jueves, 28 de julio de 2016

Párate un momento: El Evangelio del día 29 DE JULIO - VIERNES - 17ª ~ SEMANA DEL T.O.-C Santas Marta y Beatriz




29 DE JULIO - VIERNES -
17ª ~ SEMANA DEL T.O.-C
Santas  Marta y Beatriz

       Evangelio según san Mateo 13, 54-58
   Fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga.
       La gente decía admirada:
       “¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros?
        ¿No es el hijo del carpintero?
       ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?
       ¿No viven aquí todas sus hermanas?        Entonces,
       ¿de dónde saca todo eso?”
       Y aquello les resultaba escandaloso.      Jesús les dijo:
       “Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta”.
        Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.


       1.   Este episodio es recogido por los tres evangelios sinópticos (Mc 6, 1-6; Mt 13, 53-58; Lc 4, 16-30).
       Señal de que la Iglesia naciente le concedió importancia a este episodio. Sin duda, es un relato importante para conocer más de cerca quién fue Jesús y cómo fue visto por quienes habían convivido con él durante la mayor parte de su vida.
       El relato dice que Jesús era “hijo de José el carpintero”. Los relatos evangélicos, posteriores a la infancia, no se refieren a cuestiones teológicas (virginidad de María, paternidad de José) que se plantearon más tarde (entre los siglos II al y).
       Se limitan a relatar lo que se pensaba entre los vecinos del pueblo. Y lo que se pensaba en el pueblo es que Jesús era hijo de José y de María. Y que tenía varios hermanos y hermanas de carne y hueso.
       No se trata de “parientes”, sino de hijos del mismo padre y de la misma madre.
       El término “adelphós” significa eso siempre que se usa en el N. T. al referirse a familiares (J. F. Meier, U. Luz).

       2.   A los parientes y vecinos de Nazaret no les cabía en la cabeza que un vecino ignorante y sin formación se pusiera a hablar de Dios y de la Ley en la sinagoga.
       Aquello les extrañaba y hasta “les resultaba escandaloso”. ¿Por qué el escándalo?
       Para un israelita piadoso, solo podía hablar de Dios quien tuviera formación intelectual y la preparación debida para ello. Pero allí todos sabían que Jesús, el hijo del carpintero, no estaba capacitado para hablar en la sinagoga sobre temas que solo conocían los maestros de la Ley.
       De una persona vulgar y sin títulos adecuados, ¿cómo se podía esperar que saliera una palabra creíble sobre Dios, sobre la Ley o sobre la Religión?

       3.   Los vecinos de Nazaret pensaban, en lo que estaban presenciando, desde “la lógica de la religión” que habían aprendido. Pero, por lo visto, no tenían ni idea de “la lógica del Evangelio” que Jesús enseñaba.
       Y, si es que hablamos de la lógica del Evangelio, ya nos estamos refiriendo a otra cosa, que tiene que ver poco con la “sabiduría” del “orden presente” de este mundo.
       Jesús había dicho que la cosas de Dios están escondidas “a los sabios y entendidos”. Y, por el contrario, quienes las conocen son “la gente sencilla” (Mt 11, 25).
       Es la sorprendente sabiduría de los pequeños, los sin importancia, los “nadies”, esos son los que contagian lo que Jesús transmitía.
       Los vecinos del pueblo, por lo visto, estaban muy marcados por la religión y por lo que enseñaban los Letrados.
       Pero aquí queda patente que todo eso no ayuda para creer en Jesús, para acoger su palabra y su vida.
       Lo de la religión nos ayuda para ser muy “religiosos”. Pero no es lo que mejor nos prepara para ser muy “creyentes” en Jesús y su Evangelio.
Santas Marta y Beatriz

Santa Beatriz de Silva, fue del linaje de los Reyes de Portugal, hija del Señor Ruiz Gómez de Silva  y Doña Isabel de Meneses, hija del conde de Viana. 
Nació Beatriz en Campo Mayor (Portugal)  en el 1426. Tuvo once hermanos, entre ellos el conde de Porto Alegre y el bienaventurado Fray Amadeo, de la Orden de San Francisco.   
Al casarse Doña Isabel, hija del príncipe Don Juan de Portugal, en el 1447, llevó consigo a Castilla a Beatriz que tenia ya más de 20 años.  En la corte de Castilla, Beatriz,  estuvo como dama de la reina Doña Isabel, segunda mujer que fue de Don Juan II; padres de la Reina Isabel la Católica. 
En Tordesilla, ella recibió el mensaje de la Virgen  “de fundar una nueva orden en honor de la Inmaculada”. Abandona la corte y marcha a Toledo en el 1453, allí lleva vida retirada en Santo Domingo el Real (Dominicas), mientras llega la hora de poner por obra el mensaje de la Virgen. Ofreció a Dios su virginidad y llevaba por devoción el rostro siempre cubierto con velo blanco, llevando una vida ejemplar y santa. 
Ayudada por la Reina Isabel la Católica y las actuaciones del Papa Sixto IV en el 1484 dejó el Monasterio de Santo Domingo y pasó con doce compañeras más, a la casa llamada Palacios de Galiana  y la Iglesia de Santa Fe, que recibió de la Reina Isabel la Católica, en Toledo.   Allí comenzó a poner esta casa en forma de Monasterio para fundar la nueva Orden de la Inmaculada Concepción, 1492.
 La Orden comenzó a florecer con muchas vocaciones y se fundaron otros Monasterios. Murió Santa Beatriz el 17 -8 – 1492,  al descubrir su rostro para darle la Santa Unción, una estrella de gran resplandor apareció en su frente,  mientras que su rostro se presentaba como el de una persona  que está en el Cielo.  
Su cuerpo es venerado y tanto monjas como seglares van a su sepulcro para obtener de Dios ayuda y gracias en sus necesidades.
Fue Beatificada en el 1926. 
El 3 de Octubre de 1976 fue Canonizada por Pablo VI. 


Hermana de Lázaro y María
Martirologio Romano: Memoria de santa Marta, que recibió en su casa de Betania, cerca de Jerusalén, a Jesús, el Señor, y muerto su hermano Lázaro, proclamó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (s. I).

Etimoligía: Marta = ama de casa, señorial, atractiva. Viene de la lengua hebrea.
Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.
Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.

San Juan nos dice que "Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro" (Jn 11:5).

Lucas añade: "Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» -Lucas 10:38-40
No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto. Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, este mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. ¿Porque la otra no hace nada y soy la que trabajo?
El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:
«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» -Lucas 10: 41-42
Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.
Toda vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: "sólo una cosa es necesaria". Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.
Si contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas actividades, programas, ideas... Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y más importante es atenderlo a El directamente por medio de la oración.
Jesús encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).
Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo. No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor
San Agustín escribe: "Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú". San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.





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