domingo, 17 de enero de 2016

Párate un momento: Evangelio del día 18 enero -lunes- SANTA MARGARITA de Hungría, virgen





18 enero -lunes-
SANTA MARGARITA de Hungría, virgen
2ª Semana de Tiempo Ordinario

EVANGELIO
El esposo está con ellos

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 18-22

En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
-«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»
Jesús les contestó:
-«¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
Llegarán días en que le arrebatarán al esposo; y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto - lo nuevo de lo viejo - y deja un roto peor.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos.

1.- Digan lo que digan los exegetas, entendidos en el evangelio de Marcos, justificando la práctica del ayuno en la Iglesia. (J. Zmijewki, entre otros) está fuera de duda que aquí se afirma que los discípulos de Jesús no ayunaban. Además, sabemos que de Jesús se decía que era un comilón y un borracho, mientras que de Juan Bautista se comentan que ni comía ni bebía (Mt 11, 18-19 par). Y, sobre todo, está el hecho tan repetido del banquete de la abundancia como símbolo del Reino de Dios (Mt 22,1-14; Lc 14,15-24). Y sobre todo, las repetidas comidas, que relatan los evangelios, como práctica habitual de Jesús.

2.- La norma rectora de la vida cristiana es que el ser humano debe soportar la privación y el sufrimiento en la medida, y solo en la medida, en que ese sufrimiento o esa privación sirve para aliviar o suprimir el sufrimiento de otra persona o de otras personas. Pero privarse de lo que necesitamos para la vida, amparados en la idea de que así agradamos a Dios, equivale a pervertir la idea de Dios, dando a entender que ponemos nuestra fe en un Dios que disfruta viendo con agrado que el ser humano lo pasa mal. Eso equivale a una blasfemia “de buena voluntad”. Pero, a fin de cuentas y en definitiva, una forma de blasfemia.

3.- Un problema muy distinto -pero que viene aquí como anillo al dedo- es pensar en serio y a fondo que la cultura, la sociedad y la economía que vivimos en los países más desarrollados, nos han acostumbrado a un nivel de vida, de consumo y bienestar, que nos ha educado de forma que ya no podemos prescindir de un ritmo de consumismo y caprichos que, de mantenerlo así por unas cuantas generaciones más, terminaremos destrozando el planeta Tierra, sus fuentes de riqueza, su equilibrio ecológico y hasta su existencia misma. En este sentido, o ayunamos de mil caprichos y placeres innecesarios, o seremos responsables del crimen definitivo de esta loca humanidad en que vivimos. Que cada cual vea en qué y cómo tiene que hacer para que su vida resulte más austera.

SANTA MARGARITA de Hungría, virgen

En Buda, ciudad de Hungría, santa Margarita, virgen, hija del rey Bela IV, a la cual sus padres dedicaron a Dios para obtener la liberación de los tártaros y, niña aún, entró en el monasterio de monjas de la Orden de Predicadores e hizo profesión a los doce años y se entregó totalmente a Dios, dedicándose a imitar generosamente a Cristo crucificado (1270).
Fecha de canonización: 19 de noviembre de 1943 por el Papa Pío XII.
Los reyes Bela IV y su mujer María de Lascaris, padres de Margarita, antes de nacer su hija en 1242, la habían ofrecido a Dios por la liberación de Hungría de los tártaros, prometiendo dedicar a su divino servicio en un monasterio a la primera hija que les naciera. El rey Bela, confiando en el Señor, juntó el mayor ejército que le fue posible y, al frente de él, salió contra aquellos enemigos, muy superiores en número y envalentonados con anteriores victorias. Al primer encuentro, los dejó vencidos y huyendo a su tierra. La calma volvió a sus dominios.
Poco tiempo después nació una niña a la que pusieron el nombre de Margarita. Con dolor, pero movidos por el amor de Dios, sus padres cumplen la promesa y confían su hija de cuatro años a las dominicas del monasterio de Veszprém, recientemente fundado. La niña, a medida que crece, va adquiriendo los hábitos de la contemplación.
En 1254, a sus doce años, Margarita hace profesión solemne en manos de Fray Humberto de Romanís, Maestro de la Orden, que volvía del capítulo general celebrado en Buda, ciudad principal de aquel reino.
Los reyes, sus padres, contentos de ver a su hija tan feliz en el monasterio, edificaron para ella otro convento en una isla formada por el gran río Danubio y lo dotaron como convenía. Veinte años tenía Margarita cuando, con otras insignes religiosas que la acompañaron, se trasladó al nuevo convento, implantando una vida de rígida observancia.
Al rey su padre, que la amaba tiernamente, le suplicaba que favoreciese a las iglesias, que amparase a viudas y a huérfanos, que hiciese limosnas a los pobres y los defendiese. Y así lo hacía el buen rey.
Como esta caridad, asimismo era grande su pureza. Por costumbres cortesanas, la pretendieron por esposa el Duque de Polonia, y los reyes de Bohemia y de Sicilia, haciéndole ver que obtendría la dispensa de los votos y que su enlace con dichos príncipes sería como un pacto de paz y de alianza entre los reinos. De negarse, sobrevendrían discordias y guerras. Ella se negó rotundamente: Se había consagrado al Señor como esposa y con nueva consagración y bendición se había velado en manos del Arzobispo de Estrogenia un día de Pascua del Espíritu Santo.
Murió el 18 de enero de 1270 estando presentes muchos religiosos de la Orden. Recibió los sacramentos y rezando el salmo In te, Domine, speravi, al llegar al versículo In manus tuas, su alma voló al cielo a la edad de 30 años.
Pío XII la invocaba en su canonización el 19 de noviembre de 1943 como mediadora de la tranquilidad y de la paz fundadas en la justicia y la caridad de Cristo, no sólo para su patria, sino para el mundo entero.







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