lunes, 30 de noviembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 1 de Diciembre - MARTES – San Nahúm, profeta



1 de Diciembre  - MARTES –
San Nahúm, profeta

Evangelio: Lc 10, 21-24

En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Si Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar”. Volviéndose a los discípulos, les dijo: “¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que oís, pero no lo oyeron”.

1.   Algunos estudiosos, por ejemplo los norteamericanos del Seminario de Jesús, han dicho que estas palabras no proceden del mismo Jesús, pero la gran mayoría de los entendidos afirma que este texto, que tiene su paralelo en Mt 11, 25-26, es auténtico (J. D. G. Dunn). Estamos ante uno de los textos más profundos y misteriosos de los evangelios. Jesús afirma un “conocimiento”, entre Dios (el Padre) y el mismo Jesús, que es: 1°) Mutuo entre ellos dos. 2°) Exclusivo de ambos. Esta afirmación rebasa las posibilidades de la exégesis de este texto. Y, para explicarlo, hay que echar mano de otros conceptos. Porque se trata de que Dios mismo se manifiesta y se da a conocer en Jesús (F. Bovon). O también: conocer a Dios significa comunión con Dios (U. Luz). De forma que quien ve a Jesús, en realidad, a quien está viendo es a Dios (Jn 14, 9).

2.   ¿Qué puede significar esto? Dios es, por definición, el Trascendente. Ahora bien, ser “trascendente” no significa ser “infinitamente superior”,  sino simplemente “ser de un orden absolutamente distinto” (S. Nordmann). Es decir, “lo trascendente” no está a nuestro alcance. Ni podemos conocerlo. Ni sabemos lo que es. ¿Entonces? La solución está en Jesús. O sea, en la realidad “inmanente” de aquel hombre que fue Jesús, conocemos (lo que podemos conocer) de la realidad “trascendente” de Dios. En Jesús vemos, oímos, tocamos a Dios. Jesús, pues, nos revela, nos da a conocer cómo es Dios, dónde encontramos a Dios, lo que a Dios le gusta, y lo que le disgusta. Por eso Jesús es la “imagen” visible de “Dios invisible” (Col 1, 15), el que “nos da a conocer” al que “nadie jamás ha visto” (Jn 1, 18).

3.   Esto supuesto, ¿dónde encontramos al Dios de Jesús?  No en los “sabios”, ni en los “entendidos” de este mundo. A Dios lo encontramos en los “pequeños” (“nepioi”). De ellos, y solo de ellos, es el reinado de Dios (Mc 10, 13-16; Mt 19, 13-15; Lc 18, 16-17; Mc 9, 33-36). Porque eso de que “Dios reina” solo lo entiende y lo vive el que “nace de nuevo” (Jn 3, 1-10). Y bien sabemos que un “recién nacido” es un “niño”. En tiempo de Jesús, un niño era un ser de tan poco valor, dignidad y derechos, que con frecuencia a los recién nacidos se les tiraba a la basura (J. D. Crossan, M. Stern...). Los niños eran los “nadies”. Sabemos que “para un adulto es insultante ser comparado con un niño” (W. Cotter). Esto equivale a cambiar por completo la religión. La religión se basa en jerarquías de poder y grandeza, en ritos sagrados de dignidad. Jesús nos dice que así no encontramos a Dios. A Dios lo encuentra el que es “humilis”, que originalmente significa “cercano al suelo”. Solo el “humilis” es el que
detiene la agresión (I. Eibl-Eibesfeldt). Y, por tanto, el “pequeño” es el que contagia humanidad. Donde hay pequeñez solo hay humanidad. Así, y no por otros caminos, podremos arreglar este mundo.

San Nahúm, profeta

De muy pocos personajes de la Biblia (de ambos testamentos) tenemos datos biográficos precisos; esa inquietud no formaba parte del clima religioso en el que surgió la Biblia, y sólo de los que más detalles se cuentan, y sólo por deducción en la mayor parte de los casos, podemos anoticiarnos de la filiación de un héroe bíblico, de la época en que vivió, o de otros detalles, importantes para nosotros pero irrelevantes para el creyente de aquellos tiempos.
Nahúm, cuyo nombre significa «Yahvé consuela», no dice de sí mismo en el comienzo de su libro más que «Libro de la visión de Nahúm de Elcós». Esta ciudad, sin embargo, no ha sido identificada; existe una ciudad de Alqosh, en Iraq, cerca de la histórica Nínive, que reclama ser la ciudad de Nahúm, pero la crítica bíblica más bien supone que la ciudad a la que el profeta se refiere tuvo que estar en Judá, porque es poco probable que hubiera podido proclamar un oráculo tan violento contra Nínive en la propia Nínive, y por otro lado los destinatarios naturales del oráculo son -aunque se refiere a Nínive- los habitantes de Judá. En la actual Alqosh existe una supuesta tumba del profeta Nahúm, que se venera como tal, y en torno a ella ha surgido -como suele ocurrir- una «biografía» del profeta, según la cual habría sido un ninivita de familia hebrea. Datos puramente legendarios de poca atendibilidad, que de todos modos tienen su valor (monetario) en los circuitos turísticos.
El pequeño librito, de apenas tres capítulos, es un poema «alfabetico», un recurso estilístico de la poesía hebrea (utilizado también en los salmos y otros escritos) en el que cada verso o grupo de versos comienza con una letra del alfabeto en secuencia: alef, beth, guimmel, etc.; naturalmente, al traducirlo, ese recurso formal se pierde. El poema forma parte del conjunto que en la tradición cristiana denominamos «profetas menores», y que en la Biblia judía se denominan simplemente «Los Doce» (pero para nosotros «Doce» sin especificación son los Apóstoles), y forman un único libro apenas separados un poema de otro.
Isaías (el Segundo Isaías, es decir, el profeta o escuela profética responsable de los capítulos 40-55 de Isaías) conoció el oráculo de Nahúm, y lo glosó en su capítulo 52,7-10; por eso este verso de Nahúm nos suena mucho:
«¡He aquí por los montes los pies del mensajero de buenas nuevas,
el que anuncia la paz!» (Nah 2,1)
pero no nos «suena» por Nahúm sino por Isaías, que lo retomó poéticamente, y es a quien leemos en la liturgia. Porque Nahúm no tuvo esa suerte: está casi del todo ausente de la liturgia, tanto judía como cristiana. Nosotros leemos el viernes de la 18ª semana del Tiempo Ordinario de los años pares un extracto del oráculo de Nahúm como primera lectura de la misa. Hay que reconocer que -como se puede constatar ampliamente conociendo el plan de lecturas de la misa- en esa sola lectura de no más de diez versículos la liturgia ha conseguido extraer lo esencial del libro profético. Un libro difícil para cualquier creyente actual, porque rezuma violencia y venganza a lo largo de prácticamente todo el texto. Así comienza, precisamente, la visión: «¡Dios celoso y vengador Yahveh, vengador Yahveh y rico en ira! Se venga Yahveh de sus adversarios, guarda rencor a sus enemigos.» (Nah 1,2)
Ningún creyente actual (y no sólo cristiano sino tampoco judío) podría leer esto sin hacer una enorme trasposición simbólica para «digerir» teológicamente la cuestión de la ira y la venganza de Dios. Ira y deseos de venganza son sentimientos profundamente humanos, que repugna en la actualidad atribuirlos a Dios; podemos entender (limitadamente) el enfado de Jesús con los cambistas del templo, pero las «profecías de ira» parecen ubicarse un paso más allá de lo cristianamente -y siquiera humanamente- asimilable. Debemos por eso colocarnos en la situación que da origen a esta visión: Nínive representaba, para el creyente judío, e incluso para cualquier habitante del Oriente Medio que no fuera asirio (cuya capital fue Nínive), el prototipo del imperio prepotente y raigalmente injusto, «violadores de toda ley e instinto de humanidad» (Richard Murphy). El oráculo de Nahúm debió haber sido compuesto entre la caída de Tebas de Egipto (año 663, de la que se habla en el cap. 3) y el 612, año en que finalmente cae Nínive. De esa caída a manos de Siria «muchos corazones se alegraron» (ibid), y en Judá se vio como la confirmación de que Yahvé por fin se decidía a actuar en la historia «como en los tiempos antiguos». Pocos años más tarde sería Siria la pesadilla de Judá, y quienes finalmente destruyan el templo de Salomón y envíen el pueblo al exilio; pero eso cae fuera ya de la visión de Nahúm.
Aunque la actuación de Dios en la historia sigue siendo para nosotros un misterio, aunque el mal -especialmente el mal moral- aparenta seguir triunfando, y donde Nínive se erradica surge Siria, un oráculo como el de Nahúm alimentó la comprensión profunda de la fe judía, que aprendió a penetrar en las apariencias de la historia con ojo de «esperanza contra toda esperanza» en el Dios de la historia; y puede servirnos a nosotros si lo leemos con ese mismo espíritu, no con el de la venganza, que forma su carcaza, sino con el de la justa indignación ante el mal, y la propia donación a la misteriosa voluntad de Dios, que forma el corazón de la profecía:
«Bueno es Yahveh para el que en él espera,
un refugio en el día de la angustia;
él conoce a los que a él se acogen,
cuando pasa la inundación.» (Nah 1,7-8)


domingo, 29 de noviembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 30 de Noviembre – LUNES – SAN ANDRÉS, Apóstol





30 de Noviembre – LUNES –
SAN  ANDRÉS, Apóstol

Primera lectura: Romanos 10, 9-18

            Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: “Nadie que cree en él quedará defraudado”. Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues “todo el que invoca el nombre del Señor se salvará”. Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: “¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!”. Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: “Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?”. Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: ¿Es que no lo han oído?”. Todo lo contrario: “A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje”

Salmo 18, 2-3. 4-5
R// A toda la tierra alcanza su pregón.

• El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.  R//

• Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón,
y hasta los límites del orbe su lenguaje.  R//

Evangelio: Mateo 4, 18-22

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: “Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron”.

Comienza la llamada. Comienza nuestra preparación. Jesús nos llama por nuestro nombre como lo hizo con sus discípulos junto al lago de Galilea. Nos llama para que lo sigamos, para que asumamos nuestra condición de discípulos. Somos los herederos de aquellas gentes que lo seguían por los pueblos camino de Jerusalén. Somos los transmisores, como lo fueron los discípulos, de su mensaje. Somos sus corresponsales, los enviados especiales para transmitir la buena noticia. En nuestras manos está el anuncio del Reino de los cielos, la buena noticia de la salvación, la vida eterna. ¿A qué estamos esperando para anunciar a todo el mundo esta noticia de alcance?

SAN  ANDRÉS, Apóstol
De acuerdo con los Evangelios, Andrés fue uno de los 12 apóstoles que seguían a Jesús de Nazaret. Hermano de Simón, llamado Pedro, e hijo de un pescador llamado Jonás, fue discípulo de san Juan el Bautista; al bautizar éste a Jesús, Andrés exclamó "¡He ahí al cordero de Dios!" y decidió seguir a Jesucristo, siendo el primer apóstol en ser llamado. Según Orígenes, Andrés predicó en Grecia, el Mar Negro y el Cáucaso; fue el primer obispo de Bizancio, un cargo que finalmente se convertiría en el Patriarcado de Constantinopla. Por ello, es considerado cabeza de la Iglesia Ortodoxa Griega, como Pedro lo es de la Iglesia Católica Romana y San Marcos el Evangelista de la Iglesia Ortodoxa Copta de Egipto.

La tradición cuenta que fue crucificado en una cruz en forma de "X" (crux decussata), sin clavos sino amarrado, donde estuvo predicando dos días. Sus restos habrían reposado en Patrás, desde donde habrían sido trasladados a Constantinopla. Los cruzados católicos tomaron Constantinopla en el siglo XIII; poco después, las reliquias ortodoxas fueron robadas y trasladadas a la catedral de Amalfi, en Italia. Su cabeza fue trasladada a Roma en 1462 y fue colocada en la Basílica de San Pedro. El papa Pablo VI, como gesto ecuménico, la devolvió a la Iglesia Ortodoxa en 1964. San Andrés es santo patrono de Rusia, Rumania, Escocia, Huasquiña (norte de Chile I región) y de la ciudad de Pica en Chile.

A partir de finales de la Edad Media, a San Andrés se le reconoce por la cruz en forma de aspa que tomará su nombre: Cruz de San Andrés, crucifixión imaginada como pareja a la de su hermano, San Pedro; sin embargo, se basa en una tradición que no se apoya en ninguna fuente documental. Caravaggio, no obstante, lo representa en una cruz latina, al contrario que Rubens, que sí lo hace en la propia de aspa. Otros episodios de su pasión (arresto, flagelación, crucifixión, descendimiento de la cruz...) también han sido representados, así como de su advocación en la que se le representa con red de pescador, casi siempre con su hermano Pedro.





sábado, 28 de noviembre de 2015

Párate un momento: evangelio del día 29 de Noviembre - Iº DOMINGO DE ADVIENTO – C –


  


29 de Noviembre

- Iº  DOMINGO DE ADVIENTO – C –

Primera lectura: Jeremías 33, 14-16

“Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: ‘Señor -nuestra-justicia”.

Salmo 24, 4bc-5ab. 8-9.10. 14
R//  A ti, Señor, levanto mi alma.
• Señor, enséñame tus caminos,
   instrúyeme en tus sendas:
   haz que camine con lealtad;
   enséñame, porque tú eres mi Dios y       
   Salvador.  R//

• El Señor es bueno y es recto,
  y enseña el camino a los pecadores;
   hace caminar a los humildes con rectitud,
   enseña su camino a los humildes.  R//

• Las sendas del Señor son misericordia
   y lealtad para los que guardan su alianza
   y sus mandatos.
   El Señor se confía con sus fieles
   y les da a conocer su alianza.   R//

Segunda lectura
1 Tesalonicenses 3, 12-4, 2

Hermanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre. En fin, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: habéis aprendido
de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

Evangelio: Lucas 21, 25-28. 34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre”.

Justicia, paz y liberación.

1.- Comenzamos un nuevo año litúrgico, preparándonos, como siempre, para celebrar la Navidad. La primera lectura promete la venida de un descendiente de David que reinará practicando el derecho y la justicia y traerá para Judá una época de paz y seguridad. El evangelio anuncia la vuelta de Jesús con pleno poder y gloria, el momento de nuestra liberación. ¿Cómo se explica la unión de estas dos venidas tan distintas? Lo intentaré con la siguiente historia.

2. -La esposa del astronauta y la Iglesia

            Un día la NASA decidió una misión espacial fuera de los límites de nuestro sistema solar. Una empresa arriesgada y larga que encomendaron al comandante más experimentado que poseía. Cuando se despidió de su mujer y sus hijos, la familia pasó horas ante el televisor viendo como la nave se alejaba de la tierra.
            Los niños, pequeños todos ellos, preguntaban continuamente: “¿Cuándo vuelve papá?” Y la madre les respondía: “Vuelve pronto, no os preocupéis”. Al cabo de unos meses, cansada de escuchar siempre la misma pregunta, decidió organizar una fiesta para celebrar la vuelta de papá. Fue la fiesta más grande que los niños recordaban. Tanto que la repitieron con frecuencia. La llamaban “la fiesta de la vuelta de papá”. Pero la inconsciencia de los niños creaba una sensación de angustia en la madre. ¿Cuándo volvería su marido? ¿El mes próximo? ¿Dentro de un año? “La fiesta de papá”, que podía celebrarse en cualquier día del mes y en cualquier mes del año, se le convirtió en una tortura. Hasta que se le ocurrió una idea: “En vez de celebrar la vuelta de papá dijo a los niños vamos a celebrar su cumpleaños. Sabéis perfectamente qué día nació, así que no me preguntéis más cuándo vamos a celebrar su fiesta.
            A la iglesia le ocurrió algo parecido. Al principio se hablaba de la pronta vuelta de Jesús, la que menciona el evangelio de este domingo. Pero esa esperanza no se cumplía, y la iglesia pasó de celebrar su última venida a celebrar la primera, el nacimiento. Sin embargo, no ha querido olvidar la estrecha relación entre ambas venidas, y así se explica que encontremos textos tan distintos.

3.- Justicia, paz y seguridad: Jeremías nos dice:

Mirad que días vienen oráculo de Yahveh en que confirmaré la buena
palabra que dije a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella sazón haré brotar para David un Germen justo, y practicará el derecho y la justicia en la tierra. En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén vivirá en seguro. Y así se la llamará: "Yahveh, justicia nuestra."

Se discute cuando fue pronunciada esta promesa. Caben dos hipótesis:
a) La formuló Jeremías, criticando al último rey de Judá, Sedecías, que propiamente se llamaba Matanías. Cuando el rey babilonio Nabucodonosor conquistó Jerusalén y deportó al monarca vigente (año 598 a.C.), lo nombró rey cambiándole el nombre por el de Sedecías, que significa ”Yahvé es mi justicia”. Jeremías anuncia un rey futuro que tendrá por nombre “Yahvé es nuestra justicia”. Un monarca cuyo mismo nombre expresa la estrecha relación de Dios con todo el pueblo, y que salvará a Judá y Jerusalén mediante un gobierno justo.
b) La formuló un profeta posterior, durante el destierro de Babilonia o incluso algún siglo más tarde. Judá lleva un largo período sin rey. La promesa hecha por Dios a David de que siempre tendría un heredero en el trono, parece no cumplirse. En este contexto, el profeta anuncia que esa promesa se cumplirá, y que el futuro monarca descendiente de David será un rey maravilloso para el pueblo.
En cualquiera de las dos hipótesis, lo fundamental es la idea de un monarca que procura el bienestar del pueblo. El Mesías esperado no se desentiende de los graves problemas políticos y sociales de Israel y de toda la humanidad.

4.- El amor como preparación a la Navidad:

Lectura de la 1 de Tesalonicenses brevísima, pero muy importante: indica con qué espíritu debemos vivir siempre la vida cristiana, en especial estas semanas del Adviento.

En cuanto a vosotros, que el Señor os haga progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con todos, como es nuestro amor para con vosotros. Sabéis, en efecto las instrucciones que os dimos de parte del Señor Jesús.

5.- Esperar y preparar nuestra liberación:

Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.

El evangelio comienza con las señales típicas de la literatura apocalíptica a propósito del fin del mundo (portentos en el sol, la luna y las estrellas) que provocan en las gentes angustia, terror y ansiedad. Pero el evangelio sustituye el fin del mundo con algo muy distinto: la venida de Jesús con gran poder y gloria; y esto no debe suscitar en nosotros una reacción de miedo, sino todo lo contrario: “cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación”.
A continuación nos dice el evangelio cómo debemos esperar esta venida de Jesús. Negativamente, no permitiendo que nos dominen el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de la vida. Positivamente, con una actitud de vigilancia y oración.

Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por la preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improvisto sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.

6.- Cena de Gala de Fin de Año

            Yendo dando un paseo pasé por delante de un  hotel. Me detuve a leer el anuncio de las fiestas que anunciaban para Navidad. Y me llamó la atención el precio de la Cena de Fin de Año: 365€ por persona. Un matrimonio gastará en pocas horas la mitad de lo que ganan la mayoría de los españoles en un mes. Me recordó lo que dice el evangelio de la embriaguez y el libertinaje. 




viernes, 27 de noviembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del dia 28 de Noviembre – SÁBADO – XXXIVª – Semana del Tiempo Ordinario San Esteban: Monje y Mártir




28 de Noviembre – SÁBADO –
XXXIVª – Semana del Tiempo Ordinario
San Esteban: Monje y Mártir

Evangelio: Lc 21,34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Tened cuidado no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir; y manteneos en pie ante el Hijo del Hombre”.

1.   Lo último que Jesús les dice a sus discípulos y a quienes creen en lo que él dijo, es que cuiden, con vigilancia y oración, para que no se les “embote la mente”. Propiamente, lo que dice Jesús es que no dejen que se les opriman o se les sobrecarguen los corazones. Todos, en efecto, tenemos el peligro de pasar por situaciones o, lo que es peor, orientar nuestra vida de forma que el corazón se embote. Y cuando el corazón se embota, con ello la mente se incapacita para ver lo que realmente nos ocurre. Nada influye tanto en la mente como los afectos y sentimientos que ocupan y cargan el corazón. Cada ser humano es lo que son sus afectos. La afectividad es la fuerza interior que dirige nuestras vidas.

2.   Pero Jesús dice más. Lo que embota el corazón y la mente es la postura, la opción fundamental, del que solo piensa en sí, en su propio bienestar y disfrute de la vida, de los placeres y del dinero que los puede costear.
De sobra sabemos que eso nos incapacita para vernos por dentro, y para ver lo que realmente nos conviene. De eso es de lo que Jesús nos previene. Porque un individuo que va así por la vida es un peligro para sí mismo y para todo el que se roce con él.

3.   Si Jesús dice esto, no es para amargarnos la vida. Ni para reprimir lo que nos hace felices. El problema está en distinguir con cuidado que una cosa es la diversión y otra cosa es la fiesta. En la fiesta compartimos la felicidad. En la diversión alimentamos el burdo egoísmo del que solo piensa en sí. Y eso es lo que embota el corazón y la mente, y lo que nos impide ver lo que realmente ocurre en la vida, en el mundo, en la sociedad y en la Iglesia. De ahí, la importancia que tienen estas palabras de Jesús al cerrar el año litúrgico.

San Esteban: Monje y Mártir

San Esteban el Joven, Monje y Mártir: En Constantinopla, san Esteban el Joven, monje y mártir, que en tiempo del emperador Constantino Coprónimo, por dar culto a las imágenes sagradas fue atormentado con variados suplicios y confirmó la verdad católica con el derramamiento de su sangre. († 764)

San Esteban el joven, uno de los más famosos mártires de la persecución iconoclasta, nació en Constantinopla. Cuando tenía quince años, sus padres, le confiaron a los monjes del antiguo monasterio de San Auxencio, no lejos de Calcedonia. El oficio del joven consistía en comprar las provisiones. Cuando murió el Egúmeno (Abad) Juan, Esteban fue elegido para sucederle. El monasterio consistía en una serie de celdas aisladas, desperdigadas en la montaña. El nuevo abad se estableció en una cueva de la cumbre. Ahí unió el trabajo a la oración: se ocupaba en copiar antiguos libros.

El emperador Constantino V Coprónimo (718-775) continuó la guerra que su padre, León III Isáurico (675-741), había declarado a las imágenes. Como era de esperar, encontró entre los monjes la oposición más fuerte y contra ellos tomó las medidas más rigurosas, Como estaba al tanto de la gran influencia de Esteban, el emperador se esforzaba -sin éxito alguno- para que suscribiese el decreto promulgado por los obispos iconoclastas en el sínodo de Hiera del año 753 (Sínodo espurio por ser convocado por el Emperador y no por el Papa).

Esteban fue llevado preso en un navío a un monasterio de Crisópolis, donde fue sometido a juicio. Al principio, le trataron cortésmente, pero después empezaron a maltratarle con brutalidad. El santo les preguntó cómo se atrevían a calificar de ecuménico un concilio que no había sido aprobado por los otros patriarcas, y defendió tenazmente la veneración de las sagradas imágenes. Por ello, fue desterrado a la isla de Proconeso.

Dos años más tarde, Constantino Coprónimo mandó que fuese trasladado a una prisión de Constantinopla. Unos cuantos días después, el santo compareció ante el emperador. Este le preguntó si creía que pisotear una imagen era lo mismo que pisotear a Cristo. Esteban replicó: "Ciertamente que no". Pero en seguida, tomando una moneda, preguntó qué castigo merecía el que pisoteara la imagen del emperador que había en ella. La sola idea de ese crimen provocó gran indignación. Entonces Esteban preguntó: "¿De modo que es un crimen enorme insultar la imagen del rey de la tierra y no lo es arrojar al fuego las imágenes del Rey del cielo?". Las respuestas del monje sacudieron a Coprónimo y desataron su ira, hasta que lo condenó a ser azotado; sin embargo, sin que mediara orden del emperador, San Esteban fue asesinado por un grupo de oficiales en el palacio de Constantinopla.


Párate un momento: Evangelio del día 27 de Noviembre – VIERNES – XXXIVª – Semana del Tiempo Ordinario SAN FACUNDO Y SAN PRIMITIVO,


27 de Noviembre – VIERNES –
XXXIVª – Semana del Tiempo Ordinario
SAN FACUNDO Y SAN PRIMITIVO,
Mártires (Siglo IV, P. C.)

Evangelio: Lc 21,29-33

En aquel tiempo, puso Jesús una comparación a sus discípulos: en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta para saber que la primavera está cerca. Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación, todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán”.

1.   No os posible saber con seguridad a qué acontecimientos concretos se refiere la advertencia sobre la cercanía de “la primavera”. En todo caso seguro que Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios como una liberación para los mortales. No podemos concretar en qué consistirá esa liberación. Pero es evidente que hablar de liberación es hablar de un acontecimiento gozoso: el paso de la opresión a la libertad.

2.   Jesús ha comprometido su palabra en la promesa firme de que esto sucede. Y, por tanto, de que esto nos concierne a todos. El Evangelio es una promesa de esperanza. Lo cual quiere decir que quienes lo aceptan, lo asumen y lo hacen inspiración de sus convicciones, tienen todo derecho a una vida esperanzada, por muchos y muy fuertes que sean los signos que puedan infundir miedo o pesimismo.

3.   Pero, ¿a qué “generación” se refería Jesús? Hay diversas opiniones entre los especialistas: 1) La generación contemporánea del propio Jesús (Plummer, W. G. Kümmel...); 2) El pueblo judío (W. Grundmann, W. Marxsen...); 3) Los seres humanos, la humanidad en general (A. R. C. Lean Zmijewski...) (J. A. Fitzmyer). Lo que sabemos con seguridad es que Jesús y su Evangelio son fuente de libertad y liberación para los humanos. Más allá de eso, solamente podemos hacer especulaciones inconcretas.
     
SAN FACUNDO Y SAN PRIMITIVO,
Mártires (Siglo IV, P. C.)

 
 Los santos Facundo y Primitivo, hijos de san Marcelo, centurión romano, fueron martirizados, gobernando en Galicia Ático el cual mandó pregonar un sacrificio público a una estatua del sol, que estaba en la ribera del río Cea, y era tenida en mucha veneración por toda aquella comarca. Al llegar el día señalado para el sacrificio, se juntó mucha gente, el mismo Ático, para dar ejemplo a los demás, hizo su adoración, y como era el gobernador, todos los demás le siguieron, menos Facundo y Primitivo, que no se quisieron hallar presentes en el sacrificio. Mucho sintió esto Ático; los mandó prender e interrogar, y después de varias preguntas y respuestas, entendiendo que perdía el tiempo en quererles persuadir que adorasen a sus falsos dioses, determinó darles atroces tormentos. Les quebraron los dedos de las manos, les lastimaron cruelmente las piernas, apretándoselas con una manera de cepo que como prensa se iba cerrando poco a poco; y así fatigados por una parte de los tormentos, y por otra consolados y alegres por ver que padecían por Cristo, les mandó Ático llevar a la cárcel.

 Para tentarlos y probar si con blandura y regalo les podría atraer a su voluntad más fácilmente que con tormentos, les envió ricos manjares, que los dos santos hermanos no quisieron recibir; y Ático, teniendo esto por desacato é injuria, encendido de cólera y furor, los mandó echar en un horno encendido, donde estuvieron tres días con mucho alivio y refrigerio.

Pretendió matarlos dándoles ponzoña en la comida, y los santos, cuando se la trajeron, entendiendo lo que venia en ella, dijeron: « Nosotros no habíamos de gustar esta vianda, porque bien sabemos lo que hay en ella; pero para que Ático se desengañe y se manifieste más la virtud de Cristo, a quien servimos y adoramos, la comeremos toda.» Hicieron la señal de la cruz sobre ella y la comieron, y el veneno perdió su fuerza por virtud de la santa cruz y de aquel Señor a quien todas las cosas obedecen. Cuando vio esto el que había aparejado la Ponzoña, quemó sus libros y se hizo cristiano.

Todo esto era echar aceite en el fuego y abrasar más el corazón empedernido de Ático, el cual comenzó de nuevo a atormentar a los dos santos hermanos, despedazando carnes, sacándoles los nervios con garfios de hierro, echándoles aceite hirviendo por todo su cuerpo, Pegándoles hachas encendidas a los costados, y derramando en las bocas cal viva, mezclada con vinagre; no se contentó el impío tirano con esta tan desaforada é impía crueldad; el mismo Ático dijo:  «Cegadlos, porque me turban cuando me miran. » sufriendo este martirio con gran constancia y mansedumbre, le dijo uno los santos: «Mejorado nos has la vista, pues vemos ahora con solos los ojos espirituales.»

Estando sangrientos y llagados fueron colgados de los pies, y saliéndoles mucha sangre por las narices, los verdugos los dejaron por muertos; al cabo de tres días fueron hallados vivos con sus ojos enteros y claros, y las llagas sanas como si nunca hubieran sido atormentados. Mandó Ático desollarlos vivos; y ejecutándose este tormento, uno de los que estaban presentes dio grandes voces, diciendo: «Veo bajar dos ángeles con dos coronas en las manos.» Entonces Ático, turbado, dijo como por escarnio: «Cortadles las cabezas, para que ellas vayan a buscar esas coronas.»

 Su martirio fue el 27 de noviembre, cerca del año 304.


 Sus cuerpos fueron sepultados por los otros cristianos en el mismo lugar donde fueron martirizados, junto al río Cea.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 26 de Noviembre – JUEVES- XXXIVª – Semana del Tiempo Ordinario “Sta. Delfina”





26  de Noviembre – JUEVES-
XXXIVª – Semana del Tiempo Ordinario
“Sta. Delfina”

Evangelio: Lc 21, 20-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito.
¡Ay de las que estén encinto o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su
hora. Habrá signos en el so/y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán. Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”.

1.   Es muy dudoso que Jesús pronunciara las frases tan duras, que contiene este texto, sobre la destrucción de Jerusalén (Lc 21, 20-24), el castigo del pueblo y la dispersión de Israel por todas las naciones. La redacción de este discurso salió de la mano de Lucas (J. A. Fitzmyer) que sin duda expresaba las ideas y sentimientos de la comunidad cristiana para la que escribió su evangelio. Este texto puede dejar la impresión de que los sentimientos, que en él se expresan, dejan traslucir resentimientos anti-semíticos, que ningún bien hicieron a la unión y concordia entre creyentes. En todo caso, es conveniente saber que la ruptura entre judíos y cristianos no parece que se consumara hasta el siglo IV (Daniel Boyarin).

2.   En los VV. 25-28, Lucas presenta la profecía de Jesús sobre los acontecimientos que precederán a la venida del Hijo del Hombre. ¿Esperaba Jesús una venida inminente y así lo pensó la Iglesia primitiva? ¿Se trata, más bien, de un proceso histórico que se irá desarrollando, como proceso de creciente liberación, a lo largo de los tiempos? Estas preguntas no han encontrado aún una respuesta clara y definitiva. Ni seguramente será posible encontrarla. En todo caso, es claro que estamos viendo y viviendo guerras, calamidades y situaciones que nos causan miedo y ansiedad. Pues bien, Jesús dice: “Cuando empiecen a suceder estas cosas, alzad la cabeza, se acerca vuestra Iiberación”. Lo que Jesús profiere no es una amenaza. Es una promesa de esperanza.

3.   La “liberación” de la que habla este evangelio, es Ja liberación definitiva y última, que se alcanza mediante la “liberación histórica” de tantas opresiones que sufrimos en este mundo. Es la liberación de los oprimidos por los poderes opresores. La liberación que es eje y nervio central de la fe en Jesús el Señor.

“Sta. Delfina, viuda”

Delfina de Signe, nació hacia 1284 en Puy•Michel en los montes del Luberón, Francia, de la noble familia Glandèves. Una encantadora figura de mujer, que pasa por el mundo llevando a todas partes la luz de su gracia, el perfume de la virtud, el calor de su afecto. No era una santidad ruidosa, que haya marcado la historia de su tiempo, sino una santidad delicadamente femenina que se difundió a su alrededor como linfa silenciosa y generosa para alimentar en el bien a cuantos estuvieron a su alrededor a lo largo de su vida.

Desde niña su presencia fue luz y consuelo para su familia. A los 12 años ya estaba prometida a un joven no inferior a ella por su gentileza, nobleza de sangre y belleza de alma. Elzeario, el novio, era hijo del Señor de Sabran y conde de Ariano en el reino de Nápoles. Desde el nacimiento su madre lo había ofrecido en espíritu a Dios y más tarde un austero tío lo había educado en un monasterio. Las bodas tuvieron lugar cuatro años más tarde. Fue un matrimonio “blanco”, porque los dos jóvenes esposos escogieron la castidad, un medio de perfección espiritual más alto y arduo. En el castillo de Ansouis, los dos nobles cónyuges vivieron no como castellanos sino como penitentes; no como señores feudales sino como ascetas dignos de los tiempos heroicos de la primitiva Iglesia. 
Pasados al castillo de Puy•Michel, entraron a la Tercera Orden Franciscana. Su vida interior se enriqueció con una nueva dimensión, la de la caridad, mediante la cual ellos, ricos por su condición, se hicieron humildes y pobres para socorrer a los pobres. Delfina y su esposo a más de las penitencias, oraciones y mortificaciones, se dedicaron a todas las obras de misericordia, destacándose en todas.
Cuando Elzeario fue enviado a su ducado de Ariano como embajador en el reino de Nápoles, la actividad benéfica de los dos esposos continuó en un ambiente todavía más difícil. En medio de tumultos y rebeliones, los dos Santos fueron embajadores de concordia, de caridad, de oración. Continuaron sus buenas obras multiplicando sus propios esfuerzos y sacrificios hasta conquistarse la admiración del pueblo.
Elzeario murió poco después en París. Delfina en cambio le sobrevivió largo tiempo y honró la memoria de su esposo del mejor modo posible continuando las buenas obras e imitando sus virtudes. Tuvo la alegría de ver a su esposo colocado por la Iglesia en el número de los Santos. Ella, a los 74 años pudo reclinar su cabeza serena y feliz para el eterno descanso. 
Murió en Calfières, el 26 de noviembre de 1358.