domingo, 19 de febrero de 2017

Párat e un momento: El Evangelio del día 20 DE FEBRERO - LUNES – 7ª SEMANA DEL T.O.-A SAN LEÓN, Obispo



20 DE FEBRERO   - LUNES –
7ª SEMANA DEL T.O.-A
SAN LEÓN, Obispo

Evangelio según san Marcos 9, 13-28
   En aquel tiempo, cuando Jesús hubo bajado del monte, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos letrados discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó:
"¿De qué discutís?"
Uno le contestó:
"Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso.
He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces".
Él les contestó:
"¡Gente sin fe!
¿Hasta cuándo estaré con vosotros?
¿Hasta cuándo os tendré que soportar?
Traédmelo".
Se lo llevaron.
El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre:
"¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?"
Contestó él:
"Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y el agua para acabar con él.
Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos".
Jesús replicó:
"¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe".
Entonces el padre del muchacho gritó:
"Tengo fe, pero dudo, ayúdame".
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo:
"Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él".
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto.
   Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas:
"¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?" Él les respondió:
"Esta especie solo puede salir con oración
   y ayuno".

1. Después de la Transfiguración (Mc 9, 2-8), Jesús vuelve al mundo del sufrimiento y el dolor. Es lo primero que sucede, en cuanto Jesús desciende del monte en el que se ha transfigurado.
En realidad, lo que aquí se palpa es (que el Transfigurado" es el Dios "humanizado".) El Dios que se ocupa del dolor humano. Porque tal es el comportamiento de Jesús en cuanto desciende del monte de la teofanía.
Dios se manifiesta sanando al niño enfermo de epilepsia, ya que eso es lo que indica el relato al describir las características de enfermedad.  Como ya se ha dicho a propósito de otros relatos de endemoniados, hablar de "espíritus inmundos", en las culturas antiguas, era la forma de expresar ciertos tipos de enfermedad.

2.  Pero, en este caso, no se trataba de una enfermedad cualquiera. Más que eso, se trataba de una fuerza de muerte, que lanzaba a la criatura al fuego para acabar con el muchacho. 
Al presentar este relato inmediatamente después de la Transfiguración, el evangelio de Marcos está diciendo que el "Transfigurado", que es plenitud de vida, defiende la vida y libera de las amenazas de muerte donde las haya.
Por tanto, creer en Jesús transfigurado
y resucitado es ir por la vida luchando contra tantos peligros de muerte y exterminio, que por desgracia encontramos con tanta frecuencia por todas partes.

3.  Pero esto se consigue a base de tener una fe sólida y consecuente. No se trata de no tener dudas. Se puede tener una fe con dudas, y las inseguridades y oscuridades, como le ocurría al padre del niño epiléptico. Y como nos
ocurre al común de los mortales. Lo importante es tener la actitud de aquel padre que, desde la oscuridad y la debilidad de una fe sin claridad alguna, pide ayuda, muestra el deseo, el anhelo del que se siente débil.
Es la actitud de la fe que alcanza lo que necesita. En los problemas de fe, lo importante
no es la claridad y la seguridad, sino la búsqueda que nunca se cansa de buscar.

SAN LEÓN, Obispo
San León de Catania, Obispo
Febbrero 20

Martirologio Romano: En Catania, de Sicilia, san León, obispo, que se ocupó sobre todo del cuidado de los pobres (c. 787).
San León, obispo de Catania, en Sicilia, había nacido en Rávena, hacia la mitad del siglo VIII. Fue llamado el Taumaturgo, por los muchos milagros que hacía. Sus padres le educaron para las glorias humanas.
Pero eran distintas las aspiraciones de León. Se puso bajo la dirección del obispo de Rávena, quien, viendo su pureza de costumbres y su celo apostólico, decidió conferirle la ordenación sacerdotal.
Pudo disfrutar de él poco tiempo, pues muerto Sabino, obispo de Catania, se decidieron los electores por León, no sin antes haber pedido a Dios acierto en la elección. León se oponía, pero le obligaron a aceptar.
Después de su resistencia, puso todo su empeño en cumplir su misión apostólica. Se dedicó a la reforma de costumbres, a la instrucción religiosa de sus fieles, a defender la verdad ante los herejes, al cuidado de todos.
Vivía, como dichas para él, las recomendaciones de San Pedro en su primera Carta: "Apacentad el rebaño de Dios que os ha sido confiado, no por fuerza sino con blandura, según Dios. Ni por sórdido lucro, sino con prontitud de ánimo. No como dominadores sobre la heredad, sino sirviendo de ejemplo al rebaño. Así recibiréis la corona inmarcesible de la gloria".
De todas partes acudían a verle y oírle. Todos querían tocar su manto para ser curados. Los emperadores consiguieron que acudiera a Constantinopla, para tenerle cerca, para escuchar sus sabios consejos y pedirle oraciones ante Dios.
Rigió la diócesis como un verdadero sucesor de los apóstoles durante 16 años y hacia finales del siglo VIII, lleno de merecimientos, se durmió en el Señor. El pueblo lloró su muerte como la de un padre y celoso pastor. Fue sepultado en un monasterio que él mismo había hecho construir fuera de las murallas de Catania. Su sepulcro fue muy venerado, sobre todo antes que los árabes ocupasen Sicilia. La fama de sus virtudes y de sus muchos milagros lo convirtió en centro de muchas peregrinaciones.



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