15 DE JULIO - VIERNES -
15~ SEMANA DEL T.O.- C
San Buenaventura, obispo.
Evangelio según san Mateo 12, 1-8
Un sábado de aquellos, Jesús
atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar
espigas y a comérselas.
Los fariseos, al
verlo, le dijeron:
“Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que
no está permitida en sábado”.
Les replicó:”
¿No habéis leído lo
que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de
Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a
él ni a sus compañeros, sino solo a los sacerdotes.
¿Y no habéis leído
en la Ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir
en culpa?
Pues os digo que
aquí hay uno que es más que el templo.
Si comprendierais
lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenaríais a los que
no tienen culpa. Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado”.
1. La sumisión al
“Shabbat”, que originalmente tuvo un sentido humanitario de
“descanso”
sobre todo para los esclavos (Ex 23, 12, Deut 5, 14), pasó a ser el signo de la
fidelidad a Dios, que descansó después del trabajo de la creación (Gen 2, 2 5, Ex
20, 11; 31, 17).
Pero la legislación sobre el sábado se fue haciendo cada vez más minuciosa,
imponiendo incontables prohibiciones: preparar la comida, encender el fuego,
recoger leña, cosechar, ayudar a un animal o a una persona en peligro, transportar
cargas, caminar más de 1.250 metros, incluso soltar un nudo o trazar más de
una letra
del alfabeto (X. Léon-Dufour).
En la actualidad, los judíos observantes leen, en La voz de la
Torah, que “con este don del Shabbat, Dios ha elevado a los hombres
concediéndoles
a todos libertad, dignidad e igualdad” (II, 2).
2. Pero, en este episodio
—tal como lo relata Mateo— lo más importante no es el
“hecho” de
la inobservancia del sábado, sino la “argumentación” que da Jesús para justificar
por qué él y sus discípulos no se sometían al cumplimiento exacto y fiel del
“shabbat”.
Tal argumento se basa en la conducta del rey David, cuando sintió hambre
(1 Sam 21, 1 ss).
Lo que Jesús propone, al recordar este ejemplo de David, es que la
“necesidad de comer” está antes que la “obligación de rezar”.
En el fondo, lo que Jesús dice es que “lo humano” está antes que
“lo religioso”.
3. Jesús revolucionó la
religión, la modificó en su raíz misma. Porque puso el centro del hecho
religioso, no en “lo sagrado” y sus observancias, sino en “lo humano” y sus
necesidades. Por eso Dios se nos hizo presente y visible en “lo humano”. Por
eso son muchos los que se escandalizan cuando alguien toma en serio el
Evangelio.
Y es que “lo sagrado” comporta experiencias y sentimientos tan
profundos, que mucha gente prefiere soportar todos los yugos legales que les
echen encima, con tal de tener siempre la tranquilidad de conciencia que
produce la sumisión al mandato bien cumplido.
La consecuencia histórica de este “sentimiento religioso” ha sido,
con demasiada frecuencia, anteponer el respeto a las catedrales, las iglesias y
los conventos al respeto que merecen las cuevas y las chabolas donde viven los
seres humanos tantas veces. ¿Puede haber mayor deformación humana que eso?
San Buenaventura, obispo.
Después
de tomar el hábito en la orden seráfica, estudió en la Universidad de París,
bajo la dirección del maestro inglés Alejandro de Hales. De 1248 a 1257, enseñó
en esta universidad teología y Sagrada Escritura.
A
su genio penetrante unía un juicio muy equilibrado, que le permitía ir al fondo
de las cuestiones y dejar de lado lo superfluo para discernir todo lo esencial
y poner al descubierto los sofismas de las opiniones erróneas. El santo se
distinguió en filosofía y teología escolásticas. El santo no veía en sí más que
faltas e imperfecciones y, por humildad, se abstenía algunas veces de recibir
la comunión, por más que su alma ansiaba acercarse a la fuente de gracia. Pero
un milagro de Dios permitió a San Buenaventura superar tales escrúpulos.
Durante
los años que pasó en París, compuso una de sus obras más conocidas, el
"Comentario sobre las Sentencias de Pedro Lombardo", que constituye
una verdadera suma de teología escolástica. Guillermo de Saint Amour hizo en la
obra titulada "Los peligros de los últimos tiempos" un ataque directo
a San Buenaventura. Ataque que el santo contestó con un tratado sobre la
pobreza evangélica, titulado "Sobre la pobreza de Cristo".
En
1257, San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino recibieron juntos el título de
doctores. San Buenaventura escribió un tratado "Sobre la vida de
perfección", destinado a la Beata Isabel, hermana de San Luis de Francia y
a las Clarisas Pobres del convento de Longchamps. Otras de sus principales
obras son el "Soliloquio" y el tratado "Sobre el triple
camino". En 1257, Buenaventura fue elegido superior general de los frailes
Menores.
No
había cumplido aún los 36 años y la orden estaba desgarrada por la división
entre los que predicaban una severidad inflexible y los que pedían que se
mitigase la regla original. El joven superior general escribió una carta a
todos los provinciales para exigirles la perfecta observancia de la regla y la
reforma de los relajados.
El
primero de los cinco capítulos generales que presidió San Buenaventura, se
reunió en Narbona en 1260. Ahí presentó una serie de declaraciones de las
reglas que fueron adoptadas y ejercieron gran influencia sobre la vida de la
orden. San Buenaventura empezó a escribir la vida de San Francisco de Asís. El
santo gobernó la orden de San Francisco durante 17 años, y por eso se le llama
el segundo fundador. En 1265, el Papa Clemente IV trató de nombrar a San
Buenaventura arzobispo de York, a la muerte de Godofredo de Ludham , pero el
santo consiguió disuadir de ello al Pontífice. Sin embargo, al año siguiente,
el Beato Gregorio X le nombró cardenal obispo de Albano, ordenándole aceptar el
cargo por obediencia.
Se
le encomendó la preparación de los temas que se iban a tratar en el Concilio
ecuménico de Lyon, acerca de la unión de los griegos ortodoxos. San
Buenaventura se caracterizaba por la sencillez, la humildad y la caridad.
Mereció el título de "Doctor Seráfico" por las virtudes angélicas que
realzaban su saber. Fue canonizado en 1482 y declarado Doctor de la Iglesia en
1588.
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