jueves, 21 de enero de 2016

Párate un momento: Evangelio del día 22 de enero – VIERNES- San Vicente, diácono y mártir





22 de enero – VIERNES-
San Vicente, diácono y mártir
2ª Semana del Tiempo Ordinario

EVANGELIO
Llamó a los que quiso para que estuvieran con él

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 13-19

En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él.
E instituyo doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar demonios:
Simón, a quien puso de nombre Pedro, Santiago el de Zebedeo y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.

1.- Este relato tiene una importancia singular, no tanto por la institución de “los Doce”, sino por lo que significa la teología del episcopado en la Iglesia, ya que los obispos se explican y se justifican a partir de los apóstoles de Jesús (Y. Congar). Aquellos “Doce”, como tales, no tuvieron una significación especial en la Iglesia naciente. Duraron hasta Pentecostés. Por eso se suplió la ausencia de Judas con la elección de Matías (Hech 1,15-26). Pero después, fueron muriendo y nadie pensó en completar el número de “doce”(H. D. Betz).

2.- Sim embargo, el relato está pensado como la reproducción de un acontecimiento importante. Por eso todo empieza indicando que Jesús “subió al monte” (Mc 3,13). Los montes significan, en los evangelios, lugares donde se realizan acontecimientos de revelación que permanecen ocultos a la gente: la elección de los doce (Mc 3,13; Lc 6,12), la transfiguración (Mc 9,2.9; Mt 17, 1.9; Lc 9,28.37), discursos de enorme alcance (Mt 5-7; Mc 13,3 par), el lugar donde Jesús se retira para la oración (Mc 6,46; Mt 14,23), el monte de los olivos (Mc 13,3 par) (H. Kleine). La indicación de “subir al monte” para algo trascendente aparece hasta 24 veces en la traducción de los LXX (S. C. Allison).

3.- ¿Qué significa todo esto? La experiencia de Dios, representada en el “monte”, y la decisión de “separarse” (Mc 3,13) o sea, dejar lo que habían tenido hasta entonces indica con fuerza que lo que Jesús pone en marcha, exige un cambio en la vida de una persona. Un cambio tan hondo, tan a fondo, que los valores rectores de la vida empiezan a ser otros. ¿Por qué ocurre, con tanta frecuencia, que mucha gente reduce su fe a practicar ciertas observancias solamente en ciertos días y a ciertas horas? ¿Por qué el Evangelio nos resbala y no entra en nuestras vidas? Jesús allí cambió hasta el nombre de aquellos hombres. Es decir, ya se les distinguía, no por lo que fueron hasta entonces, sino por lo que desde entonces empezaron a ser. Si Jesús no nos cambia así, el Evangelio nos resbala, no entra en nosotros.

SAN VICENTE, diácono y mártir
San Vicente, diácono de Zaragoza y mártir,
que durante la persecución bajo el emperador Diocleciano hubo de sufrir cárcel, hambre, potro, láminas candentes, hasta que, en Valencia, en la Hispania Cartaginense (hoy España), voló al cielo a recoger el premio del martirio (304).
Etimología: Vicente = Aquel que es un vencedor, es de origen latino.
El Diácono San Vicente es el mártir más famoso de España. Un siglo después de su martirio, que tuvo lugar probablemente en el año 304, San Agustín le dedicaba todos los años, en este día, una homilía. 
Los Hechos de su martirio, apócrifos como muchas Pasiones de otros mártires, se inspiran en documentos y tradiciones basados en realidades históricas. Las noticias históricas, reducidas a lo esencial, dicen que Vicente, natural de Huesca, durante la persecución de Diocleciano fue llevado encadenado de Zaragoza a Valencia para ser procesado ante el gobernador Daciano, junto con su obispo, y que sufrió el martirio en Valencia.
A estas pocas noticias históricas se añaden las narraciones de los Hechos. EL obispo de Zaragoza era un poco tartamudo y, por tanto, le iba mal en la oratoria. Pero tuvo la fortuna de encontrar al joven Vicente, bien preparado culturalmente y hábil en el manejo de la palabra. Fue ordenado Diácono y se le confió el cargo de coadjutor del obispo para la predicación del Evangelio.
En el imperio romano campeaba una cruel persecución, y Daciano, gobernador de Valencia, hizo pronto encadenar a los hombres más importantes de la Iglesia española. Al Diácono Vicente le fueron puestos grilletes y así lo condujeron a pie de Zaragoza a Valencia, junto con su obispo; pero aún en esas circunstancias aprovechó la ocasión para predicar el Evangelio, y en nombre del obispo tomó la palabra para confutar las acusaciones del gobernador y para exponerle el mensaje evangélico sin las distorsiones de la propaganda anticristiana. 
Daciano no se convenció, pero comprendió que el adversario que había que destruir era precisamente Vicente. Pero primero ordenó que lo torturaran. Después lo metieron en una celda oscura, en donde el pavimento estaba totalmente lleno de cascajos cortantes para prolongar los suplicios. Pero Vicente, con voz todavía fuerte, entonó himnos de agradecimiento a Dios. Entonces, el gobernador, para quitarle este motivo de gloria, ordenó que lo colocaran en una cama muy cómoda, pero en ese momento murió el Diácono.
Llevaron el cuerpo al campo para que lo devoraran las fieras, pero apareció un cuervo que defendió el cadáver de la voracidad de los otros animales. Entonces Daciano ordenó que lo metieran en un costal junto con una gran piedra y lo echaran al río; pero el cuerpo no se hundió y las aguas lo fueron llevando hasta dejarlo en una orilla. Los cristianos lo recogieron y erigieron una iglesia para su tumba.



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