31
de enero – DOMINGO -
IVª
Semana del Tiempo Ordinario – C
1ª lectura: Jeremías 1,
4-5. 17-19
En los días de Josías, el
Señor me dirigió la palabra:
"Antes de formarte en
el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí
profeta de las naciones.
Tú cíñete los lomos: prepárate para
decirles todo lo que yo te mande.
No les tengas miedo, o
seré yo quien te intimide.
Desde ahora te convierto
en plaza fuerte, en columna de hierro y muralla de bronce, frente a todo el país:
frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y al pueblo de
la tierra.
Lucharán contra ti, pero
no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte - oráculo del Señor -».
SALMO RESPONSORIAL
R. Mi boca contará tu
salvación, Señor.
·
A ti, Señor, me
acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a
salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. R.
·
Sé tú mi roca de
refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios
mío, líbrame de la mano perversa. R.
·
Porque tú, Dios
mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el
vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. R.
·
Mi boca contará
tu auxilio, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi
juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. R.
Segunda lectura de la
primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31-13, 13
Hermanos:
Ambicionad los carismas
mayores. Y aún os voy a mostrar un camino más excelente.
Si hablara las lenguas de
los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que
resuena o un címbalo que aturde.
Si tuviera el don de
profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como
para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada.
Si repartiera todos mis
bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no
tengo amor, de nada me serviría.
El amor es paciente, es
benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni
egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia,
sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasa nunca.
Las profecías, por el
contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará.
Porque conocemos
imperfectamente e imperfectamente profetizamos; más, cuando venga lo perfecto,
lo imperfecto se acabará.
Cuando yo era niño,
hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice
un hombre acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos como en un
espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora
limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios.
En una palabra: quedan
estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor.
EVANGELIO
Jesús, como Elías y
Elíseo, no solo es enviado a los judíos
Lectura
del santo evangelio según san Lucas 4, 21-30
En aquel tiempo, Jesús
comenzó a decir en la sinagoga:
- «Hoy se ha cumplido esta
Escritura que acabáis de oír.»
Y todos le expresaban su
aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y
decían:
- «¿No es éste el hijo de
José?»
Pero Jesús les dijo:
- «Sin duda me diréis
aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz también aquí, en tu
pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.»
Y añadió:
- «En verdad os digo que
ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había
muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y
seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de
ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón.
Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo,
ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio.»
Al oír esto, todos en la
sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo
llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo,
con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se seguía
su camino.
1.- Fracaso de Jesús en Nazaret.
Como
en una serie de televisión, el evangelio de este domingo comienza recordando lo
último contado en el anterior. Jesús ha leído en la sinagoga de Nazaret un
texto de Isaías que proclama una buena noticia a los pobres, ciegos,
prisioneros, oprimidos. Cuando termina, afirma: «Hoy se cumple esta Escritura
que acabáis de oír». ¿Cómo reaccionará el auditorio a estas palabras? Es lo que
se cuenta en el evangelio de hoy, en el que podemos distinguir tres momentos:
la reacción inicial del auditorio, un ataque desconcertante de Jesús, y la
reacción final de los nazarenos.
2.- La reacción inicial del auditorio
En
aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga: «Hoy se cumple esta
Escritura que acabáis de oír».
Y todos le expresaban su aprobación y se
admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: «¿No es
éste el hijo de José?»
Aparte de leer a Isaías, Jesús no
ha dicho prácticamente nada. Sin embargo, Lucas indica de inmediato la triple
reacción de los presentes: aprobación, admiración y desconcierto. Al parecer,
les gusta lo que han oído, pero no comprenden que lo diga alguien a quien
conocen desde pequeño.
3.- Un ataque desconcertante de Jesús
Si Jesús hubiera sido un político,
habría aprovechado la ocasión para ganarse más aún al auditorio, solventando
las posibles dudas sobre su autoridad. Sabe lo que esperan de él: no que lea
textos de la Biblia sino que haga milagros. Le bastaría realizar algunos
parecidos a los que ha hecho en Cafarnaúm para que todos le aplaudan y crean en
él.
Sin embargo, se niega a ello e
incluso adopta una postura agresiva. Sin que los nazarenos hayan dado motivo,
Jesús da por supuesto que lo van a rechazar. No se basa en nada concreto que
hayan hecho o dicho, sino en un proverbio: “Ningún profeta es bien mirado en su
tierra”. En consecuencia, tampoco él mira bien a los nazarenos y no hará allí
ningún milagro. Igual que Elías fue enviado por Dios a ayudar a una viuda
fenicia, y Eliseo a un leproso sirio, él también se siente enviado a los
paganos.
Y
Jesús les dijo: - «Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a
ti mismo"; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho
en Cafarnaúm.» Y añadió: «Os aseguro ningún profeta es bien mirado en su tierra.
Os garantizo que en Israel habla muchas viudas en tiempos de Elías, cuando
estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo
el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, a una viuda de
Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos habla en Israel en
tiempos del profeta Elíseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que
Naamán, el sirio.»
4.- Reacción final de los nazarenos
¿Cuál sería la reacción lógica de
los nazarenos? Levantarse e irse de la sinagoga, soltando probablemente
bastantes maldiciones contra Jesús. Sin embargo, lo que cuenta Lucas es mucho
más fuerte:
Al
oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo
empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su
pueblo, con intención de despeñarlo.
5.- Un relato desconcertante
Cuando se lee con atención el
relato de Lucas surgen varias preguntas:
¿Por qué adopta Jesús una postura
tan agresiva?
¿Por qué da por supuesto que lo van
a rechazar?
¿Por qué compara su actitud con la
de Elías y Eliseo, enviados a los paganos, cuando reconoce haber hecho milagros
en Cafarnaúm, que no es una ciudad pagana sino israelita?
¿Por qué reaccionan los nazarenos de forma tan
terrible, queriendo matarlo?
Para responder a estas preguntas
conviene recordar cómo cuenta Marcos la visita de Jesús a Nazaret.
6.- La versión de Marcos
Marcos cuenta la visita de forma
muy distinta. Jesús ya es bastante conocido cuando vuelve a Nazaret con sus
discípulos. Y ocurre lo siguiente:
“Un
sábado se puso a enseñar en la sinagoga. Muchos al escucharlo comentaban
asombrados: ¿De dónde saca éste todo eso? ¿Qué clase de sabiduría se le ha
dado? Y, ¿qué hay de los grandes milagros que realiza con sus manos? ¿No es
éste el artesano, el hijo de María, el hermano de Santiago y José, Judas y
Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas? Y esto lo sentían como un
obstáculo. Jesús les decía: “A un profeta sólo lo desprecian en su tierra,
entre sus parientes y en su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo
sanar a unos pocos enfermos a quienes impuso las manos. Y se asombraba de su
incredulidad.”
Las diferencias son claras. En
Marcos, la reacción del auditorio no es de aprobación, admiración y
desconcierto, sino de desconcierto y rechazo. Entonces es cuando Jesús recuerda
que “a un profeta solo lo desprecian en su tierra”. Pero nadie intenta matarlo.
Simplemente, no creen en él ni en su poder. Y Jesús se admira de su
incredulidad.
7.- Nazaret como símbolo
¿Por qué ha escrito Lucas un relato
tan distinto? Porque él no ha pretendido contar lo ocurrido, sino convertir la
visita de Jesús a Nazaret en símbolo de la relación de Jesús con el pueblo
judío y con los paganos.
Para ello, lo primero que hace es
comenzar la actividad de Jesús con esta visita. Mientras Mateo y Marcos dicen
que Jesús comenzó predicando por los pueblos y aldeas de Galilea, sin concretar
cuáles, Lucas nos sitúa en la sinagoga de Nazaret. Sabe que Jesús no fue
aceptado por los nazarenos, ni tampoco por su familia, que lo consideraba medio
loco. Recoge y lleva al límite ese rechazo, convirtiéndolo en símbolo de la
oposición de la mayor parte del pueblo judío, que terminó provocando su muerte.
En el Nuevo Testamento se indican
distintos motivos por los que Jesús entró en conflicto con las autoridades
judías: por no observar el sábado, por ser un peligro desde el punto de vista
político… En el relato de Lucas, el motivo principal de conflicto es el
nacionalismo de los que quieren un Mesías al servicio exclusivo de Israel,
mientras que Jesús se ve enviado a toda la humanidad. Pero nadie debe
escandalizarse de eso, mucho menos los judíos: también Elías y Eliseo fueron
enviados por Dios a los paganos en unos momentos en que los israelitas estaban
muy necesitados de ayuda.
La primera lectura (Jeremías 1,4-5.
17-19)
Ha sido elegida como prueba de que
“ningún profeta es bien visto en su tierra”. Al contrario, encuentra la
oposición de los más diversos estamentos del país: reyes, príncipes,
sacerdotes, grandes propietarios (el término “gente del campo” fue cambiando de
sentido, pero parece que aquí se refiere a los propietarios de grandes fincas).
En
los días de Josías, recibí esta palabra del Señor:
«Antes
de formarte en el vientre, te escogí;
antes de que salieras del
seno materno, te consagré: te nombré
profeta de los gentiles.
Tú
cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando.
No les tengas miedo, que
si no, yo te meteré miedo de ellos.
Mira; yo te convierto hoy
en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el
país: frente a los reyes y príncipes de Judá,
frente a los sacerdotes y
la gente del campo.
Lucharán contra ti, pero
no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.»
Oráculo del Señor.
Las palabras finales coinciden muy
bien con el final del evangelio, donde Jesús pasa serenamente entre quienes
intentan matarlo y se aleja. Con una gran diferencia: Jeremías se verá libre
gracias a la compañía de Dios; Jesús tiene en sí mismo el poder para
enfrentarse al enemigo. Cuando muera será porque él lo acepta libremente.
Pregunta
final
¿No nos parecemos demasiado los
cristianos a los nazarenos de Lucas? ¿No somos demasiado exclusivistas al
hablar de la salvación de Dios?
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