lunes, 2 de noviembre de 2015

Párate un momento: 3 de Noviembre - MARTES – XXXIª – Semana del Tiempo Ordinario “SAN MARTÍN DE PORRES” < FRAY ESCOBA>





3 de Noviembre  - MARTES –
XXXIª – Semana del Tiempo Ordinario
“SAN MARTÍN DE PORRES”
< FRAY  ESCOBA>

Evangelio: Lc 14, 15-24

    En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: “¡Dichoso el que coma en el banquete del Reino de Dios!”.     Jesús le contestó: ‘Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: “Venid, que ya está preparado”.     Pero ellos se excusaron uno tras otro.     El primero le dijo: ‘He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor”.
Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas.    Dispénsame, por favor”.
 Otro dijo: “Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir”.
 El criado volvió a contárselo al amo.
Entonces el dueño de la casa, indignado, le dijo al criado: “Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”.
 El criado dijo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste y todavía queda sitio”.
Entonces el amo dijo: “Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se me llene la casa”.    Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete”.

1.   Las parábolas son pequeñas historias, tomadas de la vida diaria, pero contadas de tal forma que, en el relato, se produce inesperadamente un “corte” con lo que suele ocurrir en la vida cotidiana.   
Ese “corte” es un elemento de “sorpresa”, que constituye una auténtica extravagancia con lo normal, con lo que sucede en la vida diaria de los seres humanos normales (Paul Ricoeur, W. Harnisch).
Este corte sorpresivo es tan importante que en eso está la clave para entender lo que la parábola quiere enseñar, y para interpretar su significado.

2.   Según lo dicho, lo primero que queda claro en esta parábola es que el gran banquete es la imagen del Reino de Dios.
Un banquete es fiesta, gozo, disfrute.              Y todo eso compartido, vivido y disfrutado con los demás.
Pero lo sorprendente es que en el gran banquete de Dios no entran los que, según las normas de lo establecido y de lo “razonable”, tendrían que entrar.     Esos no entran porque, en realidad, no les interesa el banquete.
Todos ellos tienen asuntos que les interesan más.     Asuntos relacionados con sus intereses económicos o con su disfrute privado.     Por el contrario, los que entran en el banquete de Dios son los que nadie diría que son los invitados: pobres, lisiados, ciegos, cojos, y hasta los vagabundos de los
caminos.

3.   Jesús trastorna todos nuestros criterios, nuestros esquemas de pensamiento, nuestras escalas de valores.   En el gran banquete de Dios no entran los que “oficialmente” y “socialmente” se consideran los invitados, los que tienen títulos, cargos, dignidades y tareas religiosas o apostólicas, que hacen pensar a la gente que ellos son los que van a ir al cielo con pleno derecho.     Jesús era más laico y más secular que todo cuanto nosotros podemos imaginar.     Jesús puso el gran banquete de Dios, no donde nosotros ponemos la gran solemnidad del boato sagrado, sino donde el mundo ha puesto la gran exclusión de los que nosotros pensamos que no tienen entrada para esa gran solemnidad, tan pomposa como falsa.
Por eso hay que preguntarse: ¿quiénes son los que van actualmente a misa?     ¿Van los que se podrían considerar como los actuales marginados y excluidos? ¿Por qué los más desamparados y los sin techo y sin papeles no encuentran en nuestros templos la acogida que encontraron los vagabundos de entonces en el gran banquete del Reino de Dios?




No hay comentarios:

Publicar un comentario