lunes, 9 de noviembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 10 de Noviembre - MARTES – XXXIIª – Semana del Tiempo Ordinario “San León Magno. Papa y Doctor de la Iglesia”.



10 de Noviembre  - MARTES –
XXXIIª – Semana del Tiempo Ordinario
“San León Magno.
Papa y Doctor de la Iglesia”.

Evangelio: Lc 17,7-10

   En aquel tiempo, dijo el Señor: “Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: “Enseguida, ven y pon te a la mesa”.   ¿No le diréis: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo: y después
comerás y beberás tú?”  ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?   Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”.

1.   Siempre que en este texto aparecen los términos “siervo” o “criado” hay que traducir esas palabras por “esclavo” (doulos).   En tiempo de Jesús, existía en Palestina la esclavitud.   Había mercados de esclavos.   Los esclavos paganos eran más caros porque su situación de esclavitud era perpetua, mientras que los esclavos judíos solo se compraban para un tiempo limitado de seis años (J. JeremiaS; Str.-Billerbeck).   Lo que a nosotros nos interesa, en este momento, es caer en la cuenta de que, por más que la esclavitud se prohibiera en el s. XIX, sigue habiendo esclavos.   Y esclavos que se compran y se venden.   Baste pensar en los niños, las mujeres, los ciudadanos de países pobres que no tienen más salida en la vida que vender su tiempo, su trabajo, su libertad, su cuerpo, todo eso o algo de
eso, para seguir malviviendo.   Así es, aunque nos dé miedo pensar que esto se está haciendo en miles y miles de seres humanos.   Para disfrute y ganancia de los ricos.    Nuestro mundo es más cruel que el mundo antiguo.

2.   Por lo que cuenta este relato, el esclavo no tenía ni derechos, ni tiempo limitado de servicio.   Estaba a disposición del amo todo el día, toda la noche, y para todo lo que se le pidiera hacer.   Y además no podía protestar, ni exigir nada.  Lo más duro en la vida es perder la libertad.  Quizá más costoso que perder la salud.

3.   Así las cosas, el principio ético que debe regir la conducta del cristiano tiene que ser, no solo la lucha contra las injusticias, sino sobre todo la bondad con todos.   Y la libertad para denunciar lo que sabemos que es injusto y causa de tantos sufrimientos.   Y esto, ante Dios y ante los demás.  Es la postura utópica de entera disponibilidad, sin quejas ni exigencias.   A no ser las quejas y exigencias que debemos mostrar ante los causantes de tanto dolor.   Una ética así y una espiritualidad así producen una hondura de humanidad inexplicable.

San León Magno, el Papa que enfrentó a Atila y Alarico

León fue nombrado papa en 440, fue literalmente un papa de «choque». Guardián intransigente de la ortodoxia católica que hizo callar a las otras tendencias y herejías de la época.
Lo llaman “Magno porque fue grande en obras y en santidad. San León Magno  Es el Pontífice más importante de su siglo. Tuvo que luchar fuertemente contra dos clases de enemigos: los externos que querían invadir y destruir a Roma, y los internos que trataban de engañar a los católicos con errores y herejías.
Considerado campeón del dogma y campeón de la disciplina eclesiástica, que empezó a reafirmar frente a Bizancio y África, la primacía de Roma. Sus Tomus a Flavino desarrollan medidas litúrgicas, sacramentos y medidas políticas.
En 452, ante el avance de Atila, rey de los Hunos, sobre Roma, sale a su encuentro y habla con él. Una conversación misteriosa que no ha trascendido a la historia, pero que fue lo suficientemente convincente para que el bárbaro Huno decidiese no invadir Roma. También se enfrentó a Alarico, rey de los vándalos en 455.
Desafortunadamente, no existen muchas noticias biográficas de él. Al papa León no le gustaba hablar mucho de si en sus escritos. Tenía una idea elevadísima de su función: sabía que encamaba la dignidad, el poder y la solicitud de Pedro, jefe de los apóstoles.
Pero su posición de autoridad y la fama de rigidez y hieratismo no le impedían comunicar el calor humano y el entusiasmo de un hombre de Dios, que se notan por los 96 sermones y más de 173 cartas en las que aparecen todos los problemas del pontificado, sobre todo las homilías nos muestran al papa paternalmente dedicado al bien espiritual de sus hijos. Murió en Roma y fue enterrado en San Pedro. Declarado Doctor de la Iglesia en 1754.
Es patrón de los músicos y los cantores. Su festividad se celebra el 10 de noviembre.


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