viernes, 10 de febrero de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 11 DE FEBRERO - SÁBADO – 5ª -SEMANA DEL T.O.-A Bienaventurada Virgen María de Lourdes



11 DE FEBRERO - SÁBADO –
5ª -SEMANA DEL T.O.-A
Bienaventurada Virgen María de Lourdes

Evangelio según san Marcos 8, 1-10
        Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
"Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino.
Además, algunos han venido desde lejos". Le replicaron sus discípulos:
"¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos?"
Él les preguntó:
 “¿Cuántos panes tenéis?"
       Ellos contestaron:
"Siete'.
Mandó que la gente se sentara en el suelo: tomó los siete panes, pronunció la Acción de Gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran.
Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces: Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil.
Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

1.  Este nuevo relato de la multiplicación de los panes recoge, obviamente, la preocupación de Jesús por el hambre en el mundo. 
A Jesús -tal como lo presentan los evangelios- le preocupa más la falta de alimentación que la falta de devoción, de piedad o, en definitiva, de religión. Por eso, los sentimientos de Jesús -tal como de eso hablan los evangelios- son, ante todo, sentimientos
profundamente humanos, que se producen ante situaciones humanas: pobreza, hambre, enfermedad, situaciones límite de toda clase de personas.

2.  Los evangelios recurren con frecuencia, para hablar de los sentimientos de Jesús, al verbo "splagchnizomai", que significa "compadecerse" o "tener misericordia". Pero es importante tener en cuenta que, en realidad, este verbo se refiere a algo más humano y más hondo. Se trata de un verbo que viene del sustantivo "splagchnon", que quiere decir las "vísceras": las entrañas, el corazón, el anhelo entrañable (N. Walter).
Así se describe la reacción del buen samaritano (Lc 10, 30 s) o del padre ante el hijo extraviado, en la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11 ss).
La misma reacción tuvo Jesús ante la gente hambrienta (Mc 6, 34; 8, 2; Mt 9, 36; 14, 14; 15, 32; Mc 10, 52; Lc 7, 13).

3.  La   conmoción de las vísceras, lo que hace a una persona verdaderamente "entrañable", eso no necesita justificación alguna. Ni tampoco explicación. Es lo más   humano. Y la manifestación de nuestra humanidad. Así es el Dios que presenta Jesús. Porque así fue, antes que nada, Jesús mismo. Una persona sensible al dolor de los otros. Y también a cuanto puede hacerlos felices. Es una manera de ser que mucha gente tiene reprimida. Porque nos han enseñado una idea extraña de la "entereza", de la "fortaleza", de la "pureza" o de no se sabe cuántas tonterías por el estilo. Y es que, en definitiva, nos han educado más, para el orgullo y el puritanismo estúpido, que para la humanidad entrañable, que es lo más grande que nos ha dado la vida.

Bienaventurada Virgen María de Lourdes
Memoria de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Cuatro años después de la proclamación de su Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en los montes Pirineos, junto al río Gave, en la gruta de Massabielle, de la población de Lourdes, y desde entonces aquel lugar es frecuentado por muchos cristianos, que acuden devotamente a rezar.

Vida de Bienaventurada Virgen María de Lourdes
Sucedió en las cercanías de los Pirineos franceses. Fue un hecho impensado y nada previsto que acabó revolucionando las conciencias y pasó con elegancia por encima de las mentes un tanto cegatas para lo sobrenatural por la corriente racionalista y anticlerical de aquellos franceses. El mismo día en que se celebraba en la liturgia de la iglesia la fiesta de la Anunciación se reveló con la sencillez de las cosas grandes que aquella aparición repetida tantas veces era nada menos que la misma Virgen María. Sí, la visita era grandiosa por la dignidad y asombrosa por lo inusitado. La muchacha que se afirmaba como vidente ni siquiera sabía pronunciar bien el término "concepción" las primeras veces y el dogma como tal hacía muy poco tiempo que se había proclamado en Roma por el Papa. Pero Bernardita o Bernardette, que así se llamaba, refirió que la aparición había dicho: "Yo soy la Inmaculada Concepción". La primera aparición fue el 11 de febrero de 1858. Luego se fueron repitiendo hasta dieciocho veces y no sin dificultades, burlas, expresiones altivas y otras cosas. Pues buenos eran aquellos listillos escépticos, algunos bastante engreídos por los conocimientos de las ciencias humanas. Hubo de superar aquella pobre analfabeta y con poca salud, hija de una familia pobre arruinada y miserable en aquellos días todas las trabas imaginables, incluidas las que puso la misma autoridad eclesiástica. Pero lo que es documentación, hay toda y seria; examinada desde todos los ángulos que puede contemplarse y someterse a crítica un documento que pertenece a la Historia; declaraciones, procesos, dictámenes técnicos, pruebas, cartas y réplicas. Las pruebas de los hechos están exhaustivamente estudiadas: unas yerbas comidas, la tierra arañada, fuente que brota y gente curada; aluviones imparables de gente con ganas de rezar y que tiene ansias de curación; junto a algún iluminado y escéptico excéntrico, multitudes agradecidas y enfervorizadas. Pidió la Señora que se le edificara una iglesia por lo pequeño, capilla y se hiciera procesión. Los actos multitudinarios fueron varias veces prohibidos y el recinto de la cueva cerrado; hasta que llegó la esposa del almirante Bruat, institutriz de los hijos del emperador, coincidente en el día con la que hizo el mismo polemista Luis Veuillot, y se pudo informar de modo adecuado a Napoleón III que mandó levantar la prohibición. El obispo de Tarbes inició el proceso que duró dos años, hasta que el 18 de enero de 1862, en carta pastoral firmada por él afirmaba: "Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, se apareció realmente a Bernardetta Soubirous el 11 de febrero de 1858 y días siguientes, en número de 18 veces, en la gruta de Massabielle, cerca de la ciudad de Lourdes; que tal aparición contiene todas las características de la verdad y que los fieles pueden creerla por cierto... Para conformarnos con la voluntad de la Santísima Virgen, repetidas veces manifestada en su aparición, nos proponemos levantar un santuario en los terrenos de la gruta". Aún así hubo restricciones por parte de las autoridades locales, pero trabajaron los arquitectos, las brigadas de obreros se pusieron en marcha y el 18 de mayo de 1866 pudo consagrarse la cripta, cimiento de la futura capilla. Comenzaron las peregrinaciones masivas y organizadas en el 1873. En el 1876 se pudo consagrar la basílica.
La iglesia del Rosario, consagrada en 1901, se levanta para suplir las deficiencias de espacio de la primitiva basílica, que pronto fueron palpables por la afluencia de peregrinos. En 1958, consagra el cardenal Roncalli que más tarde será el papa Juan XXIII la basílica subterránea dedicada a san Pío X; bien merecido porque este papa fue quien extendió la devoción a toda la Iglesia. Lourdes es un sitio privilegiado para la devoción cristiana. Oración, silencio para el recogimiento. Abundantes actos de culto que facilitan la piedad. Muchos rosarios en las manos de los fieles por los espacios descubiertos e iglesias. Gente enfervorizada de rodillas. Culto público y multitudinario en tantas ocasiones para atender las necesidades espirituales de los peregrinos que acuden en masa.
Vía Crucis o Chemin de la Croix que se recorre entre empinadas pendientes con las estaciones de la Pasión para facilitar seguir los principales momentos de Jesús sufriente por la humanidad. Y dos actos cumbres diarios. La procesión con el Santísimo a primera hora de la tarde, con filas de peregrinos y multitud de enfermos adorantes que reciben su bendición entre súplicas, lágrimas y actos de fe ¡de esperanza! Porque de vez en cuando pasa que lo que se pide se alcanza. Es el milagro que hace falta probar, examinar, discutir, mirar y remirar hasta que se pueda publicar. La procesión de antorchas por la noche. Cantos, honra, alabanzas en todos los idiomas pronunciadas, unión de corazones en las avemarías del Rosario; luminarias de fe.
¿Lo más grande? El enfermo, atendido, asistido, y hasta mimado; los más tristes y desesperados casos se pueden ver en cualquier rincón de Lourdes; perfectamente cuidados, llevados y traídos por un generoso voluntariado internacional y multirracial que con delicadeza ve a otro Cristo en el cuerpo a veces tan descompuesto de la camilla que empuja o arrastra
¡Y lo más admirable! La humanidad doliente atendida, esa que suplica salud para el cuerpo, está pletórica de esperanza, de consuelo; se percibe a simple vista alegría en la aceptación de la enfermedad, del sufrimiento. Limitación sosegada y alegre con dulce resignación.
¿Más? Sí. No sería completo el panorama descrito si no hubiera oportunidades para curar el alma. Igual que hay una piscina para los cuerpos, por si a la Virgen Santísima le pareciera bien devolver la salud, hay confesionarios para enjugar las almas, con la certeza firme de obtener siempre el perdón solicitado en al sacramento de la reconciliación; y abundan los huecos para los confesores, con facilidad para idiomas... miles de perdones y gracias.




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