viernes, 8 de julio de 2016

Párate un Momento: El Evangelio del día 11 DE JULIO - LUNES 15ª ~ SEMANA DEL T.O.- C San Benito, abad.





11 DE JULIO - LUNES
15ª ~ SEMANA DEL T.O.- C
San Benito, abad.

Evangelio según san Mateo 10, 34-11, 1
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
 “No penséis que he venido a la tierra a
sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espadas.
He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiera a su padre o a su madre más que a mí; no es digno de mí; el que quiera a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue, no es digno de mí.
 El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mi; la encontrará.
El que os recibe a vosotros, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá paga de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, solo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro”.
Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar en sus ciudades.

1.   El discurso de la misión, que Jesús encomendó a sus apóstoles, resulta desconcertante. Porque no se entiende cómo unos hombres cuya misión es “curar enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos y expulsar demonios” (Mt 10, 8), haciendo todo eso —y viviéndolo— en el despojo del dinero, de títulos, dignidades y de todas las seguridades de este mundo (Mt 10, 9 s), esos hombres van a tener que soportar “persecuciones” (Mt 10, 16-22), “miedos” (Mt 10, 26-31) y los más duros enfrentamientos con la propia familia (Mt 10, 34-39).
¿Cómo se explica que la mayor generosidad
desde la más completa libertad, vaya a producir persecución, miedo y violencia?

2.   Si la misión de Jesús se piensa a fondo, enseguida comprendemos que misión representaba, en aquellos tiempos, una amenaza para los poderes religiosos, políticos, económicos y sociales, cuya base primera era la unidad de la familia, bajo el control del “paterfamilias”, patrón y dueño del grupo familiar.
Y, sobre todo, fundamento de la obediencia y la sumisión.
Con razón, Jesús dijo: “No llaméis a nadie
padre en la tierra” (Mt 23, 9) (Carlos Domínguez).

3.   Por esto se comprende que la espada y la violencia se desencadenan donde el Evangelio de Jesús se hace presente de verdad. Como hay que preguntarse si el Evangelio está ausente cuando su presunta presencia se reduce a funciones de iglesia y ceremonias religiosas, pero de forma que la honestidad, la honradez, la justicia y la preferencia por los más desvalidos no se notan o apenas se palpan.
En esto está el peligro de vivir en una sociedad que mayoritariamente se considera cristiana.
Bien puede suceder que, entonces, “llamarse cristiano es el medio para asegurarse contra todos los contratiempos posibles” (S. Kierkegaard).
Es la gran pantomima de los grupos numerosos en los que todos son “creyentes”, todos “pobres”, todos “espirituales” ...
En tales ambientes abundan las mentiras y las “vidas-teatro”, que solo sirven para engañar a los bobos. Solo se puede ser cristiano en una “relación de contraposición”.

San Benito, abad.

San Benito nació de familia rica en Nursia, región de Umbría, Italia, en el año 480. Su hermana gemela, Escolástica, también alcanzó la santidad.
Después de haber recibido en Roma una adecuada formación, estudiando la retórica y la filosofía.
Se retiró de la ciudad a Enfide (la actual Affile), para dedicarse al estudio y practicar una vida de rigurosa disciplina ascética. No satisfecho de esa relativa soledad, a los 20 años se fue al monte Subiaco bajo la guía de un ermitaño y viviendo en una cueva.
Tres años después se fue con los monjes de Vicovaro. No duró allí mucho ya que lo eligieron prior, pero después trataron de envenenarlo por la disciplina que les exigía.
Con un grupo de jóvenes, entre ellos Plácido y Mauro, fundo su primer monasterio en la montaña de Cassino en 529 y escribió la Regla, cuya difusión le valió el título de patriarca del monaquismo occidental. Fundó numerosos monasterios, centros de formación y cultura capaces de propagar la fe en tiempos de crisis.
Vida de oración disciplina y trabajo
Se levantaba a las dos de la madrugada a rezar los salmos. Pasaba horas rezando y meditando. Hacia también horas de trabajo manual, imitando a Jesucristo.
Veía el trabajo como algo honroso. Su dieta era vegetariana y ayunaba diariamente, sin comer nada hasta la tarde. Recibía a muchos para dirección espiritual. Algunas veces acudía a los pueblos con sus monjes a predicar. Era famoso por su trato amable con todos.
Su gran amor y su fuerza fueron la Santa Cruz con la que hizo muchos milagros. Fue un poderoso exorcista Este don para someter a los espíritus malignos lo ejerció utilizando como sacramental la famosa Cruz de San Benito.
San Benito predijo el día de su propia muerte, que ocurrió el 21 de marzo del 547, pocos días después de la muerte de su hermana, santa Escolástica. Desde finales del siglo VIII muchos lugares comenzaron a celebrar su fiesta el 11 de julio.



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