19 de enero -martes-
San -Arsenio, obispo
2ª Semana de Tiempo Ordinario
Lectura del santo evangelio
según san Marcos 2, 23-28
Sucedió que un sábado Jesús
atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando
espigas.
Los fariseos le preguntan:
-«Mira, ¿por qué hacen en sábado
lo que no está permitido?»
Él les responde:
-« ¿No habéis leído nunca lo que
hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre como entró en
la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la
proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio
también a quienes estaban con él».
Y les decía:
-«El sábado se hizo para el
hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor
también del sábado.»
1.- La enseñanza capital de este relato se
resume en un criterio, que Jesús establece como convicción determinante de la
vida. Antes que la sumisión religiosa está la necesidad humana. Cuando se
trata, claro está, de las necesidades básicas para la vida, para los derechos
fundamentales del ser humano. En este caso, lo que se planteó fue, si lo
primero era obedecer a la ley del sábado (interpretada por los letrados), o
poder comerse unas espigas de trigo para quitarse el hambre. La religión decía:
lo primero, el sábado. Aunque tengas que pasar hambre. Jesús decía: lo primero
es quitarse el hambre, comer algo, aunque eso se haga desobedeciendo a la norma
religiosa y a los teólogos que la interpretan y la aplican.
2.- El problema -humano y religioso- que aquí
se plantea es el de la sumisión como norma de conducta. Mucha gente no se ha
puesto a pensar la fuerza decisiva que tienen en la vida los “rituales de
sumisión”. Sobre todo, cuando lo que está en juego es nuestra relación con “lo
divino”. Séneca lo dijo con claridad: al topar con lo divino, “nos amoldamos a
todo tipo de representación de modestia” (“in omne argumentum modestiae
fungimur”). Por eso los rituales de sumisión están presentes en nuestra vida
mucho más de lo que sospechamos (D. Morris).
3.- Tendremos ocasión de analizar este asunto
más afondo. De momento, baste pensar que la consecuencia más grave, que sigue
de este problema, si no se resuelve como Jesús lo hizo, es que aquí radica una
de las fuentes de violencia más peligrosas que funcionan en este mundo. ¿Por
qué los terroristas religiosos le quitan la vida a quien ellos piensan que le
quita la buena imagen a la religión? Los inquisidores, que quemaban vivos a los
herejes, anteponían la ortodoxia a la vida. Hoy se antepone la dignidad de un
profeta religioso a la vida de un país entero. Esto es lo que Jesús no puedo
tolerar.
San Arsenio,
obispo
En la isla de Corfú, en Grecia, san Arsenio,
obispo, que fue un pastor completamente dedicado a su grey y asiduo en la
oración nocturna. 959.
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Natural de Betania, junto a Jerusalén, de origen judío; vivió en tiempos
del emperador Basilio I el Macedonio. Después de haber abrazado la vida
monástica a la edad de doce años, completó sus estudios en Seleucia. Ordenado
sacerdote, después de una visita a los lugares santos, se fue a Constantinopla
con Trifón, que fue Patriarca en el 928, quien le dio algunas tareas en la
diócesis.
En el 933 Teofilacto, sucesor de Trifón, lo nombró primer obispo de Corfú.
Sabemos tan solo que era muy asiduo a la oración, y que antiguamente en Corfú
se mostraba la gruta donde, según la tradición, Arsenio acostumbraba retirarse
y pasar las noches orando. Además de unas homilías se atribuye a Arsenio
también un poema anacreóntico sobre el domingo de Pascua.
Marchó a Constantinopla para defender ante el emperador Constantino VII
Porfirogénito las razones de los notables de su isla; en el viaje de regresó
enfermó gravemente y murió en Corinto. Su cuerpo fue trasladado a Corfú y
enterrado en la iglesia de los Santos Pedro y Pablo. Lo más probable es que sus
reliquias fueran robadas después por los marineros venecianos. La Iglesia
latina y la griega celebran la fiesta de Arsenio el 19 de enero. Es el patrón
principal de la isla de Corfú.
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