22 - DE
ENERO – MIERCOLES –
2ª- SEMANA DE T.O. – C
SAN VICENTE
Lectura
de la carta a los Hebreos (7,1-3.15-17):
MELQUISEDEC, rey de Salén, sacerdote del
Dios altísimo, salió al encuentro de Abrahán cuando este regresaba de derrotar
a los reyes, lo bendijo y recibió de Abrahán el diezmo del botín.
Su
nombre significa, en primer lugar, Rey de Justicia, y, después, Rey de Salén,
es decir, Rey de Paz.
Sin
padre, sin madre, sin genealogía; no se menciona el principio de sus días ni el
fin de su vida.
En
virtud de esta semejanza con el Hijo de Dios, es sacerdote perpetuamente.
Y
esto resulta mucho más evidente si surge otro sacerdote a semejanza de
Melquisedec, que no ha llegado a serlo en virtud de una legislación carnal,
sino en fuerza de una vida imperecedera; pues está atestiguado:
«Tú
eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec».
Palabra de Dios
Salmo:
109,1.2.3.4
R/.
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec
V/. Oráculo del Señor a mi
Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus
pies». R/.
V/. Desde Sión extenderá
el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. R/.
V/. «Eres príncipe desde
el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré,
desde el seno, antes de la aurora». R/.
V/. El Señor lo ha jurado
y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec». R/.
Lectura
del santo evangelio según san Marcos (3,1-6):
EN aquel tiempo, Jesús
entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano
paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
Entonces
le dice al hombre que tenía la mano paralizada:
«Levántate
y ponte ahí en medio».
Y
a ellos les pregunta:
«¿Qué
está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un
hombre o dejarlo morir?».
Ellos
callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su
corazón, dice al hombre:
«Extiende
la mano».
La
extendió y su mano quedó restablecida.
En
cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar
con él.
Palabra del Señor
1.- "Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec"
La carta a los Hebreos, es uno de los
escritos teológicos más importantes del Nuevo Testamento. La doctrina sobre el
sacerdocio de Cristo, y el valor sacrificial de su muerte, figuran en esta
carta como uno de los puntos más llamativos.
En este fragmento se nos presenta la figura
de Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo, a quien Abrahán, después de su
victoria sobre los reyes, le había entregado el diezmo del botín conquistado, y
éste había bendecido al patriarca Abrahán por el Dios Altísimo.
Melquisedec era también rey de Salem, cuyo
nombre y cargo significaban “Rey de justicia” y “Rey de paz”, sin que en las
escrituras se nombrara nada de su padre o de su madre, es decir, no aparece
genealogía alguna, o sea, que no figuran ni su principio, ni su fin, lo que da
pie a que se asemeje a Cristo, Hijo de Dios, y se les considere a ambos como
“Sacerdote para siempre”.
Esto nos permite entender la supremacía de
Jesucristo sobre cualquier otro sacerdote o sumo sacerdote del segundo templo
de Jerusalén.
El autor quiere manifestar, sobre todo a
aquellos cristianos procedentes del judaísmo, que pudieran añorar los ritos
cargados de boato y ostentación de los sacerdotes judíos, que Jesús es un
sacerdote eterno que, con su muerte en la cruz, es la garantía de una alianza
más valiosa que la del Sinaí, pues puede salvar definitivamente a los que se
acercan a Dios por medio de Él, ya que vive para siempre para interceder a
favor de toda la humanidad.
El salmo 109 nos insiste: “Tú eres sacerdote
eterno, según el rito de Melquisedec”, y aún nos dice más, “siéntate a mi
derecha y haré de tus enemigos estrado de tus pies”.
2.- "Echando en torno una mirada de ira
y dolido por la dureza de su corazón…"
Marcos en el inicio de su capítulo tercero
nos presenta a Jesús que entra en la Sinagoga donde había un hombre con una
mano paralizada.
Con anterioridad, los fariseos le habían
preguntado por qué sus discípulos hacían lo que no estaba permitido en sábado
ya que al cruzar un sembrado habían arrancado espigas para comérselas, y les
había sentenciado que “el sábado se había hecho para el hombre, no el hombre
para el sábado”.
Los fariseos lo acechaban para ver si curaba
en sábado y es cuando les pregunta: ¿Qué está permitido hacer en sábado? ¿Lo
bueno o lo malo?, ¿salvar la vida a un hombre o dejarlo morir? Y ellos dieron
la callada por respuesta, y Jesús, tremendamente dolido, por comprobar la
dureza de su corazón, curó al paralítico, por lo que los fariseos y sus
compinches, se empeñaron en acabar con él.
3.- En la vida nos encontramos con multitud
de situaciones que, ante violaciones de derechos humanos, o ante situaciones
atroces de maltrato o violencia, nuestra reacción es mirar hacia otro lado,
como si esas situaciones no fueran algo que nos compete. Somos incapaces de
escuchar, no solo de oír, los gritos clamando justicia de aquellos hermanos
nuestros que están sufriendo por culpa del egoísmo o maltrato ajeno.
Como seguidores de Jesús no podemos
permanecer indiferentes ante las injusticias, no nos pide reacciones violentas,
pero si ser capaces de denunciar todo lo que atenta contra la dignidad de los
seres humanos.
Jesús, amor de Dios encarnado, quiere la
felicidad de todos, pues todos somos hijos de Dios, y como tales coherederos
del Reino, por lo tanto nos pide valentía y coherencia con lo que decimos
creer.
Hoy la Iglesia celebra la memoria de San
Vicente Mártir, joven diácono aragonés que permaneció fiel a su fe a pesar de
los múltiples tormentos a los que fue sometido, muriendo finalmente, pero su
convicción fue firme e inamovible.
¿Vemos en Jesús al intercesor eterno que nos
quiere y nos cuida? Ante la injusticia ¿miramos hacia otro lado? ¿Somos
coherentes para denunciar las violaciones de la dignidad humana?
Vicente, diácono de la Iglesia de
Zaragoza, sufrió un atroz martirio en Valencia, durante la persecución de Diocleciano
(284-305). Su culto se difundió enseguida por toda la Iglesia.
Por orden del
emperador romano Diocleciano (284-305), llega a Hispania el prefecto
(gobernador) de la Cartaginense, Daciano (de origen griego), con la orden de
reprimir a los cristianos. Diocleciano había firmado un edicto por el cual
todos los habitantes del imperio deben adorar al emperador como si de un Dios
se tratara.
Daciano ante
la negativa de Vicente y Valero de adorar al emperador se los lleva arrestados
a la colonia romana de "Valentia" (Valencia), ya que no se atrevía a
juzgarlos en Zaragoza ante la gran simpatía que levantaban ambos. Valentia por
aquel entonces era una ciudad todavía poco o nada cristianizada.
Columna donde
fue atado San Vicente Martir de camino a Valencia Azulejo existente en la parte
superior de la columna Vienen a Valencia arrestados y a pie y en condiciones
lamentables. Antes de entrar en la ciudad, los romanos quisieron pasar la noche
en una posada, dejando a Vicente atado a una columna en el patio. Derribada
aquella posada, la columna se conserva en la Iglesia de Santa Mónica, donde es
venerada por los fieles.
En el juicio
el obispo Valerio que tenía dificultad en el habla (se cree que era tartamudo)
encarga a Vicente que hable por ambos. Durante el mismo Valerio es desterrado,
mientras que a Vicente lo somete a tortura para provocar su apostasía (potro o
ecúleo, garfios, tenazas y fuego).
Dice Vicente
"Hay dentro de mi Otro a quien nada ni nadie pueden dañar; hay un Ser
sereno y libre, integro y exento de dolor. ¡Eso que tú, con tan afanosa furia
te empeñas en destruir, es un vaso frágil, un vaso de barro que el esfuerzo más
leve rompería. Esfuérzate, en castigar y en torturar a Aquel que está dentro de
mi, que tiene debajo de sus pies tu tiránica insania. A este, a éste,
hostígale; ataca a éste, invicto, invencible, no sujeto a tempestad alguna y
sumiso a sólo Dios"
Daciano dijo:
Sacad de aquí al obispo, pues es justo que sufra la pena del destierro, por
haber despreciado el edicto imperial. Más a este rebelde hay que someterle a
más duros tormentos. Sujetadle al potro, y allí descoyuntadle los miembros y
desgarradle todo el cuerpo. Que pase a la tortura de ley y recorra los más
dolorosos tormentos y, si tanto tiempo dura su alma, por lo menos que se rinda
su cuerpo entre los suplicios. Mientras viva no puede ése vencerme a mí. Bajado
entonces Vicente del caballete, fue llevado por los verdugos al suplicio del
fuego. Pero Vicente, con más pertinaz confesión que de principio seguía
confesando a Cristo Señor.
Vicente,
vuelto hacia Daciano, dijo: "Hasta ahora todo tu discurso se ha dirigido a
invitarnos a renegar de la fe; pero has de saber que nosotros profesamos el
culto de la religión cristiana y nos declaramos servidores y testigos del único
Dios verdadero, que permanece por los siglos".
Por último, es
enviado a prisión, a una celda llena de vidrios rotos. Allí recibe una
aparición evangélica, narrada en las "Actas de su Pasión" así como
por el poeta hispano Aurelio Prudencio. "Un coro de ángeles vienen a
consolar al mártir. Iluminan el antro horrible, cubren el suelo de flores y
alegran las tinieblas con sus armonías (Prudencio)
Ya no quedaba
parte alguna entera del cuerpo de Vicente, una llaga renueva a otra llaga. Pero
el siervo de Dios, firme en la fe, levantados los ojos al cielo, oraba al
Señor. Enterado Daciano de esto exclamó: "Estamos vencidos. Sin embargo,
un suplicio queda todavía: buscad un lugar tenebroso, separado de toda luz,
condenado a eterna noche, una cárcel dentro de la propia cárcel. Esparcid por
el suelo pedazos de puntiagudas tejas, a fin de que cualquier parte que toque
su cuerpo, se clave en las ásperas puntas. Dejadle encerrado en las tinieblas,
a fin de que ni con los ojos respire a la luz. No quede allí hombre alguno,
para que no se anime ni con la compañía de palabra alguna. Todo esté cerrado y
con los cerrojos echados".
Pero la noche de aquella cárcel es invadida de eterna luz, más radiante que
el sol. La horrible soledad queda poblada por la multitud de ángeles, que le
rodean como una muralla, y le consuelan en su tribulación.
Dice Prudencio
describiendo la cárcel de San Vicente "Hay en lo más hondo del calabozo un
lugar más negro que las mismas tinieblas, cerrado y ahogado por las piedras de
una bóveda baja y estrecha. Reina allí una noche eterna, que jamás disipa el
astro del día; allí tiene su infierno la prisión horrible. Pero Cristo no
abandona a su siervo y se apresura a otorgarle el premio prometido a la
paciencia, puesta a prueba en tantos y tan duros combates".
"Guirnaldas de ángeles ciñen con su vuelo la tenebrosa mazmorra".
¿Qué más
podemos hacer? Estamos vencidos. LLevadle a un lecho de blandos colchones. No
quiero hacerlo más glorioso, si le hago morir entre los tormentos. Que tras
curar sus heridas sea de nuevo torturado.
Si no puedo
vencerle vivo, le castigaré, por lo menos, muerto. Arrojadle a un campo raso,
sin nada delante que lo defienda, para que el cadáver consumido por fieras y
aves no deje rastro de sí, no sea que los cristianos, recogiendo sus reliquias,
lo veneren como mártir.
Pienso que ya
ni muerto le podré vencer. Ya que en tierra no pudo consumirse, sea sumergido
en alta mar. Que por lo menos los mares encubran su victoria.
En prisión encuentra la muerte el 22 de enero del 304.
Lugares
vicentinos, son aquellos que guardan relación con la pasión y martirio del
santo, así en Valencia contamos con San Vicente de la Roqueta (lugar donde fue
enterrado), la Cripta o Cárcel de San Vicente (lugar donde según la tradición
sufrió martirio) y la Cárcel de San Vicente (donde estuvo encerrado). También
la Iglesia de Santa Mónica donde se encuentra la columna donde fue atado el
santo antes de entrar en Valencia proveniente de Zaragoza. Según la tradición
esta columna se encontraba en un mesón que llevaba por nombre de las Dos
Puertas y se encontraba en la calle Sagunto. Derribado el edificio la columna
pasó a la Iglesia de Santa Mónica donde permanece hasta el día de hoy. Otro
lugar vicentino es la Iglesia de San Vicente Mártir en la calle de la Ermita
construida sobre el lugar que según la tradición se encontraba el mudalar donde
fue arrojado el cadáver del santo. En esta iglesia se encuentra una cripta
donde se venera el "llit de Sant Vicent". Otro lugar vicentino en la
ciudad de Valencia es la conocida como Cárcel de Santa Tecla, que es otra de
las cárceles donde según la tradición estuvo preso San Vicente Mártir.
Durante la
dominación musulmana San Vicente de la Roqueta era lugar de peregrinación de la
población mozárabe de Valencia, pero en tiempos de Abderraman I (755-788), ante
la posibilidad de que los restos del santo fueran profanados, fueron llevados
en secreto al Cabo de San Vicente, en Portugal donde se pierde su memoria
histórica o legendaria. O tal vez sencillamente fueron ocultados en algún lugar
secreto de la ciudad o alrededores donde con el paso del tiempo se ha perdido
la memoria.
Cuando el rey
Jaime I el Conquistador puso sitio a la ciudad de Valencia, estableció su
campamento en Ruzafa, y uno de los primeros lugares que ocupó militarmente fue
la iglesia de San Vicente de la Roqueta (extramuros de la ciudad musulmana).
Suyas son las palabras que dicen que San Vicente es el santo protector de la
reconquista de Valencia.
En un
documento fechado el 16 de junio de 1263 y conservado en el Archivo de la
Corona de Aragón se dice: Estamos firmemente convencidos de que Nuestro Señor
Jesucristo, por las oraciones, especialmente del bienaventurado Vicente, nos
entregó la ciudad y todo el reino de Valencia y los libró del poder y de las
manos de los paganos".
Junto a la
iglesia de San Vicente de la Roqueta, el rey mandaría construir un hospital de
peregrinos, pondría bajo su protección el templo y mandaría que el estandarte o
pendon (penó de la conquesta) que hicieron ondear los musulmanes sobre las
murallas de la ciudad en señal de rendición quedara depositado en este templo.
Martirio
Vicente fue
colocado en una cruz en aspa y torturado en el potro, después en la catasta
donde le rompieron los huesos, le azotaron, le abrieron las carnes con uñas de
garfios de acero. Luego fue desollado y colocado en una parrilla en ascuas. Más
tarde arrojado a prisión donde falleció.
Tirado a un
muladar (basurero) fue defendido por un cuervo, por lo que Daciano ordenó que
fuera arrojado al mar en el interior de un odre y con una piedra de molino,
pero milagrosamente fue devuelto a la orilla en una playa cercana a Portus
Sucronis (actual Cullera), donde una mujer llamada Jónica (Ionicia) lo escondió
hasta que en el año 313 Constantino el Grande promulgó el Edicto de Milán,
pudiendo recibir entonces sepultura en una pequeña iglesia situada en las
afueras de Valencia que recibirá el nombre de San Vicente de la Roqueta. Sobre
el lugar donde según la tradición las olas del mar devolvieron el cuerpo de san
Vicente a tierra, se levanta una ermita conocida con el nombre de Ermita de San
Lorenzo.
En la Catedral
de Valencia se conserva el brazo izquierdo del protomártir, regalado por Pietro
Zampieri de la diócesis de Padua (Venecia) el 22 de enero de 1970. La reliquia
se encuentra en la Capilla de la Resurrección situada detrás del Altar Mayor.
El camino que realizó
San Vicente Mártir desde Zaragoza (Caesaraugusta) pasa por Cariñena, Daroca,
Forcall, Morella, Traiguera, donde enlaza con la Via Augusta hacia Sagunto y
Valencia y se supone que se realizó a finales de diciembre del 303 o primeros
de enero del 304. En total entre 750 y 800 kilómetros hechos a pies en pleno
invierno.
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