4
DE FEBRERO - SÁBADO –
4ª
- SEMANA DEL T.O.-A
Santa
Catalina de Ricci, virgen
Evangelio según san Marcos 6, 30-34
En
aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo
lo que había hecho y enseñado.
Él
les dijo:
"Venid
vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco".
Porque
eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se
fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y
los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a
aquel sitio y se les adelantaron.
Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le
dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a
enseñarles con calma.
1.- Jesús quiso
para sus discípulos que tuvieran tiempos de descanso, de paz y de sosiego,
alejados del barullo y las angustias de la vida cotidiana, en un sitio tranquilo
que invite al reposo y la paz del espíritu. También aquí, entonces como ahora.
Y ahora más. Porque la vida se ha complicado, la sociedad, el trabajo, la convivencia,
todo se ha puesto más tenso, más agobiante, más insoportable.
Así las cosas, Jesús, precisamente porque es ejemplo
cabal de humanidad sin fisuras, es el primero que aprueba y quiere nuestros
descansos,
donde
y como cada cual lo encuentre mejor y según sus posibilidades. Se trata de una
necesidad, no es un lujo, ni un capricho. Jesús lo quiso también, como cualquier
ser humano lo quiere.
2.- Pero, para Jesús, había algo mucho más importante.
La primacía, en su vida, no la tenían sus intereses o conveniencias, sino los
intereses y conveniencias de los otros. Y es que, en el fondo, Jesús no
soportaba ver a la pobre gente. Literalmente, "se le conmovían las
entrañas", según dice el texto griego (esplagnísthe).
Porque aquellas gentes iban por la vida "como
ovejas sin pastor", desamparados de todo y de todos. Y si aquellas gentes
acudían a Jesús, hasta no dejarle ni comer, ni descansar, eso quiere decir que
Jesús tenía una fuerza de atracción irresistible.
3.- Pocas
personas se encuentra uno en la vida con tal fuerza de atracción sobre los
últimos de este mundo. Porque en este
mundo hay pocas personas con la humanidad de Jesús. Hay que decirlo una vez más: solo la
humanidad coherente y sin fisuras es la fuerza que puede dar respuesta al dolor
y el anhelo de quienes buscan y no encuentran.
Santa
Catalina de Ricci, virgen
Martirologio Romano: En Prato, de la Toscana, santa Catalina
de’ Ricci, virgen, de la Tercera Orden Regular de Santo Domingo, que se dedicó
de lleno a la restauración de la religión y por su asidua meditación de los
misterios de la pasión de Jesucristo, obtuvo experimentarla de alguna manera
(1590).
Fecha de canonización: 29 de junio de 1746 por el Papa
Benedicto XIV.
Breve
Biografía
El 23 de abril de 1522 nace en Florencia,
Alejandra Lucrecia Rómola, hija de la noble familia de´ Ricci, que tuvo mucho
poder e importancia en la ciudad.
Muerta su madre cuando ella era todavía
muy niña, quedó bajo el cuidado de una madrastra. Poco después la puso su padre
en el convento de las monjas de Monteceli donde estaba una tía suya. Allí
recibe su primera educación y sobresale por su aplicación en los estudios.
A la niña le gustan los relatos de la
Pasión de Cristo. Celebérrimo es el Crucifijo que se venera en aquel monasterio
y que desde entonces se llama el Crucifijo de la Alejandrina.
A los doce años participa en un retiro en
la comunidad del monasterio de san Vicente Ferrer en Prato, perteneciente a la
Tercera Orden Regular de Santo Domingo.
Queda impactada por el estilo de vida y
trabajo de las hermanas y pide la admisión en la comunidad. Cuando su padre fue
a buscarla para volverla a casa, no quiso ir. El lunes de Pentecostés, 18 de
mayo de 1535, a los trece años, tomó el hábito de terciaria de Santo Domingo,
de manos de su tío Timoteo de´ Ricci O.P., mudando el nombre de Alejandrina por
el de Catalina.
Profesó al año siguiente y lo en tal
forma a la contemplación, singularmente de la Pasión del Señor, que de
ordinario estaba abstraída de los sentidos. Por su gran humildad, siempre se
puso bajo la obediencia de los superiores.
Dotada de natural prudencia, fue
superiora dieciocho años, ganando mucho las religiosas en lo espiritual y en lo
temporal por las muchas limosnas que le enviaban, con lo que pudo acabar la
fábrica del convento y acoger muchas jóvenes.
Piénsese que Catalina era Madre Priora de
una comunidad de, por lo menos, 120 monjas y que en unos años llegó a contar
hasta 160 religiosas... Durante doce años, 1542-1554, revivió en su cuerpo las
llagas del Crucificado y la Pasión del Señor.
Poco después de su profesión, el Señor
vino a visitarla enviándole una terrible y múltiple enfermedad, ya que fueron
varias las dolencias que a la vez afligían su débil cuerpo. Las mismas
religiosas y los médicos quedaban admirados cómo era posible que pudiera resistir
tanto dolor de todo tipo.
Se le apareció un alma beata de su Orden,
hizo sobre ella la señal de la cruz y quedó curada por varios años. Durante
estos atroces tormentos tenía una medicina que la curaba, por lo menos le daba
paz y alivio: Era el meditar en la Pasión del Señor, en los muchos dolores que
Él sufrió por nosotros... Meditaba paso a paso, en toda su viveza y a veces se
le manifestaba el Señor bien con la Cruz a cuestas, bien coronado de espinas o
clavado en la Cruz.
Recibió muchos dones y regalos del cielo:
revelaciones, gracias de profecía y milagros, el don de leer los corazones...
Luces especiales en los más delicados asuntos de los que ella nada sabía. Por
ello acudieron a consultarla Papas, cardenales, los príncipes de Florencia, el
Hijo del Rey de Baviera, igual que personas sencillas y humildes.
A todos atendía con gran bondad y
humildad ya que se veía anonada por sus miserias y se sentía la más pecadora de
los mortales. Tuvo gran amistad y correspondencia con San Carlos Borromeo, San
Felipe Neri, San Pío V y Santa María Magdalena de´ Pazzi.
El día Primero de febrero de 1590 recibió
los santos sacramentos. Recibió el viático de rodillas, su rostro se
resplandecía como él de un ángel.
Llamó después a las religiosas, le hizo
una exhortación al amor de Dios y a la observancia regular, poniéndose de nuevo
en oración hasta la noche. Murió poco después, era el día dos de febrero del
año 1590 y toda la ciudad de Prato se conmovió.
Fue beatificada por Clemente XII el 23 de
noviembre de 1732 y canonizada por Benedicto XIV el 29 de Junio de 1746.
Catalina es también compatrona de la ciudad y diócesis de Prato en Italia, y en
Guantánamo, desde 1836, una parroquia está dedicada a ella (hoy catedral).
Llena del fuego del Espíritu Santo buscó
incansablemente la gloria del Señor. Promovió la reforma de la vida regular,
inspirada especialmente por fray Jerónimo Savonarola, a quien admiraba con
agradecido afecto. Su amor a la Pasión del Señor la llevó a componer el
"Cántico de la Pasión", una meditación reposada sobre los
sufrimientos de Cristo.
Debemos a su maestra, Sor María Magdalena
Strozzi, si Catalina empezó a escribir sus extraordinarias experiencias
místicas. Una muchedumbre de "Cartas" son muestra de su profundo
itinerario en el Espíritu. Trabajó con solicitud en la atención de enfermos,
hermanas o laicos. La extraordinaria abundancia de carismas celestiales, junto
con una exquisita prudencia y especial sentido práctico, hicieron de ella la
superiora ideal.
El cuerpo incorrupto de la santa se
venera en la Basílica menor de San Vicente Ferrer y Santa Catalina de´ Ricci en
Prato, donde las monjas dominicas siguen viviendo su espiritualidad y su
mensaje de amor.
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