11 DE JULIO - LUNES
15ª ~ SEMANA DEL T.O.- C
San Benito, abad.
Evangelio según san Mateo 10,
34-11, 1
En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus apóstoles:
“No penséis que he venido a la tierra a
sembrar paz: no he venido a
sembrar paz, sino espadas.
He venido a
enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su
suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiera a su
padre o a su madre más que a mí; no es digno de mí; el que quiera a su hijo o a
su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue,
no es digno de mí.
El que encuentre su vida la perderá, y el que
pierda su vida por mi; la encontrará.
El que os recibe a vosotros,
me recibe a mí; y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a
un profeta porque es profeta, tendrá paga de profeta; y el que recibe a un
justo porque es justo, tendrá paga de justo.
El que dé a beber,
aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, solo
porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro”.
Cuando Jesús acabó
de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar en sus
ciudades.
1. El discurso de la
misión, que Jesús encomendó a sus apóstoles, resulta desconcertante. Porque no
se entiende cómo unos hombres cuya misión es “curar enfermos, resucitar
muertos, limpiar leprosos y expulsar demonios” (Mt 10, 8), haciendo todo eso —y
viviéndolo— en el despojo del dinero, de títulos, dignidades y de todas las
seguridades de este mundo (Mt 10, 9 s), esos hombres van a tener que soportar “persecuciones”
(Mt 10, 16-22), “miedos” (Mt 10, 26-31) y los más duros enfrentamientos con la
propia familia (Mt 10, 34-39).
¿Cómo se explica que la mayor generosidad
desde la más
completa libertad, vaya a producir persecución, miedo y violencia?
2. Si la misión de Jesús se
piensa a fondo, enseguida comprendemos que misión representaba, en aquellos
tiempos, una amenaza para los poderes religiosos, políticos, económicos y
sociales, cuya base primera era la unidad de la familia, bajo el control del
“paterfamilias”, patrón y dueño del grupo familiar.
Y, sobre todo, fundamento de la obediencia y la sumisión.
Con razón, Jesús dijo: “No llaméis a nadie
padre en la
tierra” (Mt 23, 9) (Carlos Domínguez).
3. Por esto se comprende
que la espada y la violencia se desencadenan donde el Evangelio de Jesús se
hace presente de verdad. Como hay que preguntarse si el Evangelio está ausente
cuando su presunta presencia se reduce a funciones de iglesia y ceremonias
religiosas, pero de forma que la honestidad, la honradez, la justicia y la
preferencia por los más desvalidos no se notan o apenas se palpan.
En esto está el peligro de vivir en una sociedad que
mayoritariamente se considera cristiana.
Bien puede suceder que, entonces, “llamarse cristiano es el medio
para asegurarse contra todos los contratiempos posibles” (S. Kierkegaard).
Es la gran pantomima de los grupos numerosos en los que todos son
“creyentes”, todos “pobres”, todos “espirituales” ...
En tales ambientes abundan las mentiras y las “vidas-teatro”, que solo
sirven para engañar a los bobos. Solo se puede ser cristiano en una “relación de
contraposición”.
San Benito, abad.
San
Benito nació de familia rica en Nursia, región de Umbría, Italia, en el año
480. Su hermana gemela, Escolástica, también alcanzó la santidad.
Después
de haber recibido en Roma una adecuada formación, estudiando la retórica y la
filosofía.
Se
retiró de la ciudad a Enfide (la actual Affile), para dedicarse al estudio y
practicar una vida de rigurosa disciplina ascética. No satisfecho de esa
relativa soledad, a los 20 años se fue al monte Subiaco bajo la guía de un
ermitaño y viviendo en una cueva.
Tres
años después se fue con los monjes de Vicovaro. No duró allí mucho ya que lo
eligieron prior, pero después trataron de envenenarlo por la disciplina que les
exigía.
Con
un grupo de jóvenes, entre ellos Plácido y Mauro, fundo su primer monasterio en
la montaña de Cassino en 529 y escribió la Regla, cuya difusión le valió el
título de patriarca del monaquismo occidental. Fundó numerosos monasterios,
centros de formación y cultura capaces de propagar la fe en tiempos de crisis.
Vida
de oración disciplina y trabajo
Se levantaba a las dos de la madrugada a rezar los
salmos. Pasaba horas rezando y meditando. Hacia también horas de trabajo
manual, imitando a Jesucristo.
Veía
el trabajo como algo honroso. Su dieta era vegetariana y ayunaba diariamente,
sin comer nada hasta la tarde. Recibía a muchos para dirección espiritual.
Algunas veces acudía a los pueblos con sus monjes a predicar. Era famoso por su
trato amable con todos.
Su
gran amor y su fuerza fueron la Santa Cruz con la que hizo muchos milagros. Fue
un poderoso exorcista Este don para someter a los espíritus malignos lo ejerció
utilizando como sacramental la famosa Cruz de San Benito.
San
Benito predijo el día de su propia muerte, que ocurrió el 21 de marzo del 547,
pocos días después de la muerte de su hermana, santa Escolástica. Desde finales
del siglo VIII muchos lugares comenzaron a celebrar su fiesta el 11 de julio.
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