domingo, 8 de noviembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 8 NOVIEMBRE – Domingo - XXXII Semana del Tiempo Ordinario




8 NOVIEMBRE – Domingo -
XXXII Semana del  Tiempo Ordinario

Primera lectura: 1 Reyes 17, 10-16

   En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña.
La llamó y le dijo: “Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba”. Mientras iba a buscarla, le gritó: “Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan”.    Respondió ella: “Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda solo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza.   Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña.   Voy a hacer un
pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos”.    Respondió Elías: “No temas.  Anda, prepáralo como has dicho, pero primero
hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y
para tu hijo lo harás después.   Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “(La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra)”.    Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo.    Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.

Salmo 145,7. 8-9a. 9bc-1º

   R//  Alaba, alma mía, al Señor.

·    Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.     R// 

·    El Señor liberta a los cautivos.  
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos.     R// 

·    Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
Tu Dios, Sión, de edad en edad.     R// 

Segunda lectura: Hebreos 9, 24-28

   Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres —imagen del auténtico—, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.    Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces —como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo—.    De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.   Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez.
Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.   La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

Evangelio: Marcos 12, 38-44

   En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: “¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Estos recibirán una sentencia más rigurosa”.    
   Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.    Llamando a sus discípulos, les dijo: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie.    Porque los demás han echado de
lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.

Viudas buenas y teólogos malos.

1.- Una viuda generosa y con mucha fe (1ª lectura)
   La primera lectura ayuda mucho a entender mejor el evangelio de este domingo.    Está tomada del comienzo de la historia del profeta Elías, en el primer libro de los Reyes, 17,10-16.
  Se trata de un relato muy sencillo, que recuerda a las leyendas sobre San Francisco de Asís (las “Florecillas”).   Lo importante no es su valor histórico sino su mensaje. Destaco algunos detalles.
 2.-  La pobreza de los protagonistas.  En el mundo antiguo, las personas con mayor peligro de marginación y miseria eran las viudas y los huérfanos de padre, al carecer de un varón que las protegiese.    En nuestro relato, esta situación se ve agravada por la sequía, hasta el punto de la mujer está segura de que ni ella ni su hijo podrán sobrevivir.
 3.-  La fe y la obediencia de la mujer. Muchas veces, comentando este texto, se habla de su generosidad, ya que está dispuesta a dar al profeta lo poco que le queda.    Pero lo que el autor del relato subraya es su fe en lo que ha dicho el Señor a propósito de la harina y el aceite, y su obediencia a lo que le manda Elías.
 La categoría excepcional de Elías, al que Dios comunica su palabra y a través del cual realiza un gran milagro.

4.- Teólogos presumidos y una viuda generosa (evangelio)
El relato tiene dos partes: la primera denuncia a los escribas; la segunda alaba a una viuda. Lo que las relaciona es el la actitud tan contraria de los protagonistas: mientras los escribas “devoran los bienes de las viudas”, la viuda echa en el arca “todo lo que tenía para vivir”.
            ¡Cuidado con los escribas!

            En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.»

Los escribas eran especialistas en cuestiones religiosas, dedicados desde niños al estudio de la Torá.   Tenían gran autoridad y gozaban de enorme respeto entre los judíos.    Pero Jesús no se fija en su ciencia, sino en su apariencia externa y sus pretensiones.    La descripción que ofrece de ellos no puede ser más irónica, incluso cruel.    Forma de vestir (amplios ropajes), presunción (les gustan las reverencias en la calle), vanidad (buscan los primeros puestos en la sinagoga y en los banquetes), codicia (devoran los bienes de las viudas), hipocresía (con pretexto de largos rezos).    Todo esto es completamente contrario al estilo de vida de Jesús y a lo que él desea de sus discípulos.    Por eso los amonesta severamente: «¡Cuidado con los escribas!».
No es preciso añadir que los discípulos le hicieron poco caso y terminaron vistiendo como los escribas, exigiendo reverencias y besos de anillos, ocupando primeros puestos, y devorando bienes de viudas, viudos y casados.    Por desgracia, de este evangelio no se puede decir: «Cualquier parecido con la realidad actual es pura coincidencia», aunque debemos reconocer que la situación ha mejorado bastante.

 5.- Elogio de la viuda

“Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echo dos reales.   Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.”

            En la 1ª lectura y en esta segunda parte del evangelio tenemos personajes parecidos: una viuda y un profeta (Elías-Jesús).    Pero la relación entre ellos se presenta de manera muy distinta.    Basta fijarse en los siguientes detalles:
     ¿De qué hablan la viuda y el profeta? 
Elías y la viuda mantienen un diálogo, mientras que Jesús no dirige ni una palabra a la viuda.    Cuando ve lo que ha hecho, no la llama para dialogar con ella, sino que llama a sus discípulos para darles una enseñanza.
            ¿Qué hace la viuda por el profeta?
 La viuda entrega todo lo que tiene a Elías y trabaja para él; la viuda del evangelio no hace nada por Jesús.
         ¿Qué hace el profeta por la viuda?
 Elías hace un gran milagro para resolver el problema económico de la viuda; Jesús no le da ni un céntimo.
            La enseñanza silenciosa de la viuda
   Los relatos anteriores de Marcos (que no se han leído en las misas del domingo) hablan de una serie de personas y grupos que se presentan ante Jesús para discutir con él las cuestiones más diversas: de dónde procede su autoridad, si hay pagar tributo al César, si hay resurrección de los muertos, cuál es el mandamiento principal, etc.
Al final aparece esta viuda, que no se preocupa de cuestiones teóricas ni teológicas, ni siquiera se interesa por Jesús; sólo le preocupa saber que hay gente pobre a la que ella puede ayudar con lo poco que tiene.
   La viuda es un símbolo magnífico de tantas personas de hoy día que no tienen relación con Jesús, pero que se preocupan por la gente necesitada e intentan ayudarlas, sin considerarse ni ser cristianos.    Pero es importante advertir que la preocupación de la viuda no es de boquilla, entrega todo lo que tiene.
   Jesús, que no llama a la viuda para dialogar con ella ni pedirle que pase a formar parte del grupo de sus discípulos, nos puede servir de ejemplo para la actitud que debemos adoptar ante esas personas.    No hay que intentar convertirlas a toda costa.

            En los tiempos que corren, de tanta necesidad para tanta gente, el evangelio de este domingo nos da mucho que pensar y que rezar.


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