontes Vitae S. Thomae Aquinatis, notis historicis et
criticis illustrati"; y el primer fascículo (Toulouse, 1911) ya ha
aparecido, dando la vida de Santo Tomás por Peter Calo (1300), publicado ahora
por primera vez. Tolomeo de Lucca ... dice que cuando murió el santo, se dudaba
sobre su edad exacta (Prümmer, op. cit. 45). Normalmente se da el fin de 1225
como el momento de su nacimiento. El P. Prümmer, basándose en Calo, cree que
1227 es la fecha más probable (op. cit., 28). Hay un acuerdo general en que su
muerte ocurrió en 1274.
Landolfo, su padre, era Conde de Aquino.
Teodora, su madre, Condesa de Teano. Su familia estaba emparentada con los
Emperadores Enrique VI y Federico II, y los Reyes de Aragón, Castilla y
Francia. Calo cuenta que un santo ermitaño predijo su carrera, diciéndole a
Teodora antes de su nacimiento: "Entrará en la Orden de los Frailes
Predicadores, y su conocimiento y santidad serán tan grandes que en vida, no se
encontrará nadie que le iguale". (Prümmer, op. cit., 18). A los cinco
años, según las costumbres de la época, fue enviado a recibir su primera
formación con los monjes Benedictinos de Monte Casino. Diligente en sus
estudios, desde muy pequeño se observó su buena disposición para la meditación
y la oración, y su maestro se sorprendió al oírle preguntar repetidas veces:
"¿Que es Dios?"
Alrededor del año 1236, le enviaron a la
Universidad de Nápoles. Calo dice que el traslado se hizo por iniciativa del
Abad de Monte Casino, quien escribió al padre de Tomás que un chico de su
talento no debe ser dejado en la sombra (Prümmer, op. cit., 20). En Nápoles,
sus maestros fueron Pietro Martín y Petrus Hibernos. El cronista dice que
pronto superó a Martín en gramática y fue transferido a Pedro de Irlanda quién
le formó en Lógica y ciencias Naturales. Las costumbres de la época dividían
Filosofía y Letras en dos cursos: el Trivium, que cubría Gramática, Lógica y
Retórica; el Quadrivium, que se componía de Música, Matemática, Geometría y
Astronomía... Tomás repetía las lecciones con mayor profundidad y lucidez que
sus maestros. El corazón del joven se había conservado puro en medio de la
corrupción que le rodeaba, y decidió abrazar la vida religiosa.
Entre 1240 y 1243 recibió el hábito de la
Orden de Santo Domingo, atraído y dirigido por Juan de San Julián, un conocido
predicador del convento de Nápoles. La ciudad estaba asombrada al ver a un
noble joven como él tomar el hábito de un pobre fraile. Su madre, con
sentimientos de alegría y tristeza a la vez, se apresuró a ir a Nápoles a ver a
su hijo. Los Dominicos, temiendo que se lo llevaran, le enviaron a Roma, aunque
su destino final sería París o Colonia. Teodora convenció a los hermanos de
Tomás, que eran soldados del Emperador Federico, capturaron al novicio cerca
del pueblo de Aquependente y le recluyeron en la fortaleza de San Juan de Rocca
Secca. Allí estuvo detenido casi dos años, mientras sus padres, hermanos y
hermanas hacían todo lo posible para destruir su vocación. Sus hermanos incluso
tendieron trampas a su virtud, pero el puro novicio echó de la habitación a la
tentadora con un tizón que sacó del fuego. Hacia el fin de su vida, Santo Tomás
le confió a su fiel amigo y compañero, Reinaldo de Piperno, el secreto de un
favor especial que recibió entonces. Cuando echó a la tentadora de la
habitación, se arrodilló y ardientemente imploró a Dios que le concediera la
integridad de mente y cuerpo. Cayó en un sueño ligero, y mientras dormía, dos
ángeles se le aparecieron para asegurarle que su oración había sido escuchada.
Le ciñeron un cinturón, diciendo: "Te ceñimos con el cinturón de la
virginidad perpetua." Y desde ese día en adelante jamás experimentó el más
leve movimiento de la concupiscencia.
El tiempo en cautiverio no fue perdido. Su
madre empezó a ceder tras los primeros impulsos de ira y tristeza; se les
permitió a los Dominicos proporcionarle nuevos hábitos, y con la ayuda de su
hermana obtuvo algunos libros -las Sagradas Escrituras, la Metafísica de
Aristóteles y las "Sentencias" de Pedro Lombardo. Tras año y medio o
dos en prisión, sea porque su madre se dio cuenta de que la profecía del
ermitaño se cumpliría o bien porque sus hermanos temían las amenazas de
Inocencio IV y Federico II, fue puesto en libertad bajándolo en un cesto a los
brazos de los Dominicos que se admiraron al darse cuenta de que durante su
cautiverio "había progresado tanto como si hubiera estado en un studium
generale" (Calo op. cit., 24).
Tomás enseguida hizo sus votos, y sus
superiores le mandaron a Roma. Inocencio IV examinó con atención los motivos
que le llevaron a entrar en la Orden de Predicadores, le despidió con una
bendición y prohibió cualquier interferencia en su vocación. Juan el Teutón,
cuarto Maestro General de la Orden, llevó al joven estudiante a París y según
la mayoría de los biógrafos del santo, a Colonia, en 1244 o 1245, a cargo de
Alberto Magno, el más famoso profesor de la Orden. En las escuelas, el carácter
humilde y taciturno de Tomás fue mal interpretado como indicios de retraso
mental, pero cuando Alberto escuchó su brillante defensa de una difícil tesis,
exclamó: "Llamamos a este joven un buey mudo, pero su mugido doctrinal un
día resonará hasta los confines del mundo."
En 1245 enviaron a Alberto a París y Tomás le
acompañó como alumno. En 1248 ambos volvieron a Colonia. Alberto había sido
nombrado regente del nuevo studium generale, erigido aquel año por el Capítulo
General de la Orden y Tomás debía enseñar bajo su autoridad como Bachiller.
Durante su estancia en Colonia, probablemente en 1250, fue ordenado sacerdote
por Conrado de Hochstaden, arzobispo de esa ciudad. Durante toda su vida, con
frecuencia predicó la Palabra de Dios en Alemania, Francia e Italia. Sus sermones
se caracterizaban por su fuerza, piedad, solidez en la enseñanza y abundantes
referencias bíblicas. En 1251 o 1252, el Maestro General de la Orden,
aconsejado por Alberto Magno y Hugo de San Caro, nombró a Tomás Bachiller
(subregente) del studium Dominico en París. Este nombramiento puede
considerarse como el principio de su vida pública, ya que su enseñanza
rápidamente llamó la atención tanto de profesores como de alumnos. Sus deberes
consistían principalmente en explicar las "Sentencias" de Pedro
Lombardo, y sus comentarios sobre ese texto teológico le proporcionaron el
material y en gran parte, en esquema general para su obra magna, la "Summa
Theologica". En el transcurso del tiempo, se le ordenó prepararse para el
Doctorado de Teología por la Universidad de París, pero aplazaron la concesión
del título por una disputa entre la universidad y los frailes. El conflicto, en
su origen una disputa entre la universidad y las autoridades civiles surgió
tras un incidente con la guardia de la ciudad que resultó en un estudiante
muerto y otros tres heridos. La universidad, celosa de su autonomía, exigía una
satisfacción que le fue negada. Los doctores cerraron sus facultades, juraron
solemnemente que no las abrirían hasta ver satisfechas sus demandas y
decretaron que en e futuro a nadie se le conferiría el título de doctor a menos
que jurase seguir la misma línea de conducta en circunstancias similares. Los
Dominicos y Franciscanos, que habían seguido enseñando en sus escuelas se
negaron a hacer el juramento exigido, y de aquí surgió un amargo conflicto que
estaba en su punto álgido cuando Santo Tomás y San Buenaventura estaban
preparados para recibir sus doctorados. Guillermo de San Amour extendió la
disputa más allá del tema original, atacó violentamente a los Frailes, de los
que estaba evidentemente celoso, y les negó su derecho a ocupar cátedras en la
universidad. Contra su libro "De periculis novissimorum temporum"
(Los peligros de los Últimos Tiempos) Santo Tomás escribió el tratado
"Contra impugnantes religionem", una apología de las órdenes
religiosas (Touron op. cit., II cc. vii sqq.). El libro de Guillermo de San
Amour fue condenado por Alejandro IV en Anagni, el 5 de octubre de 1256 y el
Papa ordenó que los frailes mendicantes fueran admitidos al doctorado.
Por estas fechas, Santo Tomás también
combatió un libro peligroso, "El Evangelio Eterno" (Touron op. cit.,
II, cxii). Las autoridades universitarias no obedecieron inmediatamente; fueron
necesarias la influencia de San Luis IX y once Breves papales para lograr de
nuevo la paz. Santo Tomás recibió su doctorado en teología. La fecha que dan la
mayoría de sus biógrafos es la del 23 de octubre de 1257. Su tema fue "La
Majestad de Cristo". Su texto, "Él riega los montes desde sus aposentos:
del fruto de sus obras se sacia la tierra" (Salmo 103, 13) sugerido, según
se cree, por un visitante celeste, fue profético de su vida futura. La
tradición cuenta que San Buenaventura y Santo Tomás recibieron el doctorado el
mismo día y que hubo una "lucha" de humildad entre los dos amigos
para ver quién sería nombrado primero.
Desde entonces, la vida de Tomás puede
resumirse en pocas palabras, orar, predicar, enseñar, escribir, viajar. La
gente deseaba más escucharle a él que a Alberto, a quien Santo Tomás superaba
en precisión, lucidez, concisión y fuerza de expresión, sino en universalidad
de conocimientos. París le reclamaba como suyo; los Papas deseaban tenerle
junto a ellos; los estudia de la Orden ansiaban disfrutar de los beneficios de
su enseñanza; así, le encontramos sucesivamente en Anagni, Roma, Bolonia,
Orvieto, Viterbo, Perugia y París de nuevo y finalmente en Nápoles, siempre
enseñando y escribiendo, viviendo en la tierra con una pasión, un celo ardiente
por exponer y defender la verdad Cristiana. Tan dedicado estaba a su sagrada
misión que con lágrimas pedía que no le obligaran a aceptar la titularidad del
Arzobispado de Nápoles, que le fue conferido por Clemente IV en 1265. Si
hubiese aceptado este nombramiento, muy probablemente nunca hubiera escrito la
"Summa Theologica".
Cediendo a las peticiones de sus hermanos, en
varias ocasiones participó en las deliberaciones de los Capítulos Generales de
la Orden. Uno de dichos capítulos tuvo lugar en Londres en 1263. En otro,
celebrado en Valenciennes (1259) colaboró con Alberto Magno y Pedro de
Tarentasia (que sería el Papa Inocencio V) a formular un sistema de estudios
que substancialmente permanece hasta hoy en los studia generalia de la Orden
Dominicana. (cf. Douais, op. cit.)
No sorprende leer en las biografías de Santo
Tomás que frecuentemente se abstraía y quedaba en éxtasis. Hacia el final de su
vida estos momentos de éxtasis se sucedían con mayor frecuencia. Una vez en
Nápoles, en 1273, tras completar su tratado sobre la Eucaristía, tres hermanos
le vieron levitar en éxtasis, y oyeron una voz que venía del crucifijo del
altar que decía: "Has escrito bien de mí, Tomás, que recompensa
deseas?". Tomás respondió, "Nada más que a ti, Señor". (Prümmer,
op. cit., p.38). Se dice que esto se repitió en Orvieto y París.
Y el 6 de diciembre de 1273, dejó su
pluma y no escribió más. Ese día, durante la Misa, experimentó un éxtasis de
mucha mayor duración que la acostumbrada; sobre lo que le fue revelado sólo
podemos conjeturar por su respuesta al Padre Reinaldo, que le animaba a
continuar sus escritos: "No puedo hacer más. Se me han revelado tales
secretos que todo lo que he escrito hasta ahora parece que no vale para
nada" (modica, Prümmer, op. cit., p. 43). La Summa Theologica había sido
terminada solo hasta la pregunta 90 de la tercera parte (De partibus
poenitentiae).
Tomás comenzó su preparación inmediata para
la muerte. Gregorio X, habiendo convocado un concilio general a celebrar en
Lyon el primero de mayo de 1274, invitó a Santo Tomás y San Buenaventura a
participar en las deliberaciones, ordenó al primero traer al concilio su
tratado "Contra errores Graecorum" (Contra los Errores de los
Griegos). Intentó obedecer y salió a pie en enero de 1274, pero le fallaron las
fuerzas; cayó desplomado cerca de Terracina, desde donde le llevaron al
Castillo de Maienza, hogar de su sobrina la Condesa Francesca Ceccano. Los
monjes cistercienses de Fossa Nuova, insistieron para que se alojara con ellos,
y así fue trasladado a su monasterio, y al entrar, le susurró a su compañero:
"Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré porque lo
deseo" (Salmo 131:14). Cuando el P. Reinaldo le pidió que se quedase en el
castillo, el santo replicó: "Si el Señor desea llevarme consigo, será
mejor que me encuentre entre religiosos que entre laicos". Los Cistercienses
le brindaron tantas atenciones y bondad, que abrumaron el sentido de humildad
de Tomás. "¿A qué viene tanto honor", exclamó, "que siervos de
Dios lleven la leña para mi hoguera?". Ante la insistencia de los monjes,
el santo dictó un breve comentario sobre el Cantar de los Cantares.
El final se acercaba; se le administró la
Extremaunción. Cuando entraron con el Sagrado Viático a su habitación,
pronunció el siguiente acto de fe:
Si en este mundo hubiese algún conocimiento
de este sacramento más fuerte que el de la fe, deseo ahora usarlo en afirmar
que creo firmemente y sé de cierto que Jesucristo, Dios Verdadero y Hombre
Verdadero, Hijo de Dios e Hijo de la Virgen María está en este Sacramento... Te
recibo a Ti, el precio de mi redención, por cuyo amor he velado, estudiado y
trabajado. A Ti he predicado, a Ti he enseñado. Nunca he dicho nada en Tu
contra: si dije algo mal, es sólo culpa de mi ignorancia. Tampoco quiero ser
obstinado en mis opiniones, así que someto todas ellas al juicio y enmienda de
la Santa Iglesia Romana, en cuya obediencia ahora dejo esta vida.
Murió el 7 de marzo de 1274. Numerosos
milagros atestiguaron su santidad. Fue canonizado por Juan XXII, el 18 de julio
de 1323. Los monjes de Fossa Nuova querían a toda costa quedarse con sus
sagrados restos, pero Urbano V ordenó que el cuerpo fuera entregado a sus
hermanos Dominicos, siendo trasladado solemnemente a la iglesia Dominica de
Toulouse, el 28 de enero de 1369. La magnífica capilla erigida en 1628 fue
destruida durante la revolución francesa y su cuerpo trasladado a la iglesia de
San Sernin, donde reposa hasta el día de hoy en un sarcófago de oro y plata,
que fue solemnemente bendecido por el Cardenal Desprez el 24 de julio de 1878.
El hueso mayor de su brazo izquierdo se conserva en la catedral de Nápoles. El
brazo derecho, donado a la Universidad de París y originalmente conservado en
la Capilla de Santo Tomás de la iglesia Dominicana, se guarda actualmente en la
iglesia Dominicana de Santa María sopra Minerva en Roma a donde llegó tras la
revolución francesa.
Calo (Prümmer, op. cit., p. 401) dio una
descripción de la apariencia del santo: dice que sus rasgos se correspondían
con la grandeza de su alma. Era alto y corpulento, erguido y bien
proporcionado. Su tez era "como el color del trigo nuevo": su cabeza
era grande y bien formada y era algo calvo. Todos los retratos lo representan
con porte noble, meditativo, dulce y a la vez fuerte. San Pío V proclamó a
Santo Tomás Doctor de la Iglesia en 1567. En la Encíclica "Aeterni
Patris" del 4 de agosto de 1879 sobre la restauración de la filosofía
cristiana, León XIII le declaró "príncipe y maestro de todos los doctores
escolásticos". El mismo ilustre pontífice, mediante una Breve del 4 de
agosto de 1880, le designó patrono de todas las universidades, academias y
escuelas católicas de todo el mundo.
(Fuente: Enciclopedia
Católica)
No hay comentarios:
Publicar un comentario