9
DE FEBRERO - JUEVES -
5ª
- SEMANA DEL T.O.-A
Beato
San Fray Leopoldo de Alpandeire
Evangelio según san Marcos 7, 24-30
En aquel tiempo, Jesús fue
a la región de Tiro. Se alojó en una casa procurando pasar desapercibido, pero
no lo consiguió: una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se
enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era pagana,
una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.
Él le dijo:
"Deja que coman
primero los hijos. No está bien echarles a los perros el pan de los
hijos".
Pero ella replicó:
"Tienes razón, Señor:
pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los
niños".
Él le contestó:
"Anda vete, que por
eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija".
Al llegar a su casa, se
encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.
1. Este relato pone en evidencia hasta qué extremos de violencia pueden llevar las creencias
religiosas.
Con
frecuencia, se ha intentado suavizar este episodio, diciendo que Jesús le dijo
a la mujer lo de los "hijos" y los "perros" para probar su
humildad. La intención de Jesús nadie la puede saber. Lo que conocemos es lo
que el relato de Marcos pone en boca de Jesús. Y lo que pone el texto de este
relato es muy duro.
Porque
pone al descubierto cómo las creencias religiosas establecen diferencias, que
resultan despectivas y humillantes.
Lo
más seguro es que Jesús, como un israelita que era, participaba del lenguaje
que se utilizaba en las relaciones de los judíos con los no-judíos.
Que
una persona religiosa le llame "perro" al que es de otra religión, es
cosa corriente y sucede no raras veces.
2. Lo ejemplar, lo grande, en este relato, es la
humildad de la mujer, ante todo. Una humildad que brotaba del cariño que
aquella madre sentía por su hija enferma. Y junto a eso, la capacidad de Jesús
para sintonizar con el dolor ajeno. Y, en función de eso, cambiar de opinión y
modificar las propias palabras e incluso posiblemente sus propias convicciones.
En
esto radica, sobre todo, la grandeza de Jesús. Para él, en efecto, el dolor de
aquella madre era algo tan decisivo, que por eso dejó de tener valor la
distinción que, por lo visto, hacían
los judíos de entonces
entre los "hijos" (los israelitas) y los "perros" (los
paganos).
3. Vendría bien que cada cual revisara sus propias
palabras, sus ideas y convicciones, cuando nos referimos a los de la propia
religión y a los de otras creencias. Porque las religiones nos siguen
separando, dividiendo, alejando y
hasta enfrentando.
Cuando
el sentimiento religioso es tan fuerte y tan hondo, que nos hace cambiar
nuestra actitud y nuestros sentimientos hacia quienes
no piensan ni viven como
nosotros, entonces es que la fuerza del Evangelio es más grande que cualquier
otro sentimiento, sea el que sea.
Beato
Fray Leopoldo de Alpandeire
En 1864 el 24 de
junio, Nace en Alpandeire (Málaga). Sus padres, Diego Márquez y Jerónima
Sánchez. El 29 de junio es bautizado por el párroco Antonio Vallecillo Sánchez,
se le impusieron los nombres de Francisco, Tomás de san Juan Bautista.
El 11 de septiembre
recibe el sacramento de la Confirmación en Alpandeire. Le es administrado por
el Excmo. Sr, D. Marcelo Spínola y Maestre, obispo de Málaga.
En Mayo de1895 en
Ronda, se celebra un solemne triduo en honor del Reo, Diego José de Cádiz, con
motivo de su beatificación. Durante estos días decide seriamente llevar a cabo
su propósito de consagrarse a Dios en la vida religiosa.
En el mes de agosto de
1899 ingresa como postulante en el convento de capuchinos de Sevilla. Vistió el
hábito capuchino, en el convento de Sevilla, de manos del P, Diego de
Valencina, guardián y maestro de novicios. Su nombre de religión, desde aquél
día, será Fray Leopoldo de Alpandeire. El 16 de noviembre de1900 emite sus
votos simples en Sevilla. Los recibe el mismo P. Diego de Valencina.
En los meses de otoño
de 1903 fue trasladado al convento de Granada, aunque oficialmente, su traslado
no es confirmado hasta el 13 de enero de 1905. Antes residió varios meses en
Antequera. Durante sus primeros años en Granada lo dedicaron al cultivo de la
huerta. Años más tarde comenzó a ejercer de limosnero, cargo que desempeñaría
hasta poco antes de su muerte. El 23 de noviembre. Hace su profesión solemne en
manos del P. Francisco de Mendata, guardián.
18 de noviembre de
1913 es trasladado al convento de Sevilla.
En 1914, el 21 de
febrero. Le destinan de nuevo al convento de Granada donde permanecerá el resto
de su vida. En 1950, el 16 de noviembre celebra sus bodas de oro de profesión
religiosa.
El acto tuvo lugar en
la iglesia conventual de Granada. Renovó sus votos en manos del P. Provincial,
fray Buenaventura de Cogollos Vega.
En 1953, el 9 de
febrero. Sufre una caída, con fractura de fémur, que le retendrá en el convento
durante tres años exactos; hasta su muerte.
En 1956, el 9 de
febrero a la una y cuarenta minutos entregó su alma al Creador.
El 26 de junio de 1961
se inicia su Proceso de Beatificación y Canonización que preside el Excmo. Sr.
Arzobispo de Granada, U. Rafael García y García de Castro.
Milagros de Fray Leopoldo:
Uno de los tantos
milagros fue la de un joven que padecía varias enfermedades delicadas que lo
llevaron a la muerte certificados por dos médicos granadinos. El padre del
joven al recibir la noticia se fue a una habitación continua y empezó a orar a
una estampita de Fray Leopoldo y estuvo en oración 20 minutos repitiendo las
oraciones escritas en la estampa de Fray Leopoldo y pidiéndole el milagro de no
ver muerto a su hijo.
Entre tanto llegaron
de la parroquia para administrarle la extremaunción, cuando se fue el
sacerdote, pudieron observar que el hijo comenzaba a respirar nuevamente ante
la sorpresa de todos.
Curiosamente esta
historia no termina aquí, al cabo de unas horas el hijo le dice al padre que no
veía y este sin perder tiempo, volvió a la habitación continua y volvió a
encomendarse a fray Leopoldo para que el hijo volviera a ver. De pronto sintió
una voz de la habitación de al lado, era su hijo, diciendo -Papá, el milagro
completo: Ya veo igual que antes.
Increíble, no es
cierto, pero pienso que estos grandes hombres que han encontrado los cielos
aquí en la tierra no se les puede negar nada.
Beatificación
Un tribunal de cinco
médicos analizó en el Vaticano el caso de un enfermo que se curó por mediación
del fraile capuchino. El tribunal emitió por unanimidad un informe favorable en
febrero de 2009.
El 12 de septiembre de
2010 fue declarado de forma solemne beato, tras 49 años de espera, en una
multitudinaria misa celebrada por Angelo Amato, Prefecto de la Congregación
para las Causas de los Santos, y que terminó con la firma del decreto por el
Papa. Su beatificación fue realizada en la Base Área Militar de Armilla con la
concelebración de Francisco Javier Martínez, arzobispo de Granada, Carlos Amigo
Vallejo, cardenal y arzobispo emérito de Sevilla, Antonio Cañizares, prefecto
de la Congregación del Culto Divino y el Superior de la Orden Capuchina.
Al acto asistieron
entre 60.000 y 120.000 personas, según las distintas fuentes, que presenciaron
la lectura de la misiva extendida por el papa Benedicto XVI, en la que se
recoge la inclusión de Fray Leopoldo en el libro de beatos de la Santa Iglesia
Católica. Tras dicha lectura por parte de Monseñor Amato, fue llevada a los
altares la reliquia del Beato (metatarso del pie derecho) en un ostentorio
realizado por el orfebre granadino Miguel Moreno.
Benedicto XVI al hablar
de él dice que «testimonió el misterio de Jesucristo crucificado con el ejemplo
y la palabra, al ritmo humilde y orante de la vida cotidiana y compartiendo y
aliviando las preocupaciones de los pobres y afligidos».
Carta Apostólica de
Beatificación:
Nos, acogiendo el
deseo de Nuestro Hermano Francisco Javier Martínez Fernández, Arzobispo de
Granada, así como de otros muchos hermanos en el Episcopado y de numerosos
fieles, después de haber consultado el parecer de la Congregación para las
Causas de los Santos, con Nuestra Autoridad Apostólica, concedemos que el
Venerable Siervo de Dios Leopoldo de Alpandeire, de la Orden de los Hermanos
Menores Capuchinos, que testimonió el misterio de Jesucristo crucificado con el
ejemplo y la palabra, al ritmo humilde y orante de la vida cotidiana y
compartiendo y aliviando las preocupaciones de los pobres y afligidos, de ahora
en adelante pueda ser llamado Beato y que se pueda celebrar su fiesta en los
lugares y, según las normas establecidas por el Derecho, el 9 de febrero de
cada año, día de su nacimiento para el cielo.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Dado en Roma, junto a San Pedro el día 8 de septiembre del año del
Señor 2010, sexto de Nuestro Pontificado.
Benedictus, PP. XVI
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