2 - DE FEBERO
– DOMINGO –
4ª-
SEMANA DE T.O. – C
PRESENTACIÓN DEL SEÑOR
Lectura del libro de Malaquías 3,
1-4
Esto dice el Señor Dios:
«Voy a enviar a mi mensajero para
que prepare el camino ante mí.
De repente llegará a su santuario
el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en
quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo.
¿Quién resistirá el día de su
llegada?
¿Quién se mantendrá en pie ante su
mirada?
Pues es como fuego de fundidor,
como lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará
a los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y
oblación justas.
Entonces agradará al Señor la
ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño».
Palabra de Dios
Salmo: 23, 7. 8. 9. 10
R/. El Señor, Dios del universo, Él
es el Rey de la gloria
¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las
puertas eternales: va a entrar el Rey de la gloria. R/.
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe
valeroso, el Señor, valeroso en la batalla. R/.
¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las
puertas eternales: va a entrar el Rey de la gloria. R/.
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios
del universo, Él es el Rey de la gloria. R/.
Lectura de la carta a los Hebreos
2, 14-18
Lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también
participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al
señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la
muerte, pasaban la vida entera como esclavos.
Notad que tiende una mano a los
hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus
hermanos, para ser sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se
refiere, y expiar los pecados del pueblo.
Pues, por el hecho de haber
padecido sufriendo la tentación, puede auxiliar a los que son tentados.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según
san Lucas 2, 22-40
Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés,
los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de
acuerdo con lo escrito en la ley del Señor:
«Todo varón primogénito será
consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor:
«un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un
hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel;
y el Espíritu Santo estaba con él.
Le había sido revelado por el
Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor.
Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús
sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en
brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu
Salvador, a quien has presentado ante todos los
pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban
admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo y dijo a María,
su madre:
«Este ha sido puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y
a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto
los pensamientos de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana,
hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había
vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se
apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día.
Presentándose en aquel momento,
alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la
liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que
prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
El niño, por su parte, iba
creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con
él.
Palabra del Señor
Seis imágenes de Jesús.
Giotto, Presentación de Jesús en el templo
Hoy, a los 40 días del nacimiento
de Jesús la Iglesia celebra la Presentación del Señor en el templo, que es
también la fiesta de la purificación de María.
El primer aspecto recuerda que Dios
es el autor de la vida, y se simboliza con la ofrenda del primogénito, de
acuerdo con la ley contenida en Éxodo 13,11-18.
El segundo recuerda que la mujer,
al dar a luz a un nuevo ser vivo, ha estado en contacto con algo misterioso; ha
quedado «impura», aunque no en el sentido de haber hecho algo malo o haber
contraído una mancha; tiene que purificarse, como prescribe Levítico
12,1-8.
Cabría esperar que uno de estos
textos se hubiera usado como primera lectura. Pero resultarían desconcertantes
para mucha gente (suponiendo que se enterasen). Hoy día, nadie entiende que una
mujer quede «impura» por haber tenido un hijo y deba ofrecer algo en
compensación; nuestro concepto de «impureza» es muy distinto del de
los antiguos israelitas. En cuanto a la ofrenda del primogénito, aunque el
cristiano está convencido de que la vida es don de Dios, no ha sido educado en
la necesidad de expresarlo mediante la entrega del primogénito y su posterior
rescate.
Los textos que se han elegido nos
ofrecen cinco imágenes complementarias de Jesús. Imaginemos a cinco personajes
(Malaquías, un salmista, el autor de la Carta a los Hebreos, el anciano Simeón,
la profetisa Ana) que ven entrar al niño en el templo. Cada uno emitirá su
opinión sobre cómo lo considera y lo que espera de él.
1.
El mensajero terrible y purificador (Malaquías 3,1-4).
Las primeras frases encajan muy
bien con la fiesta de hoy: la entrada en el templo de Jesús. Pero el tono cambia
de repente. No es una venida pacífica y festiva. Viene a purificar a los
levitas, responsables del culto, cuyo comportamiento deja mucho que desear.
Esta segunda parte sería más fácil relacionarla con la purificación del
templo llevada a cabo por Jesús al principio de su vida (según Juan) o al final
(según los Sinópticos). La lectura podría interpretarse como anuncio de lo que
ocurrirá más tarde. Según Lucas, Jesús solo va dos veces al templo: ahora,
cuando niño, y antes de morir, para purificarlo. Aunque Malaquías se dirige a
los levitas, nos invita a todos a examinar si hacemos al Señor nuestra ofrenda
como es debido.
2. El rey de la Gloria (Salmo 23)
Este salmo se cantaba probablemente
cuando el Arca de la Alianza entraba en el templo. Aplicándolo a Jesús, se
repite como un estribillo que él es el Rey de la Gloria.
R/. El Señor, Dios del universo, es el Rey de la gloria.
¡Portones!,…..
3. Un hermano de nuestra carne y sangre (Hebreos 2,14-18)
A diferencia del Salmista, el
autor de esta carta subraya la humanidad de Jesús, que lo hace igual a todos
nosotros. No es un ángel. Y esa igualdad le permite morir y sufrir, dos cosas
esenciales en la vida humana; y con ello, ser compasivo y auxiliar a los que
pasan por la prueba del dolor.
4. El que da sentido a mi vida (Simeón)
A través de este anciano perfecto
Lucas transmite un mensaje a todos los cristianos: lo único que da sentido a su
vida es esperar al Mesías; cuando lo tiene en sus brazos, ya puede morir en
paz.
5. Luz de las naciones, gloria de Israel (Simeón)
Pero Simeón es también profeta y
puede revelar algo nuevo Jesús: será luz de las naciones. Un israelita de pura
cepa que no se encierra en los privilegios de su pueblo, sino que tiene una
visión universal. Mensaje muy actual en esta época donde el nacionalismo puede
desembocar en el tribalismo. En esta imagen de la luz se basa la fiesta de
hoy y el rito complementario de la procesión de las candelas (La Candelaria).
La liturgia da un enfoque muy personal a esta idea, relacionando los cirios
encendidos con la práctica del bien para «llegar felizmente al esplendor
de tu gloria». Sin embargo, las palabras de Simeón (y de Isaías) tienen un
alcance universal que no podemos perder de vista.
5. Una bandera discutida (Simeón a María)
Como profeta, Simeón también conoce
el futuro de Jesús («será una bandera discutida»). El rey de la Gloria,
luz de las naciones, gloria de Israel… no será aceptado por todos. Muchos (la
mayor parte del pueblo judío) se le opondrá. Esta oposición la sufrirá también
María, a la que una espada traspasará el alma, y, consiguientemente, a todos
los cristianos.
6. El libertador de Israel (Ana)
Curiosamente, la visión más política de Jesús
la propone una anciana piadosísima, que ha pasado ochenta y cuatro años (12 x
7) de viudez entre ayunos, oraciones y visita al templo. Pero, cuando ve a
Jesús, «hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel».
La esperanza de estas personas tenía un gran componente religioso, pero también
político y social: liberación de los romanos, destitución de Herodes y sus
descendientes, eliminación de las autoridades injustas. «Para servir al Señor
libres de nuestros enemigos», como rezaba Zacarías.
7. Quienes no dicen nada: Los padres de Jesús.
Lucas tiene mucho interés en
presentarlos como judíos piadosos, observantes de la Ley de Moisés. Una forma
indirecta de responder a quienes acusan a Jesús y a los cristianos de
despreciar las leyes y tradiciones judías. Pero Lucas, cuando Simeón habla del
niño como Salvador de todos los pueblos y gloria de Israel, añade un dato
desconcertante:
«José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se
decía del niño».
¿Cómo pueden admirarse después de
lo anunciado por Gabriel a María, después de una concepción y un parto
virginales, después de lo que han contado los pastores?
Podríamos decir que la admiración
procede de ver cómo se acumulan títulos sobre Jesús: Gabriel lo presentó como
rey de Israel; el ángel, a los pastores, como «el Salvador, el Mesías, el
Señor». Simeón rompe los límites de Israel y lo presenta como «luz de las
naciones». Lucas, a través del asombro de José y María pretende que también
nosotros nos asombremos de lo mucho que significará ese pequeño niño de
cuarenta días.
Y
para ti, ¿quién es Jesús y qué significa?
PRESENTACIÓN DEL SEÑOR
Los griegos llaman a esta fiesta de la Presentación del Señor «Hypapante»:
cuarenta días después de la Navidad, Jesús fue llevado al Templo por María y
José, y lo que pudo aparecer como cumplimiento de la ley de Moisés se
convirtió, en realidad, en su encuentro con el pueblo creyente y gozoso.
Se manifestó, así, como luz para
alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo, Israel.
Aunque esta fiesta
del 2 de febrero cae fuera del tiempo de navidad, es una parte integrante del
relato de navidad. Es una chispa de fuego de navidad, es una epifanía del día
cuadragésimo. Navidad, epifanía, presentación del Señor son tres paneles de un
tríptico litúrgico.
Es una fiesta
antiquísima de origen oriental. La Iglesia de Jerusalén la celebraba ya en el
siglo IV. Se celebraba allí a los cuarenta días de la fiesta de la epifanía, el
14 de febrero. La peregrina Eteria, que cuenta esto en su famoso diario, añade
el interesante comentario de que se "celebraba con el mayor gozo, como si
fuera la pascua misma"'. Desde Jerusalén, la fiesta se propagó a otras
iglesias de Oriente y de Occidente. En el siglo VII, si no antes, había sido
introducida en Roma. Se asoció con esta fiesta una procesión de las candelas.
La Iglesia romana celebraba la fiesta cuarenta días después de navidad.
Entre las iglesias
orientales se conocía esta fiesta como "La fiesta del Encuentro" (en
griego, Hypapante), nombre muy significativo y expresivo, que destaca un
aspecto fundamental de la fiesta: el encuentro del Ungido de Dios con su
pueblo. San Lucas narra el hecho en el capítulo 2 de su evangelio. Obedeciendo
a la ley mosaica, los padres de Jesús llevaron a su hijo al templo cuarenta
días después de su nacimiento para presentarlo al Señor y hacer una ofrenda por
él 1.
Esta fiesta
comenzó a ser conocida en Occidente, desde el siglo X, con el nombre de
Purificación de la bienaventurada virgen María. Fue incluida entre las fiestas
de Nuestra Señora. Pero esto no era del todo correcto, ya que la Iglesia
celebra en este día, esencialmente, un misterio de nuestro Señor. En el
calendario romano, revisado en 1969, se cambió el nombre por el de "La
Presentación del Señor". Esta es una indicación más verdadera de la
naturaleza y del objeto de la fiesta. Sin embargo, ello no quiere decir que
infravaloremos el papel importantísimo de María en los acontecimientos que
celebramos. Los misterios de Cristo y de su madre están estrechamente ligados,
de manera que nos encontramos aquí con una especie de celebración dual, una
fiesta de Cristo y de María.
La bendición de
las candelas antes de la misa y la procesión con las velas encendidas son
rasgos chocantes de la celebración actual. El misal romano ha mantenido estas
costumbres, ofreciendo dos formas alternativas de procesión. Es adecuado que,
en este día, al escuchar el cántico de Simeón en el evangelio (Lc 2,22-40),
aclamemos a Cristo como "luz para iluminar a las naciones y para dar
gloria a tu pueblo, Israel".
Lectura del libro de Malaquías 3,
1-4
Esto dice el Señor Dios:
«Voy a enviar a mi mensajero para
que prepare el camino ante mí.
De repente llegará a su santuario
el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en
quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo.
¿Quién resistirá el día de su
llegada?
¿Quién se mantendrá en pie ante su
mirada?
Pues es como fuego de fundidor,
como lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará
a los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y
oblación justas.
Entonces agradará al Señor la
ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño».
Palabra de Dios
Salmo: 23, 7. 8. 9. 10
R/. El Señor, Dios del universo, Él
es el Rey de la gloria
¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las
puertas eternales: va a entrar el Rey de la gloria. R/.
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe
valeroso, el Señor, valeroso en la batalla. R/.
¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las
puertas eternales: va a entrar el Rey de la gloria. R/.
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios
del universo, Él es el Rey de la gloria. R/.
Lectura de la carta a los Hebreos
2, 14-18
Lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también
participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al
señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la
muerte, pasaban la vida entera como esclavos.
Notad que tiende una mano a los
hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus
hermanos, para ser sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se
refiere, y expiar los pecados del pueblo.
Pues, por el hecho de haber
padecido sufriendo la tentación, puede auxiliar a los que son tentados.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según
san Lucas 2, 22-40
Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés,
los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de
acuerdo con lo escrito en la ley del Señor:
«Todo varón primogénito será
consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor:
«un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un
hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel;
y el Espíritu Santo estaba con él.
Le había sido revelado por el
Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor.
Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús
sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en
brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu
Salvador, a quien has presentado ante todos los
pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban
admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo y dijo a María,
su madre:
«Este ha sido puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y
a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto
los pensamientos de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana,
hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había
vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se
apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día.
Presentándose en aquel momento,
alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la
liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que
prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
El niño, por su parte, iba
creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con
él.
Palabra del Señor
Seis imágenes de Jesús.
Giotto, Presentación de Jesús en el templo
Hoy, a los 40 días del nacimiento
de Jesús la Iglesia celebra la Presentación del Señor en el templo, que es
también la fiesta de la purificación de María.
El primer aspecto recuerda que Dios
es el autor de la vida, y se simboliza con la ofrenda del primogénito, de
acuerdo con la ley contenida en Éxodo 13,11-18.
El segundo recuerda que la mujer,
al dar a luz a un nuevo ser vivo, ha estado en contacto con algo misterioso; ha
quedado «impura», aunque no en el sentido de haber hecho algo malo o haber
contraído una mancha; tiene que purificarse, como prescribe Levítico
12,1-8.
Cabría esperar que uno de estos
textos se hubiera usado como primera lectura. Pero resultarían desconcertantes
para mucha gente (suponiendo que se enterasen). Hoy día, nadie entiende que una
mujer quede «impura» por haber tenido un hijo y deba ofrecer algo en
compensación; nuestro concepto de «impureza» es muy distinto del de
los antiguos israelitas. En cuanto a la ofrenda del primogénito, aunque el
cristiano está convencido de que la vida es don de Dios, no ha sido educado en
la necesidad de expresarlo mediante la entrega del primogénito y su posterior
rescate.
Los textos que se han elegido nos
ofrecen cinco imágenes complementarias de Jesús. Imaginemos a cinco personajes
(Malaquías, un salmista, el autor de la Carta a los Hebreos, el anciano Simeón,
la profetisa Ana) que ven entrar al niño en el templo. Cada uno emitirá su
opinión sobre cómo lo considera y lo que espera de él.
1.
El mensajero terrible y purificador (Malaquías 3,1-4).
Las primeras frases encajan muy
bien con la fiesta de hoy: la entrada en el templo de Jesús. Pero el tono cambia
de repente. No es una venida pacífica y festiva. Viene a purificar a los
levitas, responsables del culto, cuyo comportamiento deja mucho que desear.
Esta segunda parte sería más fácil relacionarla con la purificación del
templo llevada a cabo por Jesús al principio de su vida (según Juan) o al final
(según los Sinópticos). La lectura podría interpretarse como anuncio de lo que
ocurrirá más tarde. Según Lucas, Jesús solo va dos veces al templo: ahora,
cuando niño, y antes de morir, para purificarlo. Aunque Malaquías se dirige a
los levitas, nos invita a todos a examinar si hacemos al Señor nuestra ofrenda
como es debido.
2. El rey de la Gloria (Salmo 23)
Este salmo se cantaba probablemente
cuando el Arca de la Alianza entraba en el templo. Aplicándolo a Jesús, se
repite como un estribillo que él es el Rey de la Gloria.
R/. El Señor, Dios del universo, es el Rey de la gloria.
¡Portones!,…..
3. Un hermano de nuestra carne y sangre (Hebreos 2,14-18)
A diferencia del Salmista, el
autor de esta carta subraya la humanidad de Jesús, que lo hace igual a todos
nosotros. No es un ángel. Y esa igualdad le permite morir y sufrir, dos cosas
esenciales en la vida humana; y con ello, ser compasivo y auxiliar a los que
pasan por la prueba del dolor.
4. El que da sentido a mi vida (Simeón)
A través de este anciano perfecto
Lucas transmite un mensaje a todos los cristianos: lo único que da sentido a su
vida es esperar al Mesías; cuando lo tiene en sus brazos, ya puede morir en
paz.
5. Luz de las naciones, gloria de Israel (Simeón)
Pero Simeón es también profeta y
puede revelar algo nuevo Jesús: será luz de las naciones. Un israelita de pura
cepa que no se encierra en los privilegios de su pueblo, sino que tiene una
visión universal. Mensaje muy actual en esta época donde el nacionalismo puede
desembocar en el tribalismo. En esta imagen de la luz se basa la fiesta de
hoy y el rito complementario de la procesión de las candelas (La Candelaria).
La liturgia da un enfoque muy personal a esta idea, relacionando los cirios
encendidos con la práctica del bien para «llegar felizmente al esplendor
de tu gloria». Sin embargo, las palabras de Simeón (y de Isaías) tienen un
alcance universal que no podemos perder de vista.
5. Una bandera discutida (Simeón a María)
Como profeta, Simeón también conoce
el futuro de Jesús («será una bandera discutida»). El rey de la Gloria,
luz de las naciones, gloria de Israel… no será aceptado por todos. Muchos (la
mayor parte del pueblo judío) se le opondrá. Esta oposición la sufrirá también
María, a la que una espada traspasará el alma, y, consiguientemente, a todos
los cristianos.
6. El libertador de Israel (Ana)
Curiosamente, la visión más política de Jesús
la propone una anciana piadosísima, que ha pasado ochenta y cuatro años (12 x
7) de viudez entre ayunos, oraciones y visita al templo. Pero, cuando ve a
Jesús, «hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel».
La esperanza de estas personas tenía un gran componente religioso, pero también
político y social: liberación de los romanos, destitución de Herodes y sus
descendientes, eliminación de las autoridades injustas. «Para servir al Señor
libres de nuestros enemigos», como rezaba Zacarías.
7. Quienes no dicen nada: Los padres de Jesús.
Lucas tiene mucho interés en
presentarlos como judíos piadosos, observantes de la Ley de Moisés. Una forma
indirecta de responder a quienes acusan a Jesús y a los cristianos de
despreciar las leyes y tradiciones judías. Pero Lucas, cuando Simeón habla del
niño como Salvador de todos los pueblos y gloria de Israel, añade un dato
desconcertante:
«José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se
decía del niño».
¿Cómo pueden admirarse después de
lo anunciado por Gabriel a María, después de una concepción y un parto
virginales, después de lo que han contado los pastores?
Podríamos decir que la admiración
procede de ver cómo se acumulan títulos sobre Jesús: Gabriel lo presentó como
rey de Israel; el ángel, a los pastores, como «el Salvador, el Mesías, el
Señor». Simeón rompe los límites de Israel y lo presenta como «luz de las
naciones». Lucas, a través del asombro de José y María pretende que también
nosotros nos asombremos de lo mucho que significará ese pequeño niño de
cuarenta días.
Y
para ti, ¿quién es Jesús y qué significa?
PRESENTACIÓN DEL SEÑOR
Los griegos llaman a esta fiesta de la Presentación del Señor «Hypapante»:
cuarenta días después de la Navidad, Jesús fue llevado al Templo por María y
José, y lo que pudo aparecer como cumplimiento de la ley de Moisés se
convirtió, en realidad, en su encuentro con el pueblo creyente y gozoso.
Se manifestó, así, como luz para
alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo, Israel.
Aunque esta fiesta
del 2 de febrero cae fuera del tiempo de navidad, es una parte integrante del
relato de navidad. Es una chispa de fuego de navidad, es una epifanía del día
cuadragésimo. Navidad, epifanía, presentación del Señor son tres paneles de un
tríptico litúrgico.
Es una fiesta
antiquísima de origen oriental. La Iglesia de Jerusalén la celebraba ya en el
siglo IV. Se celebraba allí a los cuarenta días de la fiesta de la epifanía, el
14 de febrero. La peregrina Eteria, que cuenta esto en su famoso diario, añade
el interesante comentario de que se "celebraba con el mayor gozo, como si
fuera la pascua misma"'. Desde Jerusalén, la fiesta se propagó a otras
iglesias de Oriente y de Occidente. En el siglo VII, si no antes, había sido
introducida en Roma. Se asoció con esta fiesta una procesión de las candelas.
La Iglesia romana celebraba la fiesta cuarenta días después de navidad.
Entre las iglesias
orientales se conocía esta fiesta como "La fiesta del Encuentro" (en
griego, Hypapante), nombre muy significativo y expresivo, que destaca un
aspecto fundamental de la fiesta: el encuentro del Ungido de Dios con su
pueblo. San Lucas narra el hecho en el capítulo 2 de su evangelio. Obedeciendo
a la ley mosaica, los padres de Jesús llevaron a su hijo al templo cuarenta
días después de su nacimiento para presentarlo al Señor y hacer una ofrenda por
él 1.
Esta fiesta
comenzó a ser conocida en Occidente, desde el siglo X, con el nombre de
Purificación de la bienaventurada virgen María. Fue incluida entre las fiestas
de Nuestra Señora. Pero esto no era del todo correcto, ya que la Iglesia
celebra en este día, esencialmente, un misterio de nuestro Señor. En el
calendario romano, revisado en 1969, se cambió el nombre por el de "La
Presentación del Señor". Esta es una indicación más verdadera de la
naturaleza y del objeto de la fiesta. Sin embargo, ello no quiere decir que
infravaloremos el papel importantísimo de María en los acontecimientos que
celebramos. Los misterios de Cristo y de su madre están estrechamente ligados,
de manera que nos encontramos aquí con una especie de celebración dual, una
fiesta de Cristo y de María.
La bendición de
las candelas antes de la misa y la procesión con las velas encendidas son
rasgos chocantes de la celebración actual. El misal romano ha mantenido estas
costumbres, ofreciendo dos formas alternativas de procesión. Es adecuado que,
en este día, al escuchar el cántico de Simeón en el evangelio (Lc 2,22-40),
aclamemos a Cristo como "luz para iluminar a las naciones y para dar
gloria a tu pueblo, Israel".
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