29 DE ENERO –
VIERNES-
San
Valero, obispo
3ª SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO
Mc 4,26-34
En aquel tiempo Jesús
decía a las turbas: “El Reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente
en la tierra. Él duerme de noche, y se levanta de mañana; la semilla germina y
va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella
sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano
está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega”. Dijo también: “¿Con
qué podemos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de
mostaza: al
Sembrar lo en la tierra es la semilla
más pequeña, pero después, brota, se hace más alta que las demás hortalizas y
echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas”.
Con muchas parábolas
parecidas les exponía la Palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo
exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
1. La parábola de la semilla, que es eficaz por
sí misma y mientras el sembrador se dedica a sus quehaceres y tareas de cada
día, es la parábola que deja patente la fuerza de crecimiento y eficacia que
tiene el Reino de Dios por sí solo y por sí mismo.
Esto
quiere decir que el reinado de Dios crece, se amplía, se extiende y llega hasta
el fondo de la vida, no por el esfuerzo y los desvelos de nosotros, los
humanos. El reinado de Dios se impone y se funde con la vida de los individuos
y de la sociedad por la fuerza que tiene en sí mismo y por sí mismo.
2. ¿Qué quiere decir esto? El Reino de Dios se
hace presente donde se expulsan las fuerzas del mal. Es decir, donde se les
quita su fuerza a los poderes que causan las injusticias, sufrimientos y
violencias, que rompen la paz, el bienestar, la convivencia hasta terminar
matando toda esperanza y toda ilusión. Jesús lo dijo: “Si yo echo los demonios
con el Espíritu de Dios, señal que el reinado de Dios ha llegado hasta vosotros”
(Mt 12, 28; Lc 11, 20).
3. En los tiempos que vivimos, tiempos de crisis
y cambios profundos, de injusticias y opresiones, ¿se puede asegurar
tranquilamente que el reinado de Dios sigue creciendo y se va imponiendo en el
mundo? Es evidente que este mundo está demasiado desquiciado y en él abunda el
sufrimiento. Sin embargo, tan cierto como eso es que también va creciendo la
sensibilidad ante la injusticia y la corrupción, ante las desigualdades y la
dolorosa situación de los débiles y excluidos. La gente soporta cada día menos
los poderes opresores, las dictaduras, la violación de los derechos humanos. En
este momento, lo más urgente y apremiante es integrar en nuestras vidas la
libertad al servicio de la misericordia.
San
Valero, obispo
Los nombres de Valeriano,
Valerio y Valero proceden de la noble estirpe romana de los Valerios, y derivan
del verbo valere, de donde procede también el nombre de Valentín. En todos
ellos subyace la idea de valiente, fuerte, eficaz, vigoroso.
OBISPO DE ZARAGOZA
San Valero, fue elegido
obispo de Zaragoza, en el año 290, y dedicó su vida a predicar la fe cristiana
y evangelizar a sus fieles. Había nacido en Zaragoza y murió desterrado en Anet
(Eure y Loira), el año 315. Su biógrafo, el poeta cristiano-romano Prudencio,
nos cuenta que pertenecía a la familia consular de los Valerios.
LA FORTALEZA CRISTIANA
Alcanzó
una larga longevidad. Hubo de resistir durante su episcopado, la persecución de
Diocleciano y Maximiano. Pero digno heredero de la tradición de fortaleza de
los cristianos, sabiendo, como los mártires que le habían precedido, que estaba
arriesgando su vida, no dejó nunca de predicar y de reconfortar a los
perseguidos. Es el santo patrón de la ciudad de Zaragoza.
PERSEGUIDO POR DACIANO
Llegó
a oídos de Daciano, gobernador de Hispania, que el obispo Valero y su diácono
Vicente predicaban abiertamente la fe cristiana. Mandó detenerlos y conducirlos
cargados de cadenas a Valencia, donde él residía. No se arredró Valero ante
Daciano; pero éste, que entendía que hacer mártires cristianos fortalecía la fe
que pretendía desarraigar, en vez de debilitarla; y no deseando ensañarse con
un pobre anciano, lo condenó al destierro, reteniendo preso en Valencia a su
discípulo y diácono Vicente, a que cruelmente martirizó.
DATOS ESCASOS DE SU VIDA
De
su vida se nos han transmitido pocos datos, lo que no es extraño, teniendo en
cuenta que estamos en los inicios del siglo IV. Los últimos años de su
episcopado no podía cumplir con el cargo de la predicación, por un problema en
la lengua, por lo que fue llamado "el tartamudo". Pero encontró un
magnífico ayudante en el diácono Vicente, San Vicente Mártir, que fue traído
por sus padres desde Huesca, para que lo educara. Como hemos dicho anteriormente
en esta época, a principios del siglo IV, todo lo cristiano resultaba una clara
amenaza para el imperio romano y Diocleciano y Maximino desencadenaron una
cruel persecución contra la Iglesia, principalmente contra obispos, presbíteros
y diáconos. Valero y Vicente fueron llevados prisioneros a Valencia para ser
juzgados por un tribunal. Vicente halló el martirio y Valero fue desterrado a
Enate, pueblo cercano a Barbastro. Como San Valero por su problema de locución,
no se pronunció ante el tribunal valenciano, tomó Vicente la palabra y dirigió
su atención principal hacia él, y pagó con la vida su discurso, siendo San
Valero desterrado.
CONCILIO DE ELVIRA
Sabemos
que estuvo presente en el primer Concilio español del que existe noticia: el de
Elvira, en Granada. Prudencio, en su Peristéphanon nos dice que Vicente,
natural de Huesca y martirizado en Valencia era su diácono. Juntos fueron
apresados en Zaragoza y le acompañó en su cautiverio hasta la ciudad del Turia
durante la persecución de Diocleciano, y en donde salvó la vida, tal vez en
vista de su ancianidad. Hubo más de un obispo cesaraugustano con el nombre de
Valero, en la Edad Antigua. Y no hay duda -por las Actas del Concilio de
Elvira- acerca de que era un Valero quien gobernaba la diócesis Zesarausgustana
a comienzos del siglo IV.
RETIRADO A LA ORACION Y PENITENCIA
Valero se retiró al pueblo
de Anet, donde se entregó unos doce años a la oración y penitencia en el templo
que había hecho edificar en honor de su diácono el mártir Vicente, una vez
conocido su martirio, hasta su fallecimiento en el año 315. Murió lleno de años
y méritos. Su cuerpo fue sepultado cerca de Anet, en el castillo de Strada, de
donde fue trasladado a Rota en 1065 y de allí a Zaragoza en 1170 por orden del
rey Alfonso II de Aragón.
SUS RELIQUIAS
Después
de la invasión musulmana, cuando acababa de nacer el Reino de Aragón, llegaron
noticias de que se habían descubierto sus restos en el Pirineo. Se supuso que
el obispo había sido exilado a aquellas tierras poco hospitalarias. En 1050, lo
que se creyó que era su cuerpo venerable fue llevado a la sede episcopal de
Roda de Isábena, entonces cabeza eclesial de Aragón. Sus reliquias, entonces
muy veneradas y solicitadas, sufrieron varios traslados, sobre todo durante la
ocupación de España por los árabes. Estuvieron primero en el castillo de
Estrada y posteriormente fueron trasladados a Roda de Isábena, entonces cabeza
eclesial de Aragón.
LA ENTRADA DE ALFONSO I
Cuando
las tropas de Alfonso I y de Gastón de Bearn entraron en Zaragoza en 1118, la
restauración de la diócesis cristiana exigía la presencia física de las
reliquias de San Valero. El capítulo de Roda fue generoso y envió, en sucesivos
momentos, primero un brazo y, más tarde, en 1170, ya bajo el cetro de Alfonso
II, el cráneo del obispo confesor. Cuando Don Pedro de Luna fue elegido papa,
regaló a la Seo, en 1397, el relicario para guardar el cráneo del obispo
patrono y protector de Zaragoza. Hecho por orfebres y esmaltadores del taller
de Aviñón, en plata sobredorada y con pedrerías, es una de las mejores piezas
góticas que guarda Aragón
SU RETRATO EN EL MUSEO
Un
retrato de San Valero, que reproduce los rasgos de Benedicto XIII, se guarda en
el Museo Capitular de Zaragoza. Su festividad se celebra el día 29 de enero en
la ciudad de Zaragoza, siendo este día el postre popular de todos los
zaragozanos el típico "Roscón de San Valero". Ya es tradición que en
la plaza del Pilar se reparta cada año un gran roscón bendecido y repartido
entre 10.000 personas y que se coloca a las 10 de la mañana en la Plaza del
Pilar.
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