12 DE JULIO - MARTES 15~
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
San Juan Gualberto
Evangelio según san Mateo 11,
20-24
En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde
había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido:
“¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti,
Betsaida! Si en Tiro y Sidón se
hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace
tiempo que se habrían convertido,
cubiertas de sayal y ceniza.
Os digo que el día
del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaúm,
¿piensas escalar el cielo? Bajarás al Abismo. Porque si en Sodoma se hubieran
hecho los
milagros que, en ti, habría
durado hasta hoy.
Os digo que el día
del juicio le será más
llevadero a Sodoma que a ti”.
1. Ante todo no deberíamos
rechazar enseguida la autenticidad de estas palabras de Jesús. Es probable que
la “forma” en que están redactadas no sea exacta. Pero lo que interesa es el
“fondo” de lo que aquí nos quiere enseñar Jesús.
¿Dónde y en
qué está ese fondo del contenido de este texto?
2. Estamos cerca del final
del capítulo once del evangelio de Mateo, que concluirá
con la
oración de Jesús al Padre en la que expresa su identidad con él. Y en la que
recopilará
Jesús su decidida preferencia por los últimos, los pequeños, los “nadies, como
se diría ahora.
Pues bien, antes del final de esta sección del Evangelio, sabemos
—por el texto de hoy— que Jesús recriminó con extrema dureza a quienes se cerraron
para no escucharle ni aceptar su mensaje.
Jesús era consciente de que
él hablaba en nombre del Padre. Lo que representa que su mensaje era —y sigue siendo—
la interpelación del “Dios-Humanizado” a la humanidad. Para que todos los que
hemos venido a este mundo como “seres humanos” no destrocemos nuestra propia
humanidad, cerrándonos al llamamiento de Jesús, que es la presencia entre nosotros
de la “humanidad de Dios”, para que no nos cerremos al mensaje de bondad,
justicia y misericordia, que el mismo Jesús nos presenta y nos propone como “proyecto
de vida”.
Jesús tuvo que ser duro, porque nuestra dureza para acoger el proyecto
que nos humaniza y nos hace felices es mucho más dura para nosotros mismos y
contra nosotros mismos.
3. Con demasiada
frecuencia, estamos ciegos para ver los caminos que nos abre el
Evangelio
para encontrar nuestra propia felicidad. Esa ceguera no es la ceguera de la
maldad. Es, más bien, la ceguera que produce el virus dañino y canalla del
sistema económico, político y social, que se sirve de nuestras incontables
carencias, para
ofrecernos
la seducción que ciega y no nos deja ver los caminos que nos pueden llevar a
encontrar el sentido que buscamos para nuestras vidas y humanizar este mundo
tan deshumanizado.
Por ahí va la “religión de Jesús”, que nos abre horizontes de
esperanza y de plenitud de vida.
San Juan Gualberto
Nació en Florencia, de familia
muy rica y su único hermano fue asesinado. Era heredero de una gran fortuna y
su padre deseaba que ocupara altos puestos en el gobierno.
Un
Viernes Santo iba este santo por un camino rodeado de varios militares amigos
suyos, y de pronto se encontró en un callejón al asesino de su hermano. El
enemigo no tenía a donde huir, y Juan dispuso matarlo allí mismo. El asesino se
arrodilló, puso sus brazos en cruz y le dijo: "Juan, hoy es Viernes Santo.
Por Cristo que murió por nosotros en la cruz, perdóname la vida". Al ver
Gualberto aquellos brazos en cruz, se acordó de Cristo crucificado. Se bajó de
su caballo. Abrazó a su enemigo y le dijo: "Por amor a Cristo, te
perdono".
Siguió
su camino y al llegar a la próxima iglesia se arrodillo ante la imagen de
Cristo crucificado y le pareció que Jesús inclinaba la cabeza y le decía:
"Gracias Juan".
Desde
aquel día su vida cambió por completo. En premio de su buena acción, Jesús le
concedió la vocación, y Juan dejó sus uniformes militares y sus armas y se fue
al convento de los monjes benedictinos de su ciudad a pedir que lo admitieran
como religioso. Su padre se opuso totalmente y exigió al superior del convento
que le devolvieran a Juan inmediatamente.
Cuando
el papá vio al antiguo guerrero convertido en sencillo y piadoso monje se echó
a llorar, y dándole su bendición se retiró.
En
aquellos tiempos, el peor defecto que había en la Iglesia era la Simonía, es
decir, algunos compraban los altos cargos, y así llegaban a dirigir la Santa
Iglesia algunos hombres indignos. En el convento de Florencia, donde estaba
Juan, se murió el superior, uno de los monjes fue con el obispo y con dinero
hizo que lo nombraran superior a él. También el obispo había comprado su cargo.
Gualberto
no pudo soportar esta indignidad y se retiró de aquel convento con otros monjes
y antes de salir de la ciudad, declaró públicamente en la plaza principal que
el superior del convento y el obispo merecían ser destituidos porque habían
cometido el pecado de simonía. Más tarde logró que los destituyeran.
Fundador.
Se fue a un sitio muy apartado y silencioso, llamado Valleumbroso y allá fundó
un monasterio de mojes benedictinos que se propusieron cumplir exactamente todo
lo que San Benito había recomendado a sus monjes. El monasterio llegó a ser muy
famoso y le llegaron vocaciones de todas partes. Con los mejores religiosos de
su nuevo convento fue fundando varios monasterios más y así logró difundir por
muchas partes de Italia las buenas costumbres, y fue atacando sin misericordia
la simonía y las costumbres corrompidas. Las gentes sentían gran veneración por
él.
Después
de haber logrado que muchas personas abandonaran sus vicios y se convirtieran y
que muchos sacerdotes empezara a llevar una vida santa, y gozando del enorme
aprecio del Papa y de numerosos obispos, murió el 12 de julio de 1073, dejando
muchos monasterios de religiosos que trataban de imitarlo en sus virtudes y
llegaron a gran santidad.
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