29 DE JULIO - VIERNES -
17ª ~ SEMANA DEL T.O.-C
Santas Marta y Beatriz
Evangelio
según san Mateo 13, 54-58
Fue Jesús a su
ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga.
La gente decía admirada:
“¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros?
¿No es el hijo del carpintero?
¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y
Judas?
¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces,
¿de dónde saca todo eso?”
Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo:
“Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta”.
Y no hizo allí muchos
milagros, porque les faltaba fe.
1. Este
episodio es recogido por los tres evangelios sinópticos (Mc 6, 1-6; Mt 13, 53-58;
Lc 4, 16-30).
Señal de que la Iglesia naciente le
concedió importancia a este episodio. Sin duda, es un relato importante para
conocer más de cerca quién fue Jesús y cómo fue visto por quienes habían
convivido con él durante la mayor parte de su vida.
El relato dice que Jesús era “hijo de
José el carpintero”. Los relatos evangélicos, posteriores a la infancia, no se
refieren a cuestiones teológicas (virginidad de María, paternidad de José) que
se plantearon más tarde (entre los siglos II al y).
Se limitan a relatar lo que se pensaba
entre los vecinos del pueblo. Y lo que se pensaba en el pueblo es que Jesús era
hijo de José y de María. Y que tenía varios hermanos y hermanas de carne y
hueso.
No se trata de “parientes”, sino de hijos
del mismo padre y de la misma madre.
El término “adelphós” significa eso siempre
que se usa en el N. T. al referirse a familiares (J. F. Meier, U. Luz).
2. A
los parientes y vecinos de Nazaret no les cabía en la cabeza que un vecino ignorante
y sin formación se pusiera a hablar de Dios y de la Ley en la sinagoga.
Aquello les extrañaba y hasta “les
resultaba escandaloso”. ¿Por qué el escándalo?
Para un israelita piadoso, solo podía
hablar de Dios quien tuviera formación intelectual y la preparación debida para
ello. Pero allí todos sabían que Jesús, el hijo del carpintero, no estaba
capacitado para hablar en la sinagoga sobre temas que solo conocían los
maestros de la Ley.
De una persona vulgar y sin títulos
adecuados, ¿cómo se podía esperar que saliera una palabra creíble sobre Dios,
sobre la Ley o sobre la Religión?
3. Los
vecinos de Nazaret pensaban, en lo que estaban presenciando, desde “la lógica
de la religión” que habían aprendido. Pero, por lo visto, no tenían ni idea de
“la lógica del Evangelio” que Jesús enseñaba.
Y, si es que hablamos de la lógica del
Evangelio, ya nos estamos refiriendo a otra cosa, que tiene que ver poco con la
“sabiduría” del “orden presente” de este mundo.
Jesús había dicho que la cosas de Dios
están escondidas “a los sabios y entendidos”. Y, por el contrario, quienes las
conocen son “la gente sencilla” (Mt 11, 25).
Es la sorprendente sabiduría de los
pequeños, los sin importancia, los “nadies”, esos son los que contagian lo que
Jesús transmitía.
Los vecinos del pueblo, por lo visto,
estaban muy marcados por la religión y por lo que enseñaban los Letrados.
Pero aquí queda patente que todo eso no
ayuda para creer en Jesús, para acoger su palabra y su vida.
Lo de la religión nos ayuda para ser muy
“religiosos”. Pero no es lo que mejor nos prepara para ser muy “creyentes” en
Jesús y su Evangelio.
Santas Marta y Beatriz
Santa
Beatriz de Silva, fue del linaje de los Reyes de Portugal, hija del Señor Ruiz
Gómez de Silva y Doña Isabel de Meneses,
hija del conde de Viana.
Nació
Beatriz en Campo Mayor (Portugal) en el
1426. Tuvo once hermanos, entre ellos el conde de Porto Alegre y el
bienaventurado Fray Amadeo, de la Orden de San Francisco.
Al
casarse Doña Isabel, hija del príncipe Don Juan de Portugal, en el 1447, llevó
consigo a Castilla a Beatriz que tenia ya más de 20 años. En la corte de Castilla, Beatriz, estuvo como dama de la reina Doña Isabel,
segunda mujer que fue de Don Juan II; padres de la Reina Isabel la Católica.
En
Tordesilla, ella recibió el mensaje de la Virgen “de fundar una nueva orden en honor de la
Inmaculada”. Abandona la corte y marcha a Toledo en el 1453, allí lleva vida
retirada en Santo Domingo el Real (Dominicas), mientras llega la hora de poner
por obra el mensaje de la Virgen. Ofreció a Dios su virginidad y llevaba por
devoción el rostro siempre cubierto con velo blanco, llevando una vida ejemplar
y santa.
Ayudada
por la Reina Isabel la Católica y las actuaciones del Papa Sixto IV en el 1484
dejó el Monasterio de Santo Domingo y pasó con doce compañeras más, a la casa
llamada Palacios de Galiana y la Iglesia
de Santa Fe, que recibió de la Reina Isabel la Católica, en Toledo. Allí comenzó a poner esta casa en forma de
Monasterio para fundar la nueva Orden de la Inmaculada Concepción, 1492.
La Orden comenzó a florecer con muchas vocaciones y
se fundaron otros Monasterios. Murió Santa Beatriz el 17 -8 – 1492, al descubrir su rostro para darle la Santa
Unción, una estrella de gran resplandor apareció en su frente, mientras que su rostro se presentaba como el
de una persona que está en el
Cielo.
Su
cuerpo es venerado y tanto monjas como seglares van a su sepulcro para obtener
de Dios ayuda y gracias en sus necesidades.
Fue
Beatificada en el 1926.
El
3 de Octubre de 1976 fue Canonizada por Pablo VI.
Hermana
de Lázaro y María
Martirologio
Romano: Memoria de santa Marta, que recibió en su casa de Betania, cerca de
Jerusalén, a Jesús, el Señor, y muerto su hermano Lázaro, proclamó: «Tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (s. I).
Etimoligía:
Marta = ama de casa, señorial, atractiva. Viene de la lengua hebrea.
Marta
es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante
unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.
Jesús
Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba
hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían
cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en
servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la
resurrección de su hermano.
San
Juan nos dice que "Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro"
(Jn 11:5).
Lucas
añade: "Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada
Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que,
sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba
atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa
que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» -Lucas
10:38-40
No
podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor
pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor
aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto.
Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, este mezclado
con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia
para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones.
¿Porque la otra no hace nada y soy la que trabajo?
El
Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece
prioridades:
«Marta,
Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o
mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.»
-Lucas 10: 41-42
Esa
única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios,
atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.
Toda
vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación
lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se
concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida
contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es
la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la
elección de María y afirmó: "sólo una cosa es necesaria". Eso
significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.
Si
contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas
actividades, programas, ideas... Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús,
pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos
en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y más importante es
atenderlo a El directamente por medio de la oración.
Jesús
encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto
quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle.
Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del
alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo
(Mt 17-5).
Entonces,
¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de
fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario,
pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de
dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor.
Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo.
No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor
San
Agustín escribe: "Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido
mejor que tú". San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana
María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en
duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en
el santoral universal.
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