10
de Febrero – Viernes –
5ª
Semana T.O.-A
Santa
Escolástica, virgen
Evangelio según san Marcos 7, 31-37
En
aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del
lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que,
además, apenas podía hablar, pidiéndole que le impusiera las manos Él,
apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la
saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:
"Effetá" (esto es, "ábrete"). Y al momento se le abrieron
los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad.
Él les mandó que no lo
dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo
proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro, decían:
"Todo lo ha hecho
bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".
1.
Llama la atención la cantidad de detalles y ponderaciones que se hacen en el
relato de este episodio: la petición de que le imponga las manos al sordomudo; el
hecho de meterle el dedo y untarle con la saliva; la mirada al cielo;
el suspiro; la palabra
"éffetá", en su lengua original, con su correspondiente traducción;
la reacción del "colmo del asombro"; y, sobre todo, el comentario
"Todo lo ha hecho bien", referido precisamente a hacer oír a los
sordos y hablar a los mudos.
Además,
de nuevo en este caso, la prohibición de contar lo que había hecho.
¿Por
qué, en este caso, tantos datos y tan ponderativos?
¿Qué
hay de particular en este episodio?
¿Es
realmente tan importante?
2.
Al curar a un sordo que además apenas podía hablar, lo que en realidad se dice
es que Jesús remedia el espantoso problema de la incomunicación humana.
Un
sordo, que no habla, es un ser que no se comunica. Es verdad que, seguramente
desde que existe el problema de la sordomudez
entre seres humanos, por eso mismo han existido
sistemas de comunicación mediante signos visuales, ya que los signos
fonéticos no son los únicos mediante los que los humanos nos comunicamos.
Pero,
siendo eso muy verdadero, no es menos cierto que la dificultad para hablar y
para oír es la expresión más clara de la incomunicación.
3. Cuando más medios de comunicación tenemos,
menos nos comunicamos y más aislados vivimos. Tenemos cada día más
"técnicas" para comunicarnos. Pero no caemos en la cuenta de que eso
precisamente es lo que más nos complica la comunicación. Porque la comunicación
se produce cuando hay escucha y además atención y sobre todo transparencia.
Entonces es cuando existe verdadera información y diálogo.
Nos
han abrumado con tanta información -y además con una información siempre manipulada-
que ya no tenemos ni tiempo, ni ganas, ni disposición para abrirnos y ser
transparentes ante los demás.
La
comunicación comercial es un negocio tan fabuloso, que lo ha invadido todo, y lo
ha llenado todo. Y ya no tenemos tiempo para estar con los demás, para compartir
lo que somos, para disfrutar la indecible felicidad del "estar con".
Por
no hablar de la espantosa soledad en que viven tantas personas. Jesús nos sitúa
a unos junto a otros, a los unos con los otros, a cada cual pendiente de los demás.
Así rompe nuestra sordera y desata nuestra lengua. Donde no hay diálogo, no
pueden ser buenas las relaciones humanas, Menos aún, la amistad.
Y nada en absoluto el
respeto y sobre todo el cariño y la auténtica bondad.
Santa
Escolástica, virgen
Nació en el año
480, en Nursia, Italia. Su madre murió de parto. Es hermana gemela de San
Benito. Ambos se entregaron a Dios desde muy jóvenes y alcanzaron la santidad
en la vida religiosa.
Después que su
hermano se fuera a Montecasino a establecer el famoso monasterio, ella se
estableció a unas cinco millas de distancia, en Plombariola, donde fundó un
monasterio y la orden de las monjas benedictinas la cual gobernó siguiendo la
regla de su hermano.
Hermana de San
Benito, se consagró a Dios desde su más tierna edad. Mientras su hermano
residió en Monte Casino, ella se hallaba en Plombariola, fundando y gobernando
un monasterio.
Tenía la
costumbre de visitar a San Benito una vez al año y como no estaba permitido que
entrar al monasterio, él salía a su encuentro para llevarla a una casa de
confianza, donde los hermanos pasaban la velada orando, cantando himnos de
alabanza a Dios y discutiendo asuntos espirituales. Sobre la última visita, San
Gregorio hace una notable descripción, en la cual, la santa presintiendo que no
volvería ver más a su hermano, le rogó que no partiera esa noche sino al día
siguiente, pero San Benito se sintió incapaz de romper las reglas de su
monasterio.
Entonces, Santa
Escolástica apeló a Dios con una ferviente oración para que interviniera en su
ayuda, y acto seguido, estalló una fuerte tormenta que impidió que su hermano
regresara al monasterio. Los dos santos pasaron la noche hablando de las cosas
santas y de asuntos espirituales. Tres días después, la santa murió, y su
hermano que se encontraba absorto en la oración tuvo la visión del alma de su
hermana ascendiendo al cielo en forma de paloma.
Murió hacia el
año 547. San Benito murió poco después.
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