13
de Noviembre - VIERNES –
XXXIIª – Semana del Tiempo Ordinario
San Leandro, obispo
Evangelio: Lc
17,26-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: “Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del
Hijo del Hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el
arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempo de Lot: comían,
compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma,
llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el
Hijo del Hombre. Aquel día, si uno está
en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en
el campo, que no vuelva. Acordaos de la
mujer de Lot. El que pretenda guardarse
su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en
una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos en el campo: a
uno se lo llevarán y al otro lo dejarán”. Ellos le preguntaron: “¿Dónde,
Señor?” Él contestó: “Donde está el cadáver se reunirán los buitres”.
1. Se ha dicho con razón que no podemos afirmar
con seguridad que Jesús pronunció estas palabras, camino de Jerusalén. De forma que esta instrucción sobre “los días
del Hijo del Hombre”, con su sombría tonalidad escatológica (lo que se refiere
al fin de los tiempos), es una añadidura del propio Lucas ante el evidente retraso
de la venida del Señor, venida que la comunidad cristiana esperaba, pero que no
llegaba (J. A. Fitzmyer).
2. Con frecuencia las religiones orientan sus
discursos en la dirección de amenazas tremendistas que no pueden tener otra
finalidad que atemorizar a los fieles. El
contenido de este discurso, que Lucas puso en labios de Jesús, tiene claramente
esta orientación. A eso sin duda se
refieren los recuerdos tenebrosos de Noé y el diluvio, de Lot y el fuego que
arrasó Sodoma, el recuerdo de la mujer de Lot convertida en estatua de sal,
etc. Por desgracia y desde muy pronto,
el cristianismo tomó el camino de la sombría temática de “el pecado y el
miedo”, que tan profundamente ha marcado la cultura de Occidente (J. Delumeau).
3. El Padre del Cielo, que se nos reveló en Jesús,
no coincide con este Dios del terror. Todo
este pasaje nos viene a decir, en definitiva, que, a juicio del redactor de
este evangelio (Lucas), “no habrá gloria sin crucifixión, no habrá futuro sin
pasado, ni gloria sin humildad” (F. Bovon).
San Leandro de Sevilla
(Cartagena, c. 534 – Sevilla, 13 de marzo de596.). Obispo católico y Santo nacido de una notable familia hispanorromana. Su padre era hispanorromano, y su madre era,
alegadamente, visigoda, o mismo hija de Teodorico, rey de los Ostrogodos, pero eso es falso,
puesto que los matrimonios mixtos eran prohibidos. Fue
hermano de San Isidoro. Su padre se llamaba
Severiano o Severino y se le adjudica el título de dux (si
bien su hermano Isidoro menciona que era simplemente un ciudadano), y su madre
era Teodora o Túrtura. San Leandro es
reconocido, porque fue el que consiguió que se convirtieran al catolicismo las
tribus visigodas que invadieron España y que su rey Recaredo I se transformara en
fervoroso creyente.
Biografía
Fue arzobispo de Sevilla desde el año 578
hasta el año 600, en el que es sustituido por su hermano menor San Isidoro de Sevilla, y está considerado como uno de los grandes impulsores del
catolicismo en la España visigoda de su tiempo.
Debió nacer hacia el año 534, en la
ciudad de Cartagena, en el Levante español, en el seno de una importante
familia, de madre alegadamente visigoda y de padre hispanorromano.
Con la invasión bizantina de su tierra
levantina en el año 554, la familia se marchó a Sevilla, ciudad donde Leandro
completó su formación, quizás motivada por la conversión de su madre a la
religión católica.
Al morir sus padres Leandro se queda al
cuidado de sus hermanos menores, ingresando años más tarde en un convento. Fue nombrado obispo de Sevilla en el año 578 e
influyó activamente en la rebelión del joven Hermenegildo
contra su padre, el rey Leovigildo, siendo quizás quien le
asesorara para su conversión al catolicismo.
Leandro vivió tres años en Constantinopla, mandado
por el propio Hermenegildo para obtener ayudas para su causa; allí mantuvo
estrecha relación con san Gregorio Magno y llegó a escribir su Expositio
in Librum Job.
De vuelta a Sevilla sufrió la persecución
de Leovigildo, siendo de nuevo desterrado por unos años; un tiempo en el que
escribió diversas obras contrarias al arrianismo. Cuando de nuevo regresó a tierras hispalenses
llegó a instruir a Recaredo, hijo de Leovigildo, en
la religión católica. La conversión de
Recaredo y posteriormente la de todo el pueblo visigodo en el año 586, fue
celebrada tres años más tarde por el obispo Leandro con la convención del III Concilio de Toledo.
Considerado uno de los Padres de la
iglesia y fundador de la escuela teológica de Sevilla, tuvo especial interés en
la enseñanza oral y escrita del catolicismo y en la formación de los
religiosos.
Su gran importancia histórica para la
iglesia se hace patente en la estatua de barro cocido a tamaño natural que le
representa en la Puerta del Bautismo de la Catedral de Sevilla, formando pareja y frente a la de su hermano y también obispo
de Sevilla, San Isidoro. Aparece también, junto a San Isidoro, en el escudo de Sevilla.
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