9 de Noviembre
- LUNES –
XXXIIª – Semana del Tiempo Ordinario
Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
Ezequiel 47,1-2.8-9.12; Salmo 45; I Corintios 3,9-13.16-17; Juan 2,13-22
Evangelio: Lc
17,1-6
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: “Es inevitable que sucedan
escándalos;
pero ¡Ay del que los provoca! Al que
escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el
cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar.
Tened
cuidado. Si tu hermano te ofende,
repréndelo;
si se arrepiente, perdónalo; si te
ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “lo siento”, lo perdonarás”. Los
apóstoles le pidieron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor contestó: “Si tuvierais fe como un
granito de mostaza, diríais a esa morera: “arráncate de raíz y plántate en el
mar y os obedecería”.
1. El “skandalon” en griego significa una trampa
que hace caer. Según este significado
general, el problema del escándalo depende del sentido que
tenga la caída.
En los evangelios, se dice que Jesús
era motivo de escándalo (Mt 11, 6; 13, 57; 26, 31. 33...). Es
decir, había quien tropezaba en el camino que Jesús iba trazando con su vida. En este texto, el escándalo se refiere a los
que “son causa de ruina para alguien” (G. Stahlin). Concretamente, Jesús se refiere a los que
causan el escándalo para los niños, los pequeños e indefensos.
2. La recomendación sobre el perdón para el que
ofende, se ha de entender a partir de su paralelo en Mt 18, 15. 21-22. No se trata de ir por la vida reprendiendo a
todo el que molesta o dice algo desagradable o hiriente.
Se trata de la
reconciliación que se ha de conceder, sin límite alguno, a todo el que nos
ofende, de la forma que sea. Jesús
quiere que haya unión y se superen las diferencias o divisiones, por muy graves
o repetidas que sean.
3. Los apóstoles aparecen aquí, una vez más,
como hombres de una fe débil, limitada o inexistente. De los discípulos dicen los evangelios que no
tenían fe (Mc 4,40) o que eran “increyentes” (Mt 17, 17) o que eran lentos para
creer (Lc 24, 25). Lo que más se repite
de aquellos hombres es que tenían una fe insignificante (oligopistoi) (Mt 8,
26; 14, 31; 16, 8; Lc 12, 28).
Por más extraño
que parezca, de los apóstoles no se dice, en los sinópticos, ni una sola vez
que fueran hombres de fe. Este dato es
un motivo de esperanza: si ni siquiera los primeros apóstoles tuvieron claro lo
de la fe, ¿qué de particular tiene que nosotros tengamos dudas y oscuridades?
Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
Ezequiel 47,1-2.8-9.12; Salmo 45; I
Corintios 3,9-13.16-17; Juan 2,13-22
Razón de esta Celebración
Según una tradición que arranca del siglo XII, se celebra el día de hoy el aniversario de la dedicación de la basílica construida por el emperador Constantino en el Laterano. La Basílica de Letrán es la iglesia-madre de Roma, dedicada primero al Salvador y después también a San Juan Bautista.
Según una tradición que arranca del siglo XII, se celebra el día de hoy el aniversario de la dedicación de la basílica construida por el emperador Constantino en el Laterano. La Basílica de Letrán es la iglesia-madre de Roma, dedicada primero al Salvador y después también a San Juan Bautista.
Esta
celebración fue primero una fiesta de la ciudad de Roma; más tarde se extendió
a toda la Iglesia de rito romano, con el fin de honrar aquella basílica, que es
llamada «madre y cabeza de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe», en señal
de amor y de unidad para con la cátedra de Pedro que, como escribió san Ignacio
de Antioquía, «preside a todos los congregados en la caridad».
Dios está en todas partes y no solo en el
templos que los hombres edifican. Sin embargo, ya desde el A.T. Dios enseña a su pueblo la importancia de los lugares santos
consagrados a El.
Jesús enseña con su ejemplo la importancia
del Templo. Cuando estaba en Jerusalén solía ir al Templo a enseñar. El mismo
había sido allí presentado a Su Padre. El Evangelio de hoy nos enseña que el
celo por la casa de Dios, Su Padre, le consume.
El Templo es, en primer lugar, el corazón
del hombre que ha acogido Su Palabra.
"vendremos a él, y haremos morada en él" (Juan 14, 23)
Pablo escribe: "¿No sabéis que sois santuario de Dios?" (1 Corintios 3, 16).
Esta verdad no contradice la importancia de honrar el templo hecho de piedra.
Aunque rezar en casa debe ser una práctica diaria, no es suficiente. Jesús quiso salvarnos del pecado, no por separado, sino unidos como un pueblo. Por eso instituyó la Iglesia. Esta se congrega en el templo.
"vendremos a él, y haremos morada en él" (Juan 14, 23)
Pablo escribe: "¿No sabéis que sois santuario de Dios?" (1 Corintios 3, 16).
Esta verdad no contradice la importancia de honrar el templo hecho de piedra.
Aunque rezar en casa debe ser una práctica diaria, no es suficiente. Jesús quiso salvarnos del pecado, no por separado, sino unidos como un pueblo. Por eso instituyó la Iglesia. Esta se congrega en el templo.
El Templo es el lugar consagrado a Dios donde los fieles se reúne para darle culto. En cada iglesia católica
Jesús esta presente en el tabernáculo.
El Padre Cantalamessa escribe:
Cristo fundó una ekklesia, es decir, una asamblea de llamados, que instituyó los sacramentos, como signos y transmisores de su presencia y de su salvación. Ignorar todo esto para crear la propia imagen
de Dios expone al subjetivismo más radical. Uno deja de confrontarse con los demás, sólo lo hace consigo mismo. En este caso, se verifica lo que decía el filósofo Feuerbach: Dios queda reducido a la proyección de las propias necesidades y deseos. Ya no es Dios quien crea al hombre a su imagen, sino
que el hombre crea un dios a su imagen. ¡Pero es un Dios que no salva!
Cristo fundó una ekklesia, es decir, una asamblea de llamados, que instituyó los sacramentos, como signos y transmisores de su presencia y de su salvación. Ignorar todo esto para crear la propia imagen
de Dios expone al subjetivismo más radical. Uno deja de confrontarse con los demás, sólo lo hace consigo mismo. En este caso, se verifica lo que decía el filósofo Feuerbach: Dios queda reducido a la proyección de las propias necesidades y deseos. Ya no es Dios quien crea al hombre a su imagen, sino
que el hombre crea un dios a su imagen. ¡Pero es un Dios que no salva!
Ciertamente una religiosidad conformada sólo
por prácticas exteriores no sirve de nada; Jesús se opone a ella en todo el
Evangelio. Pero no hay oposición entre la religión de los signos y de los
sacramentos y la íntima, personas; entre el rito y el espíritu. Los grandes
genios religiosos (pensemos en Agustín, Pascal, Kierkegaard, Manzoni) eran
hombres de una interioridad profunda y sumamente personal y, al mismo tiempo,
estaban integrados en una comunidad, iban a su iglesia, eran
"practicantes".
En las Confesiones (VIII,2), san Agustín
narra cómo tiene lugar al conversión al paganismo del gran orador y filósofo
romano Victorino. Al convencerse de la verdad del cristianismo, decía al
sacerdote Simpliciano: "Ahora soy cristiano". Simpliciano le
respondía: "No te creo hasta que te vea en la iglesia de Cristo". El
otro le preguntó: "Entonces, ¿son las paredes las que nos hacen
cristianos?". Y el tema quedó en el aire. Pero un día Victorino leyó en el
Evangelio la palabra de Cristo: "quien se avergüence de mí y de mis
palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre". Comprendió que el
respeto humano, el miedo de lo que pudieran decir sus colegas, le impedía ir a
la iglesia. Fue a ver a Simpliciano y le dijo:
"Vamos a la iglesia, quiero hacerme cristiano". Creo que esta historia tiene algo que decir hoy a más de una persona de cultura.
"Vamos a la iglesia, quiero hacerme cristiano". Creo que esta historia tiene algo que decir hoy a más de una persona de cultura.
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