5 DE OCTUBRE - MIÉRCOLES
27ª - SEMANA DEL T. O. – C
San Froilán de León
Evangelio según san Lucas 11, 1-4
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó,
uno de sus discípulos le dijo:
“Señor, enséñanos a
orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.
Él les dijo:
“Cuando oréis,
decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día
nuestro pan del mañana, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos
debe algo, y no nos dejes caer en la tentación”.
1. Lo primero, que llama la
atención, en este evangelio, es que la iniciativa de tratar
el tema de
la oración no brotó de Jesús, sino de los discípulos.
Por supuesto, Jesús fue un hombre de frecuente y prolongada
oración, cosa que Lucas afirma repetidas veces (Lc 3, 21; 5, 16; 6, 12; 9, 18.
28. 29; 11, 1; 22,41.44.45). Y los discípulos lo sabían por lo que habían visto
y porque acompañaban a Jesús constantemente.
Sin duda alguna, en este hecho se basa, y por esto se explica, la
petición de los discípulos
a Jesús.
Fue el ejemplo de Jesús lo que motivó a los discípulos a querer
aprender cómo tenían que orar.
Sin duda alguna, aquellos discípulos tomaron conciencia de que la
oración es importante en la vida.
Así es como Jesús “motivó” a aquellos discípulos a ser hombres de
oración.
2. La oración que Jesús les
enseñó a sus discípulos es la mejor fórmula para definir
lo que es el
cristianismo, cómo tiene que ser y cómo ha de vivir un cristiano. Por la sencilla
razón de que, en esta breve plegaria, Jesús indica y define lo más importante
que un creyente tiene que desear. Porque, a fin de cuentas, eso es la oración:
la expresión de nuestros deseos.
Por otra parte, esta era la oración que mejor definía lo que
diferenciaba a la comunidad cristiana. Y era lo que se veía como lo específico de
los cristianos.
Eran personas que llamaban a Dios “Padre”; que respetaban profundamente
ese nombre, exactamente ese, cosa en la que ponían especial cuidado, ya que era
lo primero que pedían y deseaban; que anhelaban la venida del Reino de Dios a
este mundo, es decir, todo lo que Jesús había dicho y hecho al anunciar el
Reino; que se conformaban con el pan de cada día; y que se distinguían por su
capacidad de
perdonar a todo el que les ofendía o todo lo que se les debía, en el
más
increíble desprendimiento económico.
3. El problema que tenemos
con esta oración, que define al cristiano, está en que
la rutina ha
hecho del “Padre nuestro” una oración que se dice “de carrerilla”, pero
que en
realidad representa muy poco en la vida de los creyentes en Jesús.
Urge recuperar el significado y la experiencia original de la
Iglesia.
Es decir, nos urge a todos tomar conciencia y repensar hasta qué
punto el respeto profundo al “Padre nuestro” marca nuestras vidas y es un
distintivo de los creyentes en Jesús.
Realmente, - ¿deseamos de verdad que sea Dios el que reine en este
mundo?
-
¿Respetamos
el santo nombre del Padre o
lo
utilizamos según nos conviene?
- ¿Queremos en serio que se haga siempre lo que Dios quiere, no lo
que nos interesa a nosotros?
- ¿Perdonamos siempre a los demás como queremos ser perdonados?
He aquí las preguntas básicas que tenemos que afrontar quienes
afirmamos que creemos en Jesús y queremos vivir de acuerdo con el Evangelio.
San Froilán de León
833 - † 905
Cuenta la
tradición que, el representar al patrono de la ciudad en compañía de un lobo
podría deberse a un encuentro que tuvo con uno de ellos en uno de sus múltiples
peregrinajes por las tierras de la provincia. Dicen que estando San Froilán una
mañana rezando y absorto en sus oraciones, se le apareció un lobo hambriento
que vio en el asno del Santo un apetitoso almuerzo. Abalanzándose sobre él,
comenzó a devorarlo momento en el que lo encontró el Santo, que con su mirada
dejó al lobo acurrucado y temeroso, mientras le hablaba de amor y paz.
Así fue como San Froilán consiguió quitarle al lobo el
miedo al hombre y al fuego, tomándolo a su servicio para llevarle por el mundo
las alforjas. Desde entonces, el lobo caminó siempre a su lado, arrimado a su
pierna derecha, aunque lo que tenga de cierto ya nadie lo sabe.
Hizo mucho bien a
toda la gente, pero sobre todo a los pobres y abandonados. Fundó hospitales y monasterios.
Es Patrono de León.
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