20 DE JULIO - MIÉRCOLES
16ª ~ SEMANA DEL T.-O.-C
San Elías
Evangelio según san Mateo 13, 1-9
Aquel día, salió Jesús de casa y
se sentó junto al lago.
Acudió tanta gente,
que tuvo que subirse a una barca; se sentó y la gente se quedó de pie en la
orilla.
Les habló mucho rato en
parábolas:
“Salió el sembrador
a sembrar.
Al sembrar, un poco
cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en
terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda,
brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó, y por falta de raíz se
secó.
Otro poco cayó entre
zarzas, que crecieron y lo ahogaron.
El resto cayó en
tierra buena y dio fruto, unos ciento, otros sesenta; otros treinta.
El que tenga oídos
que oiga”.
1. Esta parábola nos
enfrenta siempre a una pregunta de enorme importancia.
Una pregunta que, nos hemos hecho tantas veces, que ya ha perdido
casi todo interés y
hasta vemos
el contenido de la pregunta como algo que es lo normal y que no tiene solución.
La pregunta es esta:
¿Por qué el Evangelio se predica tanto y, sin embargo, casi
siempre interesa tan poco?
¿Ocurre esto porque, con demasiada frecuencia, presentamos mal el
Evangelio?
¿O lo que sucede es que el Evangelio ya no interesa en los tiempos
que vivimos?
¿Somos tan mala tierra? ¿O es que la semilla, que teólogos y
predicadores siembran en esta tierra, no es la semilla que tendrían que
sembrar?
2. La semilla es el
Evangelio. Pero resulta que el Evangelio no es una teoría, ni un simple
conjunto de historias, que se explican como se explica otra doctrina cualquiera
por muy sublime que sea.
Nada de eso. El Evangelio no es una “doctrina”, sino que es un
“proyecto de vida”.
La vida que llevó Jesús.
Por tanto, sembrar la semilla del Evangelio es hacer presente la vida que vivió
Jesús, su estilo de vida, sus
preocupaciones
y sus preferencias, lo que le gustaba y lo que no le gustaba.
Cuando hacemos eso presente, entonces es cuando sembramos la
semilla de la “Palabra”
que se
encarnó en Jesús (Jn 1, 14).
Y así es como nos dio a conocer a Dios (Jn 1, 18~3.
¿Es esto lo que hacemos en la Iglesia?
Esta Iglesia que tenemos y sus representantes oficiales, sus
dirigentes, los que van por la vida asegurando que se identificar con la
Iglesia de Jesús, ¿es esto lo que hacen?
¿Siembran así la semilla del Evangelio?
Si se piensa despacio y a fondo, esta pregunta resulta aterradora.
Porque, con demasiada frecuencia, no se siembra, ni sembramos, la
semilla del Evangelio.
Porque eso nos obligaría a vivir de otra manera.
El día que vivamos de forma que la gente diga que “esto parece el
Evangelio viviente”, ese día la gente se sentirá atraída por ti, con la
misma
seducción que Jesús atraía a la gente, según los relatos evangélicos (Mt 4,
23-24; U
6, 17-19).
Esto no es asunto de “funcionarios de lo sagrado”.
Es la expresión de una vida, de un estilo y una forma de
vivir.
San Elías
Elías, Profeta Año 850 AC.
Señor
Dios: síguenos enviando muchos profetas que, como Elías, anuncien tus mensajes
y luchen valientemente contra el pecado y las falsas enseñanzas de los enemigos
de la religión.
Elías
significa: "Mi Dios es Yahvé". (El = Dios. IA = Yahvé).
En
contraposición a un montón de falsas divinidades que el pueblo ignorantemente
estaba adorando, suscitó Dios a un gran profeta para que recordara a su pueblo
que sólo hay un Dios y que ese Dios es Yahvé (Este es el nombre que Dios se dio
a sí mismo cuando Moisés le preguntó: ¿Cuál es tu nombre?". Y el Señor le
respondió "Mi nombre es Yahvé, que significa: Soy el que soy. Yo hice a
todos, y a mí nadie me hizo"(Éxodo 3,14). Ese fue pues el oficio de Elías:
tratar de convencer a los israelitas de que sólo hay un Dios y que ese Dios es
Yahvé, el Creador de cielos y tierra.
La
historia del profeta Elías está en la S. Biblia en el Libro Primero de los
Reyes capítulos 17 al 21, y en el segundo Libro de los Reyes, capítulos 1 y 2.
Ojalá la leamos en nuestra Biblia. Es la siguiente:
Reinaba
en Israel Acab, un hombre de débil voluntad que se dejaba dominar por su esposa
Jezabel, que era pagana y extranjera y deseaba imponer entre el pueblo la
religión de los falsos dioses. Esta mujer perversa hizo asesinar a los profetas
y sacerdotes del Dios verdadero, de los cuales solamente se salvaron de la
muerte unos cien a quienes escondió en cavernas Abdías, el mayordomo del rey, y
los alimentó durante la época de máximo peligro. Elías se libró de la muerte
huyendo a su tierra natal, al otro lado del Jordán, y yéndose después a una
ciudad fenicia, llamada Sarepta.
Pero
cuando parecía que ya Jezabel iba a lograr destruir por completo la verdadera
religión en Israel, entra en escena el gran campeón de la religiosidad, Elías,
y empieza el combate total entre las fuerzas del bien y las del mal.
Elías
aparece de repente en pleno reinado de Acab, para anunciar, que, como un
castigo por haber abandonado la verdadera religión, vendrá sobre la nación un
verano de tres años seguidos. Y en efecto deja de llover durante 36 meses y el
hambre y la sed hacen estragos.
Por
orden de Dios, Elías se retira a vivir a una cueva junto a una fuente de agua.
Allá los cuervos le llevan pan por la mañana y carne por la tarde, El profeta
viste pobremente: una tosca piel de camello y una correa (así vestirá más tarde
Juan Bautista). Cuando la fuente de agua se secó, Dios le ordenó que se fuera a
vivir a una ciudad extranjera, llamada Sarepta.
Al
llegar a Sarepta se encuentra con una viuda que está recogiendo leña para
cocinar. Él le dice: "por favor: tráigame un poco de agua y un pan".
Ella le respondió: No tengo sino un poquitito de harina y una migaja de aceite.
Voy a hacer un pan para mi hijo y yo, y después nos moriremos de hambre".
Elías
le dijo: "Haga un pan para mí, y ya verá que la harina no se le acabará en
su artesa, ni el aceite en su vasija, hasta el día en que vuelva a llover sobre
la tierra". La mujer hizo lo que el profeta le mandaba, y sucedió como le
había anunciado: ni la harina se acabó en su artesa, ni el aceite se disminuyó
en su vasija, durante todos esos meses de escasez. Y así pudo alimentar a su
hijo y al profeta.
El
primer caso de un resucitado, que se narra en la S. Biblia, sucedió en tiempos
del profeta Elías. El hijo de la viuda que lo hospedaba se enfermó gravemente y
se murió. La pobre mujer desconsolada le reclamó al profeta el por qué le tenía
que suceder a ella tan grande desgracia. Elías se dedicó a rezar con toda fe
junto al cadáver del niño y Dios resucitó al muerto. La madre del jovencito, al
ver a su hijo vivo otra vez, exclamó: "Ahora sé que eres un hombre de Dios
y que en verdad Yahvé habla por tus labios".
Elías
hizo que el rey Acab reuniera a todo el pueblo de Israel, junto al Monte
Carmelo y también a los 450 profetas del falso dios Baal. Y estando todos allí
reunidos les hizo este desafío: "Vamos a poner dos altares. En el uno
estarán los sacerdotes de Baal. Y en el otro estaré yo en nombre de Yahvé. Y
ellos invocarán a Baal para que envíe fuego del cielo y queme sus ofrendas. Y
yo invocaré a Yahvé. Y el que responda, ese es el verdadero Dios. Y descendió
fuego del cielo y consumió todo el sacrificio que él había colocado en el altar
(y eso que el profeta había hecho inundar con mucha agua todos los alrededores
de su altar, para que no fuera fácil allí quemar nada). El pueblo emocionado
ante este milagro, acabó con todos los sacerdotes del falso dios Baal.
Cuando
la malvada reina Jezabel supo que habían acabado con los sacerdotes de su falso
dios Baal, dio orden a la policía de que asesinara a Elías. Y este tuvo que
salir huyendo por el desierto, para salvar la vida. Y le sucedió que entonces
tuvo una gran depresión de ánimo y deseó morirse. Pero Dios le envió un ángel
que le trajo un pan y una jarra de agua, y con este alimento tuvo fuerzas para
andar 40 días por el desierto hasta llegar al Monte Horeb o Sinaí y esconderse
allí.
Y
estando allí en el Monte Santo sintió que Dios se le iba a aparecer. Y llegó un
violento huracán, pero allí no iba Dios. Y sucedió un espantoso terremoto, pero
ahí no estaba Dios. Y vino un fuego devorador, y allí tampoco llegaba Dios. En
seguida sintió una suave brisa, y ahí sí venía Dios. Y el Señor mandó a Elías
que volviera otra vez a Israel y que consagrara a Eliseo como su sucesor, y a
Jehú como nuevo rey. Y desde aquella aparición, aprendió el gran profeta a no
ser violento (como el huracán) ni duro (como el terremoto) ni asustador (como
el fuego) sino suave y amable (como la brisa).
El
rey Acab deseaba conseguir una finca que le agradaba, pero Nabot, su dueño, no
se la quería vender porque era la herencia muy amada de sus padres. Entonces la
reina Jezabel hizo asesinar a Nabot y el rey se apoderó de la finca. Elías se
presentó y le anunció que por haber cometido semejante crimen, todos los hijos
varones del rey Acab serían asesinados, y que a Jezabel se la comerían los
perros.
Ajab
se asustó mucho y empezó a hacer penitencia. Entonces Dios le avisó a Elías que,
por esas demostraciones de arrepentimiento, los castigos no llegarían sino
cuando el rey ya se hubiera muerto. Y así sucedió. Muerto Ajab, fue nombrado
rey un general llamado Jehú el cual hizo asesinar a todos los hijos del difunto
rey, y mandó echar desde un balcón hasta el piso de la calle a Jezabel, y allí
la devoraron los perros.
El
profeta nombró como su sucesor a Eliseo y fue avisado por Dios de que iba a ser
llevado al cielo. En compañía de Eliseo llegó al río Jordán y lo tocó con su
manto, y el río se abrió en dos y pasaron al otro lado sin mojarse los pies.
Eliseo
le pidió como último favor: "Que me pase a mí lo más importante de tu
espíritu" (de tus poderes y de tus cualidades). Elías le dijo: "Si me
ves cuando suba al cielo se te concederá lo que has pedido".
Y
llegó un carro de fuego y se llevó a Elías al cielo. Eliseo lo vio mientras
subía por las nubes, y se le transmitieron a él las cualidades y los poderes de
Elías, y empezó a hacer milagros.
Retrato bíblico
Es
imposible intentar encerrar en cuatro páginas la personalidad y obra de este
gran Profeta.
Leyendo
las pocas páginas que nos hablan de él: 1 Reyes, cap. 17-19,21, y 2 Re 1-2,
podemos intentar descubrir sus rasgos principales. He aquí algunos:
El
hombre ante Dios: Aparece con frecuencia la expresión "el Señor a quien
sirvo" o "ante el que estoy"; Elías no comparte con nadie su
culto y quiere que el pueblo haga lo mismo.
Llevado
por el Espíritu: Ved la respuesta tan sabrosa de Abdías en 1 Reyes 18,12. De
ahí es de donde procede la fuerza del alma de Elías y de su libertad interior.
Su
fe sin divisiones: Cuando el sacrificio del Carmelo (1 Re 18), intenta forzar
al pueblo a elegir entre el Dios vivo, personal, que interviene en la historia,
y las fuerzas naturales divinizadas, los baales. Como nosotros, Elías cree sin
ver; porque Dios se lo pide, anuncia la llegada de la lluvia..., pero sin verla
venir (1 Re 18,41 s).
Su
intimidad son Dios: Su visión de Dios (1 Re 19), como la de Moisés (Ex 33,18s),
es el modelo de la vida mística: es todo lo más que se le concede ver al
hombre. Pero Elías sigue siendo un hombre como nosotros, desalentado, miedoso
(19,ls). El versículo 19,12 debe traducirse: "Se oyó el ruido de un
silencio": Dios no está en las fuerzas de la naturaleza divinizadas, sino
que es el Dios oculto. En su oración -lo mismo que Moisés-Elías no cae en
efusiones místicas, sino que habla a Dios de su misión.
Ante el rey y los poderosos, defiende al pobre
(1 Re 21).
Su
universalismo: Como cree en Dios sin
divisiones y se deja conducir por el Espíritu, es libre para tratar con los
paganos (1 Re 17); pero también a la mujer pagana le pide una fe incondicional
(17, 13).
Las
florecillas de Elías (2 Re 1): Este relato popular, lo mismo que presentarán
luego a Eliseo, contribuirá, por desgracia, a hacer de Elías un personaje justiciero
que pide el fuego del cielo contra los pecadores.
La
ascensiónde Elías (2 Re 2). Como no se conocía su tumba, se llegó a pensar
seguramente que había sido llevado junto a Dios. Lucas se inspirará en este
texto para su relato de la ascensión de Jesús (Hech 1,6-11); Eliseo, que ve a
Elías en su ascensión, recibirá su espíritu para continuar su misión, lo mismo
que los discípulos recibirán el Espíritu de Jesús por haberlo visto elevarse.
Retrato hecho por
los hombres
Nos
limitamos al que nos pintan dos célebres carmelitas:
l)
El ilustre historiador Juan Bta. Lezana (+1659) escribió este magnífico
epitafio:
"Elogio
para fiar a la puerta del paraíso terrenal:
Aquí
vive, oh mortal aquel celeste celador de la honra divina. Elías es de doble
espíritu, perfecto en la pureza, rico en virtudes, pobrísimo en bienes
terrenos, gran amigo de Dios, enemigo del diablo, amable con los buenos,
terrible para los impíos, nacido antes de Cristo, conversó con Cristo,
reservado después de Cristo contra el Anticristo; Patriarca eximio. Profeta
celebérrimo. Sacerdote grande, Monje, Padre de los Monjes, siempre casto, Fénix
singular.
De
Cristo futuro apóstol. Mártir, Precursor, Capitán, valiente defensor, heraldo
de la verdad, ardientemente religioso, maduro sin quebranto, anciano sin vejez,
mortal sin morir, nutrido sin alimento, de una longevidad sin achaques y - ¡cosa
admirable! - de una vida santísima que no se ha de extinguir hasta la
consumación de los siglos.
Quien
flageló a los tiranos, dio muerte a los sacrílegos, cerró con su palabra las
nubes y tórnalas a abrir, ungió Reyes e instituyó Profetas defensores; por los
ángeles fue anunciado su nacimiento, alimentado en Carit, saludado en Horeb,
donde, en medio de fragorosa tempestad y conmoción de los montes, cubriéndose
con su palio el rostro, vio en cuanto era capaz, a Dios, el cual se le
manifestó en el suave céfiro..."
2) El venerable mariólogo Arnoldo Bostio (+1499) lo
llamó:
"Varón Evangélico antes del Evangelio,
Apostólico antes del tiempo de los Apóstoles, despreciador del mundo y de todas
las cosas perecederas, apasionado seguidor de lo eterno, primer Virgen, Monje y
Eremita, resplandor de costumbres, regla de virtudes, heraldo de la Virgen
sagrada. Que con la instftución de la virginal castidad antecedió por mucho
tiempo al Cordero sin mancha a donde quiera que hubiera de ir..."
Elías y el Carmelo
Un
grupo de cozados llegados a Palestina a mediados del siglo XII, viendo la
maravillosa topografía del Monte Carmelo, tan apto para la contemplación,
decidieron quedarse allí y se entregaron sin reservas a imitar la vida del
Profeta de Fuego, tal como la describían los libros de los Reyes, a base de la
tradición monástica. El lugar les ayudaba a "fabricar la miel dulcísima de
la contemplación".
Supuesto
el vínculo entre Elías y el Carmelo, entre Elías y la vida religiosa, fijado
por los Padres Griegos y Latinos, no es de extraflar que aquellos a quienes ya
Santiago de Vitry había designado como "imitadores del santo varón y
solitario Elías profeta", en el Monte Carmelo..., cerca de la fuente
apellidada de Elías, en la Rubrica Prima de las Constituciones afirman su
descendencia de los Padres tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, quienes
desde el tiempo de Elías y de Eliseo habían habitado en el Monte Carmelo
"para la contemplación de las cosas celestiales".
A
pesar de ello, los carmelitas nunca se llamaron elianos, pues tomarán el
nombre, como tantas otras Ordenes, no del Fundador, sino del lugar donde nacen.
Elías
será para aquellos cozados que se reúnen en el Monte Carmelo la regla viva, que
se propondrán imitar. Para ellos éste será el padre que les infundirá su
espíritu: Carmelitarum Dux et Pater.
Para
estos primeros carmelitas, la cosa fue fácil: deseaban imitar a aquel hombre
extraordinario, tal como lo presentaba la Sagrada Escritura y porque los Padres
lo habían visto como el prototipo del monacato.
Así
de sencillo es el origen del Patriarcado ellano sobre el Carmelo.
Hoy,
la así llamada "Cuestión Eliana “sobre la sucesión hereditaria o entronque
de los carmelitas de hoy con el Profeta Elías, que vive 900 años antes de
Cristo, es una cuestión zanjada y, por lo tanto, así admitida: Elías es el
Padre Espiritual o el Inspirador del Carmelo. Así lo ha escrito el P. R. García
Villoslada, S.J.:
"Pero
debemos añadir que no sin fundamento llaman su Padre a Elías, porque los
fundadores y después todos los carmelitas miraron siempre a aquel Profeta como
a modelo y ejemplar, e inspirados en él, modelaron sus reglas y constituciones.
Moralmente, pues, ha influido el Profeta Elías en la Orden Carmelitana casi
tanto como San Agustín en los diversos Institutos que llevan su nombre, y se
glorían de tenerle por Padre".
Elías, Padre
espiritual del Carmelo
"Elías, aunque no sea él quien les haya dado una Regla escrita,
con todo ha sido el ejemplo y el modelo de la santa vida de los
carmelitas". Así escribió el célebre humanista benedictino, el Abad Juan
Tritemio (+1516).
A
esta afirmación de un extraño a la Orden baste añadir un hecho: Entre las
estatuas de los fundadores de las Órdenes Religiosas que aparecen en la
Basílica de San Pedro en Roma, está también la magnífica e impresionante del
profeta Elias, con la siguiente inscripción, escrita por el mismo Papa
Benedicto XIII el 26.6.1725: "Universus Ordo Carmelitarum Fundatori suo
Santo Eliae Prophetae erexit 1725. (La Orden entera de los Carmelitas, a su
Santo Fundador, Elías, Profeta, la erigió el año 1725").
El
entonces Procurador General de la Orden, Eliseo Monsignani, lleno de alegría,
cursó a los Provinciales esta comunicación: "Ha llegado el tiempo en que,
aun cuando los carmelitas callen, las piedras y los mármoles hablarán y dirán
que el profeta Elías es el Padre y Fundador de los carmelitas".
¿De dónde arranca
esta paternidad eliana?
El
historiador de la primera mitad del siglo XIII, Jaime de Vitry, dice: "A
ejemplo e imitación del santo y solitario varón Elías profeta, muchos
anacoretas se retiraron en el Monte Carmelo..."
En
virtud de esta tradición y de esta historia del patriarcado eliano los carmelitas
deben procurar ajustar su vida a la de él. Fue éste el testamento que según la
tradición dejó San Brocardo, Superior General del Carmelo, a los moradores de
aquella Santa Montaña antes de expirar: "Ajustad vuestra vida a la vida
ejemplar de la Bienaventurada Virgen María y de nuestro fundador, el Santo
Profeta Elías".
Él
ha de ser para nosotros el espejo en el que a diario debemos miramos, como lo hacía
San Antonio. Es lo que afirma el Bto. Juan Soreth (+1471) en su Exposición de
la Regla: "Nosotros somos los Hijos de los Profetas, no según la carne,
sino por la imitación de sus obras. El Redentor decía a los judíos que se
gloriaban de proceder de Abrahán: "Haced las obras de Abrahán". Así
hoy se debe decir a los carmelitas: "Haced las obras de Elías".
Así
nos presenta a Elías el libro más importante de la espiritualidad Carmelitana
después de la Regla, la Institución, como ejemplo a imitar.
He
aquí un hecho básico e indiscutible: La conciencia moral eliana del Carmelo, su
procedencia eliana en cuanto a la concepción contemplativa y apostólica de la
vida religiosa.
Esto
afirmaba el célebre Tomás Waldense, cuando deseaba que fuera para los
carmelitas N. P. 5. Elías "una fuente de vida espiritual, un ideal que
incita a la imitación y estimula al celo por el Dios de los ejércitos, de modo
que, la vida espiritual del Carmelo halle en él, Elías, su especificación y su
inspiración".
Su espiritualidad y
su mensaje
En
cuanto precede ya va implícita y explícita su espiritualidad y su mensaje para
el hombre de hoy, que no puede ser más actualísimo.
Todo
él se resume en su doble espíritu, que siempre enarboló el Carmelo como
fundamento de su espiritualidad:
Este era su lema en doble
vertiente:
a) Vida contemplativa, intimidad divina: "Vive
el Señor, en cuya presencia yo vivo, yo estoy" (1 Re 17,1).
b) Vida apostólica, celo por la gloria de Dios y la
justicia: "Me abraso de celo por el Señor, Dios de los ejércitos" (1
Re 19,10).
Elías Profeta es el CANTOR
incansable del Dios vivo.
Si
a este doble espíritu se le añade el amor tierno y filial a MARIA- a la que
según la tradición él viera prefigurada en la célebre Nubecilla (1 Re 19, 44)-
ya está completo el CARISMA DEL CARMELO.
Nos
recordaba el papa Juan Pablo II el 24.9.1983:
"Vuestro carisma hunde sus raíces en el Antiguo
Testamento y se centra en torno a la grandiosa figura del Profeta Elías, el
Profeta del Nuevo testamento.
Él
fue un hombre de Dios, Maestro testigo de oración. Como hijo del pueblo, es un
ejemplo a seguir por vosotros de cómo tenéis que preocuparos de las necesidades
del prójimo. Ello quiere decir que vosotros debéis ser hombres de Dios,testigos
de la transcendencia divina, apóstoles de la Divina economía."
Resumiendo:
Que prediquemos y vivamos al
Dios único y verdadero.
que
demos muerte a los muchos ídolos que nos rodean.
que
vivamos siempre en la presencia del Señor.
"que
contemplemos a Maria y tratemos de imitarla.
Su oración
Dios
todopoderoso y eterno, que concediste a tu Profeta Elías, nuestro Padre, vivir
en tu presencia y arder por el celo de tu gloria, concédenos buscar siempre tu
rostro y ser en el mundo testigos de tu amor. Amén.
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