17 de
enero – Domingo-
2ª
semana de Tiempo Ordinario - C
San Antonio,
Abad
PRIMERA
LECTURA
Se
regocija el marido con su esposa
Lectura
del libro de Isaías 62, 1-5
Por
amor a Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la
aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha.
Los
pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás
corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no
te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi
predilecta», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu
tierra tendrá un esposo.
Como
un joven se desposa con una doncella, así te desposan tus constructores.
Como se regocija el marido con su esposa, se regocija tu Dios contigo.
Palabra
de Dios.
SALMO
RESPONSORIAL 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 9-10a y c
R.
Contad las maravillas del Señor a todas
las naciones
Cantad al Señor un
cántico nuevo,
cantad
al Señor, toda la tierra;
cantad
al Señor, bendecid su nombre. R.
Proclamad día tras
día su victoria,
contad
a los pueblos su gloria,
sus
maravillas a todas las naciones. R.
Familias de los
pueblos, aclamad al Señor,
aclamad
la gloria y el poder del Señor,
aclamad
la gloria del nombre del Señor. R.
Postraos ante el
Señor en el atrio sagrado,
tiemble
en su presencia la tierra toda.
Decid
a los pueblos: «El Señor es rey,
él
gobierna a los pueblos rectamente.» R.
SEGUNDA
LECTURA
El mismo y único
Espíritu reparte a cada uno en particular como él quiere
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 4-11
Hermanos:
Hay
diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios,
pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que
obra todo en todos.
Pero
a cada cual se le otorga la manifestación el Espíritu para el bien común.
Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar
con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu,
recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A este se
le ha concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los
buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de
interpretarlas.
El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular
como a él quiere.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
En
Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos
Lectura
del santo evangelio según san Juan 2, 1-11
En
aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba
allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó
el vino, y la madre de Jesús le dijo:
- «No
tienen vino.»
Jesús
le dice:
-
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora.»
Su
madre dice a los sirvientes:
-
«Haced lo que él diga.»
Había
allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos,
de unos cien litros cada una.
Jesús
les dijo:
-
«Llenad las tinajas de agua.»
Y las
llenaron hasta arriba.
Entonces
les dice:
-
«Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.»
Ellos
se lo llevaron.
El
mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los
sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al
esposo y le dice:
-
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor;
tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora. »
Este
fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así
manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.
Cuando llegan a Caná, los peregrinos tienen dos
focos de interés: la iglesia, en la que bastantes parejas acostumbran renovar
su compromiso matrimonial; y la tienda en la que se vende vino del lugar. La
boda y el vino son los dos grandes símbolos del evangelio de este domingo.
1.-
Un comienzo sorprendente
Si recordamos lo que ha contado hasta ahora el
cuarto evangelio, el relato de la boda de Caná resulta sorprendente. Juan ha
comenzado con un Prólogo solemne, misterioso, sobre la Palabra hecha carne. Sin
decir nada sobre el nacimiento y la infancia de Jesús, lo sitúa junto a Juan
Bautista, donde consigue sus primeros discípulos. ¿Qué hará entonces? No se va
al desierto a ser tentado por Satanás, como dicen los otros evangelistas.
Tampoco marcha a Galilea a predicar la buena noticia. Lo primero que hace Jesús
en su vida pública es aceptar la invitación a una boda.
¿Qué pretende Juan con este
comienzo sorprendente? Quiere que nos preguntemos desde el primer momento a qué
ha venido Jesús. ¿A curar unos cuantos enfermos? ¿A enseñar una doctrina
sublime? ¿A morir por nosotros, como un héroe que se sacrifica por su pueblo?
Jesús vino a todo eso y a mucho más. Con él comienza la boda definitiva entre
Dios y su pueblo, que se celebra con un vino nuevo, maravilloso, superior a
cualquier otro.
En aquel tiempo, había una boda en Caná de
Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban
también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
"No les queda vino." Jesús le contestó: "Mujer, déjame, todavía
no ha llegado mi hora." Su madre dijo a los sirvientes: "Haced lo que
él diga."
Había allí colocadas seis tinajas de piedra,
para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les
dijo: "Llenad las tinajas de agua." Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó: "Sacad ahora y llevádselo al mayordomo." Ellos se
lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde
venía (los sirvientes si lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces
llamó al novio y le dijo: "Todo el mundo pone primero el vino bueno y
cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno
hasta ahora."
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus
signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
2.- El simbolismo de la boda: 1ª lectura (Is
62,1-5)
Para los autores bíblicos, el matrimonio es la
mejor imagen para simbolizar la relación de Dios con su pueblo. Precisamente
porque no es perfecto, porque se pasa del entusiasmo al cansancio, porque se
dan momentos buenos y malos, entrega total y mentiras, el matrimonio refleja
muy bien la relación de Dios con Israel. Una relación tan plagada de traiciones
por parte del pueblo que terminó con el divorcio y el repudio por parte de Dios
(simbolizado por la destrucción de Jerusalén y la deportación a Babilonia).
Pero el Dios del Antiguo Testamento podía permitirse el lujo de volver a
casarse con la repudiada. Es lo que promete en un texto de Isaías:
“El
que te hizo te tomará por esposa:
su
nombre es Señor de los ejércitos.
Como
a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor;
como
a esposa de juventud, repudiada –dice tu Dios–“.
La primera lectura de hoy, tomada
también del libro de Isaías, recoge este tema en la segunda parte.
Por amor de Sión no callaré, por amor de
Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su
salvación llamee como antorcha. Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu
gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás
corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya
no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi
favorita», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu
tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que
te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará
tu Dios contigo.
Para el evangelista, la presencia de Jesús en
una boda simboliza la boda definitiva entre Dios e Israel, la que abre una
nueva etapa de amor y fidelidad inquebrantables.
3.- El simbolismo del vino
En el libro de Isaías hay un texto
que habría venido como anillo al dedo de primera lectura:
“El Señor de los ejércitos prepara para todos
los pueblos en este monte
un festín de manjares suculentos, un festín de
vinos de solera;
manjares enjundiosos, vinos generosos”.
Este es el vino bueno que trae Jesús, mucho
mejor que el antiguo. Además, este banquete no se celebra en un pueblecito de
Galilea, con pocos invitados. Es un banquete para todos los pueblos. Con ello
se amplía la visión. Boda y banquete simbolizan lo que Jesús viene a traer e
Israel y a la humanidad: una nueva relación con Dios, marcada por la alegría y
la felicidad.
4.-El primer signo de Jesús, gracias a María
A Juan no le gustan los milagros. No le agrada
la gente como Tomás, que exige pruebas para creer. Por eso cuenta muy pocos
milagros, y los llama “signos”, para subrayar su aspecto simbólico: Jesús trae
la alegría de la nueva relación con Dios (boda de Caná), es el pan de vida
(multiplicación de los panes), la luz del mundo (ciego de nacimiento), la
resurrección y la vida (Lázaro).
Pero lo importante de este primer signo es que
Jesús lo realiza a disgusto, poniendo excusas de tipo teológico (“todavía no ha
llegado mi hora”). Si lo hace es porque lo fuerza su madre, a la que le traen
sin cuidado los planes de Dios y la hora de Jesús cuando está en juego que unas
personas lo pasen mal. Jesús dijo que “el hombre no está hecho para observar el
sábado”; María parece decirle que él no ha venido para observar estrictamente
su hora. En realidad, no le dice nada. Está convencida de que
terminará haciendo lo que ella quiere.
Juan es el único evangelista que pone a María
al pie de la cruz, el único que menciona las palabras de Jesús: “Mujer, ahí
tienes a tu hijo”, “Ahí tienes a tu madre”. De ese modo, Juan abre y cierra la
vida pública de Jesús con la figura de María. Cuando pensamos en lo que hace en
la boda de Caná, debemos reconocer que Jesús nos dejó en buenas manos.
San Antonio,
Abad
Patrono
de los ganaderos, veterinarios y protector de los animales.
Nació en una población del alto Egipto, al sur
de Menfis, el año 251. Antonio se retiró a la soledad siguiendo el ejemplo de
un anciano ermitaño de los alrededores. El trabajo manual, la oración y la
lectura constituyeron en adelante su principal ocupación. A los 54 años de
edad, hacia el año 305, abandonó su celda en la montaña y fundó un monasterio
en Fayo. El monasterio consistía originalmente en una serie de celdas aisladas,
pero no podemos afirmar con certeza que todas las colonias de ascetas fundadas
por san Antonio estaban concebidas de igual manera. Más tarde, fundó otro
monasterio llamado Pispir, cerca del Nilo.
San Antonio exhortaba a sus hermanos a
preocuparse lo menos posible por su cuerpo, pero se guardaba bien de confundir
la perfección, que consiste en el amor de Dios, con la mortificación.
Aconsejaba a sus monjes que pensaran cada mañana que tal vez no vivirían hasta
el fin del día, y que ejecutaran cada acción, como si fuera la última de su
vida. "El demonio-decía- teme al ayuno, la oración, la humildad y las
buenas obras, y queda reducido a la impotencia ante la señal de la cruz".
Hacia el año 355, hizo un viaje a Alejandría a
petición de los obispos para refutar a los arrianos. Ahí predicó la
consustancialidad del Hijo con el Padre, acusando a los arrianos a confundirse
con los paganos "que adoran y sirven a la creatura más bien que al
Creador", ya que hacían del Hijo de Dios una creatura.
Murió en el año 356, a la edad de 105 años.
Parece que en 561, sus restos fueron descubiertos y trasladados a Alejandría,
después a Constantinopla, y finalmente a Vienne de Francia. Las imágenes representan generalmente a San Antonio con una cruz en forma de T, una
campanita, un cerdo, y a veces un libro. La liturgia bizantina invoca el nombre
de San Antonio en la preparación eucarística, y el rito copto.
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