10 DE OCTUBRE – LUNES –
28~ SEMANA DEL TIEMPO
ORDINARIO
Santo Tomas de Villanueva,
obispo
Evangelio según san Lucas 11, 29-32
En
aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús y él se puso a decirles:
“Esta generación es una generación perversa. Pide un
signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás.
Como Jonás
fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre
para esta generación.
Cuando sean juzgados los hombres de esta generación,
la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde
los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay uno
que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada esta generación, los
hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se
convirtieron
con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”.
1. Se sabe que, en la redacción más tardía de la
fuente Q (de origen helenista), la
expresión “esta generación” tiene un sentido claramente
despectivo y condenatorio. Parece que se trata de una expresión que se refiere
a la porción del pueblo de Israel, que, a juicio de los primeros cristianos,
rechazó al Mesías, o sea al mismo Jesús. Estamos, por tanto, ante una
interpretación particular de la que, sin duda, participaron bastantes
cristianos de la Iglesia antigua. Por eso, cuando aparece en
los evangelios esa expresión, tiene siempre un
sentido de desprecio, incluso de rechazo (cf. Lc 7, 31; 9, 41; 11, 50-51; 17,
25; Hech 2, 40). Era, para aquellas gentes, una “generación mala” (G.
Baumbach).
2. Aquella “generación” exigía un “signo”
(semeion).
Esta palabra
designaba una “señal espectacular” que tuviera fuerza probatoria, para
demostrar sin lugar a dudas que Jesús venía de parte de Dios. Pero, según los
evangelios, Jesús nunca quiso hacer “signos” de este tipo o con intenciones
“apologéticas”. Por eso Jesús rechazó siempre la petición de que hiciera
“milagros” para probar que venía de Dios (Mt 12, 38 s; Lc 11,29-32; Mt 16, 1.4;
Mc 8, 11 s; Lc 17, 20 s).
Esto quiere decir,
como es lógico, que Jesús nunca pretendió hacer cosas prodigiosas para
demostrar su condición divina o cosas parecidas.
3. Con los ejemplos de Salomón y de Jonás, lo
que Jesús pretende es dejar claro
que lo que nos tiene que importar a los creyentes no
es ver “signos extraordinarios”
(apariciones, milagros, revelaciones, portentos...).
Lo que nos tiene que interesar es
escuchar “la Palabra de Dios”, acoger esa Palabra,
hacerla vida en nuestras vidas. Y
vivir de acuerdo con lo que nos exige la Palabra del
Señor.
La gente va
gustosamente a Lourdes, Fátima... y tantos otros sitios famosos de piadosas
peregrinaciones.
Los fieles quieren
ver “signos”, “milagros”, “prodigios”. Es la gente que, sin embargo, no se pone
a leer, estudiar, meditar el contenido y el mensaje de los evangelios. Y sobre
todo no se preguntan si su vida está de acuerdo con el Evangelio y con la vida
que llevó Jesús.
San Tomas de Villanueva,
obispo
En
Valencia, de España, santo Tomás de Villanueva, obispo, que, siendo religioso
de la Orden de Ermitaños de San Agustín, aceptó por obediencia el episcopado,
sobresaliendo, entre otras virtudes pastorales, por un encendido amor hacia los
pobres hasta entregarles todos los bienes, incluida la propia cama (1555).
Tomás
García Martínez, más conocido como Santo Tomás de Villanueva (* Fuenllana,
Ciudad Real, 1488 - Valencia, 9 de septiembre de 1555), predicador,
escritor ascético
y religioso agustino español.
Nació
en Fuenllana, se educó y creció en Villanueva de los Infantes, provincia de
Ciudad Real, donde sus padres poseían una rica hacienda, pese a lo cual muchas
veces el muchacho andaba desnudo porque había dado sus vestidos a los pobres.
Queda en pie parte de la casa original, con un escudo en la esquina, al lado de
un oratorio de la familia.
Aunque
hizo estudios de Artes y Teología en la Universidad de Alcalá de Henares,
ingresó en la Orden de los Agustinos de Salamanca (1516) y en 1518 fue ordenado
sacerdote; en la orden ocupó los cargos de prior conventual, visitador general
y prior provincial de Andalucía y Castilla. También fue profesor de la
universidad y consejero y confesor de Carlos I de España.
Gozó
de fama por su gran austeridad personal (llegó a vender el jergón donde dormía
para dar el dinero a los pobres) y por su ejercicio continuo e infatigable de
la caridad, especialmente con los huérfanos, con las doncellas pobres y sin
dote y con los enfermos. Poseía, sin embargo, una concepción inteligente de la
piedad, de forma que, aunque era muy limosnero procuraba solucionar definitiva
y estructuralmente la pobreza mediante la redención activa de la misma, dando
trabajo a los pobres, y así hacía fructificar sus limosnas: «La limosna no sólo
es dar, sino sacar de la necesidad al que la padece y librarla de ella cuando
fuere posible.», escribió.
En
1533 envió como Provincial a los primeros padres agustinos que llegaron a
México. Empezó a tener éxtasis místicos en misa o cuando rezaba los salmos.
Carlos
I le había ofrecido el cargo de arzobispo de Granada, pero él nunca lo había
aceptado; se cuenta que llegó a arzobispo de Valencia el 10 de octubre de 1544
por error de un escribano, pero siguió negándose hasta que se lo ordenó su
superior en la orden. Allí, ayudado por su obispo auxiliar Juan Segriá, puso
orden en una diócesis que hacía un siglo que no tenía gobierno pastoral
directo. Organizó un colegio especial para los moriscos conversos y organizó en
especial un plan eficaz de asistencia y auxilio social y de caridad.
Compuso
bellos sermones, entre los que destaca Sermón del amor de Dios, una de las
grandes manifestaciones de la oratoria sagrada del XVI. Tuvo, en efecto, una
gran fama de predicador, en un estilo sobrio y sencillo. Carlos I, al oírle predicar,
exclamó: «Este Monseñor conmueve hasta las piedras», y provocaba sonoras
conversiones. Algunos de sus sermones arremeten contra la crueldad de la fiesta
de los toros. Tuvo asimismo una gran devoción por la Virgen María, cuyo corazón
comparó a la zarza ardiente, que nunca se consumía. Es autor de varios
Opúsculos, dentro de los que se incluye el Soliloquio entre Dios y el alma, en
torno a la comunión.
En
1547 ordenó sacerdote al futuro San Luis Beltrán. Falleció por una angina de
pecho en 1555 a los sesenta y seis años. Fue canonizado por el papa Alejandro VII
el 1 de noviembre de 1658.
Francisco
de Quevedo escribió una biografía suya. Sus obras completas fueron editadas en
Manila en 1881, Opera omnia, seis vols.
Es
el Santo Patrón de la prestigiosa Universidad de Villanova, Pennsylvania,
Estados Unidos de América establecida por los Agustinos en 1842, y de la
Universidad de Santo Tomas de Villanueva en La Habana, Cuba. Esta fue cerrada
por el gobierno cubano en 1961, tras la expulsión de los Agustinos,
considerados enemigos de la Revolución por sus quejas frecuentes contra el
gobierno. Los Agustinos exiliados establecieron University of St. Thomas en
Miami Gardens, Florida en 1961.
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