23 DE JULIO - SÁBADO
16ª ~ SEMANA DEL T.-O.-C
Stª. Brígida
Evangelio
según san Mateo 13, 24-30
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente:
“El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena
semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, un enemigo fue y sembró
cizaña en medio del trigo y se marchó.
Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga, apareció
también la cizaña.
Entonces fueron los criados a decirle al amo:
Señor, ¿no sembraste buena semilla en
tu campo?
¿De dónde sale la cizaña?
Él les dijo:
“Un enemigo lo ha hecho”.
Los criados le
preguntaron:
“¿Quieres que vayamos a arrancarla?” Pero él les contestó:
“No, que podríais arrancar también el trigo.
Dejadlos crecer juntos hasta la siega, y cuando llegue la
siega diré a los segadores: “Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas
para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi
granero”.
1. Los
mejores estudios de las parábolas evangélicas están de acuerdo en que, para
entender lo que nos quieren enseñar estas historias (tomadas de la vida real), hay
que tener presente que están redactadas de manera que, en cada historia, se
produce un corte con lo normal.
Es lo que se ha llamado la extravagancia
o la impertinencia del relato (D. O. Via, P. Ricoeur, W. Harnisch, H. J.
Meuer.. .).
Cuando se comprende dónde está el “corte”
con lo que sería lógico, ahí está la clave de interpretación de la enseñanza de
la parábola (J. M. Castillo).
2. ¿Dónde
y en qué está ese “corte” o esa “extravagancia” en esta parábola de la cizaña?
Resulta extravagante que Jesús quiera que se respete la presencia de la cizaña,
que es una forma degenerada del trigo, debido a su toxicidad por causa de un hongo
que daña toda la cosecha.
Además, la cizaña es perfectamente
distinguible del trigo casi desde el nacimiento de ambas hierbas (G. Dalman, U.
Luz). Entonces, ¿cómo se puede explicar
que Jesús prohíba a los discípulos de Jesús que se dediquen a arrancar la mala
hierba que tanto daño le hace a los buenos, a la gente en
general y
concretamente a la Iglesia?
¿Es que Jesús quiere que nos crucemos de brazos
ante la presencia del mal en el mundo?
3. Jesús
justifica el respeto a la mala hierba porque puede suceder que “al arrancar la
cizaña, arranquéis con ella el trigo”.
O sea, Jesús quiere tal y tanto respeto a
los caminos que cada cual toma en la vida, que no tolera en absoluto que se
atente contra nadie. Porque nos podemos equivocar. Y, pensando que estamos
acabando con el mal, lo que hacemos (muchas veces) es destrozar el bien. Solo así es posible terminar, de una vez, con
las posturas “cainitas”, que solo producen violencia, luchas, enfrentamientos...
La Iglesia lo ha hecho así tantas
veces... Y muchos cristianos lo seguimos haciendo. Porque una cosa es
“corregir” al que hace el mal. Y otra cosa es “arrancar” al que pensamos que
hace el mal.
La corrección es “remedio”.
El arrancar es “exterminio”.
Jesús quiere que ayudemos a los que no
piensan como nosotros. Lo que no quiere es que los matemos.
Stª. Brígida
Santa Brígida
Viuda
Fundadora
Año 1373
Dios quiera enviar a su Iglesia muchas Brígidas,
que con sus oraciones y sus buenos ejemplos y palabras
logren enfervorizar por Cristo a muchas personas más.
Cristo
murió por mí. ¿Y yo, qué haré por Él?
Brígida
significa: Fuerte y brillante.
Esta
santa mujer tuvo la dicha de nacer en una familia que tenía como herencia de
sus antepasados una gran religiosidad. Sus abuelos y bisabuelos fueron en
peregrinación hasta Jerusalén y sus padres se confesaban y comulgaban todos los
viernes, y como eran de la familia de los gobernantes de Suecia, y tenían
muchas posesiones, empleaban sus riquezas en construir iglesias y conventos y
en ayudar a cuanto pobre encontraban. Su padre era gobernador de la principal
provincia de Suecia.
Brígida nació en Upsala (Suecia),
en 1303.
De
niña su mayor gusto era oír a la mamá leer las vidas de los Santos.
Cuando
apenas tenía seis años ya tuvo su primera revelación. Se le apareció la Stma.
Virgen a invitarla a llevar una vida santa, totalmente del agrado de Dios. En
adelante las apariciones celestiales serán frecuentísimas en su vida, hasta tal
punto que ella llegó a creer que se trataba de alucinaciones o falsas
imaginaciones. Pero consultó con el sacerdote más sabio y famoso de Suecia, y
él, después de estudiar detenidamente su caso, le dijo que podía seguir
creyendo en esto, pues eran mensajes celestiales.
Cuando
tenía 13 años asistió a un sermón de cuaresma, predicado por un famoso misionero.
Y este santo sacerdote habló tan emocionantemente acerca de la Pasión y Muerte
de Jesucristo, que Brígida quedó totalmente entusiasmada por nuestro Redentor.
En adelante su devoción preferida será la de Jesucristo Crucificado.
Un
día rezando con todo fervor delante de un crucifijo muy chorreante de sangre,
le dijo a Nuestro Señor: - ¿Quién te puso así? - y oyó que Cristo le decía:
"Los que desprecian mi amor". "Los que no le dan importancia al
amor que yo les he tenido". Desde ese día se propuso hacer que todos los
que trataran con ella amaran más a Jesucristo.
Su
padre la casó con Ulf, hijo de otro gobernante. Tuvieron un matrimonio feliz
que duró 28 años. Sus hijos fueron 8, cuatro varones y cuatro mujeres. Una de
sus hijas fue Santa Catalina de Suecia. Un hijo fue religioso. Otros dos se
portaron muy bien, y Carlos fue un pícaro que la hizo sufrir toda la vida. Sólo
a la hora en que él se iba a morir logró la santa con sus oraciones que él se
arrepintiera y pidiera perdón de sus pecados a Dios. Dos de sus hijas se
hicieron religiosas, y otra fue "la oveja negra de la familia", que
con sus aventuras nada santas martirizó a la buena mamá.
Fue
pues una familia como muchas otras: con gente muy buena y gente que hace
sufrir.
Brígida
era la dama principal de las que colaboraban con el rey y la reina de Suecia.
Pero en el palacio se dio cuenta de que se gastaba mucho dinero en lujos y
comilonas y se explotaba al pueblo. Quiso llamar la atención a los reyes, pero
estos no le hicieron caso. Entonces pidió permiso y se fue con su esposo en
peregrinación a Santiago de Compostela en España. En el viaje enfermó Ulf
gravemente. Brígida oró por él y en un sueño se le apareció San Diosnisio a
decirle que se le concedía la curación, con tal de que se dedicara a una vida
santa. El marido curó y entró de religioso cisterciense y unos años después
murió santamente en el convento.
En
una visión oyó que Jesús Crucificado le decía: "Yo en la vida sufrí
pobreza, y tú tienes demasiados lujos y comodidades". Desde ese día Brígida
dejó todos sus vestidos elegantes y empezó a vestir como la gente pobre. Ya
nunca más durmió en camas muy cómodas, sino siempre sobre duras tablas. Y fue
repartiendo todos los bienes entre los pobres de manera que ella llegó a ser
también muy pobre.
Con
su hija Santa Catalina de Suecia se fue a Roma y en esa ciudad permaneció 14
años, dedicada a la oración, a visitar y ayudar enfermos, a visitar como
peregrina orante muchos santuarios, y a dictar sus revelaciones que están
contenidas en ocho tomos (Sufrió muy fuertes tentaciones de orgullo y
sensualidad). Desde Roma escribió a muchas autoridades civiles y eclesiásticas
y al mismo Sumo Pontífice (que en ese tiempo vivía en Avignon, Francia)
corrigiendo muchos errores y repartiendo consejos sumamente provechosos. Sus
avisos sirvieron enormemente para mejorar las costumbres y disminuir los
vicios.
Por
inspiración del cielo fundó la Comunidad de San Salvador. El principal convento
estaba en la capital de Suecia y tenía 60 monjas. Ese convento se convirtió en el
centro literario más importante de su nación en esos tiempos. Con el tiempo
llegó a tener 70 conventos de monjas en toda Europa.
Se
fue a visitar los santos lugares donde vivió, predicó y murió Nuestro Señor
Jesucristo, y allá recibió continuas revelaciones acerca de cómo fue la vida de
Jesús. Las escribió en uno de los tomos de sus revelaciones, y son muy
interesantes. En Tierra Santa parecía vivir en éxtasis todos los días.
Al
volver de Jerusalén se sintió muy débil y el 23 de julio de 1373, a la edad de
70 años murió en Roma con gran fama de santidad. A los 18 años de haber muerto,
fue declarada santa por el Sumo Pontífice. Sus revelaciones eran tan estimadas
en su tiempo, que los sacerdotes las leían a los fieles en las misas.
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