27 DE OCTUBRE - JUEVES
30ª - SEMANA DEL T.O. - C
San Vicente de Talavera
Evangelio según san Lucas 13, 31-35
En aquella ocasión, se
acercaron unos fariseos a decirle:
"Márchate de aquí, porque Herodes quiere
matarte".
Él contestó:
"Id a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana
seguiré curando y echando
demonios; pasado mañana soy consumado”.
Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar porque
no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y
apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos,
como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido.
Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el
día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor".
1. Está claro que a
Herodes le preocupaba la predicación y el influjo que Jesús tenía
sobre el pueblo en el territorio de Galilea
especialmente (Mc 6, 14-16; Lc 9, 7-9; 13,
31-32; 23, 6-12; cf. 8, 3; Hech 13, 1).
Además, el recurso
al espionaje era muy habitual en el Imperio durante el s. I (J. P. Meier).
¿Se puede asegurar
que Herodes quiso
realmente matar a Jesús?
Entra dentro de lo
posible, incluso de lo probable. En todo caso, la respuesta de Jesús, al
calificar a Herodes de "zorro" (álopes), indica su absoluta libertad
frente al poder político y, en general, frente a los notables de su tiempo.
2. Sin embargo, lo que más interesa de este relato
es el lamento que hace Jesús
sobre Jerusalén, la ciudad santa, en cuyo Templo el
judaísmo localizaba la presencia
divina y que era la alegría de todos los pueblos (Is
25, 6-10; Jer 4, 9-17).
Ahora bien, a esta
ciudad precisamente, centro de la religiosidad de aquel pueblo, Jesús la
califica y la llama ciudad asesina.
Era la ciudad que
honraba a los sacerdotes y celebraba el culto
sagrado, pero igualmente mataba a los
profetas.
Se sabe
que Jerusalén, en tiempos de Jesús, vivía del Templo y del enorme flujo
de peregrinos que acudían de todo el Imperio (J. Jeremias). Todo lo cual
resulta perfectamente comprensible.
El Templo era el
kosmos, en tanto que los profetas
representaban el kaos. El culto
daba
dinero, al tiempo que los profetas creaban problemas
y malestar con sus denuncias.
Era lógico lo que estaba ocurriendo: Jesús traía
malestar en las autoridades, entusiasmo
en el pueblo.
3. Jesús,
imagen visible de Dios (Col 1, 15) y
encarnación de Dios (Jn 1, 14), se presenta en la entrañable imagen de la
gallina madre (órnis) (Mt 23, 37), representación de la solicitud protectora,
referida no tanto a la gallina en sí, sino a "las alas protectoras"
(cf. Deut 32, 11; Sal 16, 8; 56, 2; 60, 5; 90, 4), que cubre con su cuerpo y
sus alas a sus hijos, de forma que prefiere morir ella en las garras de una de
las grandes aves rapaces, antes que
abandonar desamparados a sus polluelos.
En el apócrifo 2
Bar [Apocalipsis siriaco de Baruc] 41, 4, encontramos esta bella sentencia:
"He visto a otros, por el contrario, que dejaron sus vanidades para
refugiarse bajo tus alas" (O. H. Steck).
Es una de las más
impresionantes metáforas del cariño maternal del Dios que nos reveló Jesús.
San Vicente de Talavera
La Sierra de San Vicente
La
comarca de la Sierra de San Vicente la configuran distintos pueblos de la
provincia de Toledo ubicados de forma radial en torno a la misma sierra:
Almendral de la Cañada, Buenaventura, Cardiel de los Montes, Castillo de
Bayuela, Cervera de los Montes, Garciotún, Hinojosa de San Vicente, La
Iglesuela, Marrupe, Navamorcuende, Nuño Gómez, Pelahustán, El Real de San
Vicente, Sartajada, Segurilla y Sotillo de las Palomas. Así pues, la Sierra de
San Vicente es un macizo formado por el pico de San Vicente y el de las Cruces,
entre los que discurre un valle de tres kilómetros conocido por el Piélago, en
los términos municipales de Hinojosa, Real de san Vicente y Navamorcuende. En
la cumbre del cerro de San Vicente se encuentran hoy unas ruinas de lo que fue
un célebre eremitorio muy tardío, fundado en el siglo XVII.
La
tradición de aquella comarca señala que entre las breñas y peñascos de granito
del cerro, estuvieron refugiados durante la persecución e Diocleciano los
santos mártires Vicente, Sabina y Cristeta. Allá por 1633 Francisco de Randona
creyó ver en una cueva las señales que dejaron los santos mártires y sobre ella
labró a sus expensas, una pequeña ermita donde hizo vida de anacoreta junto con
otros compañeros, tomando el hábito de san Pablo y más tarde el de la orden
carmelita.
Pero
volvamos a los Santos Mártires de Talavera. Esta es su historia
El Prefecto Daciano
Cuenta
la historia que cuando los emperadores Diocleciano y Maximiano mandaron a
España como Prefecto a Publio Daciano, hombre bárbaro y cruel, tenían el
perverso intento de extinguir, si se pudiese, la religión y el nombre
cristiano, a cuyo fin Daciano hizo todos cuantos esfuerzos y tentativas le
fueron posibles. Antonio Marchamalo y Miguel Marchamalo en su obra “La Iglesia
Magistral de Alcalá de Henares” (Alcalá 1990, págs. 34-35) afirman que “todos
los indicios hacen suponer que la llegada de Daciano a Barcelona se produjo en
julio del año 304, provocando el martirio de san Cucufate y san Félix Africano
el 25 de julio y el 1 de agosto, respectivamente. En Gerona, en octubre del
mismo año, serían martirizados el obispo Poncio y san Narciso; mientras, que el
6 de noviembre, sufriría martirio el obispo de Barcelona san Severo. Al año
siguiente, el 12 de febrero pudo llegarle el martirio a santa Eulalia de
Barcelona en presencia del propio Daciano que, al mes siguiente, se dirigió al
centro de la Península siguiendo la calzada que por Zaragoza venía a Complutum.
En
la propia Zaragoza se martirizó a santa Engracia en el mes de abril junto con
sus 18 compañeras y, desde allí, bajando Daciano por la Cartaginense, llegaría
a Complutum en agosto de 305 donde dio muerte a Justo y Pastor el día 6 de
aquel mes. Desde Complutum iría a Toledo, donde el 9 de diciembre se produce el
martirio de santa Leocadia y, desde Toledo, debió de dirigirse Daciano a
Valencia, pues la persecución en Lusitania (Portugal), según los martirologios,
debió de tener lugar en octubre y estuvo dirigida no por Daciano, sino por su
delegado Calfurniano, que tenía su centro de operaciones en Mérida, dando
origen a martirios en aquella zona como los de Verísimo, Máxima y Julia el 1 de
octubre en Lisboa, el 23 de octubre en Ávila Vicente, Sabina y Cristeta y el 10
de diciembre, de nuevo en Mérida, santa Eulalia. Así pues, esta persecución de
los cristianos en España comenzaría en la provincia Tarraconense (Gerona, Barcelona,
Zaragoza y Calahorra), para proseguir en la Cartaginense (Alcalá y Toledo)
desde donde se irradiaría a la Lusitania (Ávila, Lisboa, Mérida y Braga) y a la
Bética (Córdoba, Sevilla y Écija)”.
Los Santos mártires de Talavera
Aunque
tardía, se conserva una Passio (documento que narra su martirio o Pasión) y un
“Himno” litúrgico que se cree de época visigótica. El Sacramentario mozárabe
contiene una misa dedicada a ellos. Las narraciones nunca dieron protagonismo a
Calfurniano y, sin embargo, presentan al mismo Daciano en la ciudad de
Talavera. En Ebora de la Carpetania (actual Talavera de la Reina, Toledo)
nacieron los hermanos Vicente, Sabina y Cristeta, en su antigua calle de
Granada, llamada actualmente de Santa Lucía. El joven Vicente, educado en la
religión cristiana, era ejemplar en su conducta y su modestia servía de
edificación hasta a los mismos paganos. A pesar de las prohibiciones
imperiales, practicaba el culto cristiano y adoraba a un solo Dios. Denunciado
ante Daciano, éste ordena que le lleven ante una estatua de Júpiter para
obligarle a que ofrezca incienso con amenazas de muerte si no obedece. Los
guardias lo conducen con este fin y por el camino sucede el primer hecho
prodigioso: una piedra se reblandece y Vicente queda materialmente clavado en
ella por los pies y el báculo. Los guardias huyen aterrorizados y el joven se
dirige a su casa, recoge a sus hermanas Sabina y Cristeta y huyen los tres a
través de la Sierra que hoy lleva su nombre. Daciano envía un destacamento para
detenerlos. Los tres hermanos serán capturados cerca de Ávila y martirizados
cruelmente.
El
sepulcro de los Santos Mártires, en la basílica de San Vicente de Ávila, es uno
de los más bellos del arte románico español. En las paredes norte y sur del
sepulcro se hallan esculpidas las escenas más importantes de la vida y del
martirio de los tres jóvenes talaveranos: sus prácticas de piadosos cristianos
en Talavera, la cruel persecución de Daciano que pretendía que Vicente honrase
a los dioses ofreciéndoles incienso, la negativa de Vicente, la huida de éste
con sus hermanas a través de la sierra hacia Ávila y su llegada a la ciudad, su
prendimiento y el doble martirio (descoyuntamiento en el potro de tortura y
aplastamientos con los bloques de piedra)…
El relicario de Talavera de la Reina
Para
preservar las reliquias de los santos mártires Vicente, Sabina y Cristeta de la
invasión musulmana, según recoge la “Crónica” de Alfonso X, el Sabio, se
transportaron de Ávila al Monasterio de San Pedro de Arlanza en 1063. Después,
debido al estado de destrucción de este convento, se trasladaron en 1835 a la
iglesia mayor de San Cosme y San Damián de Covarrubias y luego a la capilla de
los Mártires de la Catedral burgalesa, donde permanecían hasta que se autorizó
el traslado de una parte a Ávila en el año 2002, puesto que el magnífico
sepulcro de la Basílica de san Vicente de Ávila permanece vacío. Ildefonso
Fernández en su “Historia de Talavera de la Reina”, editada en el año 1896,
explica que “al monasterio burgalés de San Pedro de Arlanza acudió la villa de
Talavera suplicando, en 1638, que se le concediese alguna parte de tan
venerandos recuerdos, a lo cual accedió aquella comunidad… según se detalla al
por menor en un pergamino guardado en la misma arquita en que las dichas
reliquias se custodian en la Colegial de Talavera”.
Algún
historiador, todavía recientemente, ha puesto en duda toda la historia de las
reliquias y, hasta la propia existencia de los tres jóvenes mártires, pero no
podemos olvidar el valor histórico y religioso de éstas reliquias y su
importante significado en la historia de la fe cristiana en España ya que
fueron referencia de identidad católica de los reinos medievales españoles. Os
invitamos a conocer más a estos mártires visitando la iglesia Colegial de
Talavera de la Reina. Así como la magnífica Basílica de San Vicente de Ávila
donde está el cenotafio y las arquetas con las reliquias de los tres hermanos
que reposan bajo el altar mayor. Y, cómo no, el increíble paraje de la Sierra
de San Vicente y cada de sus pueblos.
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